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El sol se oculta por el horizonte tras las imponentes montañas del Reino Enano y con la llegada de la noche el espectáculo comienza. Habitantes de toda Eirea hacen cola frente a la taquilla del circo de los hermanos gnomos, mientras la banda ameniza la espera con música circense.
La gente queda asombrada con las magníficas criaturas que forman parte del circo, leones de la sabana, cocodrilos del pantano de Zulk, un lagarto ígneo gigante y demás criaturas exóticas que los hermanos han ido adquiriendo con el paso del tiempo.
Por los altavoces de la entrada se escucha: “el espectáculo va a dar comienzo, cada uno que se coloque en su asiento y los que no han podido entrar, no os preocupeis, mañana tendremos un nuevo espectáculo, por la espera tendréis un 10% de descuento.”
La gente que no ha podido entrar se da la vuelta y se marcha cabizbaja pero ilusionada de poder volver mañana con su descuento.
El show comienza, los payasos entran a lomos de hipogrifos haciendo malabares, los leones se comen a su adiestrador, monos entran paseando a elefantes de sus trompas…
Tras varias horas de espectáculos variopintos, llega el número final, los fuegos artificiales de Timotivac van a comenzar.
El pequeño gnomo agita su varita y salen chorros de fuego de ellas que se elevan hasta el cielo y explotan en formas de estrella, de bolas de nieve que caen sobre el público, el forma de animales mitológicos y la última tiene la cara de los dos hermanos propietarios del circo, la cual al llegar al zenit se divide en dos cogiendo la forma de dos dragones que se dirigen al público, que grita aterrorizado y que suspira de alivio cuando los dos dragones los atraviesan sin causarles daño alguno.
La gente abandona las instalaciones exaltadas, algunos incluso dejan una buena propina, otros pasan por las tiendas de recuerdos y hacen acopio de todo tipo de objetos mágicos y figuritas de los animales que han podido ver durante el espectáculo.
Las puertas del circo cierran y cada uno de sus trabajadores se retira a descansar a sus correspondientes caravanas.
Los hermanos gnomos se disponen a hacer la caja en la caravana de Timotivac, cuando de repente,tras un zumbido de grandes magnitudes, tres figuras encapuchadas aparecen en el interior de la misma, agarran a Vibobivac y tras otro zumbido desaparecen dejando caer una nota escrita con sangre al suelo.
- “Si quieres volver a ver a tu hermano tendrás que pagar su rescate, él nos adeuda mucho dinero por las criaturas exóticas que le conseguimos y no lo soltaremos hasta que no se nos pague lo que se debe. Si quieres volver a verlo con vida deberás pagar 10000 platinos.”
La gente del circo acude al lugar tras escuchar el intenso ruido que los raptores causaron.
- ¿Qué ha pasado, jefe?
- Se han llevado a Vibobivac, piden un rescate que no puedo pagar por él. No se de donde voy a sacar el dinero del rescate. Ni vendiendo el circo entero podría alcanzar esa suma.
- Nosotros podríamos colaborar con nuestros ahorros…
- Os lo agradezco demasiado, pero ni con eso llegaríamos… Además no quiero que perdáis todos vuestros ahorros por la mala cabeza de mi hermano. Yo lo solucionaré.
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Los rayos del alba comienzan a despuntar en el horizonte, anunciando así la llegada de un nuevo día, que para los integrantes del circo no es más que la continuación de una noche fatídica. Pocos son los que han conseguido pegar ojo y los que lo han hecho ha sido por agotamiento.
Timotivac sale de su caravana con los ojos hinchados por el llanto y la falta de sueño. El pequeño gnomo se acerca al centro de la campa mientras el resto le observa. Se aclara la garganta con un trago de agua y se sube en un pedestal.
- Compañeros, he estado meditando durante la noche, dándole vueltas a cómo podemos sacar dinero para rescatar a mi hermano… Siento deciros que la única solución es vender el circo…
Los allí presentes se miran entre ellos, aunque sorprendidos… ya barajaban esa posibilidad.
