Inicio › Foros › Historias y gestas › History de Flatery
-
AutorRespuestas
-
-
Corrían los albores de la cuarta era, anclada entre las ramas de un hermoso roble se alzaba una estructura de madera de sólida construcción. De su interior gritos inhumanos de dolor llenaban el Claro de los Nyathor para regocijo de la variopinta mezcolanza de semi-elfos y humanos, cazadores, druidas y sacerdotes que se aglutinaban con esperanza bajo el mismo.
– ¡ Ha nacido varón ! – gritó vehemente el viejo Ruthrer asomando la cabeza por la portezuela de la cabaña. Su rostro estaba enrojecido por el esfuerzo y sus manos sanguinolentas tras asistir el parto. Su enorme sonrisa era testigo de que todo había ido cómo la seda.El alboroto fue destacado, la pequeña Naiad, espíritu feérico que custodiaba el claro, había predicho que el primer varón nacido en la nueva Era traería gloria y paz al bosque y todos esperaban impacientes este nacimiento. Llevaban cinco años, hasta ese 19 de Soel, en el que únicamente habían nacido niñas en el claro. Rápidamente se dispersaron todos por el bosque, la tradición decía que bendecir el hogar de un recién nacido con los dones del bosque era de buena fortuna para el pródigo y, tratándose de un niño con tan buen augurio, nadie quería arriesgar su suerte por no cumplir la tradición. En pocas horas una pila de bayas, nueces, bellotas, aves, ciervos y jabalíes apareció a los pies del árbol hasta tal punto, que Nûmbe y Vïlya, los orgullosos padres, tuvieron que celebrar una gran fiesta con todos los habitantes del claro para bendecir la nueva llegada…. y evitar que toda esa comida pudriera el aire que subía a su hogar.
Algunos dijeron que la profecía se había cumplido solamente con ese banquete. La armonía y la alegría, tras liberar el ansia acumulada después de tantos años sin nacer un varón, dominaron la noche de principio a fin. Los druidas seguidores de Eralie murmuraban pequeñas bendiciones sobre cada baya renuentes a comer carne, a su lado, los seguidores de Ralder, agradeciendo tener más jabalí para ellos, arrancaban con sus manos los grandes muslos dando cuenta de ellos con avidez casi sanguinaria. En otro corro los tiradores discutían sobre quién había realizado su caza desde más lejos mientras los guardabosques, con mirada reprobatoria, musitaban internamente cuán exagerados eran todos.
La fiesta se prolongó hasta altas horas de la noche alcanzando su máximo clímax cuando, al olor de bebida caliente corriendo de mano en mano, apareció la hermosa semi-elfa Aldamare, que fue acogida con gran algarabía. Apareció de la nada entre la oscura floresta que rodeaba la hoguera principal de la fiesta e inmediatamente varias copas se le ofrecían rápidamente pues de todos era sabido que el precio de sus canciones mejoraba notablemente si se acompañaba de una copa. Sin embargo su expresión serena denotaba un estado de ánimo poco habitual en la conocida cantante, frenando el ímpetu de los comensales. Despacio se retiraron dejándole espacio y avanzó con dignidad al centro de la sala buscando al neo nato, se acercó a él y susurrando unas palabras hacia la cuna sacó su laúd y cantóle suavemente, no se trataba de una canción de cuna, y apenas los más ancianos druidas comprendieron parte del contenido, sólo Aldamare, cantando en una lengua de giros y voz élfica supo qué era esa canción y su verdadero significado, quizá el bebé también pues, embelesado por la eclipsante voz de la juglar, que hizo callar al viento y el rumor de los árboles y la propia naturaleza no desvió una segundo su mirada del rostro que le cantaba. Al terminar la canción, embriagados por una emoción que no comprendían, todos quedaron en silencio unos segundos, durante los mismos, con la misma serena sobriedad con la que llegó, se alejó del círculo de festejo mientras su figura se difuminaba en la oscuridad del bosque. En el último segundo, sin girarse, con una voz que era a la vez un trueno y un canto angelical dijo: Te llamarás Flatery, y desapareció.
Alrededor de la hoguera se miraron unos a otros, comprendiendo que Aldamare ratificaba la profecía de Naiad. Aceptaron tácitamente el nombre pues le concedieron que algún secreto significado debía tener en la lengua de la canción que acababan de escuchar y al unísono, estallaron en un clamo festivo retomando la fiesta. Tiempo después le preguntaron por el significado de la canción y, aunque no le creyeron, aseguró siempre que ella, esa noche, se encontraba en el mar.
Flatery demostró prontamente su destino profetizado, siendo solo un retoño semi-elfo ya competía con adultos en fiereza y destreza pero lo más destacado de su extenso repertorio era sin duda la puntería. No erraba un solo disparo, ya fuera arco, ballesta o cerbatana. Los druidas de Thorin, que habían puesto sus esperanzas en inculcarle el conocimiento creyendo que sólo un druida podía ser el destino de su profético discípulo se rindieron a regañadientes pero la vitalidad indómita de Flatery no le permitía quedarse en una silla estudiando los conocimientos druídicos.
