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Historias de un Instructor: Las conversaciones y sus devenires.
La ilusión por cualquier tema suele devenir por ciertos casuales, especiales circunstancias o, simplemente, una conversación aleatoria bien avenida. Rijja Al’jhtar la encontró en un simple coloquio tabernario. Mientras degustaba una, ligera y sutilmente azucarada, infusión de menta, el Alto Teócrata escuchó a dos conciudadanos, ya jubilados de su puesto en la enseñanza, recordar viejas anécdotas que les habían acontecido con sus viejos alumnos. Esta conversación removió los recuerdos de Rijja, transportándolo a tiempos pasados en los que disfrutaba con las enseñanzas arcanas, tanto recibidas como impartidas, de su antiguo maestro y alumnos. Numerosos casos, algunos tan frustrantes como otros gratificantes, llenos de aventuras y sabiduría.
No pudo evitar que revoloteara de nuevo en su mente la vieja intención de retomar sus enseñanzas mágicas. Idea que antaño desechó al no encontrar candidatos suficientemente interesantes para estimular su psique hacia tal cometido. Ninguna joven promesa en la que verter el conocimiento mágico acumulado durante generaciones. Al menos, ninguna que se dedicara completamente a las artes y conocimiento rúnico.
Haciendo caso omiso a su anterior negativa, Rijja Al’jhtar se levantó apurando el vaso y se dirigió presto hacia la Biblioteca Al’jhtar. Después de recorrer las calles de Ar’Kaindia esquivando grácilmente al resto de conciudadanos que le agasajaban a su paso, llegó a su destino.
En el umbral de la Biblioteca, Rijja hizo un rápido gesto con su mano derecha y numerosas luces destellaron por toda la estancia, para luego rápidamente arremolinarse en torno al mago, para luego iluminar su camino. Este se dirigió a un rincón cercano a la puerta, llevó sus manos hacia un pequeño cofre que se encontraba en una de las estanterías del lugar y lo depositó sobre una mesa cercana. Abriéndolo con mimo, Rijja dejó a la vista el contenido de aquel pequeño baúl.
Numerosos pergaminos; tanto rúnicos como arcanos, diversos componentes mágicos, un par de compendios de botánica avanzada, heterogéneos utensilios, plumas de escritura y algunas bolsitas de contenido variado. Era su antiguo set de enseñanza, simple pero completo, aunque ligeramente… desactualizado.
Rijja esbozo una sonrisa al contemplar aquello mientras acariciaba el cofre con cierta nostalgia. La sonrisa se vio truncada por una mueca de descontento, provocada al percatarse que ciertos pergaminos estaban dañados. No lo había recordado. Su último y tortuoso discípulo, el Mago Rúnico Sissak, había accidentado aquel material en un incidente de laboratorio.
Lejos de regocijarse en aquella decepción, el Teócrata lo tomó rápidamente como un signo de buenaventura ya que tenía un entretenimiento perfecto mientras esperaba el encuentro de su próximo alumno: recomponer aquel set de aprendizaje.
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Historias de un Instructor: Lista de abastecimiento.
Pasadas varias horas desde que Rijja Al’jhtar volcó el contenido de aquel cofre sobre la mesa de la biblioteca, todos los materiales se encontraban ordenados y clasificados en esta. Escudriñando cada parte de aquella pequeña amalgama de componentes mágicos, el Teócrata hizo una lista con cada uno de los remplazos que exigía aquel “set de enseñanza” para que fuese de su gusto y teniendo sumamente en cuenta las necesidades que se requerían o, al menos, eran recomendables para los tiempos modernos y así confeccionarlo de la manera más útil posible. Rubricando la siguiente lista:
Componentes y herbolario:
Alhova, Eskumla, Ceniza y Piedra tratada.
Libros y Compendios:
Compendio de Herbalismo, Libro Reino de las Gárgolas y un Grimorium de Pheet.
Pergaminos Arcanos:
Protección Bien y Protección Tierra.
Pociones y Elixires:
Elixir de curación.
Equipamiento y obsequios:
Anillo de Lish.
Una lista completamente enfocada a cubrir las necesidades de aquel set para con el estudio arcano, sabiduría general y los demás inconvenientes que pueden surgir en las aventuras venideras del futuro alumno. Pensando en todas las posibles carencias a enfrentar y, claro está, para estimular desde el inicio la destreza mental del alumno que lo recibiera. Completando la lista y contando con el resto de componentes que todavía se mantenían intactos, Rijja Al’jhtar había ideado un perfecto temario de entrenamiento rúnico.
