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    • sokoth
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      —¿Puede volver a decirme el nombre de esa bestia? —preguntó, ya que a pesar de sus
      innumerables viajes jamás había escuchado tal nombre.

      —Balrog —respondió Tritux montado en la parte trasera del carruaje— una extraña
      criatura de tiempos muy anteriores a los nuestros.

      —¡Vaya! Es usted mucho más sabio que la gente del lugar, respondió el hombre que conducía la carreta,
      normalmente las gentes de Grimoszk
      se centra solo en cultivar maíz, comer insectos de los pantanos y pescar — Tritux sacó sus armas
      y se puso a limpiarla con un paño que estaba cubierto de un líquido de color verde, mientras
      se reía pensando en lo que iba a decir a continuación, — nosotros tenemos mucha cultura
      que la gente inculta de fuera del pantano no llega a comprender o conocer jamás.-

      —Tiene usted razón Tritux Scuphawk, y no voy a negar que durante una época yo fuese así,
      pero con el paso del tiempo he llevado en este humilde transporte a muchos sabios, doncellas
      guerreros aprendices y más personalidades, incluso puede que algún caballero huyendo de su fe.
      Gente que venía de lugares muy lejanos y con una gran sabiduría que no
      dudaban en compartir con un simple transportista como yo, aunque algunos con solo con decir
      buenos días ya bastaba para que me contasen sus historias —rio el anciano transportista
      mientras invitaba a Tritux a hacerlo también.—

      Tritux guardó sus armas, se quedó pensando unos segundos y posteriormente giró su cabeza en
      dirección al anciano y le contestó de una forma más seria. -Ese monstruo vive en el mismísimo
      infierno bajo las catacumbas de la fortaleza de Golthur-Orod, la ciudad de los grandes guerreros
      orcos, los pocos rumores que existen sobre esa criatura hablan sobre un ser de puro fuego, más
      aterrador que cualquiera de mis antepasados dragones…-

      La ancha carretera estaba rodeada de árboles tan grandes y frondosos que casi no dejaban
      traspasar la luz excepto por el camino, el cual estaba poco a poco sufriendo los efectos del
      anochecer. La niebla apareció en un suspiro junto al ulular de los búhos y en ese momento el
      carruaje se paró para pasar la noche hasta que amaneciese.

      Tritux comprendía los peligros de continuar durante la noche, pero dentro de él no podía
      evitar estar molesto por esas horas perdidas que no le acercaban a su presa.

      —Todavía no le he preguntado por su nombre buen hombre, ¿podría decírmelo si no es
      molestia? —preguntó mientras bajaba unas sucias telas ayudando al anciano.

      —Roland Hiruk, crecido en los campos de Anduar, criado en mi casa y educado en estas
      carreteras tan amigables por el día y tan peligrosas por la noche —decía mientras sacaba unas
      linternas de papel de un saco de tela que tenía en su hombro derecho.

      —¿Y es tan peligrosa esta zona que es necesario iluminar donde descansaremos toda la noche?
      ¿Los bandidos y cazadores furtivos son tan abundantes en esta zona?

      —No solo son abundantes anciano guerrero, sino que son tan diestros que, aunque estemos
      protegidos podrían saltarse nuestras trampas fácilmente y robarnos.

      Tras terminar de iluminar la zona encendieron una fogata ya construida previamente y se
      sentaron en unas piedras que en conjunto formaban una zona medianamente acogedora que
      permitía a los viajeros descansar en caso de parar ahí. Tritux y Roland cocinaron de buena
      manera un pollo comprado en Anduar poco antes de comenzar el transporte, gracias a los
      conocimientos culinarios del anciano. Estaban los dos juntos y se notaba un gran contraste
      entre ellos, por una parte, un guerrero de gran altura, portando una armadura
      un poco gastada que relucía aún más gracias al buen porte del Hombre-Lagarto y todo frente a un
      anciano con un cuerpo encorvado y un poco huesudo vestido con telas rotas.

