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Con una mochila a la espalda y un bastón en mano, Vinolipe se adentra en la oscuridad de la noche. Argan y Velian, las dos lunas de Eirea, iluminan su camino mientras se dirige hacia el norte, hacia un destino desconocido. Aunque ha tratado de recuperar sus recuerdos, nada parece tener sentido. ¿Es realmente un humano o pertenece a otra raza? ¿Por qué tiene pensamientos sobre hechizos y otro idioma que no logra ejecutar? Estas son algunas de las preguntas que lo atormentan mientras caminaba por las calles de Anduar, la ciudad neutral donde había estado viviendo durante los últimos meses.
Pero Vinolipe sabe que no puede quedarse en Anduar para siempre. Debe encontrar respuestas y descubrir su verdadera identidad. Así que, sin más demora, comienza su viaje hacia el norte, hacia un destino incierto pero lleno de posibilidades. A medida que se aleja de la ciudad, la luna llena de Velian brilla con intensidad en el cielo, como si quisiera guiarlo hacia su destino.
Mientras avanzaba por la carretera comercial norte, el viento soplaba suavemente y el canto de las lechuzas llenaba el aire. Vinolipe respiró profundamente el aire fresco de la noche y continuó caminando, sintiéndose libre y vivo como nunca antes.
Sin embargo, su alegría fue cortada de manera abrupta cuando una comitiva de soldados lo interceptó en su camino.
Uno de ellos, un hombre de aspecto severo y con una armadura reluciente, se adelantó y le preguntó: «¿Adónde vas, viajero?».
Vinolipe respondió con honestidad: «Estoy emprendiendo un viaje hacia el desconocido… Bueno, a Golthur-Orod.
El soldado frunció el ceño y dijo: «¿Y cómo esperas hacerlo sin permiso ni escolta? Esta es una región peligrosa para los solitarios, especialmente en estos tiempos turbulentos».
Vinolipe trató de explicar que no tenía intención de causar problemas, pero el soldado no parecía estar dispuesto a escuchar. «Si quieres continuar tu camino, tendrás que pagar un tributo», dijo.
Vinolipe trató de negociar, pero al final se vio obligado a entregar un saco de monedas a cambio de poder seguir. Aunque frustrado por tener que pagar de manera tan repentina, sabía que no tenía otra opción más que aceptar la situación y seguir adelante. Con determinación, continuó su camino hacia el horizonte, sabiendo que aún le quedaba mucho por descubrir y muchos más obstáculos por superar.
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