Terminado el trabajo y dejando claro su siguiente cometido, el Orgo no pudo evitar esbozar una sonrisa de satisfacción. Era hora de recopilar lo solicitado. Y el Alto Teócrata sabía perfectamente donde encontrar todo lo necesario
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Historias de un Instructor: Componentes y Herbolario.
Abandonando las soledades de la Biblioteca Al’jhtar, Rijja se dirigió presto hacia el Templo Piramidal ya que, antes de comenzar la ardua tarea de recopilación de todos los componentes y utensilios necesarios para recomponer su “set de aprendizaje”, debía cumplir con las tareas y burocracia típicas de su cargo. Sin más, entró en el templo con el paso decidido hacia la gran mesa de su despacho, esquivando cualquier conciudadano que se cruzara en su camino y desatendiendo cualquier llamada lejana. Una vez allí, rubricando multitud de pergaminos y decretos a una velocidad vertiginosa, dio por terminadas sus labores diarias y, esbozando una sonrisa impaciente, se dispuso a recobrar la tarea que se había auto asignado.
¿Lo primero que haría? La recopilación exhaustiva de componentes y herbolario, y sabía perfectamente por dónde empezar.
Dirigió entonces sus pasos hacia el exterior del Templo Piramidal, ya con un tono calmado y complaciente, descendiendo las amplias escaleras, trabajosamente cinceladas en dura piedra, que conectan la sede del Consejo de Magos hacia la Plaza Mayor de la ciudad Ar’Kaindiana.
No era casualidad que empezara su búsqueda allí. Rijja sabía sobradamente que en el mercado de la Plaza Mayor se congregan ingentes cantidades de mercaderes y, teniendo en cuenta la proximidad de las festividades de la ciudad, todos estarían bien repuestos de mercancía.
Al llegar al centro de la plaza, contemplando la imponente y hermosa fuente central de la ciudad, se dejó llevar por la fresca humedad, acompañada por un intenso olor a jazmín, que rondaba a esta y se acercó para dar un gran trago, anegando su esófago con el refrescante líquido elemento. Emitiendo nuevamente, y sin poder evitarlo, una sonrisa complaciente.
Dirigiese entonces sus pasos hacia la Calle Velian, bordeando las lustrosas y blancas casas de las personas más adineradas de la ciudad hasta llegar a la zona sur del Mercado de Ar’Kaindia. Una vez atravesó el umbral de los enormes arcos pétreos que sujetan el impresionante peso del Templo Piramidal, llegó a una pequeña calle del Bazar. En esta calle se encontraba la Herboristería.
Dicho establecimiento se encuentra regentado por Angela, una Orga de rostro pálido y enérgico, sus grandes ojos reflejan una experiencia sin parangón en el estudio y clasificado de todo tipo de plantas.
Rijja penetró en aquella botica y, sin decir nada, quedó expectante mirando fijamente a Angela. Esta, atareada en la disección de una pequeña flor azulada, siquiera se percató de la entrada del Alto Teócrata en su establecimiento. Después de un par de minutos en silencio, ante la impasividad de la dependienta, Rijja emitió un leve tosido.
Apartando sus cabellos rojos y ásperos, que cubrían su cara parcialmente, Angela levantó la vista de su tarea para observar al emisor de tal sonido y, manteniendo una pose firme, emitió una gran sonrisa al Teócrata.
–Rijja! ..Perdón… Mi Señor Alto Teócrata.. – Corrigió Angela con un apagado tono burlesco- ¿A que debo el placer de su visita?
–Mi querida amiga Angela, tan irónica como siempre. Me alegro de verte. – Contestó, emitiendo un gesto complaciente, el Alto Teócrata.
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Historia de un Instructor: Componentes y Herbolario II
Angela y el Alto Teócrata se conocían desde hace décadas, ambos habían compartido infinidad de horas de estudio sobre botánica e innumerables trabajos de laboratorio. Después de varios minutos de plática apacible y comentar distendidamente sucesos pasados, el Teócrata le comentó su intención de recopilar ciertos componentes necesarios en la actualización de su manual de enseñanza, a lo que Angela aceptó encantada.
-Veamos- dijo Angela- Tengo suficientes reservas de Alhova para que recompongas tu inventario, en eso no hay problema. Pero Eskumla… después de abastecer numerosas expediciones al Bosque Impenetrable, me temo que mis existencias escasean.
-Vamos Angela, ambos sabemos que de seguro tiene algo guardado en tu reserva personal. – replicó Rijja- no te hagas de rogar, por favor.
