Ghyrduana y Durgan han decidido ir a cazar a cierta criatura maléfica que habita por los humedales próximos a Zulk. La criatura en cuestión se la conoce por el nombre de… Das’Shuz.
Ghyrduana, erúdita en el arte de la escritura rúnica, graba en un pergamino usando runas enanas antiguas el siguiente relato:
Sin más dilación, nuestros héroes entran en acción. Descienden lentamente la senda del Alba, con alegría, ímpetu y mucha calma. Luego de una caminata bien larga, llegan al humedal del que tanto se habla. Allí observan árbol a árbol, vaya a ser que se les escape algo.
En lo alto vislumbran al terrible malhechor… ¡a ver como lo bajan, para darle una lección!
Pero Durgan tiene un plan y todo árbol que encuentra, se pone a talar. Las astillas saltan a cientos, y poco a poco, el lugar va quedando desierto. Sin ningún árbol en aquel lugar aparente, el Das’Shuz no tiene donde esconderse. Así pues, decide entablar combate… Ghyrduana formula hechizos y Durgan usa su embate. El combate es encarnizado y Ghyrduana, de veneno es salpicado. Durgan resulta herido, pero las curas, le dan un respiro.
Das’Shuz intenta huir, y nuestros héroes, ¡tras de sí!… Finalmente, Durgan le da la estocada y el remate… Das’Shuz cae muerto en un reguero de sangre. Nuestros guerreros, sorprendidos… descubren un tesoro escondido. Una enorme espada azulada… ¡menuda pasada!, un cinturón de Cirdan, algunas monedas y un diseño genial.
En el humedal no ha quedado ni un árbol, pero ellos piensan… “problema lagarto”. De una patada apartan los leños, alguno rueda con poco empeño. Regresan por fin a Takome victoriosos, pues fue un gran día, de caza y tesoros.
Firmado,
Ghyrduana Girlhim.
