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Fecha de redacción: 11 de Naibind del 139 Era 4ª
Asunto: Alabada sea la libre expresión
Estimados adoptivos,
Al fin os pierdo de caminos.
Hoy escribo sobre lino,
Con sangre de bicho no vivo,
Cuan malo aun más temible,
Vivir con vos fue, ¡imposible!
¡Indudablemente, bien terrible!
Tras algún año de gracias,
Al fin llegaron las palizas,
Tras torturas las caricias,
Muy cruenta, vuestra pericia.
Esto por ti, papá demencial.
Mas por ti mujer, dolor esencial,
Ahora me voy a expresar.
Y es que fue mi gran pesar,
Conocerte, obligarme a rezar.
Si bien tu dios adoraba,
La duda mi cuerpo azotaba.
Aun cuan creyente lo amaba,
No podías comprender,
Dudas tenía que resolver.
Por ello te interrogaba,
En tu mente curioseaba.
Tratando de entender,
Lo que eralie quiere hacer.
Mas un fanático y su consorte,
Mal reaccionaron, cuan fuerte resorte.
¿Cómo una cría se puede atrever?
¿A manchar el nombre de quien le hizo nacer?
Aciago el desconcierto, sufrimiento, a tiempo incierto.
Al final logré aprender,
A fingir, en todo creer.
Mas antaño a esos años,
Por culpa vuestra perdí la cabeza.
Y mientras perdía la entereza,
Me asolaba la pereza.
SI mucho puedo dormir,
Pasado un siglo iré a morir.
Para Con paz poderme convertir,
Y más golpes no recibir.
A posterga semana pensaba,
Quizás si me suicidaba,
De vosotros al fin me olvidaba.
O si vilmente os mataba,
Merecida venganza cobraba.
AL fin caí en la razón
Al acudir con afición,
Al colegio de guerreros, magna ilusión.
Al tener amigos, abrir mi corazón
Al clavar el puñal,
En dolor tan brutal
Al romper con el arco
La quilla de un mal barco,
Aprender del cazador,
El oficio desollador.
Y llegamos al presente, y a los días inminentes,
Tras al fin conocer, nada vais a resolver.
Oh, mas mal salió la jugada,
Pues aunque con vosotros a Eralie adoraba,
Tales santas intenciones,
No casaban con rencores.
¿Así cómo puedo tener, la fe de tu maldita locura
Que sin culpa ni alguna dulzura
Mi vida llenó de amargura?
Ponga en su vida una sacerdotisa,
Para la cara llenarse de risa.
¡Oh! No seré vuestro perro,
al soportaros mucho ya erro.
Por ende le hecho el guante,
A mis cosas y sigo adelante.
Cuánta felicidad, de vos no me voy a olvidar.
Quizás algún día, vuestras tumbas iré a visitar.
Cuando llegue la ocasión,
Sin atisbo de compasión,
vuestros cuerpos profanaré.
Vuestros restos desollaré,
Con grandes huesos, rica me haré.
Sin mostrar arrepentimientos
Os advierto sin miramientos,
Me despido de este desierto,
Con vosotros mal estuve, nada puede ser tan cierto.
AL fin os digo adiós,
Váyanse ustedes con dios,
Pues si este es benevolente,
Vuestro nombre olvidaré de repente.
Salve,
La hija que nunca tuvisteis, y por ende jamás la perdisteis.
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