Inicio Foros Historias y gestas Historia de Urek el humilde clérigo de Poldarn.

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    • inversil
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      1-Destruirás cualquier cosa o ser que intente causar daño a la vida.

      2- Has de respetar la vida sobre todas las cosas…

      Urek cerró el libro «Canon de la Fe de Eralie» de un golpe seco. No podía concentrarse, apartó el libro polvoriento a un
      lado, encendió otra vela y metió la mano en uno de los bolsillos del sencillo jubón que llevaba puesto ese día y saco la
      carta. Era una carta sencilla con una nota escueta y al parecer escrita apresuradamente, la leyó de nuevo.

      -En vuestra habitación hoy, a la hora del lobo. –

      — Firmado: Nardiel —

      Nardiel. ¿Qué podía querer de él? Todo el mundo en la ciudad de Poldarn lo conocía y respetaba, fue un gran caballero, el
      mejor de todos según cuentan los que lo vieron combatir hace décadas. Se rumoreaba que jamás había perdido un combate, pero
      al final el tiempo le ganó la batalla. -Pensó-, como a todos. Ahora era un viejo decrépito que tenía tantos achaques, como
      victorias había conseguido en su juventud. Lo había visto muchas veces cojear por el patio al despuntar el alba para
      instruir a sus pupilos. Pero jamás se había dignado a hablarle siquiera. Entonces, ¿por qué le enviaba esta carta ahora?
      ¿Por qué a esta hora en particular?

      Recordó las palabras de su mentora Aiben, la única persona a la que amaba, lo había sacado de los arrabales de Takome y lo
      había criado como si de un hijo se tratara.

      La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más
      profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los
      fantasmas y los demonios son más poderosos.

      No recordaba cuanto tiempo pasó pensando, podrían haber sido horas, cuando llamaron a la puerta con un golpe seco. Se
      apresuró a abrir la puerta, no era conveniente hacer esperar a un anciano, al menos, no a uno tan importante.

      Al abrir, entraron dos hombres encapuchados con capa y capucha blancas como la nieve. Reconoció rápidamente a Nardiel, pero
      al otro…

      -Cierra la puerta, rápido, -ordenó Nardiel- . Y el encapuchado la cerro rápidamente, no sin antes echar un rápido vistazo al
      oscuro corredor.

      Urek se quedó mirando a los dos hombres y abrió la boca para preguntar…

      -Urek -, dijo Nardiel mientras lo miraba de arriba abajo. – Os presento a Gwalchavad, Cetro de Eralie, al servicio directo
      de la Reina Priis de Takome. –

      Urek no entendía que podían querer de él, un sacerdote que había hecho voto de pobreza y castidad, semejantes invitados. Se
      quedó callado y esperó.

      Nardiel habló de nuevo. – Supongo que me conocéis y dudo que no hayáis escuchado nada de mi acompañante, pues bien, os diré
      por qué estamos aquí, pero antes… Miro a Gwalchavad con asentimiento.

      -Gwalchavad miró a la puerta al tiempo que pronunciaba un hechizo en voz baja.

      • Urek conocía el hechizo a la perfección, un hechizo de silencio, nadie podría escuchar nada de lo que se decía a través de la puerta. Esto lo hizo sentirse incómodo.

      Bien, – continuo Nardiel.- son tiempos oscuros Urek, el mal esta por todas partes, habéis oído lo que ocurre en Nyathor con
      esas arañas infectas y ese maldito Llhioker detrás de todo. O los malditos fuegos del demonio Alchanar y su ejército de
      elementales en los Montes del Destino, y sin olvidarnos de ese infecto pantano, donde habita esa subraza de lagartos
      humanoides o cosas peores.

      -Urek sabía todo eso y más, había perdido muchos compañeros en esos lugares, todos hombres píos y devotos –

      También habréis oído – siguió diciendo – Lo que ocurre últimamente en la ciudad santa de Takome, Paladines del Bien
      saqueando cadáveres como vulgares bandidos, asesinatos a pleno día solo por mirar dos veces a un compañero, y lo que es
      peor! ¡Celebrar y premiar estos hechos en algunas ocasiones! La corrupción se extiende hasta los más altos cargos de la
      ciudad y…

      Gwalchavad carraspeó – Vayamos al grano,- Urek, La Reina, Takome, el Reino os necesita. Estamos asediados, la muerte acecha
      y debemos movernos rápido. Sé que sois un hombre recto y humilde, os voy a pedir algo que tal vez esté por encima de
      vuestras posibilidades. Os uniréis a la cruzada de Takome, comeréis con vuestros superiores y a todo ese nido de sabandijas,
      le reiréis las gracias, haréis lo que haga falta para ascender en vuestra posición, acumulareis bienes y riquezas, poder,
      ostentación, TODO sin olvidar quien sois. -Miro alrededor-, un fiel y devoto sacerdote de Eralie.

      Urek se negó en rotundo, – No señor, me niego, pedís que renuncie a todo en lo que creo y a lo que sirvo, debe haber hombres
      más capacitados para esta misión pedídselo a cualquier otro, seguro que debe haber montones de sacerdotes solo en este
      pasillo dispuestos a hacer lo que pedís.-

      Nardiel habló esta vez -si… sois tan terco como nos habían dicho, pero lo haréis es una orden, y si eso no es suficiente,
      coged esto. – Nardiel se sacó una pequeña nota que guardaba entre sus ropas y se la entregó.

      La letra era de una caligrafía impoluta, que tantas veces había visto, esta solo podía pertenecer a una persona, a su amada
      amiga y mentora Aiben, La nota decía…

      • Hazlo –

      No podía negarse…

    • inversil
      Participant
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      Toda esta historia va a ser una trama extraña, a ver si gusta. Urek el clérigo de poldarn se infiltra en takome como su reg2 indica, para llegar a un puesto importante en Takome. Y para ello y no ser reconocido su nombre cambió a Altalas. Un saludo.

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