- Mi señor… sé que está pasando por un mal momento.
El feriante se acerca y le tiende una bolsa a Timotivac.
- Es todo lo que tenemos, ustedes siempre se portaron bien con nosotros no podemos mirar hacia otro lado ahora.
Timotivac mira a su empleado con lágrimas en los ojos. Cuando consigue secarlos y alzar la vista, todos los empleados estaban frente a él arrimando el hombro y dándole sus pocas pertenencias.
- No puedo aceptarlo, es el trabajo de toda vuestra vida.
- Mi señor, sin ustedes igual no tendríamos nada.
- Aun así no puedo aceptarlo.
- Entonces pasaremos al plan B, todos trabajaremos gratis hasta que se consiga el dinero necesario para hacer el pago.
El pequeño gnomo asombrado por la actitud de sus empleados no cabe en sí de alegría, al darse cuenta que su hermano no es su única familia y que no puede dejar en la estacada a su gente.
- De acuerdo, manos a la obra chicos. Hay mucho que preparar para esta noche. Pero antes descansad un poco empezaremos a preparar al medio día.
Los trabajadores asienten con la cabeza y cada uno vuelve a su caravana a descansar algo antes de la vuelta al trabajo…
Timotivac vuelve a su caravana y cuando entra en ella, mira fijamente a su baúl de pertenencias donde guarda unos viejos planos de su padre. Al echarles un vistazo ve una oportunidad de negocio alternativo donde sacar un sobresueldo y sale rápidamente de la caravana llamando a gritos a todos sus empleados.
Los empleados, alarmados, vuelven al centro de la campa y miran atónitos a Timotivac.
- ¿Qué ocurre señor?
- Lo tengo, se como vamos a sacar un dinero extra…
- ¿De qué se trata?
- Mi padre era un gran inventor y antes de morir me legó unos planos de unos juguetes para niños que él mismo diseñó pero que nunca construyó por falta de efectivo.
- Según mis cálculos estos juguetes no pueden costarnos más de 100 platinos, si cada uno lo vendemos a 10 platinos… sacaremos 300 platinos de beneficio. Yo tengo ese dinero ahorrado
- Además si no os importa la mano de obra seríamos todos, hay buenas hilanderas y maestros talladores de madera entre nosotros, no sería demasiado difícil… ¿Qué os parece la idea?
El semblante de los allí presentes pasó de la tristeza más absoluta a la mayor ilusión que jamás habían tenido. Se miraron entre ellos asintiendo con la cabeza…
- ¿Cuando empezamos? Dijeron todos.
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Tras descansar unas horas la vida en el circo vuelve a la normalidad, los trabajadores salen de sus caravanas y se desperezan. Timotivac sale de su caravana con unos cuantos planos que ha estado revisando mientras sus trabajadores descansaban.
- ¿Estáis todos listos?
El personal al completo asiente con la cabeza.
- Pues vamos a empezar. Para la actuación de esta noche lo primero que debemos hacer es un estante donde colocaremos todos los objetos que fabriquemos, manos a la obra.
Los trabajadores cogieron uno de los mástiles que sostienen la carpa que había de repuesto y se pusieron a cortar tablas mientras que una pequeña gnoma fue enviada a por botes de pintura para pintar el puesto donde se colocarían los inventos.
Mientras tanto Timotivac seleccionó al trabajador que mejor trataba la madera y leyendo el primer plano le indicó paso a paso lo que debía hacer para fabricar un HacedorDePompitasDeJabón. Un objeto con el que los niños, al soplar a través de su esfera mojada en jabón podrían crear pompas de jabón, pero no pompas cualquiera si no pompas con la forma que ellos tengan en su mente al soplar.
- Eh tú! Niño.
- Dígame señor.
- Probemos esto, coge un extremo y el otro sumérgelo en el jabón.
