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Era una noche oscura y fría en la taberna «El Dragón Verde». El fuego crepitaba en la chimenea, iluminando la habitación con su luz parpadeante. Vinolipe, un hechicero humano, estaba sentado en una mesa con su amigo Erevan, un marinero semi-elfo. Los dos hombres habían estado hablando durante horas sobre el extraño suceso que había afectado a Vinolipe. Al parecer, alguien le había hechizado, haciéndole olvidar gran parte de su memoria y habilidades mágicas. Vinolipe estaba desesperado por encontrar respuestas y recuperar lo que había perdido, y Erevan estaba decidido a ayudarle a cualquier costo. Mientras tomaban cerveza y discutían sobre su plan, la taberna se llenó de otros clientes: un grupo de enanos borrachos en una mesa cercana, un par de humanos jugando a cartas en la barra y una gnoma solitaria sentada en un rincón leyendo un libro. Todos ellos parecían ignorar la intensa conversación que tenían Vinolipe y Erevan, pero la tensión era palpable en el aire. Esta noche, los amigos lucharían por descubrir la verdad y recuperar lo que había sido arrebatado a uno de ellos.
Erevan: Hola, amigo. ¿Qué te trae por aquí esta noche?
Vinolipe: Bueno, necesito despejar mi cabeza. He estado tratando de realizar un hechizo y no logro hacerlo funcionar. Nunca me había pasado algo así.
Erevan le hiso un gesto a uno de los tenderos para que le trajera dos cervezas.
Erevan: ¿Has estado practicando mucho últimamente?
Vinolipe: No, eso es lo raro. Debería ser capaz de hacer este hechizo con los ojos cerrados. Pero no sé qué está pasando. Me siento como si alguien hubiera borrado gran parte de mi conocimiento y habilidades. Además, no me siento yo mismo en mi cuerpo… ¡Es como si yo no fuera humano!
Erevan: ¡Que cosa más rara! ¿Crees que alguien te ha hechizado?
Vinolipe: Sí, eso es lo que pienso. Pero no tengo idea de quién puede ser ni por qué lo haría. ¡Es tan frustrante! No sé cómo voy a recuperar todo lo que he perdido…
Erevan: Bueno, no te desanimes. Tal vez encuentres alguna pista que te lleve a la respuesta. ¿Has investigado un poco?
Vinolipe: Sí, he estado buscando por todas partes. Pero no he encontrado nada que me haya ayudado a avanzar. ¡Es como si alguien hubiera borrado todas las huellas!
Erevan: Tal vez deberías ir a ver a expertos en hechizos de amnesia. Tal vez ellos puedan ayudarte a recuperar tu memoria.
Vinolipe: Eso es una buena idea. Tal vez eso sea lo que necesito para volver a ser el mago que solía ser. Gracias por la sugerencia, Erevan. Voy a buscar a alguno lo antes posible.
Erevan: Claro, amigo. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte, solo tienes que decirme.
Vinolipe: Muchas gracias, Erevan. No sé cómo agradecerte. Estoy tan confundido y preocupado… no sé cómo voy a enfrentar esto solo.
Erevan: No tienes que hacerlo solo. Si necesitas alguien a quien hablar o alguien que te acompañe en tu investigación, cuenta conmigo.
Vinolipe: Muchas gracias, Erevan. Eres un verdadero amigo.
Erevan: De nada, amigo. Ahora, ¿qué te parece si pedimos otra ronda de cervezas?
Vinolipe: Sí, suena bien. ¡Gracias por la cerveza, Erevan!
Erevan: De nada, amigo. Ahora, cuéntame más sobre ese hechizo que no puedes realizar. Tal vez podamos encontrar una forma de ayudarte a recuperar esa habilidad…
La taberna estaba llena de humo y ruido. El olor a cerveza y a carne a la parrilla se mezclaba con el calor del fuego de la chimenea. Los clientes gritaban y reían mientras jugaban a juegos de mesa y apuestas. Vinolipe y Erevan se sentaban en una mesa apartada, intentando hablar en medio del bullicio. Cada vez que alguien pasaba cerca de ellos, el olor a cerveza y sudor les llegaba a la nariz. A pesar del ambiente poco refinado, ambos hombres parecían concentrados en su conversación, ignorando a los demás clientes de la taberna. La luz del fuego proyectaba sombras bailarinas sobre sus rostros mientras hablaban en voz baja sobre el hechizo que había afectado a Vinolipe.
