Inicio › Foros › Historias y gestas › Historia de un bardo. Cuentos adicionales. El bardo que no se rindió
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HISTORIA ADICIONAL: Luedau y Sikitshu se encuentran con Giflink
En el Reino de Takome conoció a Giflink, un guardabosques muy amables y muy responsable con sus labores en El Bosque de Thorin. Precisamente, Luedau se encontraba paseando por Thorin, mirando la madera de los árboles, trataba de seleccionar la mejor madera para construir su primer tambor. En esas se encontraba el joven Luedau cuando un pequeño guardabosques, de aspecto imperfecto e irregularidades muy llamativas en su rostro le interrumpió.
-No estarás pensando en talar ese árbol -dijo severamente el guardabosques.
-Buscaba un buen tronco para extraer la madera necesaria para construir mi tambor. -confirmó el bardo.
-¡Está prohibido talar en esta parte del bosque! Es un ecosistema muy delicado.
-No pensaba talarlo, sólo buscaba un tipo de madera adecuada para mi tambor.
Giflink aceptó la explicación sin demasiada convicción. Sin duda no iba a perder de vista a este kattense.
-De verdad, no iba a talarlo. Solo seleccionaba la madera adecuada para mi tambor. Mira, ya tengo preparada la piel de lobo y y el cuero.
Giflink desconfiado miraba a Luedau dubitativo.
-La piel del lobo no es de lobos de Thorin, de verdad son del Bosque de Zelthaim, prometido. En Thorin únicamente mato los animales que me encarga Lord Wack.
Giflink sonrió. Al parecer se había equivocado, el joven kattense verdaderamente no quería talar ningún árbol.
Poco a poco la charla fue perdiendo tensión. Giflink le explicó el funcionamiento del pequeño ecosistema de la zona densa de Thorin, Luedau escuchaba todas las explicaciones con atención, cuando el guardabosques hubo terminado el bardo quedó tan impresionado con el potencial de los árboles y lo complejo de sus aportes en los bosques que se prometió a si mismo que jamás portaría un hacha y que jamás talaría un árbol.
La conversación fue muy amena, guardabosques y bardo acabaron entendiéndose a la perfección. Incluso Giflink se comprometió a buscar una madera adecuada para que pudiese construir su tambor. Semanas después Giflink regalaría a Luedau unos leños de madera de cerezo, traidos desde el peligroso bosque de Maragedon. Luedau agradecido pudo por fin, fabricar su propio tambor. Para celebrarlo interpreto varias canciones para Giflink aquella tarde. Regaron el gaznate con unos vinos de Veleiron y la imprsionante cerveza de Kheleb. A la tarde siguió la noche y a ésta la madrugada. Así surgía una amistad entre dos humanos, uno de cada punta de Dalaensar.
Mientras tanto, Luedau seguía progresando y recorriendo las ciudades del bien. Su siguiente parada fue Aethia, una de las ciudades de Eldor. Allí conoció a Sikitshu un joven Monje Valdar que no paraba de hacer extraños movimientos de combate incomprensibles para Luedau. Posteriormente, tras una larga conversación con Sikitshu comprendió las técnicas de combate Valdar. Además el joven monje tuvo el detalle de enseñarle todo el funcionamiento de Eldor, una manera más cooperativa y menos comercial que en el resto de ciudades. Luedau se sintió atraído por estas tierras tan diferentes así que Sikitshu le fue mostrando las diferentes zonas e islas de Eldor. Luedau quedó maravillado por el trajín de barcos que iban y venían, unos cargados de mercancías, otros transportando personas de una isla a otra.
-Nada de eso se vende, -preguntó Luedau.
-No, nada, la piedra servirá para reparar los caminos, restaurar las casas o construir nuevas edificaciones, los trabajadores de las canteras aportan la piedra, los leñadores aportan la madera, los agricultores y ganaderos producen nuestro alimento, los albañiles reparan los caminos, cada ciudadano tiene su tarea, la desempeña y disfruta del producto de otros ciudadanos encargados de otras tareas.
-¡Vaya! -alcanzó a exclamar Luedau.
-Mira ese barco, va cargado de oro y de mineros, con ese hierro forjaremos armas para combatir a nuestros enemigos -apuntilló orgulloso de su pueblo.
Luedau esta ensimismado mirando los barcos, le maravillaban esos gigantes flotantes.
-Algún día lo seré… -susurraba el bardo.
-¿Cómo?
-¡Qué algún día seré marinero! ¡Un gran marinero! -exclamó decidido Luedau.
Sikitshu sonrió
-Es una dura tarea. -aclaró-; pero con tu determinación seguro que lo lograrás.
-Ya verás que sí -asintió Luedau como autoconvenciéndose.-; pero antes…
-¿pero antes qué? -pregunto el monje
Luedau dudo unos instantes, finalmente decidió hablar.
-Cuando era un niño, un anciano de Veleiron me comentó que en la 3ª Era un antepasado suyo fue el bardo más famoso del mundo, me contó que regentaba una taberna en la sombra, oculto tras un misterioso espejo, o cristal.
-Cuentos de viejos Luedau, ni caso.
-Sonaba tan convincente, tan seguro de lo que me contaba…
-Qué te importa eso… Ahora dirás que también te convertirás en un bardo tan famoso como él…
-No, estúpido… Ese bardo portaba unas misteriosas espadas que al moverse por el aire e impctar contra el enemigo emitían dulces melodías… Serían unas espadas perfectas para mi… Quiero escuchar esas melodías mientras… quiero bailar al son de su melodía mientras lucho contra mis enemigos…
-Eres un soñador Luedau…
-No, no los soy… Vi el brillo de los ojos de ese anciano… esas espadas existen… están por ahí… y yo voy a encontrarlas.
-¿Sabes quien las tiene?
-No
-¿Sabes al menos dónde están?
-No, pero lo descubriré.
-Pero… No sabes nada… como diantres crees que vas a encontrarlas?
-Tengo pistas… pero no me fío de ti… -el bardo no iba a soltar tan preciada información así como así ante un recientemente conocido por muy monje que sea.
-No sabes nada, eso es lo que pasa. -intentó sonsacar Sikitshu
Luedau no picó y tras varios intentos consiguió cambiar el tema de la conversación. Es más sacó el compromiso a Sikitshu de marchar juntos a Kheleb y limpiar la montaña de enemigos de Eralie. Como vemos, todos los viajes de Luedau empiezan y acaban en Kattak, su amada ciudad, de la que hoy es gobernador, peor a esa parte de la historia llegaremos más adelante.
- Este debate fue modificado hace 4 years, 4 months por shaylanna.
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