Con la madurez se convirtió en un tirador excepcional, de reconocida habilidad y ojo certero. Su leyenda creció y corrió de boca en boca sobre todo en una irreverente pero muy comentada hazaña en los círculos cortesanos de Takome. Marchaba un día por la capital cuando cuatro criaturas demoníacas comandadas, acompañadas por un mago transmutador, aparecieron justo frente a la reina Priis que paseaba junto con los cortesanos por la avenida de Moisés. Las diabólicas miradas de los engendros ultraplanares debilitaban a todos sobre los que se posaban y, su cuatro pares de ojos a la una eran capaces de terminar con la vida en pocos segundos. La destrucción que provocaron fue terrible en apenas unos segundos y los guardias que protegían a la princesa caían fulminados bajo el ataque coordinado del mago, el sacerdote y los cuatro demonios. Finalmente nadie se interponía entre la reina y la muerte y los ocho demoníacos ojos se posaron sobre ella intentando arrebatarle la esencia. La reina luchaba con fiereza pues su fortaleza no era poca pero poco a poco se debilitaba entre los asustados gritos de los cortesanos cuando, providencialmente ocho certeras flechas quebraron el aire prácticamente a la vez clavándose con matemática exactitud en los ocho ojos demoníacos. A pesar de que no fue suficiente para arrancar la vida a las criaturas extraplanares los alaridos de dolor infundaron valor en el corazón de los takomitas que, cogiendo cualquier útil que tenían a mano, empezaron a acosar a las criaturas dándoles muerte con violentos golpes de azada, espada o martillo de forja. El maestro demonista y su hechicero retrocedieron asustados intentando localizar el origen de los disparos y señalando al joven Flatery, que sonriendo maliciosamente danzaba entre los demonios recuperando las flechas con agilidad, volvía a cargar su arco y apuntaba hacia ellos. El miedo pudo verse en el rostro del hechicero que, apoyando su mano en el hombro del clérigo susurró un encantamiento. La flecha que se dirigía infalible a su corazón lo atravesó como si fuera una nube, pues los cuerpos de los asaltantes se difuminaban en una neblina mágica mientras se teleportaban lejos del reino. La multitud se enardeció y violentamente embistieron contra los demonios abandonados a su suerte clamándolos sin piedad con la voz a pleno pulmón clamando por Eralie.
La hazaña se convirtió en un evento festivo sin parangón en todo el año, pues muchos cortesanos, agradecidos por ver su honra salvada a la par que su vida, promovieron un acto de desmesurado calibre con el afán de ganarse el favor del joven. Todos a su alrededor bailaron y rieron sus gracias, aunque siempre había recibido ese trato de favor en su poblado natal, dado su profético origen, la falsedad en la boca y los rostros de los cortesanos, agasajando a un pueblerino, valiente, pero pueblerino al fin y al cabo era tan obvia como desagradable. En un momento de libertad se escurrió entre la multitud apartándose de todos para refugiarse en el balcón de la noble villa a la que le habían arrastrado. En una esquina, una figura delicada pero radiante de fuerza, le miraba impertérrita:
– Es agotador, ¿verdad? – dijo la figura, cuya brillante voz no tenía comparación en Eirea.
– ¡Aldamare! – replicó Flatery reconociendo al instante a la estirada figura.
– Esto es sólo el comienzo, mantente puro Flatery, no dejes que Takome te corrompa
– Ya lo he visto, señora, pero dudo que me alejen de los caminos…
– Lo mismo pensaba yo – aseveró ella – y casi me arrastran a su vorágine de adulación, ¡sé cauto! – le repitió.Y tras esto se adentró en el salón principal donde su presencia fue de boca en boca como una gran ola de crecientes murmullos. Flatery se quedó mirando hacia Thorin desde el balcón, el bosque estaba en su alma y nada le podría retener en Takome, lo tenía claro, se decía interiormente con convicción. Entonces, una voz cristalina, casi infantil, le sustrajo de su tren de pensamientos.
– ¡Nuestro salvador! – dijo con una cantarina elegancia que mellaba su corazón – al fín os hemos encontrado.
Flatery se dió la vuelta al instante y miró directamente a los ojos de la reina Priis que brillaban divertidos al mirarle. La dulzura de su expresión estaba manchada por la pesadez de su cargo y sin embargo ahí estaba, delante de él, radiante como la reina del bastión del bien. El corazón del tirador latía con fuerza, no se trataba de amor, sino de pura devoción, no contestó nada, agachó la mirada que no puso sostener y se arrodilló mirando al suelo.
– Hoy le habéis hecho un gran favor al reino, y a nos, maese Flatery, el primer varón de la cuarta era de Thorin ¿cómo podría compensaros? Cualquier cosa, si está en nuestra mano, será. – sentenció la reina.
La cabeza de Flatery daba mil vueltas por todos los sueños de su infancia, el mejor arco, el mejor caballo, unas tierras en Thorin, un….
Sin pensarlo, saliendo directamente de su estómago, de su corazón comenzó musitando un débil – quiero formar parte de la santa cruzada – un deseo que jamás había tenido, que nunca había sentido, brotó de él y conforme completaba la frase, más se reforzaba su convicción – , para protegeros a vos y a Takome por el resto de mis dias. – finalizó casi en grito. A su mente llegó la reciente advertencia de lady Aldamare y la dolorosa mácula en la pureza de la reina, sabía que ése era el destino que siempre tuvo marcado y que ése era su deber. La sonrisa de la reina, que parecía esperar semejante respuesta como si hubiera tenido el mismo pálpito que él, era algo más pura, más limpia y alegró el corazón de Flatery.--
La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
Orco te golpea con su cimitarra.
-
-
AutorRespuestas
- Debes estar registrado para responder a este debate.