      —Y en aquellos rumores se contaba como vencer a ese bicho llamado… llamado… ¿cómo se
      llamaba? —preguntó Roland sin previo aviso mientras se comía una pechuga del pollo.

      —Balrog, se llama Balrog, y tristemente no —Tritux se quitó un trozo de carne de entre
      los dientes con las afiladas uñas de sus garras— solo rumores que dicen “Grande como un
      dragón, fuerte como nada antes conocido, lanza fuego por la boca y explota en olas de llamas
      imposibles de apagar, aunque todo puede haber sido idealizado y sacado de contexto por el
      boca a boca. —Así que no sabes cómo vencerlo y ni siquiera sabes si lo que se rumorea es cierto—
      comentó el anciano con aire bromista.

      —Ciertamente, aunque espero que con mis armas…, —El anciano Guerrero ya más tranquilizado arrancó
      la última ala que quedaba del pollo y continúo cenando — ¿Cómo podéis hacer esto todos los días?.

      —Muy sencillo, dinero —respondió Roland— pero tras muchos viajes he aprendido a ver la belleza de
      mundo esta ruta de mala muerte, ¡cerveza de miel de Naduk! —dijo sacando un barrilete del carro.
      —¡Qué sed me acaba de entrar! —gritó Tritux al escuchar tal nombre— ¿cómo se le ha ocurrido ocultarla hasta ahora?.

      — ¡Tome! ¡Tome! Tengo de sobra, no puedo permitir que unos pocos bandidos ensucien una gran
      noche. Bebieron durante un buen rato y poco a poco las formalidades se fueron perdiendo.
      Continuaron hablando de historias pasadas, comida y por supuesto de cerveza. —Gracias a Ozomatli
      por hacer que se le rompiese a mi karbobo una pierna y poder disfrutar de tan agradable compañía.-

      —Debo de dar gracias yo, no solo gano unas pocas monedas, sino que he conocido a Tritux Scuphawk,
      el mejor Guerrero de las selvas y los pantanos, y el más valiente seguro.

      —Pero lo que estoy contando siempre suele ser un poco verdad y un poco mentira —dijo Tritux
      mientras reía— aunque usted ya sabe cómo funcionan estas historias. —Una historia con un poco
      de mentiras siempre queda mejor reptiliano, afirmo el humano.-

      —Pues como decía ya mucho antes —dijo Tritux cambiando de tema— creo que con mi tridente bañado
      con un veneno que mataría a cien hombres bastará para darle muerte a esa bestia. —¡Como para no hacerlo!
      —exclamó— si no lo hace esa arma no lo hará nada.

      — ¿Una catapulta lanzando una bola de los glaciares de Naggrung tal vez? —respondió— ¿o una lluvia de mil
      espadas venenosas?- pregunto Tritux.

      —Tritux, usted debería de ser ya general, o patriarca con esas ideas —dijo Roland en tono bromista.
      -Lo fui hace años cuando mi cuerpo era joven y fuerte como un Minotauro, pero mis viejas escamas ya no tienen
      la dureza de antaño, empiezan a apagarse y agrietarse por el paso del tiempo.

      -Bueno Tritux, opino que deberíamos irnos a dormir para estar frescos, mañana nos espera un duro camino plagado de
      enemigos hasta llegar a un bosque oscuro repleto de arañas, y más allá del bosque el camino a la frontera entre
      los indeseables orcos y los monjes del reino de Eldor, mañana llenaré la carreta con pieles de lobo y por los dioses
      espero que al llegar a la frontera esos estúpidos orcos no husmeen mucho dentro, pues si te encuentran tendremos
      que salir huyendo o ser devorados por esos indeseables.

      -No os preocupéis viejo, si me encuentran solo debes ponerte tras de mí y yo los mataré, e incluso dejaré que saquees
      sus pertenencias, así ganaras más de lo acordado.- Roland miro al lagarto por última vez y cerro los ojos con una sonrisa
      en la cara.

