Inicio › Foros › Historias y gestas › Kragma, Historias inconclusas de una vida bajo las lunas
-
AutorRespuestas
-
-
Todo buen libro tiene un principio, una trama y un final. En él se introduce a los personajes se les dota de carisma, de vida y de un propósito.
Cuando una historia no tiene lugar en un libro, es una historia inconclusa, pues siempre faltará algo que completar.
Es aquí, donde como si fuera un cajón de Sastre, van a caer las historias sin trama de Kragma, el Sacerdote de Velian, y así se forman sus «Historias Inconclusas de una vida bajo las lunas».
Kragma, Historia inconclusa: Diarios Médicos Orgos – Fecundidad y Nacimiento
Lo que nadie cuenta y nadie escribe sobre la raza de los Orgos, es el dolor que siempre les acompaña en su vida.
No es que los Orgos no sepan amar, pues lo hacen; es que su forma de querer implica obediencia, sumisión y vejación.
El acto de engendrar vida: precioso y puro para determinados círculos raciales, se vuelve pura violencia y agresividad, donde el varón, dotado y refrendado, ejerce su plena autoridad sobre la hembra.
Por muy capaz que sea una Orga, hablando física, arcana o clericalmente, siempre estará ligada a un Orgo por ley y pacto, desde el nacimiento.
Desde que una Orga alcanza la pubertad, siente como algo en su interior se parte, ya que el Orgo vendrá a ejercer su derecho legítimo, aun sin consentimiento. De esta forma, la sociedad Orga mantiene unos niveles mínimos de natalidad que ayuda a que se mantengan nuevas generaciones, aunque a su vez aumenta los niveles de crueldad e insalubridad mental.
Cuando el acto ocurre, la violencia deja secuelas durante varios días sobre la hembra, que a veces no puede caminar en días, y eso siempre y cuando el varón no vuelva noche tras noche hasta que el acto de fertilidad se produce.
El acto se realiza puramente con fines de procreación, y sin los miramientos y cuidados que otras razas procreadoras mantienen antes, durante y posteriormente al acto.
Cuando una hembra Orga queda en cinta, la sociedad Orga tiene preparadas varias matronas especializadas, que mediante determinados encantamientos conocen rápidamente el estado de gestación de la desafortunada. Una vez es positivo declaran su estado gestacional especial.
Entonces, es cuando el dolor deja de ser producido por el varón Orgo y empieza a ser replicado por el bebe-orgo.
Durante 18 meses de gestación, la hembra sufre dolores intrauterinos producidos por el desgarramiento de tejidos, dado que los bebés Orgos suelen tener un gran tamaño durante su desarrollo.
Le siguen frecuentes pérdidas de sangre, que dejan las arterias y venas casi secas y provocan frecuentes pérdidas de conciencia. Para este malestar, se suele alimentar a las hembras con nutritiva leche de cactus del Shafarma.
Y mejor no hablar de los efectos mágicos adversos que conlleva engendrar una raza dotada especialmente de un poder arcano. Multitud de veces las barricas de las mujeres Orgas se iluminan cual faro en la oscuridad, incluyendo en determinadas ocasiones quemaduras internas.
Cuando el tiempo de dar a luz llega, el bebe-orgo ha alcanzado los 12 kilos de peso, aproximadamente y 60 centímetros de altura. Para que nuestros lectores lo entiendan, no existe parto natural en la sociedad Orga. Todos los bebés han de ser extirpados con instrumentos quirúrgicos, pues de no ser así, la madre seguramente muera, y si no tiene esa suerte, quedará invalida para siempre.
Fin.
Diarios Médicos – De los Orgos – Fecundidad y Nacimiento
Galszhanar, Antropologo racialCualquier forma es correcta para llegar al conocimiento.
-
Kragma, Historia inconclusa: De las dificultades del nacimiento del Orgo
Cuando Kragma, el Sacerdote de Velian, fue engendrado, se siguió las tradiciones que la sociedad Orga imponía (ver post anterior). Además, su madre sufrió un gran daño, pues Kragma, de bebe-orgo era más grande de lo habitual llegando a un peso de 18 kilos.
En el decimoséptimo mes y veinte días de gestación llegaron, los peores presagios provenientes de las matronas de Ar’kaindia se hicieron realidad. El bebe-orgo, en su desarrollo, había provocado daños tan grandes que la opción quirúrgica quedaba totalmente descartada.
En aquel entonces, un viajero trajo noticias sobre un ogro, que residía en las montañas orientales del desierto, experto en medicinas y curación casi milagrosa. Tales eran las obras que realizaba, que había rumores que incluso el emperador de Dendra había acudido en su búsqueda.
Y de esta guisa, los padres de Kragma partieron en su búsqueda, con una guardia personal formada por dos soldados Orgos que servían bajo las órdenes del padre, que en aquel entonces era Sargento de la Guardia Ar’kaindiana.
La compañía partió al anochecer, para evitar el calor insufrible del desierto a la parturienta, y con varios gusanos de arena como monturas, cruzaron con gran determinación las dunas del Shafarma. Cuando los primeros rayos de luz asomaron por los riscos del Ocaso, llegaron como estaba previsto a un oasis, con agua cristalina y bastante vegetación.