- Como quiera.
- Ahora sopla, pero no demasiado fuerte o romperás la pompa.
- Déjeme probar.
El niño comienza a soplar y de la esfera donde se almacena el jabón empieza a emerger un felino que cada vez se va haciendo mayor, para terminar convirtiéndose en un lince que se desprende del HacedorDePompitasDeJabón y explota al tocar la lona de la campa.
- ¡Funciona! Bien, bien necesitaremos 19 más. Te lo encargo a ti.
- Perfecto señor, me pongo manos a la obra.
Timotivac coge el segundo plano y se dirige a la fragua, se asoma al almacén y sonríe.
- Necesito todo el cobre del que dispongamos, lo vamos a utilizar.
El herrero asiente y rebusca en el almacén para obtener todo lo que pueda.
- ¡Cuerdas! ¡Traedme las cuerdas! que las necesitaremos para el tercer invento.
Otro trabajador sale corriendo a por las cuerdas y vuelve a los pocos minutos con varios metros.
- ¡Perfecto! Según el plano necesitaremos trozos de cuerdas de un metro. Ponte con ello, dice mirando al trabajador que trajo la cuerda y este asiente.
- Herrero, tu trabajo consiste en crear con el cobre un ventilador como el que aparece en este plano, el cual señala con hincapié.
- Veré que puedo hacer…
El herrero comienza a dar forma al metal, siguiendo las instrucciones del gnomo y tras varios minutos consigue fabricar el ventilador que se asemeja mucho al plano original. Tras enfriar el metal y cuando pueden cogerlo, agita su varita y lo imbuye en magia para que cuando se pulse el botón las aspas giren y den aire fresco. Así solucionaremos el problema de los que se quejan del calor durante el espectáculo. A esto lo llamaremos… VentiladorQueDaFresquito.
- Haremos 14 más, ¿De acuerdo?
El herrero asiente.
Por último haremos este invento, con los restos de la madera que hemos utilizado para el puesto, que venga rápido el que se está encargando del mostrador, que ya debería estar terminado.
- Así es señor, ahora mismo venía a decirle que acabamos de terminar el estante, también llegó la pintura y están dándole la primera capa. ¿Para que me necesita?
- Pues has de hacer con los restos de la madera figuras que se asemejen a esto, dice el gnomo señalando el plano.
- No creo que me cueste demasiado trabajo.
- Vale, necesitaremos unos 50.
- Sin problema.
- Cuando acabéis atad las cuerdas como pone en el plano, voy a supervisar que todo esté conforme para el espectáculo, empezamos en 4 horas.
El gnomo abandona la carpa para supervisar que todo lo que va a acontecer esa noche no tenga fallo ninguno. Mientras tanto los trabajadores se afanan en terminar los encargos para ponerlos a la venta esa misma noche.
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Capítulo 4. La reunión.
La fama de los inventos de Timotivac iba en aumento, los pedidos no hacían más que crecer y decidieron parar de dar funciones en el circo para dedicarse a producir al máximo. Los inventos cada vez eran más variopintos, aunque no todos funcionaban como debían… El equipo de pruebas cada vez tenía menos participantes. El negocio iba viento en popa, pero estaban lejos de alcanzar la cuantiosa suma que pedían por el rescate de Vibobivac.
Tras un largo día de trabajo, Timotivac se retiró a su caravana para descansar. Cuando entró por la puerta alguien lo agarró por la espalda y le puso una tela en la boca para que no pudiese gritar.
Figura encapuchada dice: Cálmate, no zomoz enemigoz, pero tampoco zomoz bien recibidoz en muchoz zitioz… Quítale la tela de la boca.
El individuo que tenía preso a Timotivac lo soltó y le retiró la tela de la boca.
Timotivac pregunta: ¿Quiénes sois? Dad la cara.
