Inicio Foros Historias y gestas La gran Historia de Nildrin, el danzante

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    • Arada
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      ** Extracto de las memorias de Arcil Nar’ha, Cronista Segundo de la Casa Ler’inen**

      18 de Jule del 191. Era 4ª

      Dado que en un año se cumple el 150 aniversario del nacimiento del Señor Nildrin de la Casa Ler’inen, he recibido la orden de la Señora de recopilar toda la información posible sobre su vida para elaborar un registro de sus hazañas y aventuras, dada la cantidad de información que han generado sus contínuos viajes se me ha asignado una generosa suma de monedas para tal efecto. La tarea parece titánica y tendré que trabajar arduamente a tal efecto, afortunadamente los archivos de la Casa Ler’inen cubren con facilidad sus primeros años de vida. Aquellas hojas están llenas con los suaves y bellos trazos de mi padre, y con dolor cada línea escrita, que símbolo de su peculiar estilo, suponen una pequeña lección sobre mi trabajo, llevándome a la época en la que me sentaba junto a él en su pupitre viéndole llenar de tan bella caligrafía hojas y hojas rememorando los gloriosos años del nacimiento de la Casa. Por otro lado, hoy han llegado victoriosos a Veleiron la nueva sangre de la casa, los hijos del señor, tras un feroz combate contra los hombres lagarto que cada día aparecen más numerosos en los caminos a la capital. Ha sido una suerte, pues estaba empezando a quedarme sin tinta.

      8 de Aylie del 191. Era 4ª

      ¡Qué desdichado acontecimiento! Entiendo que no se comente en los pasillos pero… no recuerdo ni un ápice de esta historia aunque, claro, yo era demasiado joven entonces. He descubierto tras revisar los archivos el doloroso secreto de su juventud ¡que trágico accidente! A pesar de que mi padre ha sido siempre excelente en sus crónicas puedo entrever, a través de sus ornamentadas palabras, que el joven Nildrin, aparte de sus múltiples virtudes, tenía un exceso de presunción, fruto de su noble cuna y de la excesiva permisividad con la que fue educado. A pesar de ello gracias a la exquisita educación que recibió de los mejores maestros y su innata inteligencia se convirtió en la referencia moral que es hoy pero su juventud… el destino fue cruel con él entonces.
      Parecer ser que durante un entrenamiento de sus artes marciales un desbocado deseo de demostrar su destreza empujó su mano con tal frenesí y certeza que su contrincante, un joven sirviente de la casa en alta estima del joven Nildrin y de toda la casa, quedó arrinconado entre las paredes del viejo establo y el almacén. Eso redujo mucho su capacidad de movimientos defensivos y lo que debía ser un golpe fácilmente defendible, dadas las habilidades del muchacho, se convirtió en un golpe letal cuando al protegerse tropezó su codo contra una de las paredes. El señor Nildrin, que no se percató de la imposibilidad de la defensa de su rival, y no pudo frenar el poderoso giro con el que le embestía. La anciana panadera, la señora Vilie, ha tenido el buen gesto de detallarme exactamente cómo sucedió pues estaba presente. Dice ella que verlos entrenar a los dos era una delicia y con frecuencia las muchachas se acercaban a verlos. Me comentó cómo el rostro del joven Nildrin mutó lentamente, de la gozosa alegría con la que siempre peleaban ambos a un angustiosa mueca de aflicción, mientras, su eterno amigo, con el pulmón ensartado, en su último aliento, escupiendo sangre entre toses, le sonreía, con sincero perdón y con el rostro pálido de la muerte sobre el suyo, intentando consolarle. Dice la señora Vilie que está segura que intentaba decirle que debía ser fuerte, que había sido un accidente, que debía superar la dura pérdida, pero parece que solamente pudo decir ¡Adiós amigo!.

      Quizá sea la profunda emoción con la que la señora Vilie lo relata, pero se me llenó el corazón de congoja al escucharla y tuve que excusarme para recomponerme, que trágico castigo para el Señor Nildrin. Tras oir la historia he entendido como en el primer año de su mandato en la casa Ler’inen hizo tantos cambios sobre los entrenamientos de los danzantes, aparte de enriquecer la disciplina gracias a su profundo conocimiento de las runas y su genial habilidad con la espada, ordenó que se sustituyeran las reglas de los enfrentamientos por pares para evitar accidentes de este tipo, sustituyendo las hojas por carísimas espadas gnómicas que se retraen cuando impactan dando una pequeña descarga eléctrica, nunca letal. En su día muchos pensaron que se trataba de una excentricidad más del cambiado carácter que mostró al regreso de su exilio pero ahora es fácil de entender para mí. Tengo dudas sobre cómo exponer este acontemiento en el registro o de si el Señor Nildrin querrá que quede reflejado en el resumen.

      Hoy, además, he contactado con uno de los maestros cófrades de Guante Blanco, necesito adquirir toda la información posible sobre el pasado del Señor Nildrin y sus viajes y no sé cómo obtenerla.

