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Ahí estábamos todos, enfrente de los lobos gigantes, a punto de comenzar una batalla en la que se decidiría nuestro futuro, vivir o morir nada menos.
Como era un paso estrecho (cuidadosamente elegido por mí al ver que nos perseguían e intentaban rodear) decidimos que mantenernos en el frente, juntos, manteniendo la distancia y protegiéndonos unos a otros.
Mientras, Gob lanzaría flechas sin cesar, pero no a los de menor tamaño, para poder poner en aprietos al que parecía el jefe y dejarlo solo, pues era la mayor amenaza y el de mayor tamaño.
Por último, Yieh se colaría entre mí, por debajo, para arremeter con sus estocadas y cortarlos como mantequilla.
Resguardados y atrapados, ambas a la vez, en este callejón sin salida, confiamos nuestras vidas al compañero que teníamos al lado.
Con un rugido aterrador y una ferocidad sin igual, los tres primeros lobos corrieron hacia nosotros.
Uno recibió varias flechas de Gob, una resultaría fatal, pues le atravesó el cuello entero.
El segundo y el tercero acabaron peor, uno murió decapitado por la espada de Yieh y otro empalado por mi daga, menos mal que Yieh consiguió parar al cuarto que venía corriendo.
Se agarró al escudo de un mordisco pero, con una fuerza sin igual, y con la destreza un maestro de armas, envaino su espada y le aplastó el cráneo con un martillo de guerra (¡joder, los sesos se esparcieron por todos sitios!).
El problema vino cuando el jefe vino enfurecido y el quinto le metió un zarpazo a un confiado Yieh, quien se había confiado después de matar al anterior.
Gob pudo herir al lobo con varias flechas en una de sus patas, lo que hizo que no le diera el mordisco final.
Aunque no estaba muerto ni herido de gravedad, ya éramos uno menos en la batalla, ya que perdió el conocimiento por el golpe.
Intenté lidiar con el más grande (el jefe) mientras ellos se ocupaban del último de su manada, lo desgastaban con flechas mientras intentaban atravesarlo con la espada.
Y todo esto intentando que no acabaran con Yieh, claro, quien estaba en el suelo durmiendo la mona, ajeno a todo lo que pasaba (la verdad que recibió un golpe muy duro).
Mientras tanto conseguí darle con la daga en una pata a mi enemigo, pero tuve la mala suerte de que se quedó enganchada a su carne y no podía sacar el arma.
Justo cuando iba a darme un zarpazo con sus garras enormes y afiladas pude, rodando por el suelo, coger prestado el escudo de mi compañero y librarme de parte del ataque, por desgracia me desgarró parte de la cara y la sangre no me dejaba ver bien por un ojo.
Ahora mismo estoy medio ciega como quien dice, no es nada grave pero sí que escuece y la pérdida de sangre puede ser preocupante si no corto la hemorragia.
Pude levantarme rápidamente, menuda adrenalina, en condiciones normales estaría mucho peor.
Ahora sin mi daga y solo con un escudo desenvainé mi puñal que tenia de reserva en cinturón.
Al menos la daga impedía moverse al animal con la misma soltura que antes, además el también sangraba, así que decidí atacar desde el lado contrario, de este modo no podrá esquivarlo y, si lo hace, tendrá un inmenso dolor (ya que se apoyará en la pata herida).
Como predije, sus movimientos eran más lentos, pero seguía enfurecido y midiendo el doble o el triple que yo.
Por suerte mis compañeros consiguieron acabar con el que faltaba y se unieron a mí en esta batalla.
Gob le clavó una flecha en el ojo.
Sin embargo de un colazo lo mandó también a volar, otro más durmiendo la mona…
Se dirigía al arquero (lobo listo) pero me percaté de que la daga se había liberado, corrí rápido a por ella al mismo tiempo que le lancé el escudo a Gob, quien consiguió usarlo para defenderse de un mordisco.
Y, justo cuando se giraba para venir a por mí o, que se yo, volver a atacarlo, de un salto le clavé la daga en la espalda, y la clavé tan hondo que se incrustó por completo en el pecho, la sangre brotaba como si de una fuente se tratara.
El lobo gigante cayó desplomado pero, cuando me giré confiada para tratar de reanimar a mis compañeros, se levantó en un último esfuerzo para terminar con mi vida y vaya que casi lo consigue, suerte que Gob le atravesó el cráneo con mi daga, lo hizo con tanta furia que salió la hoja por la garganta, y ahí ya descansó para siempre.
Lo primero que hicimos fue curar nuestras heridas y reanimar a los compañeros, algo desorientados, ¡acabábamos de vencer a 6 lobos gigantes!
Antes de volver a la cueva nos comimos a la mitad de ellos para recobrar fuerzas, yo pude quedarme con el corazón y el cerebro del que parecía el jefe, aquél que era el más grande, y lo demás lo dividimos a partes iguales.
Lo que sobró lo llevamos también a la cueva pues quería hacer algo con la piel y restos de estos lobos…
Nada más llegamos nos preguntaron qué había pasado, al contarles lo sucedido no daban crédito.
-¿Cómo 3 novatos de bajo nivel han podido con 6 lobos gigantes? ¡No nos engañéis escoria!
Pero con un grito enfurecido, nuestro maestro exclamó:
-¿Acaso no veis lo que traen imbéciles? Dicen la verdad y soy su maestro, ¡por eso pueden!
No hizo falta discutir más, la verdad es que le tienen mucho respeto (y temor) a nuestro maestro, un goblin muy experimentado y con razón lo respetan, más les vale jajaja.
Entramos dentro de la estancia donde se encontraba Dnag y, asombrado, nos dio la enhorabuena.
Por alguna razón el no dudaba de nosotros.
Nos aconsejó que nos comiéramos rápido a nuestras presas, ya que al ser criaturas de gran tamaño y nivel los demás goblins podrían tratar de robarnos el botín.
Así que le hicimos caso y comimos hasta reventar, la verdad que la carne era sabrosa y, después de la dura batalla, se agradecía estar de vuelta y con comida abundante.
Con la piel me hice un recubrimiento para la armadura y, con la misma cabeza del que parecía el jefe me hice un casco, tuve que coger un yelmo de la sala de armas (bastante básico por cierto) y con trabajo y un poco de tiempo conseguí hacerlo.
Ahora sí, parecía un guerrero temible, armadura, daga y un yelmo, decorado con piel de lobo recubriendo mis ropajes, cualquiera que me viera sabría que maté a este gigante animal, observarían sus colmillos y ojos en mi cabeza, y me temerían.
Con todo esto acabado reutilizamos también lo demás para crear materiales y adornos o simplemente para guardarlo en caso de que pudiéramos comerciar en un futuro.
Escondimos algo de carne para el día siguiente y nos fuimos a la cama, tuvimos la suerte de que Dnag, como recompensa, nos curara con magia menor.
Por si no lo había mencionado es capaz de usar magia de curación, ¡aunque de bajo nivel es de gran ayuda!
Pero ahora estoy muy cansada y me duele todo, el cuerpo lo noto pesado y los ojos se cierran, mañana será otro día… me pregunto cuánto habré progresado hoy…
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