Inicio Foros Historias y gestas La debilidad de un asesino.

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    • fyrate
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      El amanecer se acercaba, y yo aún seguía sin poder decir palabra alguna.
      Mis cuerdas bocales se encontraban totalmente destrozadas.
      Mis lágrimas quemaban como ácido.
      Y mi pecho cada vez se iba despojando más y más de eso a lo que le llaman corazón.
      Drazzar se había marchado, y sabía que era para no volver.
      Velzhar lo había tomado como una marioneta mas de su espectáculo espectral, para deleitar a los aventureros que se adentrasen al bosque.
      Yo no podía hacer otra cosa mas que gritar de ira, la única persona a la cual le tuve aprecio se había vuelto un ser oscuro.
      Me reincorporé y acaricié el filo del sable que me había dejado Drazzar.
      Mientras lo miraba con tristeza.
      Se trata de un arma de aspecto enigmático. Está compuesta de un mango plateado que imita la tela de una araña. A modo de protección y unido a él, un arácnido recubre los nudillos
      del portador. La obviedad de sus motivos y la finísima manufactura hacen evidente su procedencia drow. No obstante, no es la plata lo asombroso de este sable. El filo parece
      imbuído de un poder sobrenatural. Por mucho que te esmeres en percibir su contorno afilado, resulta imposible. Algún encantamiento absorve por completo la luz que debería reflectar
      el filo. Solo puedes intuir su forma en la opacidad que genera, como una porción de espacio en la que no existe nada, ni siquiera luz. Al contacto con cualquier objeto parece
      irradiar oscuridad de intensidad proporcional a la violencia con que se clava.
      Lo empuñé, y un río de lágrimas se apoderaba de mi otra vez, quemando como si un torrente de lava se esparciera por mi rostro.
      Mientras intentaba gritar, un recuerdo me bombardeaba.
      EYRHIEN no llores, no llores!, llorar es para débiles, y tu no eres débil.
      Solía decirme eso Draz cuando mi corazón se volvía blando, y el bosque se apoderaba de mis penas.
      Pero no era momento de llorar.
      Tenía que entregar lo que Drazzar me había dado para que le de a Dakharhu.
      A si que con un enorme esfuerzo para levantarme del suelo, mientras mi garganta parecía contener fuego, y mi respiración se entrecortaba partía hacia la ciudad de Galador.
      De camino a la ciudad no podía evitar cada tramo detenerme y secar lágrimas que como fugaces llamas asesinas se intentaban apoderar de mis ojos.
      Al llegar a la ciudad miré el papel, y el frasco que Drazzar me dio.
      El frasco contenía un líquido color ámbar, con pequeñas burbujas azules, que al mirarlas parecían lágrimas que al mover el frasco parecían agrandarse, o encogerse.
      Y el plano tenía ilustrado el dibujo de las mismas lágrimas que tenía el frasco, con letras en un idioma que no podía entender por más que lo intentase.
      llegué a los barracones del ejército, y allí se encontraba Dakharhu sentado, mientras examinaba mapas y planos con distintas partes de Eirea.
      le di una pequeña palmada en el hombro para que se percatara de mi presencia.
      EIII Eyrhien!. Dijo mientras apartaba su mirada de los papeles, y la enfocaba hacia mi.
      Le hice una reverencia rápida, y bajé mi mirada, no quería que viera mi rostro, y mis ojos totalmente rojizos por las lágrimas.
      Ei Eyrhien, sucede algo. Me preguntó mientras levantaba mi cabeza con su mano.
      Me partí en llanto, y le dije entre lágrimas, y una voz llena de ira. DAKHARHU, DRAZZAR MURIÓ, O NO SE, PERO AHORA, AHORA… el es un esclavo de Velzhar!.
      Dakharhu por favor ayuda, necesito saber quien es Velzhar y que hace en ese bosque.
      me arrodillé ante el, y le supliqué.
      Me miró, y se sorprendió nunca me había visto a si.
      Eyrh… te ayudaré, como amigo, y como colega del ejército. Me dijo mientras secaba mis lágrimas con su túnica.
      Mañana por la noche te ayudaré Eyrh, mientras ve a descansar.
      Y gracias, por el encargo. Me dijo mientras cogía el plano y el frasco que tenía yo en mi mano.
      Me levanté, y me marché del lugar, mientras mi crueldad era quebrantada por esa enorme demostración de debilidad.

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