      12 de Aylie del 191. Era 4ª

      Al indagar más sobre el oscuro acontecimiento que tuvo lugar en la infancia del Señor Nildrin he podido leer varios nombres de clérigos y soldados de aquellos días todavía presentes en la actualidad en Veleiron. Tras pasar unos días hablando con ellos me he topado con diferentes puntos de vista, muchos por entonces sufrían ciertas envidias hacia la casa, sobretodo desde otras casas nobles de la ciudad, por lo que las semanas siguientes muchos le acusaron de que la muerte de su querido amigo se debía al desdén que Nildrin mostraba con frecuencia por sus sirvientes, rumor que se extendió como pólvora en la corte. Los más sabios apuntan que los días se volvieron tortuosos para el joven Nildrin, las miradas hirientes, los comentarios en pequeños corrillos, sumados al dolor y rabia que albergaban su espíritu esos días le convirtieron en una irascible alma condenada que vagaba por la ciudad, bebiendo y a la constante gresca. Con dolor para todos los Ler’inen, renegó de Eralie, perdiendo la fe y empezó a frecuentar la taberna, llegando a pasar varios días allí, bebiendo y comiendo en una esquina, apartado de todos. Sus más allegados intentaron dialogar con él pero no hubo manera de sacarlo de allí hasta el día en que su padre, el otrora Señor de la Casa, Elhinz de Ler’inen, acudió en persona. El tabernero, que entonces era únicamente mozo de mesas, me contó lo ocurrido y transcribo sus palabras, letra a letra:

      «Maese Elhinz entró, iba ataviado con ropa de cortesano, sin armadura ni nada, pero portaba la espada envainada en una mano, cuando se abrió la puerta la energía que siempre ha desprendido atrapó todas las palabras de la sala ahogándolas como un gato en el río, los que estaban más cerca de la puerta y vieron la ira de sus ojos pudieron escapar al carrera, mientras esas iracundos orbes recorrían una a una las caras buscando al joven Nildrin, yo nunca había visto a Maese Elhinz antes y sinceramente doña Arcil, creo que me meé un poco en los pantalones, no tuve hueco para huir y nos quedamos tras una mesa, Iwn, Sorek y yo, los demás salieron corriendo de la taberna y Maese Elhinz se dirigió a la única figura que quedaba sentada en la taberna, era el joven Nildrin, el hijo del Señor de Ler’inen, que andaba bebiendo sin parar ya varios días y causando molestias, doña Arcil, pero ninguno nos atrevíamos a echarle. Estuvo varios minutos frente a él, esperando que levantara la cara de la jarra, pero el señor Nildrin apenas se movía, creo que estaba medio dormido, o tan borracho que ni se enteraba, al final el Señor se cansó y desenvainó su hoja, la espada buena Doña, nunca había visto nada tan bonito, lanzó un tajo tan rápido a la jarra que creo que había bastado el aire de esa hoja para hacerla estallar pero.. ¡no pasó nada! El señor Nildrin la levantó tan rápido que los ojos no pueden verlo, no los míos Doña, y dió un largo trago echando la cabeza hacia atrás, su garganta estaba descubierta, como ofreciéndola a su padre, lo juro Doña, creo que quería que le matara allí mismo. Pero el Señor Elhinz se calmó así, volvió a envainar su espada y puso su mano sobre el hombro del joven Nildrin, que agachó la cabeza y creo que incluso empezó a llorar, pero era muy difícil para mí verlo doña Arcil, escondido detrás de una mesa. Nada más salió el señor Elhinz por la puerta el muchacho se levantó y dejó varias monedas sobre la mesa, ¡todas de platino Doña! creo que nunca vi tanto dinero junto, salió de la taberna y no le volvieron a ver en Veleiron en mucho, mucho tiempo.

      19 de Aylie del 191. Era 4ª

      ¡Qué giros da la vida! Después de tantos años leyendo sobre las aventuras de la familia Ler’inen en los Archivos de la Casa, de los que mi padre fue Cronista y yo después, al heredar su cargo, ahora seré yo misma la protagonista de una. El Señor de la Casa me ha autorizado a acompañar a Bilder, el cófrade con el que me puse en contacto, para obtener la información de mi propia mano. Estoy asustada y atemorizada a la vez, pues apenas he salido de Veleiron más que en mi ordenación de Sacerdotisa de Eralie y aquí estoy ahora, de la mano de un ladrón de rostro huraño, a recoger toda la información posible. Tengo poco tiempo para preparar mi equipaje, ¡mañana parto!

      20 de Kailiod del 191. Era 4ª

      Hoy se cumplen seis meses desde que partí de Veleiron y por fin empiezo a ver la luz, los continuos cambios de nombre, buscando proteger su identidad, del joven Nildrin durante el tiempo de su exilio han complicado la tarea pero por fin encontré la primera evidencia seria de sus viajes, he estado recorriendo todo el sur, desde Thorin a Kheleb, desde Alandaen a Eloras y tras pequeños relatos de un joven danzante rúnico que encaja con el señor Nildrin, arrasando una terrible guardia de arañas en Thorin, exterminando un temido hechicero demente que vagaba por el bosque de Urlom, incluso desafió un oscuro nigromante en unas cuevas algo más al norte. Pero hoy, por fin, sé con certeza que el Señor de la Casa, ante de su regreso, partió hacia el norte, hacia las fronteras del Imperio, en compañía de unos mercenarios con los que había trabado amistad. Un recién llegado a Anduar, por fortuna con estrecha relación con el cófrade Bilder, acompañó al joven Nildrin en su viaje al norte y ha aceptado acompañarnos, todo hay que decirle, por una generosa suma, me ha dejado casi sin una sola moneda puesto que para partir pronto, tras su reciente llegada, exigió muchos dinero. Es comprensible, pero el resto de la travesía no será tan sencilla como hasta ahora, tendré que guardar las monedas restantes para más tinta y pergaminos en los que anotar toda la información posible.