    • sokoth
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      Tritux abrió los ojos y vio que era mediodía, pero no le importaba, estaba boca arriba en la
      tierra, completamente desnudo y abierto de piernas y brazos, la prisa del día anterior había
      desaparecido completamente. Roland ya estaba vestido y listo para el viaje, pero el lagarto estaba
      pensando en innumerables cosas mientras se vestía que le impedían siquiera hablar. Se vistió
      lentamente, se montó en el carruaje y durante el resto del viaje no habló a pesar de los intentos
      del humano.

      —¿Y os espera alguien en Grimoszk? Pero no respondía. —¿Cuánto os darán cuando venzáis al Balrog?
      Tampoco respondió. —¿Queréis algo de alimento? Seguía sin responder.

      Solo respondió a una pregunta y en ese momento Tritux reunió todas sus fuerzas e intentó
      concentrarse en solo un pensamiento.

      —Faltan cinco minutos para llegar. —Estoy listo —respondió sin mucha convicción mientras
      volvía a limpiar su espada con aquel líquido verde.

      El carruaje llegó a un bosque oscuro y lleno de telarañas, Tritux desmonto, saco de su mochila una
      vieja espada se dispuso a cortarlas para que pudieran pasar, pero tan pronto corto la primera
      un montón de arañas bajaron de las copas de los árboles y les atacaron, el cochero se escondió
      bajo las pieles de lobo y Tritux se pasó un buen rato luchando con ellas, hasta que por fin la última
      de ellas murió. -Ya puedes salir Roland, las arañas están muertas y el paso libre de telarañas.-

      Roland y Tritux volvieron a montar en el carruaje y prosiguieron con su viaje, Los árboles empezaban a
      desaparecer de los lados y por fin se vio a lo lejos el último camino hasta la frontera,
      la Ruta Boreal, el nexo de unión entre Golthur y Eldor. Este camino, antaño usado a menudo por mercaderes,
      fue yendo en desuso por el paso del tiempo debido a las continuas batallas entre los diferentes ejércitos
      por hacerse con su control, pues es era un punto estratégico tanto de defensa como de ataque. Se podía
      observar maquinaria de guerra destruida por esta parte del camino, algo normal, ya que podía
      ver como al este se levanta el Campamento Boreal el epicentro de esta zona de guerra que parte el camino en dos.

      Pero curiosamente el campamento estaba vacío, los cuerpos de los orcos de la frontera estaban desnudos y sin cabezas,
      ¿quién o que podría causar tanta destrucción? pensaba Tritux, pero poco le importo, era paso libre hacia la
      fortaleza.

      A los diez minutos de pasar el campamento, escucharon voces de marineros, pescadores y borrachos cantando, provenían
      del muelle de Juggash Bur, el puerto de Golthur Orod, curiosamente aquí ninguna raza era amiga o enemiga, si
      tenías monedas podías comer y beber, siempre y cuando no te importase pasar el rato entre peleas de goblins,
      Gnolls borrachos rompiéndolo todo y vomitivas prostitutas orcas.

      -Sigamos nuestro camino Tritux, este sitio es nauseabundo.- Dijo Roland mientras se tapaba la boca con sus ropas.

      Un rato después mientras el carruaje viajaba por la Cordillera de Burzum, unos salteadores Goblins escuálidos y aparentemente
      desesperados que merodeaban por los inhóspitos y despoblados caminos, saltaron hacia ellos con sus cuchillos y dagas
      con intención de matar, robar y quizás comérselos, pero Tritux era muy diestro con su tridente y no les dio opción
      a nada, solo dejo su arma en ristre y los pobres goblins quedaron empalados.

      -Bueno Roland creo que ya puedes darte la vuelta, únicamente necesitaba tu carro para esconderme y pasar el campamento, pero dada la
      situación ya no es necesario.- Tritux saco una bolsa de monedas y se la entrego a Roland que agradecido tendió la mano en forma
      de amistad y se la ofreció al lagarto.