La figura encapuchada se quita la capucha y se acerca a una vela para quedar visible y se presenta: Mi nombre ez Grigak el goblin, vengo de parte del Caudillo de Golthur.
Timotivac dice: No me interesa. Bastantes problemas tengo ya como para encima tratar con vosotros.
Grigak pregunta: ¿Y zi te dijera que nozotroz podemoz zolucionar parte de tuz problemaz?
Timotivac dice: No sé cómo podríais vosotros ayudarme la verdad, sigo pensando que solo me causaríais más problemas.
Grigak ríe y dice: Como te he dicho, vengo de parte del mizmízimo caudillo de Golthur. Eztá muy interezado en tuz dotez de inventor y tiene la capacidad de devolverte a tu hermano…
Timotivac parece interesado en su oferta y dice: Explícame cómo lo haríais.
Grigak pone una amplía sonrisa que deja entrever sus afilados dientes.
Grigak dice: Te podemoz proponer variaz opcionez… Ziempre lo hazemoz a guzto del conzumidor.
Grigak continua: La primera es que nosotros te damos el dinero del rescate para que recuperes a tu hermano…
Grigak ríe malévolamente.
Grigak dice: La otra conzizte en eliminar a todoz zuz raptorez… Pero conlleva algo de riezgo claramente. Podrían matar a tu hermano.
Timotivac pregunta: Entonces sólo tengo una opción. ¿Qué es lo que el caudillo necesita de mí?
Grigak dice: Ezo puede decírtelo el mizmo, pero debemoz ir donde eztá él, muchoz lo quieren muerto y debe zer zigilozo.
Timotivac asiente con la cabeza y dice: Adelante, os sigo.
Grigak y su acompañante salen de la caravana mirando de lado a lado para confirmar que nadie los ve y cuando se cercioran de ello salen de la caravana acompañados de Timotivac.
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Capítulo 5. La petición.
Los dos goblins, seguidos de Timotivac consiguieron salir del circo sin ser vistos, prosiguieron su camino hasta llegar al camino al desierto, en la zona oeste de la ciudad de Anduar. Allí en una cueva en los riscos los esperaba el caudillo.
Naghig dice: Zaludoz Timotivac, tu fama te prezede. No me voy a andar con muchoz rodeoz, zupongo que zi eztaz aquí ez por que te intereza ezcuchar mi oferta.
Naghig dice: Nueztraz guerraz noz eztan coztando muchoz recurzoz. Nezezitamoz mejorar nueztra productividaz. Laz aldeaz eztán muy zaqueadas todaz laz riquezaz laz ezconden en laz arcaz de laz grandez ciudadez.
Naghig dice: No noz intereza zeguir zaqueando ezaz aldeaz, nezezitamoz un botín maz gordo. Eztoy entrenando un ezcuadrón de élite dedicado al zaqueo, zon capazez de dejar todo límpio en apenaz minutoz. El problema que tenemoz ez trazpazar laz murallaz.
Timotivac dice: Puede que tenga alguna solución a tus problemas. Pero primero quiero de vuelta a mi hermano.
Grigak se lleva la mano a su cimitarra con intención de ponerla en la garganta de Timotivac.
Naghig levanta la mano y dice: Alto Grigak, no queremoz tratar mal a nueztro invitado… Nozotroz no forzamoz a la gente a trabajar. Lez damoz inzentivoz.
Naghiz continua: Ezta bien, rezcataremoz a tu hermano pero maz te vale que tengaz algo preparado para cuando lo traigamoz, o te lo entregaremoz en cachitoz.
Grigark ríe como un sádico.
Timotivac dice: Tengo varias ideas en mente, pero mi equipo de prueba está en las últimas. Si de verdad conseguís recuperar a mi hermano me iré a Golthur una temporada para ayudaros en lo que necesitéis.
Naghig exclama: ¡Ekzelente!
Naghig dice: Grigak, prepara a tu equipo. Quiero al gnomo aquí cuanto antez.