Angela emitió una sonrisa picarona.
-Veo que me sigues conociéndome bien, de acuerdo. Como ya te digo, las Alhova que solicitas puedo incluso regalártelas. Pero por la Eskumla de mi colección personal… ¿Qué te parece como pago alguna de las gemas de TU colección?
Rijja frunció el ceño ligeramente.
-Maldita seas. Sabes que odio desprenderme de mis queridas gemas. Pero está bien, lo considero justo.
Angela dio un pequeño salto de alegría.
-Seguimos entendiéndonos bien. – dijo la sonriente Angela- Te prepararé lo que me solicitas, en la siguiente jornada haré que te lo lleven al Templo Piramidal.
-Perfecto, mi querida herbolaria. Un placer, como siempre.
Rijja salió del establecimiento con paso firme, no sin antes arrojar sobre el mostrador una pequeña bolsa de joyería, en la cual se alojaban una decena de jades y un par de zafiros, que Angela recogió rápidamente alargando el brazo.
-Yuju! ¡Gracias! – Dijo Angela mientras examinaba el contenido de aquella bola de gemas.
Rijja pudo oír las palabras de agradecimiento de Angela desde donde se encontraba, ya a varios metros de la entrada de la herboristería, en dirección a otra pequeña tienda de la zona, la tienda de objetos mágicos que regenta Mehlamahd cuernos dorados.
Justo al doblar una pequeña esquina junto a la herboristería, se encontraba en el establecimiento que buscaba. Como siempre, este estaba repleto de diversos artículos mágicos, saquitos de componentes exóticos, todo tipo de pociones y extraños objetos rubricados con intrincadas runas arcanas. Todo, también como siempre, obsesivamente ordenado.
-Mehlamahd, amigo mío. – Exhaló Rijja mientras atravesaba el umbral de aquella tienda de magia.
-Alto Teócrata Arcano, un placer. ¿A que debo su visita? – Dijo Mehlamahd cuernos dorados levantando la vista mientras esbozaba una sonrisa amable.
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Historia de un Instructor: Componentes y Herbolario III
La visita del Alto Teócrata entusiasmaba a Mehlamahd cuernos dorados. Recordaba perfectamente que cada una de estas siempre reportaba una gran cantidad de riquezas o, en su defecto, algún artilugio mágico de gran rareza y la posibilidad de su estudio. Esta vez, no iba a ser menos.
Después de un ligero tiempo de plática diplomáticamente condescendiente, Mehlamahd no pudo aguantar la intriga que le producía aquella visita.
-Bueno, Alto Teócrata. Dejando al margen los saludos y elogios típicos… ¿qué le trae a mi humilde establecimiento? – dijo Mehlamahd con tono de intriga.
-Nunca aprenderás a contener tu afable avaricia, ¿verdad? – dijo Rijja con tono burlesco. -Pues verás, necesito que me consigas algunos componentes para completar cierto… “manual de aprendizaje”- añadió el Teócrata.
- ¡Bravo! Siempre encantado de atenderle. Dígame, ¿qué artículos necesita? – Dijo expectante Mehlamahd.
-Es un pedido nada complicado, incluso tengo existencias propias. Simplemente me apetecía recopilar lo necesario sin tirar de almacén. Verás, necesito un estuche con piedra tratada. Cualquier alumno que se precie la necesitará para el encantamiento de Piel de Piedra, pero, al margen, quiero una bolsita de esa Ceniza peculiar que fabricas. – Enunció el Teócrata.
- ¿Ceniza? A cuál se refiere, ¿Cerezo?, ¿Palmera? – Preguntó sonriente Mehlamahd.
-Palmera, obviamente. Es bastante ligera y confortable de llevar. – Dijo Rijja.
-Perfecto, tengo suficientes existencias para abastecerte. El pago… ¿Cómo siempre? – dijo frotándose las manos el ávaro tendero.
Risa emitió una sonrisa de satisfacción y complicidad.
-Claro, Mehlamahd. Aquí tienes. – Dijo Rijja mientras sacaba de su mochila un extraño artilugio. – Un Artefacto de Alquimia, sumamente raro. Encontrado en el interior de la Torre de Exodus. Espero que disfrutes estudiándolo.
-Oh! ¡Mi querido Alto Teócrata, siempre encuentras verdaderas maravillas! Haré que lleven lo que me has solicitado a su despacho en el Templo Piramidal.
-Gracias, no te demores en demasía. – Dijo Rijja despidiéndose.
