Inicio Foros Historias y gestas La garra perdida.

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    • Alambique
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      Dos seguidores de Ralder se encuentra frente al sagrado Bloque de Piedra. Yrdriel narra la historia de cómo perdió su Garra trenzada, símbolo de Ralder.

      Arboleda de Ucho [s,e,n]
      Jabalí y Superpredador SangreVerde están aquí.

      n
      Arboleda de Ucho: Templo a Ralder [s,no]
      Superpredador SangreVerde está aquí.
      Dazbryel está aquí.
      Bloque de Piedra.
      Superpredador SangreVerde te sigue.

      Dices en élfico: Saludos.

      Dazbryel da un sobre salto cuando la figura de un humano llega agrupado de una bestia sangreverde.

      Dices en élfico: No esperaba ver a nadie a estas horas aquí.

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces llega desde el sur.

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces se va hacia sur.

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces llega desde el sur.

      Dazbryel termina sus rezos a Ralder.

      Dazbryel dice: Hola.

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces se va hacia sur.

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces llega desde el sur.

      Dices en élfico: No temas, venía en búsqueda de Shihon, para un día que lo encuentro…

      Shihon, último defensor del Trono de Raíces se va hacia sur.

      Dazbryel dice: Hacia meses que tampoco le veía.

      Deja de llover.

      Dices en élfico: Mira que me he recorrido los bosques de Eirea, y tras varias semanas lo encuentro aquí.

      Dazbryel dice: Aproveché para hablar con él antes de empezar mi sacrifico de vida a Ralder.

      Dices en élfico: Parece algo alterado por nuestra presencia, a ver si se tranquiliza que necesito hablar con él.

      Dices en élfico: Perdí mi garra.

      Yrdriel mira hacia el suelo avergonzado.

      Dazbryel pregunta: ¿Tu… garra?

      Dices en élfico: Sí, la Garra Trenzada.

      Dazbryel se lleva la mano al pecho esbozando una leve sonrisa.

      Yrdriel observa con envidia el símbolo de Ralder que Dazbryel muestra orgulloso.

      Dices en élfico: Justo eso, tuve un pequeño percance y lo perdí.

      Dices en élfico: Diría que fue en las catacumbas de Bhenin, cayéndome por una escalera, pero no estoy seguro.

      Dazbryel dice: Dazbryel susurra: yo siempre llevo uno de repuesto en la mochila, no se lo digas a Shihon se puede mosquear.

      Dices en élfico: Pues cuando se tranquilice intentaré convencerle para que me dé otra garra.

      Dazbryel pregunta: ¿En unas catabumbas de donde dices?

      Dices en élfico: Sí, pues fue curioso.

      Preguntas en élfico: ¿Conoces la ciudad de Keel?

      Dazbryel dice: Solo de oídas, alguna vez pase por alguna taberna y escuche algo, pero no suelo frecuentarlas.

      Dazbryel dice: Soy un joven e inexperto, pero valiente, aventurero.

      Dices en élfico: Pues es una ciudad increíble, fíjate que empecé a aprender el oficio de marinero sólo por visitarla cuando me plazca.

      Dices en élfico: Eso sí, no he visto mares más peligrosos que el que rodea esa isla.

      Dazbryel mira con incredulidad al mestizo de elfo.

      Dazbryel dice: Yo no vi mares aún, desconozco los peligros de estos.

      Dices en élfico: He ido un par de veces, pero en los dos viajes, las he pasado canutas esquivando placas de hielo que flotan a la deriva.

      Dices en élfico: Tengo la sensación de que esa isla esconde muchos secretos.

      Dazbryel pregunta: Y… ¿Notas la presencia de Ralder por aquellas lejanas tierras?

      Dices en élfico: Pues es curioso.

      La noche cubre Eirea con su oscuro manto.

      Dices en élfico: Logré adentrarme un poco en un bosque al norte de la ciudad y tuve una sensación extraña, como de una presencia enemiga.

      Dices en élfico: No sabría decirte qué era.

      Dices en élfico: No era algo material, no sé si me explico.

      Dazbryel pregunta: ¿Enemigos…?

      Dices en élfico: Mucho peor.

      Dices en élfico: Es la misma sensación que tendrías cuando miras directamente a los ojos de tu enemigo.

      Dices en élfico: Pero no había nada.

