Inicio › Foros › Historias y gestas › Historias de Canh: Se Interrumpe el Entrenamiento
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Una flecha surcó el cielo como un rayo en un vuelo rasante, pasando por el pasillo de árboles y arbustos hasta clavarse con fuerza en una tabla gruesa de madera en un punto del claro. El estruendo del impacto resonó en el aire, dispersando las aves que se encontraban en los alrededores.
— ¡Mírala! ¡Ya estás progresando! —El tutor exclamó con una sonrisa, observando con orgullo el blanco casi perfecto de la flecha en la tabla.
Canh exhaló con alivio y sonrió. El proceso de perfeccionar su habilidad con los arcos no había sido fácil, pero poco a poco comenzaba a cosechar los frutos de su constante práctica. La madera astillada alrededor de la flecha era un testamento de su persistencia.
— ¿Podemos sentarnos un rato? Estoy cansada —dijo la halfling, jadeando y sintiendo el esfuerzo en sus brazos.
El tutor asintió, y los dos se dirigieron a la orilla de un riachuelo, uno de los afluentes del gran río Cuivinien.
La tarde comenzaba a teñirse de tonos cálidos y dorados mientras el sol se deslizaba hacia el horizonte. Los sonidos de la naturaleza llenaban el aire.
Canh había estado practicando el disparo con arcos durante tres meses. Después de haber ganado cuatro torneos de tiro con hondas,
comenzó a entrenar con arcos cortos y largos, decidida a ampliar su destreza con las flechas para mejorar su versatilidad como tiradora.
Su tutor era un halfling un poco más alto de lo normal para su raza. Tenía profundos ojos azules y pequeños que le parecían hipnotizar a la joven en varias situaciones.
— De verdad me estás impresionando, Canh —comentó el tutor mientras recogía leña para hacer una hoguera—. Jamás he tenido una alumna tan centrada y promisoria.
Canh sonrió tímidamente, sintiéndose halagada por el elogio de su maestro.
— No exageres, Morgaroth… Todavía no logro acertar al centro de la tabla —respondió con humildad, mirando con una tonta sonrisa hacia el claro donde estaba la tabla de madera.
Morgaroth arrojó una antorcha encendida al montón de leña, y el fuego prendió rápidamente. Las llamas danzaron
y lanzaron destellos dorados en el rostro de Canh. Aunque el entrenamiento era agotador, estas pausas al lado de una fogata eran un respiro bienvenido.
— No seas tan exigente, Canh. Eso es cuestión de práctica. Verás que cuando consigas más equilibrio y estabilidad en tu postura, mejorarás mucho tu puntería. ¿Hola? —Morgaroth sacudió el hombro de Canh con delicadeza—. ¿No me estás escuchando?
— Perdón, Morga… —Canh se frotó la sien con delicadeza, sintiendo un dolor punzante en su cabeza—. No me siento bien.
La tenue luz del sol iluminaba el cabello de la joven, dándole un aspecto grácil y etéreo. A pesar de sus dudas, seguía dedicada a su entrenamiento. Su cabeza
dolía terriblemente, y los pensamientos sobre el asesinato de su madre le estaban volviendo a quitar su paz.
— ¿Esos sueños de nuevo? —Morgaroth se posicionó frente a ella, mirándola con preocupación en sus entrecerrados ojos turquesa.
Canh asintió ligeramente mientras llevaba las manos a la cabeza con delicadeza, luchando contra el dolor que la atormentaba.
— No he tenido estos recuerdos desde el primer día de entrenammiento con arcos, Morga. Eso me esta volviendo loca, quería hacerlo parar, pero no sé como.
— ¿Podemos terminar el entrenamiento un poco más temprano, por favor?
— Claro. Ve y descansa. —Morgaroth la dejó ir con una mirada compasiva. No hacía idea de que decir.
Pese a ser un gran maestro de combate, en problemas emocionales era tan experimentado como un niño.
Los halflings se despidieron, y Canh se retiró apresuradamente, rodeando la hoguera que crepitaba suavemente, calentando el frío atardecer.
Morgaroth se quedó a mirarla marcharse, imaginando qué sería tan fuerte para hacer a una alumna tan brillante desconcentrarse y afectarse así.
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