El Alto Teócrata salió del establecimiento dejando atrás al tendero jugueteando con su nueva adquisición y dirigió sus pasos al Laboratorio del Templo Piramidal. Ya había conseguido los componentes y plantas que buscaba, ahora era el turno de la sabiduría escrita.
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Historia de un Instructor: Libros y Compendios I
Después del éxito en recopilar todos los componentes que buscaba, Rijja marchaba con un paso simpático hacia el Templo Piramidal de la ciudad de Ar’Kaindia.
Una vez hubo alcanzado la Plaza Mayor de la ciudad y, como siempre, saludado al Tutor que se encarga del entrenamiento de los Orgos de temprana edad, Rijja comenzó a ascender por las gigantescas escaleras que van desde este nivel de la ciudad hacia la base del Templo Piramidal. Desde los primeros escalones, se puede observar la magnificencia de aquella colosal construcción y, una vez avanzas ligeramente por ellas, se divisan las enormes puertas metálicas del Templo.
Conforme alcanzó la pequeña placeta que hay justo a la entrada de aquel Templo, Rijja no pudo evitar detenerse ante la estatua que allí reside, una estatua de el mismo. La figura se yergue de manera imponente, esculpida en una aleación perfecta entre Ferrita y Berilio. Su construcción fue el motivo de representar la figura de Rijja Al’jhtar como uno de los grandes Magos Rúnicos de la ciudad y conmemorar su figura como mandatario dentro del consejo de Altos Teócratas.
El propio Rijja no suele regocijarse en dicho ídolo metálico, pero esta vez fue diferente. Recordando tiempos pasados, ya sean las horas de estudio que fueron necesarias para convertirse en lo que es hoy en día o, simplemente, ecos de victorias militares lejanas. El Alto Teócrata no pudo evitar sonreír al paso en la sombra que proyectaba la estatua.
Los guardias que custodian la entrada al templo se amilanaron al ver llegar al Teócrata.
-Saludos Alto Teócrata Rijja Al’jhtar, a su servicio. – Dijeron al unísono mientras se apartaban en una pose de respeto.
Rijja los saludo levemente con un giro de su muñeca y una sonrisa y se introdujo por el umbral hacia el interior del Templo Piramidal.
Una vez dentro, se encontró en un pasillo alargado repleto de pilares gigantescos, de unos doce metros de altura y, entre los pilares, varios acólitos que se dirigían hacia el pequeño relicario que hay en la parte norte de la estancia, seguramente a conseguir alguno de los objetos consagrados a Velian que allí se ofrecen.
Conforme hubo avanzado por aquel pasillo llegó a la sala del Altar de Velian, una bella losa cetrina semejante a una luna de dos dimensiones. Una preciosa cúpula abovedada se encuentra en la cúspide de la estancia, la cual facilita que el brillo que emite el Altar ascienda hasta los mismísimos cielos.
Traspasó aquella estancia con velocidad hasta, después de atravesar un pequeño pasillo, unas escaleras al este. Con la misma velocidad ascendió por ellas hasta llegar a un lugar con varias salas y, sin pararse ni un segundo, atravesó el umbral de una de ellas.
Había llegado a la Biblioteca del Templo Piramidal de Ar’Kaindia.
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Historia de un Instructor: Libros y Compendios II
Rijja había accedido a una enorme sala, ubicad en un rincón del Templo Piramidal de la ciudad de Ar’Kaindia. Una estancia repleta hasta los topes de librerías colmadas con tratados, numerosos compendios, enciclopedias y toda clase de libros que pudieran suscitar interés, por mínimo que fuera. Sin faltar, claro está, una amplia sección dedicada a la transcripción de papiros arcanos y enseñanzas mágicas. La gran Biblioteca del Templo Piramidal, cuna de la recopilación del saber Orgo.
Conforme cerró la rugosa puerta de madera de aquella estancia, Rijja escuchó un tremendo chasquido, propio de la madera al romperse, y vió como una de las voluminosas estanterías comenzaba a quebrarse y caer sobre uno de sus lados. Con el fin de evitar un “efecto dominó” con el resto de las estanterías que poblaban la sala, el Alto Teócrata alzó una de sus manos y, con un rápido giro de muñeca, extendió un pequeño royo de pergamino que portaba en esta para después farfullar un pequeño sortilegio.
Un muro de fuerza se alzó por la parte de la estantería que había comenzado a doblarse sobre la contigua, deteniendo así el avance de la caída, quedando apoyada sobre el invisible muro que ahora la sostenía.