El padre de Kragma ordenó a los soldados que buscarán leche de cactus e inmediatamente partieron obedientemente. Mientras tanto, el realizaría la custodia y vigilancia de la madre de Kragma, que en su estado no debía moverse. Varias horas después, ante la extraña tardanza de los soldados, el padre decidió salir a buscarlos.
La temida tragedia se fraguó cuando descubrió equipamiento de los soldados sobre la arena. Un casco kaindiano, una cimitarra, los petates con el agua, una red llena de hojas de cactus, y huellas de batalla y lucha. Observando las dunas, el padre de Kragma descubrió el rastro de una de las peores criaturas del desierto, un antoleón. Ante la probable muerte a la que se enfrentaría, decidió que lo más importante era volver con su mujer y su futuro retoño, así que recogió la red de hojas de cactus, tomo nota del lugar del incidente para enviar posteriormente exploradores Ar’kaindianos y regresó.
La madre de Kragma permanecía en unos de sus desvanecimientos debido a la falta de sangre y a la insuficiencia de alimento, cuando las babas húmedas gotearon sobre su vientre. Cuando recuperó la conciencia, abrió los ojos y una visión espantosa provocó que un espasmo, como un rayo, sacudiera su espina dorsal ante el peligro. El antoleón se alzaba delante de la Orga, con sus grandes mandíbulas afiladas abiertas en señal clara de amenaza, y sus antenas tanteando el aire en busca de su presa.
Cuando el ataque era inminente, un grito esperanzador lleno el aire, y una Yhjlema Arcana partió una de las antenas de la criatura por la mitad. El padre de Kragma, imponente, ataviado con su armadura no dudó en defender a su familia. Se plantó ante la criatura esperando el embate de la misma.
Y no tardó en llegar, el empujón provocó que el Orgo rodará duna abajo, seguido por el anélido que continúo atacando con las mandíbulas, que cortaron el aire para suerte del Orgo.
Rápidamente, recuperó la posición, y paso a un estilo ofensivo, lanzando una oleada que provocó graves daños en la quitina que recubría el cuerpo del Antoleón. Posteriormente, lanzó un golpe tan certero, que acertó en el ojo izquierdo, cortando severamente y dañando permanente la visión de la criatura. De la herida, salto un icor ambarino que rocío todo a su alrededor. Con daños tan graves, la criatura huyó rápidamente bajo tierra y dejando a los padres de Kragma solos ante el oasis.
Tras la subida de adrenalina del combate, el padre entro nuevamente en pánico, cuando su mujer le vaticinó que debía asistirla, pues la hora tan esperada había llegado. La fuerza que el Orgo obtuvo del miedo para la lucha, a la Orga le había provocado el adelanto del alumbramiento.
Este momento para ambos fue un punto de inflexión en sus vidas. Uno de los partos más duros de la sociedad Orga de los últimos 100 años ocurrió en aquel pequeño Oasis. No hubo matronas que asistieran con bálsamos, ni asistentes que acudieran con ropa limpia. El Padre uso el agua del Oasis continuamente para limpiar el flujo sanguíneo que se liberaba con cada contracción y los demás restos que corporales que se desprendían mientras el bebe-orgo se habría paso.
Tras cuatro horas de intenso sufrimiento, y con el sol quemando las dunas del desierto, el dolor de la parturienta cesó en un solo instante, y con su ausencia, llego la comprensión. El parto había provocado que la columna vertebral se partiera, impidiendo totalmente su futuro movimiento. El bebé, que ya estaba casi fuera, fue extraído por el Padre, que espero el llanto del recién nacido. Y entonces otra bomba de energía negativa llegó, cuando no hubo el ansiado ruido de la vida.
El bebe-orgo, Kragma, quedó tendido sin respiración varios minutos, y entonces el Padre, llevado por la rabia y hundido por la tristeza, corto el cordón umbilical que aún lo unía a la madre y lanzó el cuerpo de su primogénito hacia el agua del Oasis, que quedó flotando sobre la superficie acuosa.
Entonces el silencio fue interrumpido por el llanto, casi ensordecedor, de la pequeña criatura. Rápidamente el padre se lanzó a recogerlo en su regazo y lo llevo junto a la madre.
Aunque el momento fue alegre por el nacimiento, todo este evento provocó que el bebe-orgo fuera aborrecido por sus padres, ya que la madre quedó impedida de por vida obligándole, gracias a sus dotes arcanas, a moverse sobre un disco flotante y el padre, fiel servidor de Ar’kaindia, fue degradado a soldado, por la pérdida de las vidas de los guardias personales que les habían asignado bajo su mando.
Esta historia nunca ha sido contada a Kragma, que ya adulto, y habiendo sufrido el abandono de sus padres en su edad infantil, investigo en los registros de la Guardia Ar’kaindiana sobre el día de su nacimiento.
- Esta respuesta fue modificada hace 4 years, 4 months por Gnomusad.
Cualquier forma es correcta para llegar al conocimiento.
-
-
AutorRespuestas
- Debes estar registrado para responder a este debate.