      -Un placer amigo escamoso, espero que a partir de aquí todo te vaya bien y puedas dar muerte a ese monstruo, seguro que dentro de
      unos años escucho historias sobre ti.- Roland dio la vuelta al carruaje y se alejó lentamente entre la niebla que ese día reinaba.

      Tritux llegó a la senda del Septentrion, un camino serpenteante, que hace años debía estar claramente definido por las pisadas
      de los orcos. A ambos lados del camino, pequeñas rocas y raíces muertas de Baazul dificultaban la marcha, siendo el lugar que ahora
      pisaba la única vía de transporte. La noche cayó rápidamente y los huesos que asolaban el paraje comenzaron a agitarse, Tritux nervioso
      desenvaino sus armas listas para enfrentarse a cualquier cosa que se levantara de entre los muertos. Una criatura de piel podrida que,
      durante noche y día, vagan con sus cadenas, matando todo cuanto encuentran a su paso. El terror que inspira uno de los cadáveres
      comunes es poco comparado con el que le producía este, era mucho más alto y fuerte, sus huesos eran robustos y asomaban entre jirones
      de piel todavía más putrefacta que la de sus congéneres menores.

      El Hombre-lagarto lo vio claro, debía correr y alejarse de la zona, pues esos muertos-vivientes nunca se cansan, no necesitan comer ni beber
      no sangran… era una lucha inútil. Un rato después, entro semi asfixiado por la carrera en un bosque arrasado pasto de las llamas,
      solamente quedaba una macabra colección de árboles muertos y ceniza, pero no se paró ahí, siguió corriendo hasta alcanzar las cristalinas
      aguas del río Derebar.

      En ese río exhausto dejo de correr y llenó su odre hasta abarrotarlo con fresca y limpia agua. Mientras lo llenaba podía ver en sus
      cristalinas aguas carpas, lucios, y otros grandes peces, un manjar para los de su raza, pero Tritux no tenía tiempo para comer, gritos
      de batalla llegaban río abajo, humanos a caballo y orcos luchaban en una cruel y sangrienta contienda, Una noble casta de paladines
      que peregrinaban cuales mártires hasta el Lago de Cristal en Golthur Orod, para tocar con sus puras manos el agua de las lágrimas del
      antiguo Dios del Bien, Paris. Sobre sus caballos y con sus pesadas armaduras, no dudaban en enfrentarse a todo el ejército de Golthur Orod
      para cumplir sus designios.

      -Esto se está poniendo feo.- Dijo el reptil mientras cambiaba el color de sus escamas y se camuflaba con el entorno para no ser descubierto.
      Marchó más al sur hasta que encontró la Gran fortaleza de los orcos, protegida por los mejores guerreros y chamanes de la Horda negra, sería
      imposible pasar desapercibido entre tantos orcos.

      -! Wouff!, pschhht, he tú da la cara o dáre la alarma a la fortaleza.- Tritux no podia creerlo, ¿como pudo un simple Kobold verle si estaba
      camuflado con los colores de la misma tierra.? -¿Crees que no te huelo?, ¡solo un Hombre-Lagarto olería a ciénaga!, dame una buena razón
      para no avisar a los guardias.-

      Tritux volvió a cambiar el color de sus escamas dejándose ver por el Kobold, a la misma vez que ponía su tridente en el estómago de la alimaña.
      -¡Tal vez mi tridente sea una buena razón para que no me delates!.- Exclamó Tritux sobre la cara del pequeño Kobold.

      -Tranquilo, tranquilo, podemos llegar a un trato, tú no me matas y yo veo que puedo hacer por ti, sí.?- El kobold temblaba ante tan majestuosa arma.
      Tritux pensó un rato y dijo. -Necesito entrar en la fortaleza, tengo entendido que bajo ella existe un lugar ardiente al que llaman infierno.-
      -Ni loco me jugaré el pescuezo por ti, si los orcos me pillan metiendo a uno que no es de la Horda Negra, me azotaran, esclavizaran y mataran.-
      Afirmó la pequeña alimaña. Tritux asumió que tenía que matarlo para que no alarmara a nadie, ya que no le era de ayuda.