Grigak dice: Como ordene mi zeñor. Ire a Mor’Groddur a preparanoz.
Grigak sale de la cueva y monando en un huargo sale al galope en dirección a la Torre Negra.
Timotivac dice: Yo debería volver al circo, si amanece y no estoy allí sospecharán. Iré desarrollando algunos prototipos que tengo en mente, pero como le dije, mi equipo de pruebas apenas tiene gente, demasiados accidentes.
Naghig dice: No te preocupez por ezo. Hay demaziadoz goblinz que eztarian dizpueztos a sacrificarze por el favor de Gurthang.
Timotivac dice: Pues con su permiso, vuelvo al circo.
Naghig asiente con la cabeza.
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Capítulo 6. Charla en el circo.
Amanecía cuando el gnomo estaba llegando al circo y sin descansar por la reunión con el Caudillo, Timotivac reúne a la gente del circo para contarles lo sucedido. Los trabajadores del circo fueron llegando poco a poco a la puerta de la caravana de Timotivac, donde este esperaba para darles una charla que no caería bien entre sus trabajadores, seguramente.
Timotivac pregunta: ¿Estamos todos?
Los trabajadores se miran unos a otros y uno de ellos dice: “Parece que sí señor”.
Timotivac dice: Os tengo que contar algo que sucedió anoche, no quise que lo supieseis antes puesto que creo que mi vida estaba en peligro si hubiera gritado.
Timotivac dice: Dos goblins me sorprendieron en mi caravana para llevarme ante el Caudillo de Golthur’Orod.
La gente da un suspiro de preocupación y empiezan a murmurar entre ellos. Como esperaba, la noticia no había gustado entre sus trabajadores.
Timotivac dice: Silencio, dejadme hablar.
Todos los presentes callan y fijan su atención en el gnomo.
Timotivac dice: El Caudillo me hizo una oferta; liberaría a Vibobivac si lo ayudo con algunos de mis inventos.
Uno de los trabajadores, llamado Kriku, dió un paso al frente y dijo: No nos podemos fiar de ellos… su fama de mentirosos les precede.
Timotivac dice: Tal vez lleves razón, pero no me quedó otra que llegar a un acuerdo con ellos. Si son capaces de traer con vida a Vibobivac tendremos que trabajar un tiempo para ellos.
Kriku dice: No tenía que haber aceptado, tarde o temprano habríamos pagado el rescate.
Timotivac dice: O nos hubieran ido pidiendo más dinero…
Kriku dice: Pero ahora nos tendrán esclavizados los orcos… No se yo que es mejor.
Timotivac dice: Lo mejor para todos es que Vibobivac vuelva con vida. sin él el circo está perdido.
Kriku dice: Lleva razón señor.
Timotivac dice: Además sería sólo fabricarles un par de inventos para conceder su petición.
Kriku pregunta: ¿Para qué necesitan los inventos?
Timotivac dice: Esos temas… preferiría no revelarlos. Si llega a oídos de otras personas lo que les vamos a crear nos buscaremos más problemas.
Kriku pregunta: ¿Qué pasará con los del clan que raptó a Vibobivac?
Timotivac dice: Creo que no volverán a molestarnos, el Caudillo dijo que se encargaría de todo.
Timotivac dice: Pero como siempre, me gustaría contar con vuestro apoyo. Los que quieran participar que den un paso al frente.
La mayoría de los allí presentes dieron el paso. Todos querían salvar a Vibobivac, puesto que era parte de la familia.
Timotivac dice: Pues no hay tiempo que perder. Aquí están los planos de lo que he diseñado. Necesitaremos materiales, ¿Dónde está Plopy, no lo veo?
Plopy dice dando un paso al frente: Aquí señor.
Timotivac dice: Necesitaremos mucho hierro, madera y suficiente cobre como para hacer cuatro ventiladores.
Polpy dice: Tenemos todo menos la madera, que llegará esta misma mañana.
