Inicio › Foros › Historias y gestas › Historia de un bardo. Parte 1: El nacimiento de un bardo
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Era el día 10 de Slinde del 23, en una humilde casa de Kattak nació Luedau, rodeado de nada, pero nunca le faltó la comida. Desde pequeño destacó en las artes, pasaba horas dibujando, el niño Luedau se pasaba horas y horas dibujando, dibujaba en los papeles y en las paredes de su casa. Esto último el costó muchos castigos, peleas e incluso golpes. Pasó a dibujar con un palo en las orillas de los caminos, para evitar los castigos, incluso recogía piedras de distintas tonalidades por Kattak y Kheleb-Dum con las que organizaba pequeños murales.
Era muy común cruzarse a Luedau vagando por Kattak, quizá buscando la inspiración, quizá dejando volar su imaginación, pero en el momento en el que escuchaba las tonadas y melodías que salían de la taberna sus ojos se ponían como medallones de Eralie y adquirían el brillo del mithril.
No tardó en darse cuenta de que necesitaba adentrarse en el arte de la música. Conoció a muchos bardos de los que fue aprendiendo, a tocar la flauta o el banjo de unos, a entonar y a cantar de otros, incluso a componer, poco a poco fue comprendiendo y dominando el lenguaje de la música. Se empeñó tanto que finalmente llegaría a convertirse en un bardo.
Con ese espíritu artístico continuó creciendo, aprendió a escribir y compuso algunas coplas y poemas, incluso relatos cortos con las historias que los enanos y los aguerridos miembros de la Alianza de Darín le contaban. El joven Ludeau viajaba a esas lejanas tierras del este con su imaginación y las plasmaba en sus relatos y poemas. Veía Veleiron como una ciudad mágica, Ak’Anon como una gran máquina de engranajes, Eloras, como una verde colina horadada, Takome como una gran urbe con una Catedral que tocaba las nubes. Sin duda la historia que más le impactó fue la historia que le contó un anciano bardo de Veleiron, al parecer un antepasado suyo había sido el bardo más importante de la 3ª era. Luedau se sintió impresionado sobre todo por lo que le contaba el anciano sobre unas míticas espadas que fueron conocidas con el nombre de Espadas del Aire, al parecer además de ser eficientes como armas silbaban con una melodía perfecta al cortar el aire. Todas estas historias alimentaron el espíritu aventurero del joven Luedau, pero el nunca perdió su principal objetivo, seguir avanzando en su carrera como bardo.
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