      Dazbryel dice: Esa isla de la que hablas, debe estar poseída o maldecida, a saber…

      Dices en élfico: Pues creo que no llegué a explorar prácticamente nada.

      Dices en élfico: Como te decía, me aventuré un poco en el bosque y luego en las ruinas esas.
      >
      Empieza a granizar.

      Dazbryel dice: Ah sí! Las catacumbas.

      Yrdriel se resguarda en su capucha para evitar el granizo.

      Dazbryel pregunta: ¿Qué pasó en esas escaleras?

      Dices en élfico: Pues paseando por la ciudad encontré una alcantarilla abierta y como no pude controlar mi espíritu aventurero me aventuré por ella.

      Dazbryel dice: En esta época del año, graniza mucho por aquí.

      Preguntas en élfico: No me preguntes por qué, ¿Quién se iba a meter por una alcantarilla?

      Dazbryel dice: Justo pensaba en ello.

      Dazbryel pregunta: Y… ¿Qué tamaño tenían las alcantarillas?

      Dices en élfico: Pues a decir verdad, bastantes amplias y muy limpias.

      Dices en élfico: Diría que alguien se encarga de mantenerlas así de limpias.

      Dazbryel dice: Que curioso… no puedo decir lo mismo de las de Anduar…

      Te ríes.

      Dices en élfico: Resulta que en esas alcantarillas encontré otro sumidero y ya adivinarás qué hice.

      Yrdriel arranca unas hierbas del suelo y, tras masticarlas, escupe una mezcla pastosa.

      Toses.

      Dazbryel dice: Encontraste las escaleras…

      Dices en élfico: Sí, me deslicé por el sumidero y encontré las ruinas de una ciudad.

      Dazbryel pregunta: ¿Las ruinas de una ciudad?

      Dices en élfico: La verdad es que estaba en muy mal estado, entre esos cascotes era imposible averiguar qué edificios fueron.

      Dices en élfico: Eso es, justo debajo.

      Dazbryel dice: No puedo hacerme una idea de lo que me cuentas.

      Dices en élfico: Había escuchado algo de los templos, que conforme los conquistaban construían otro encima, acorde a la religión del conquistador.

      Dices en élfico: Pero nunca de una ciudad.

      Dazbryel pone cara de circunstancias al no entender como una ciudad se construye en las ruinas de otra ciudad, y que tiene acceso por las alcantarillas!

      Dices en élfico: Total, que como no tenía mejor que hacer me puse a investigar por esos escombros.

      Dices en élfico: Encontré varios restos humanos, ropa vieja, enseres…

      Exclamas en élfico: ¡Y una llave!

      Dazbryel dice: Que siniestro todo lo que me estás contando.

      Dices en élfico: Sí, sí, allí pasó algo muy gordo hace muchos años.

      Dices en élfico: Algo arrasó con todo eso.

      Dazbryel dice: Bueno, es lo más corriente que podrías encontrar, una llave…

      Dices en élfico: Claro, tenía una llave, pero me faltaba una puerta.

      Dazbryel dice: Bueno, y que estuviese entera para poder abrirla…

      Dices en élfico: Esa es otra.

      Dazbryel dice: En aquel caos, dudo que quede nada cerrado para poder descerrojarlo con una llave.

      Dazbryel se ríe enloquecido.

      Dices en élfico: Pues seguí mi investigación por esa zona y, tras arrastrarme a través de un minúsculo hueco, conseguí dar con una puerta oscura, intacta.

      Dazbryel pregunta: Detectabas alguna fuerza mágica?

      Dices en élfico: Pues ahora que lo dices sí.

      Dazbryel pregunta: Es raro que allí quedase algo intacto… ¿No crees?

      Está granizando.

      Dices en élfico: Posé mi mano sobre la puerta y percibí como unas vibraciones, pero no estaba tocándola.

      Dices en élfico: Muy extraño.

      Dazbryel dice: Si, mucho.

      Dazbryel dice: Aunque bueno, cosas extrañas hay por todos lados, no hay que irse tan lejos.

      Dices en élfico: Empujé la puerta con todas mis fuerzas y no conseguí abrirla, en ese momento recordé que tenía la llave que había encontrado horas antes.

      Dazbryel pregunta: No me digas… ¿Encajaba en la cerradura?

      Dices en élfico: Sí, como si fuera una cerradura nueva, ni un sonido, un simple ‘click’ y se abrió.

      Dazbryel dice: Que raro… parece que la llave estuviese esperándote…

      Dices en élfico: Sí, rarísimo.