Timotivac dice: Perfecto, manos a la obra. Empezaremos con los ventiladores de cobre. Mientras voy a dormir un poco, avisadme en cuanto llegue la madera.
Plopy dice: Por supuesto, ¡Vamos chicos, no hay tiempo que perder!
Los allí presentes se fueron retirando cada uno a su puesto de trabajo, mientras Timotivac entraba en su caravana para intentar descansar un poco. No tardó en quedarse dormido.
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Capítulo 7. El taller gnómico.
Tras unas horas, aporrean la puerta de la caravana. Timotivac se levantó del catre y desperezándose abrió la puerta. Poply estaba allí para comunicarle que la madera ya había llegado. Volvió a la mesa, cogió los planos que había estado diseñando y se fue al taller. Hora de trabajar.
Timotivac dice: Bien chicos, veo que ya tenemos todo lo necesario para poder llevar a cabo un nuevo invento. Lo llamaremos BastónConHeliceParaSubirPequeñasAlturas.
Los trabajadores se miran entre sí expectantes de que saldría de aquel plano.
Timotivac pregunta: ¿Tenéis los ventiladores?
Kriku dice: Si, aquí los tiene, cuatro ventiladores, como pidió.
Timotivac mirando al plano dice: Bien, ahora necesito que hagáis varas de madera de metro y medio de alto y treinta centímetros de ancho.
Los artesanos se ponen a darle forma a la madera y no tardan en entregar el material preparado al inventor.
Timotivac dice: Perfecto. Ahora necesitaré el TaladroAVálvulas, ¿Dónde lo dejaría la última vez?
Timotivac se pone a dar vueltas por el taller, removiendolo todo en busca del taladro y salta de alegría cuando lo encuentra debajo de unas telas roídas.
Timotivac con el taladro en mano hace un agujero en la parte superior de cada tabla, justo para poder acoplar el ventilador sin que este se escape. A continuación añade un mecanismo con unas cuerdas y un pulsador para poder encender y apagar el ventilador. Por último lo imbuye de magia arcana, cediendo parte de su poder para que este se ponga en marcha.
Timotivac pregunta: ¿Quién quiere probarlo?
Los allí presentes dan un paso atrás, no parecen muy confiados de lo que pueda pasar con ese invento…
Timotivac exclama: ¡Que venga alguien del equipo de pruebas!
Kriku dice: Señor… están todos en la enfermería… ¿No recuerda lo que pasó con la MinaDePólvoraQueExplotaAlPisarla?… Fueron cuantiosas bajas.
Timotivac dice pensativo: Llevas razón Kriku, te toca probarlo.
Timotivac rie a carcajada limpia al ver como la cara de Kriku se ponía pálida.
Timotivac exclama: ¡Era broma! yo mismo lo probaré.
Timotivac pronuncia el cántico ‘pes iu flumbe’ mientras sus manos se iluminaban de un color verde y un aura rodeaba su cuerpo. Acto seguido cogió el nuevo invento y pulsó el botón para ponerlo en marcha.
La hélice del bastón empezó a girar a gran velocidad y sujetando fuertemente el bastón Timotivac empezó a ascender. Primero un metro, luego dos, tres e incluso cuatro metros hasta que de repente… La hélice salió disparada y el gnomo cayó al suelo, aunque gracias a su encantamiento no se hizo daño.
Timotivac se levanta y dice: “Funciona” hay que perfeccionarlo, pero estamos en el buen camino.
Timotivac mira a sus trabajadores y dice: Chicos manos a la obra, necesitamos tener cuatro bastones de estos listos, espero que esto le guste al Caudillo, si no tendremos que poner en marcha el plan B. ¡A trabajar!
Los trabajadores se ponen manos a la obra, mientras que Timotivac se sienta en su mesa para buscar una solución al problema de la hélice, el cual no tarda en resolver. Una vez terminados los cuatro bastones se retiran a descansar.