- ¡Diablos! ¡Que contrariedad! – Pudo escucharse de boca de un anciano Orgo mientras se precipitaba al suelo desde lo alto de la estantería quebrada.
El Ogro se golpeó contra el suelo de manera estrepitosa y, sin apenas esfuerzo, se levantó con ímpetu mirando con sorpresa a Rijja. Se trataba de Leghdan, el Bibliotecario.
-Siempre oportuno mi querido Teócrata. ¡Gracias! Esa maldita estantería me la ha jugado mientras depositaba un pesado tomo en ella. ¡De nuevo, gracias! – Dijo Leghdan con un tono de profunda gratitud. – ¿Que le trae a esta humilde biblioteca?, hace algunos meses que no le veía por aquí. – añadió el anciano.
Leghdan era un anciano Orgo, estirado y pálido que parece aún más intelectual que el resto de Orgos. Sus delgados brazos portan sendas manos que denotan que no ha trabajado nunca duramente, al menos no físicamente. Durante años ha sido el encargado de la transcripción de libros y libros. Este Orgo conoce mejor que nadie todos los tratados y compendios que se pueden encontrar en la biblioteca del Templo Piramidal. Y claro, cualquier Orgo que haya estudiado alguna vez algo de sabiduría histórica, arcana o sobre cualquier tipo de estudio, lo conocía.
Rijja no pudo evitar sonreír ante la situación que había presenciado.
-Leghdan, viejo amigo. He de pedirte que encuentres, y actualices, algunos tratados y compendios para mi. – Dijo Rijja con tono ligeramente autoritario.
Leghdan, ante las palabras de Rijja, sonrió y asintió.
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Historia de un Instructor: Libros y Compendios III
Pasado un breve tiempo, desde su peculiar encuentro, Rijja y Leghdan terminaron sus saludos y plática variada para centrarse en la tarea que Rijja había encomendado al Bibliotecario del Templo Piramidal.
-Bien, mi señor Rijja Al’jhtar. ¿Qué libros busca exactamente? – Preguntó intrigado Leghdan.
-Son varios los ejemplares que quiero agenciarme, pero de esta biblioteca en concreto, necesitaría uno de tus Compendios de Herbalismo, en concreto el de nivel aficionado y un Libro del Reino de las Gárgolas.
- ¡Curiosa petición!, ayer mismo estuve desempolvando uno de esos libros del reino de las Gárgolas, no hay problema en que se lo lleve, hay varias transcripciones en esta biblioteca. Pero… ¿tratado de herbalismo?, ¿Por qué? He leído su ultimo trabajo sobre Alquimia y Herbología y mis estudios han quedado muy atrasados con respecto a los suyos, mi querido Alto Teócrata. – dijo cabizbajo el bibliotecario.
-Gratificantes palabras- agradeció Rijja- Aunque no seas tan modesto, gracias a tus estudios pude hacer la ampliación que comentas. Dicho esto, he de decir que no quiero otorgar el conocimiento tan meticuloso sobre un tema como la herbología a mi futuro alumno, tantos tecnicismos y disecciones sobre plantas volvería muy tedioso el aprendizaje. Me limitaré a darle los conocimientos necesarios para conocer para que sirve cada planta y donde podría encontrarla. – añadió.
-Perfecto, tan sabio como siempre. Como he dicho antes, no tengo problema en sustraer esos libros de la colección que aquí descansa. Solo tengo una humilde petición en compensación por tan apabullante trabajo de búsqueda- dijo Legdhan mientras sonreía irónicamente.
-Habla pues. – dijo Rijja.
Legdhan se calló súbitamente a la vez que numerosos ruidos procedentes de su estómago se hacían notar en la sala.
- ¿Podría usted traerme…? – Comenzó a preguntar Legdhan.
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Sin duda te traeré unos dátiles frescos cuando pase a recoger los volúmenes que te he solicitado. Sé que no sales de estas soledades, no tengo inconveniente en traer tu dulce favorito en compensación. – Interrumpió Rijja.
-Gracias mi señor! Veo que se acuerda de las largas horas de estudio en su adolescencia. ¡Muchas gracias! – agradeció Leghdan.
Antes de terminar sus palabras de agradecimiento, el bibliotecario se perdió por uno de los pasillos repletos de estanterías para localizar los tomos que se le habían solicitado mientras que Rijja volteaba hacia la salida de la biblioteca. Ya solo le quedaba un libro por encontrar. Un curioso libro, un Grimorium de Pheet y, como era de esperar, sabía perfectamente donde encontrarlo.
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