Vinolipe: Bueno, es un hechizo que uso muy a menudo. Se trata de una protección mágica que me ayuda a desviar ataques mágicos… Bien, al menos eso lo creo… O era una protección que creaba finísimas camadas de piedra sobre mi piel… Pero cuando lo intenté hace unos días, simplemente no funcionó.
Erevan_ Ah, sí. Este es el piel de piedra.
Erevan: ¿Has probado a hacer otros hechizos? ¿Espejismo, luz? ¿Sigues siendo capaz de hacerlos?
Vinolipe: Sí, he intentado algunos otros hechizos y algunos todavía funcionan. Pero otros no, y eso es lo que me preocupa. No sé si es que estoy haciéndolos mal o si es que alguien me ha quitado esa habilidad.
Erevan: Eso es extraño. ¿Has intentado hacer el hechizo de piel de piedra desde entonces?
Vinolipe: Sí, lo he intentado varias veces. Pero sigue sin funcionar. Me siento tan frustrado… siempre he sido un buen hechicero, y ahora no sé qué está pasando.
Erevan: No te desanimes, amigo. Tal vez sea algo temporal y solo necesites un poco más de práctica. O tal vez sea algo más profundo y necesites ayuda de un experto. Sea lo que sea, juntos podemos encontrar una solución.
Erevan se levantó y se dirigió al tendero, un humano gordo con una barba espesa y una sonrisa astuta.
«Otra ronda de cervezas, amigo Daesun», dijo Erevan, mientras sacaba unas monedas de su bolsa.
«¡Claro que sí!», respondió el tendero con una risa gutural. «¡Y esta vez, tráete a tus amigos! ¡No hay mejor lugar para pasar la noche que en el Dragón Verde!»
Erevan se rio y asintió mientras el tendero servía las cervezas.
Erevan regresó a la mesa y se sentó frente a Vinolipe. Los dos hombres levantaron sus cervezas y brindaron antes de tomar un trago.
Vinolipe: ¿Sabes lo que más me preocupa? No solo es el hecho de no poder hacer este hechizo. También es el hecho de que no puedo recordar cosas de mi pasado. Hay momentos en los que siento que alguien ha borrado partes de mi memoria.
Erevan: ¿Qué tipo de cosas no puedes recordar?
Vinolipe: Cosas simples, como el nombre de alguien que conozco hace años o el lugar donde aprendí un hechizo. También hay cosas más importantes que no puedo recordar, como el por qué dejé de ver a algunos amigos o el por qué decidí cambiar de especialización en magia.
Erevan: Eso es muy extraño. ¿Has hablado con algún experto sobre esto?
Vinolipe: Sí, he ido a ver a un experto en hechizos de amnesia. Pero no pudo encontrar nada en mi mente que indicara que alguien me había hechizado para borrar mis recuerdos.
Erevan: Eso es muy frustrante. ¿Qué vas a hacer a continuación?
Vinolipe: No lo sé. No sé si debería seguir buscando respuestas o si debería dejar todo esto atrás y tratar de avanzar. No sé si podré recuperar mi memoria o mis habilidades mágicas, y eso me asusta.
Erevan: No te rindas, amigo. Tal vez aún no hayas encontrado a la persona adecuada que pueda ayudarte. Tal vez aún hay esperanza. No pierdas la fe.
Vinolipe: Sí, tienes razón. No puedo rendirme ahora. Voy a seguir buscando respuestas y a ver a más expertos si es necesario. No voy a dejar que esto me derrote. Gracias por tu apoyo, Erevan.
Vinolipe y Erevan habían estado hablando durante horas sobre el extraño suceso que había afectado al hechicero, tratando de encontrar alguna pista que les llevara a las respuestas que buscaban. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, todavía no habían encontrado nada concreto.
«Tal vez deberíamos volver a empezar desde el principio», dijo Vinolipe, mientras tomaba otro trago de cerveza. «A veces, cuando no puedes encontrar lo que buscas, es mejor volver al inicio y ver si hay algo que se te pasó por alto.»
Erevan asintió y levantó su cerveza para brindar. «Tienes razón, amigo, ¡yo ya ni sé que hablo! Jajaja”.
Los dos amigos rieron y brindaron mientras tomaron el ultimo trago de cerveza. A pesar de que todavía había muchas incógnitas en el aire, estaban decididos a seguir adelante y a no rendirse hasta encontrar las respuestas que buscaban. Mientras el fuego crepitaba en la chimenea y uno de los borrachos empezó a cantar y bailar, ambos se levantaron y salieron de la taberna. Erevan siguió sus aventuras por los mares de Eirea, y Vinolipe su búsqueda incesante por respuestas y justicia.
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