      Dazbryel dice: Y que no solo fue casualidad que la encontrases tan fácilmente.

      Dices en élfico: Una vez abierta la puerta, vislumbré al final una escalera que descendía en la oscuridad.

      Dazbryel dice: Más descensos…

      Dazbryel pregunta: No me digas, ¿las ruinas de otra ciudad moraban bajo las ruinas de otra ciudad?

      Dices en élfico: Noté una fría corriente de aire que ascendía por la escalera, así que protegí la antorcha con la palma de mi mano y comencé a descender por la escalera.

      Dazbryel se acomoda sobre su quimera prestando total atención a la historia.

      Dices en élfico: Si la puerta se encontraba en perfecto estado, la escalera estaba destrozada…

      Dices en élfico: Cada peldaño que descendía parecía que se iba a hacer añicos.

      Dazbryel dice: No tiene nada sentido.

      Dices en élfico: Lo sé.

      Dices en élfico: Pues en mi descenso, finalmente ocurrió lo que más me temía.

      Dices en élfico: Uno de los peldaños se deshizo por completo.

      Dazbryel pregunta: ¿Y qué recuerdas después?

      Dices en élfico: Pues caer rodando por varios escalones, sin poder agarrarme a nada y acabar en un suelo de piedra.

      Dices en élfico: Me levanté cómo pude, comprobando que no tuviera nada roto, eso sí maldiciendo la maldita escalera.

      Dazbryel dice: Parece que todo aquello estaba concienzudamente esperándote a ti.

      Dices en élfico: Lo extraño es que mis maldiciones provocaron un extraño eco en esa estancia, que parecía no terminar.

      Dices en élfico: Y al poco tiempo escuché unos golpes sobre una puerta, como si alguien quisiera salir.

      Dazbryel pregunta: ¿Alguien… alguien allí, tras una puerta?

      Dices en élfico: La golpeaba insistentemente, creo que no quería llamar mi atención, quería partir la puerta en dos.

      Dices en élfico: Así que, sin mirar atrás y con mucho cuidado, me encaminé de nuevo por la escalera, rezando para que la puerta permaneciera abierta.

      Dazbryel exclama: ¡Que cosas!

      Dices en élfico: Sí.

      Yrdriel muestra su mano a Dazbryel.

      Dices en élfico: Aún me tiemblan las manos con sólo recordarlo.

      Dazbryel dice: Bueno, alégrate, podría haber sido peor.

      Empieza a granizar.

      Dices en élfico: Sí, aunque tengo pendiente armarme de valor y ver qué era eso.

      Dices en élfico: Total, a lo que iba, que creo que en esa caída perdí mi garra trenzada.

      Dices en élfico: Créeme, no pensaba volver a bajar a por esa garra, por eso llevo varias semanas tras Shihon.

      Dazbryel dice: Pues, invéntate algo para explicárselo a Shihon, si no podría mosquearse.

      Dices en élfico: Bueno, le contaré la verdad, seguro que sabe algo de esa escalera.

      Dazbryel dice: Esperemos que no te cuente que te prepararon una emboscada, para robarte la garra… o quien sabe que otras fechorías te esperaban…

      Preguntas en élfico: No creo, a menos que seas un fiel seguidor de Ralder ¿para qué vas a querer la garra?

      Dices en élfico: Aunque podría estar relacionado con ese bosque, el del norte de la ciudad, no sé…

      Yrdriel muestra un rostro de preocupación.

      Dazbryel dice: Bueno, habla con Shihon, y si no… siempre puedes contar con mi ayuda para volver a aquel lugar.

      Dices en élfico: Pues se agradece lo oferta, si me decido a volver serás el primero en saberlo.

      Dices en élfico: Además, juntos podemos investigar el bosque ese y averiguar que extraña maldición pesa sobre él.

      Dazbryel exclama: ¡Estupendo!

      Está granizando.

      Dices en élfico: Pues si no te importa, voy a ver si alcanzo a Shihon, necesito contarle todo esto.

      Dices en élfico: Por cierto, no nos hemos presentado, soy Yrdriel.

      Dazbryel dice: Mi nombre es Dazbryel.

      Dices en élfico: Algo me dice que compartiremos más de una aventura.

      Dazbryel exclama: ¡Por Ralder! ¡Que así sea!

      Yrdriel realiza una reverencia mientras se pierde en la espesura del bosque.

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