      El Kobold ladró, agitó la cola como loco y dijo. -¡Ya sé!, conozco otro camino para bajar a ese infierno, bajo las cavernas de Ancarak existen túneles
      que tiempo atras cavaron, no sé si fueron mis antepasados o esos enfermizos Duergars que viven en el fondo de la tierra.

      -Bueno entonces tú serás mi guía, pero si intentas cualquier tontería te mataré lenta y dolorosamente, y tu miserable vida acabara como empezó, ¿de acuerdo?.-

      Y así Tritux y su nuevo ¿amigo?, se pusieron en marcha.

    • sokoth
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      Varios días después el curioso dúo por fin llego a las entrañas del mundo, calurosos túneles llenos de agresivos elementales de
      fuego, a cada paso que daba resultaba más pesado y cansado que al anterior. Era como si nunca se terminaran esas pestilentes grutas,
      pero finalmente el pasillo del túnel se abrió en una inmensa caverna roja y ardiente, sobre ella un tremendo lago de magma imposible
      de traspasar.

      -¿Bueno y que buscas en este sitio?.- Preguntó el pequeño Kobold mientras miraba aterrado hacia el lago. -Nada que te incumba pequeño.-
      El Kobold se giró y le pregunto a Tritux. -Y bien ahora que hemos llegado a tu destino, ¿con qué me vas a recompensar por haberte
      hecho de guía hasta este lugar alejado de la mano de Gurthang.? -¿Recompensarte dices?, ¿acaso crees que vas a salir vivo de este sitio?,
      ¡No eres más que una herramienta que he usado para conseguir mi meta y tu historia acaba aquí!.-

      El Kobold asustado, corrió en zigzag intentando escapar, pero la cola de Tritux lo agarro por el cuello, lo lanzo por los aires y cuando su
      cuerpo bajó le propino un soberano coletazo, mandándolo al fondo del lago, que en un momento su cuerpo se deshizo entre un ahogado grito.

      -¡Vamos!.- Grito extasiado Tritux, rebuscó en su mochila y saco unas botas de escamas de dragón negro, se las colocó y murmuro unas palabras,
      al momento un brillo rojo rodearon las botas y sin pensarlo un segundo, Tritux se movió hacia el lago sin ningún temor. El lagarto estaba
      andando por encima del magma como si de un dios se tratase, era una magia muy poderosa las de esas botas.

      A unos cuantos cientos de metros su vista alcanzo a ver un templo en mitad del lago, y fue derecho hacia él. El calor era insoportable y la
      entrada estaba abierta, decenas de cadáveres estaban carbonizados, Tritux se camufló una última vez y contempló el interior del templo.

      Allí estaba el monstruo llamado Balrog, que con tanto ahínco buscó, era más grande de lo que los rumores contaban. Tritux trago saliva y se preparó
      para el combate de su vida, cambio el color de sus escamas quitándose su camuflaje, empuñó su tridente impregnado en veneno y se dispuso a pelear.

      Una lucha encarnizada de minutos que parecían horas sonaba por los túneles ardientes del lugar, el tridente de Tritux no conseguía atravesar a la
      bestia y los zarpazos del Balrog eran como mil lanzas clavándose en las escamas de Tritux. El lagarto no podía con él, así que corrió, se puso las
      botas de dragón una vez más, las activó y salió corriendo del templo. El Balrog Gruñó y un fuego divino arrasó con todo mientras Tritux corría con
      todas sus fuerzas por encima del magma hacia los túneles de los Kobolds.

      Varias horas después con todas sus escamas negras quemadas por el fuego de la lucha, Tritux se sentó a las afueras de Ancarak impresionado por la lucha
      que acababa de soportar, reventado y medio carbonizado miro al cielo estrellado de la noche, sonrió y pensó en la suerte que tuvo de salir vivo de una
      lucha cuerpo a cuerpo contra el ser más fuerte que vio jamas, los rumores de tabernas se quedaban muy pequeños para esa legendaria criatura.

       

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