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La familia k’takku
Nunca hubiera pensado que algún día yo formaría mi propia familia, yo Itzak que no conocí la mía, mi cuerpo casi siempre malherido, golpeada desde pequeña en mis entrenamientos, mi cuerpo nunca ha descansado como ahora, ya me había hecho pensar que nunca podría engendrar vida y eso me relajó. Maldito Xaruk , un exiliado de Grimoszk, rebelde pero al menos con principios, el no obedecer las órdenes de su Patriarca le hizo convertirse en un paria y eso creo que fue lo que me atrajo de su historia.
Xaruk con un pasado de guerras y combates por toda Eirea a sus espaldas se vio arrojado fuera del seno de la ciudad en donde se crio y hasta ahora su único refugio; perseguido por ese mismo pueblo que lo aclamaba a la vuelta de sus incursiones y quedando como enemigo de toda sociedad civilizada, fue Keel el único lugar al que ir y la protección del frío de Naggrung, que tanto odian los de su raza, su nueva guarida a la que llamar hogar.
Nos conocimos en unos de mis múltiples viajes a la isla, ambos, aunque provenientes de diferentes culturas nos unía la desconfianza hacia el resto de individuos que forman la sociedad de Keel y empezamos, con el tiempo, a establecer una peculiar relación de amistad, interés, confianza y deseo a raíz del nexo de unión más fuerte que tenemos común, nuestra raza.
Durante años colaboramos juntos; mientras yo le proveía de información y mercancías provenientes del continente, él por su parte me avisaba de las novedades de la ciudad, el avance de las aberraciones y la llegada de forasteros, sobre todo hombres-lagarto, ayudándome en la búsqueda de mi maestro y protector durante tantos años.
Nuestros escarceos fueron aumentando de intensidad y mis viajes a la isla cada vez sufrían menos retrasos aún sin nada que aportar salvo la búsqueda de mi propio placer.
Y al final ocurrió; me alejé de Xaruk un tiempo porque noté que algo había cambiado en mí, algo se estaba formando en mi interior y busqué cobijo al sur de Anduar, en las Ciénagas Pantanosas, un lugar donde alejada de las miradas de mis compañeros Nivrims podía por las noches calentar con mi cuerpo el barro que rodeaba la madriguera donde había depositado los cinco huevos y confiar que la zona era la idónea para que el sol los calentara durante el día en las horas que tenía que ausentarme.
Durante los primeros 20 días de los 80 que había que esperar todo transcurría bien, iba y volvía de Anduar confiada pero tuve que contener mis gritos al descubrir en el atardecer del día 21 que dos de mis huevos habían desaparecido, perdí la cordura, arañé y excavé la zona por si un movimiento de tierra los había enterrado más de lo que yo lo hice, mi estado de psicosis provocó que no me fijara bien si habían dejado algún tipo de rastro al robarlos, destrocé el lugar rebuscando en la madriguera pero ya no estaban y no podía saber que había ocurrido. Sin descansar cogí los que quedaban y me apresuré a buscar otro lugar alejado de allí pero no podía pensar con claridad y tenía que mantenerles la temperatura lo más estable posible, excavé otra madriguera y los deposité con sumo cuidado; sin dormir, al día siguiente me quedé allí, y el siguiente día y el siguiente día…
Así pasaron un día tras otro, me alimentaba de lo que podía cazar a mi alrededor, no perdía de vista el nido y así pronto se acabaron las presas, entré en un duermevela continuo que poco a poco acababa con mis fuerzas, sabía que quedaba poco tiempo y eso me daba las fuerzas necesarias para seguir pero estaba extenuada, mi vida corría el mismo peligro que mis huevos; y fue cuando, en medio de la noche y sin poder moverme noté que alguien se me acercaba, encendía un fuego frente a mí y me daba algo de beber mientras sujetaba mi cabeza entre sus cálidas manos; Xaruk me había encontrado, preocupado por mi larga ausencia más tarde me contó que indago en Anduar preguntando a unos y otros partiendo algún que otro hueso y ganándose algún que otro enemigo, lo cual no le importaba, pero lo consiguió y me encontró, yo seguía incapaz de moverme y fue cuando se alejó para buscar madera seca que echar al fuego en esa misma noche oí el crujir de la cáscara de uno de los huevos, intenté llamar a Xaruk para avisarle pero solo un hilo de voz salía de mi garganta y Xaruk no venía, el aire no conseguía mover mis cuerdas vocales y comencé a soplar con los labios entrecerrados intentando conseguir un sonido más agudo ZUUU, ZUUU, ZUUU… me escuchó y apartando todo lo que había en su camino se apresuró a llegar hasta mí, que seguía con mi susurro y por fin llegó, nuestro hijo nació allí, Xaruk lo cubrió entre su piel y sus ropas, habíamos empezado a formar nuestra familia. Aguardamos un par de días más mientras me iba recuperando pero los otros dos huevos no eclosionaron, nunca sabremos si hubieran sobrevivido de no haber tenido que cambiarlos de madriguera en una fase tan temprana; sellamos la madriguera a modo de tumba y nos alejamos los tres del continente en el primer barco que se dirigió a Keel. El desgraciado de Xaruk no tenía nada ahorrado y tuve que gastarme los ahorros de mi vida en comprar un solar a la ladrona de Lésfora donde construir nuestro hogar. Xaruk comenzó casi desde que lo vimos a llamarle Zuuu y así sigue siendo conocido ahora.
El resto de nuestra historia la iremos creando día a día pero siempre teniendo claro que un hogar no es un edificio, ni una calle, ni una ciudad; no tiene que ver con cosas tan materiales como ladrillos o construcciones.
Un hogar es y será siempre donde está tu familia.
Itzak.
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