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Capítulo 8. Buenas noticias.
Tras asearse todos los trabajadores junto con Timotivac se reúnen en la carpa del circo para cenar algo antes de irse a dormir. Unos aullidos extraños empiezan a escucharse cada vez más cerca. Era algo que los allí presentes nunca habían escuchado.
De repente Grigak montado en un huargo aparece por la puerta de la carpa. Tras el, Naghig aparece a lomos de otro huargo y junto con él un pequeño bulto metido en un saco. Ambos se bajan de sus monturas y quitándole el saco al bulto pueden apreciar a Vibobivac.
Timotivac dice: ¡Hermano! Lo habéis conseguido. No esperaba menos de vosotros.
Naghig dice: Loz raptorez no zerán un problema, aquí tienez lo que prometí. Cuidadlo bien, eztá en laz ultimaz. Ezoz cabronez lo querían mutilar y enviarozlo en cachitoz para que pagaraiz cuanto antez.
Timotivac dice: Algo digno de un orco…
Timotivac se lleva las manos a la cabeza al darse cuenta de que ha metido la pata con ese comentario.
Naghig dice: Para zer tan pequeño tienez pelotaz. Ezta te la pazaré.
Naghig pregunta: Yo he cumplido mi parte. ¿Cumpliraz tu la tuya?
Timotivac dice: Tenemos algo preparado que espero que sea de su agrado. Que alguien me traiga uno de los bastones.
Kriku sale disparado hacia el almacén en busca de uno de los bastones y se lo da a Timotivac.
Naghig dice: Con eze palo no llegaz ni a mi zintura, acazo te eztaz quedando con nozotroz. Grigak ya sabez lo que tienez que hazer.
Grigak desenvaina su cimitarra y se la pone en la garganta a Vibobivac.
Timotivac dice: Espera, no has visto ni lo que es capaz de hacer.
Timotivac agarra el bastón, pulsa el botón y comienza ascender, sube a unos cuatro metros, se mantiene arriba y tras pocos segundos apaga el botón y comienza a descender suavemente hasta aterrizar de nuevo en el suelo.
Naghig boquiabierto exclama: ¡OH! ¡Ezo puede zervirnoz! Déjame probar.
Naghig le quita el bastón de las manos a Timotivac y al pulsar el botón asciende y cuando lo apaga desciende, tal y como había sucedido con Timotivac.
Naghig dice: Me guzta, Grigak dalez al gnomo, creo que ezto noz puede zervir.
Naghig dice: Ezto para murallaz bajaz noz puede valer, pero ¿Y zi quizieramoz ezcalar algo maz alto?
Timotivac dice: También tengo algo pensado para eso, pero no disponíamos de los materiales para crear el invento. Necesito algunas cosas que son difíciles de conseguir. Además necesito un buen herrero para lograr crearlo, hay que ser muy preciso o en cambio podría resultar mortal usarlo.
Naghig dice: ¿De que ze trata? En Golthur dizponemoz de buenoz herreroz. Mi ezpada la forjó el gran Bloed.
Timotivac dice: De acuerdo, partamos hacia Golthur, yo también soy un gnomo de palabra y dije que si lo recuperabais vivo os ayudaría en lo que hiciera falta.
Naghig dice: No ze diga maz. Grigak dale un huargo, Noz vamoz.
Timotivac dice: No es necesario, preparar mi caballo. Cuidar bien de mi hermano, espero no tardar mucho en regresar. Si tenéis algún problema ya sabéis donde tenéis que enviar un cuervo. Seguir fabricando inventos, es lo que sustenta el circo de momento, hasta que mi hermano se recupere y se reanuden las funciones.
Naghig, Grigak y Timotivac abandonan el circo al galope en dirección a Golthur’Orod, una pequeña parte de los allí presentes recogen al malherido Vibobivac y lo llevan a la enfermería. Los otros miran como Timotivac se marcha sin saber si algún día volverán a verlo.
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