Inicio › Foros › Historias y gestas › Historia.
-
AutorRespuestas
-
-
Aquella sed… cada vez que aparece en mi mente, a veces como vago recuerdo y otras como un
atizador candente, mi cuerpo se estremece rememorando aquel sentimiento.
El Sol brillaba fuerte aquel día de mi infancia, tanto convertía el viento que recorría los caminos del
Reino de Dendra en una maraña ardiente de briznas de hierba seca y arena incandescente.
Me encontraba en Ryniver mercadeando unas pieles de jabalí a cambio de algo de pescado fresco y
fruta. He de advertir que quedé huérfano a una tierna edad, y desde hace años había sobrevivido en
una cabaña en el Bosque de Wareth. No es que me viera forzado, tanto mi familia materna como la de
mi padre eran bien avenidas y gozaban de cierta posición en el Imperio, solo que no pude soportar la
presencia y comentarios de familiares, que solo querían atenderme por puro interés. Lo cual, como ya
he dicho, me hizo trasladarme en mitad del Bosque de Wareth. El cambio de residencia me forzaba en
cierta manera desenvolverme en un ambiente más tosco y salvaje, pero no exento de
responsabilidades. Una de ellas, procurarme estar bien provisto de alimentos. Hecho que me remite mi
localización en Ryniver.
Cuando procedía a volver a mi morada, en vez de utilizar el embarcadero hasta Mnenoic y de allí tomar
una ruta hasta el bosque, decidí que podía aventurarme por los caminos y, de paso, cazar algún tipo de
alimaña ( los escorpiones que habitan en los caminos rocosos son muy nutritivos ).
Mi camino me llevó a las inmediaciones de la encrucijada del sur de dendra, y fue en dicho lugar donde
sufrí un asalto por parte de bandidos pertenecientes al Puñal Ensangrentado.
El hecho de ser un niño no interfirió en su uso de la extrema violencia ( más bien se la facilitó ), y,
después de propinarme una soberana paliza, me dejaron tirado en el borde del camino. Quedé
inconsciente.
Al cabo de un tiempo, quien sabe si horas o días, logré regresar a un estado semiinconsciente para
descubrirme semi enterrado en la arena, deshidratado y con fuertes dolores que me recorrían todo el
cuerpo. Y sed, tenía mucha sed… Allí, a mi lado, con sus ojos clavados en mi cuerpo, se encontraba un
majestuoso Lobo. Conozco la mayoría de los animales de estas tierras y, desde luego, éste no
pertenecía a este ecosistema. Después de mi escudriño agónico a mi alrededor, volví a quedar
inconsciente.
Lo siguiente que recuerdo ver al abrir de nuevo mis ojos, era la puerta de mi cabaña en el Bosque de
Wareth. Allí estaba yo, tirado en el suelo, con varias de las vasijas que poseía para recoger el agua de
lluvia volcadas sobre mi. Un intenso olor a sangre y saliva envolvía todas y cada una de mis heridas, las
cuales habían sido limpiadas concienzudamente. Y allí mismo, con su mirada todavía clavada en mi y
un gesto amigable en la cara, se encontraba aquel majestuoso Lobo. Del cual, hasta el día de hoy, no
me he separado jamás.
-
-
AutorRespuestas
- Debes estar registrado para responder a este debate.