Inicio Foros Historias y gestas La Alteradora Renegada – Historias en el Bosque

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    • athaelae
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      Capítulo 01:

      El sol ya dejaba el cielo de Eirea, hundiéndose en el horizonte,
      dándoles espacio a las lunas gemelas. Yo me encontraba sentada en uno de
      los bancos de mármol frente a la blanca fuente de Anduar.
      Mis ojos paseaban inquietos por la superficie de un
      pergamino lo cual contenía un dibujo de un mapa.

      — ¡Santa magia!, ¿Qué rayos es esto?

      Me levanté de súbito, había encontrado lo que quería. Bueno, no era algo
      que estaba esperando, pero era bastante raro, vamos…
      En el canto izquierdo del mapa hallábase dibujado en un rojo flojo una
      letra Z un poco deformada. A su alrededor, varios dibujitos de árboles en
      negro; En la cima del pergamino se leía: «Mapa del Bosque Impenetrable».

      — ¡Hey!, Dragonduf, ¡hola! — Exclamó una voz aguda y sonriente. Era
      Arghos, sin duda. A nadie le hacía gracia mi nombre como a él.

      — ¿Qué tal, mi fiel Arghos? — Nos fundimos en un rápido abrazo
      mientras el semi-drow me seguía burlando.

      — Pues, toy bien, en mis aventuras por ahí, Dratortugf.

      — Vaya, vaya. ¿Cómo te gusta mi nombre eh?

      — ¡Que va, Giglipuf!, tienes un nombre ridículo, lo sabes, ¿no? — Hablaba entre
      risas.

      — Venga va, ¡hombre! — Le di unas palmaditas en el hombro –, no digas más
      tonterías y dime, ¿a qué andas tú?

      — Bueno… Esto es un poco raro, pero… — Arghos se detuvo por unos
      segundos hasta que le hice hablar, agitándole uno de sus brazos.
      — Ah… Sí… Bien… ¿Has recibido el mapa que te he enviado, no?

      — Sí — erguí el pergamino semiabierto –, lo estaba analizando hasta
      ahora.

      — ¡Perfecto! — Celebró Arghos brevemente.
      — Mira. Hace un par de días he ido al bosque ese — dijo cerrando los
      ojos –, era sucio, horripilante, oscuro… ¡Vaya! ¡Era perfecto!, digo,
      aún lo es.

      — ¡Uau!, ¿en serio lo has conocido? — Mis ojos rojos brillaban como
      una esfera de luz mágica que luce en la oscuridad.

      — Sí, en serio. Es un lugar aterrador, pero que despierta nuestros
      más profundos instintos, Drarg — frunció el ceño –, Jamás he visto a un
      lugar tan lleno de secretos, tan desprovisto de luz y, pese al frío que
      hace, cuando estoy allí me siento arropado por un calor como si
      estuviera en casa. Pero… a ver… —
      El medio drow se detuvo otra vez, pero empezó a hablar enseguida.
      — ¿Aún te acuerdas de nuestro trato, ¿no?

      — Sí. Me acuerdo totalmente.

      Nuestras expresiones habían cambiado a serias. Los ojos azules verdosos de
      Arghos brillaban más que lo normal, al mirarlo me acordaba del océano,
      con sus aguas bañadas por el sol de Eirea, cuyo los últimos rayos
      acariciaban nuestros rostros bronceados con una luminosidad tenue.

      — Vale. Esta todo ok. Estamos listos.

      Arghos me hiso un señal para que lo siguiera mientras me dio la espalda y
      se marchó por la calle. Yo le acompañe por el largo camino hasta una
      esquina en la zona residencial. Mi amigo se posicionó a mi lado derecho
      mientras nos dimos las manos.

      — Ok. Prepárate, y no te muevas — le dije mientras apretaba su mano
      con fuerza y me concentraba respirando hondo.

      Un penetrante zumbido resonaba en mis oídos, el aire se arremolinaba
      mientras mi corazón latía con fuerza.
      Finalmente, todo estaba preparado. Pronuncié las palabras:
      ‘Trans ikrat ondomendo wiclat skrauwen’, y…

      Zzzzsshhhhh…

      Un destello cegador cubrió nuestra visión mientras una fuerza mágica nos
      tiraba fuertemente, y el zumbido, alto e inquietante resonaba en
      nuestras mentes. Girábamos y girábamos, solo podía sentir el contacto de
      la mano de Arghos en la mía. ¡El zumbido aumentaba su intensidad muy
      rápidamente!

      Zzzzzzshhhh… Zzzzzzzmmmmm…
      Uuuuuuhhhhaaaaaammmmmmmmzzzzzzzshhh…

      ¡El ruido ya casi estaba por alcanzar nuestras almas!

      Uuuhhhzzzzhhhhhh… Zzzzmmmmssshhhmmmm…

      ¡Era insoportable!

      Tras larguísimos segundos (que parecieron siglos), un conjunto de
      fuertes truenos retumbaron en el negro cielo de Eirea al tiempo que una esfera
      mágica brillante nos envolvió, y nos
      arrebató hacia tierra firme… ¡Habíamos llegado finalmente!

      — Listo, ¡aquí estamos! — Dije jadeando.

      — Esto ha sido… ¡Increíble! — Dijo Arghos, entusiasmado.
      — ¿Con ese hechizo puedes recorrer todo el mundo, no?

      — Jajajaja, creo que no soy tan poderosa para memorizar a todos los
      rincones de Eirea para eso.

      Capítulo 02:

      Arghos y yo avanzábamos por un polvoriento camino medio olvidado. Éste
      era el camino al mismísimo Bosque Impenetrable. Una senda sin pavimentar pero
      conservada, gracias al continuo ir y venir de las carretas de
      los leñadores que trabajan por el día en el bosque.
      La sequedad era máxima y con cada paso se levantaba una incómoda polvareda.

      — Ya lo veo… El maldito bosque ese… — Arghos se frotaba las manos.
      Sus ojos brillaban y su respiración estaba un poco más rápida que
      lo normal.
      — Muy bien… Ahora vendrá la diversión.

      Arghos se situó entre dos árboles que habían a un lado de la senda y se
      puso a silbar mientras hacía unos gestos extraños en dirección al gran
      bosque.
      De repente, un animal salió de entre los inmensos árboles y corrió hacia
      Arghos emitiendo un rugido ensordecedor; La criatura era un oso enorme.
      Poseía un pelambre marrón, afiladas garras y ojos verdosos que parecían relucir debido a la luminosidad de las dos lunas, que estaban llenas aquel día.
      Yo me encontraba conjurando algunos hechizos de protección que conocía al paso que continuábamos a recorrer el camino, ya casi adentrando al Impenetrable.

      Continua…

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