      4 de Shuyled del 191. Era 4ª

      El viaje hacia el norte está plagado de peligros, no era consciente de cuan próximo es el peligro de Seldar, apenas rebasamos la frontera de los amistosos halflings nos adentramos por el paso rocoso hasta la ciudad de Ryniver. Pasamos el portón de seguridad con relativa facilidad gracias a los atavíos que obtuvieron Bilder y Tha, su socio, que nos guía siguiendo el camino de Nildrin, me cuenta historias dispersas que prueban la gran bravura del Señor pero la edad hizo añicos su memoria y es bastante difuso. Tendré que seguir los pasos del joven Nildrin yo mismo para obtener información más detallada.

      8 de Shuyled del 191. Era 4ª

      El Imperio Dendrita sin duda es vasto, desde que pasamos Ryniver hemos ido recorriendo la Vía Ysalonna por dias, rodeando la gigantesca Dendara donde no se nos permitió pasar, para llegar a Brenoic, pensé que nuestro camino terminaría aquí pero nos hemos adentrado por el sendero fronterizo. Nos fué imposible atravesar el puesto de guardia en la salida y tuvimos que recurrir a la fuerza, Bilder y Tha son diestros con el puñal hasta el punto de que lo solucionaron en un momento pero a mí, que llevo tanto tiempo sin enfrentarme al enemigo, me hirieron gravemente, por fortuna sigo fuertemente la doctrina de Eralie y con mi fe inquebrantable recurrí a los dones que Eralie me concede sanando mis heridas. Ha sido un momento doloroso, pero la suave caricia del Dios me ha librado del mal.

      11 de Slinde del 192. Era 4ª

      ¡Por fin libre! ¡Malditos sean Bilder y Tha! ¡Malditos por siempre! Esos malditos truhanes me estafaron, me llevaron hasta la gran caverna, hasta Ancarak, y allí me vendieron como un vulgar objeto, me convirtieron en esclava después de engañarme para ir por mi propio pie hasta allí, proveyéndoles de comida y de sanación, como una boba les acompañé y menudo calvario me han hecho pasar, pero aún así la fortuna me ha sonreído, porque sí, esta vez, he conseguido de primera mano información sobre el joven Nildrin. Pero contaré paso por paso antes de que se borre de mi memoria, porque ha pasado mucho tiempo.
      Nada más superar el puesto fronterizo de Dendra, dejando al oeste la Fortaleza de Dhara, entramos en el erial que separa Golthur de Dendra, pasamos allí por una gran caverna donde un grupo de soldados Kobold nos esperaban, por un momento creí que nos iban a asaltar y comencé a recitar hechizos defensivos para fortalecernos pero, para mi absoluto desconcierto, Bilder y Tha se acercaron tranquilamente a los kobolds, que tampoco se aprestaban al combate, sino que parecían esperarnos. Recelosa de tan inusitada actitud me mantuve atenta a sus gestos, pero tanta atención presté que no ví como, tras de mí, aparecieron un grupo de kobolds que con velocidad me apresaron con cadenas. Con dolor por su traición pude ver que los malditos bribones cambiaron una bolsa de monedas con los kobolds mientras me sonreían, con desprecio, y continuaban su camino hacia el norte. Me arrastraron de las cadenas por las cavernas y me reunieron con un nutrido grupo de esclavos que tenían allí presos. Me examinaron de salud, me preguntaron que era capaz de aprender y aunque intenté negarlo, las tintas, escritos y plumas que hallaron en mi petate les hizo ver que era letrada y valiosa en cierta manera. Como experta en las lenguas de Dalansear pude entender que me reservaban para cierta feria, no llegué a oir la fecha pero, como bien supe más tarde, no faltaba mucho. Quiso Eralie que la fortuna no me fuera del todo adversa y encontré allí a un soldado que recordaba a Nildrin, por lo que la pista no fue del todo falsa. Este hombre se hacía llamar Arika y venía de Kattak, conoció al Señor en Anduar y formaba parte del grupo de mercenarios (al menos esa parte de la historia resultaba cierta) que marchó al norte. Desgraciadamente el odioso Tha formaba parte de la comitiva, y como a mí, les capturaron y fueron sometidos como esclavos. La visión de Arika de nuestro señor Nildrin encajaba perfectamente en el aspecto físico, pero, quizá las aventuras y las tragedias vividas durante su exilio habían suavizado su arrogante talante de juventud, recordando cada vez más al Señor Nildrin que yo conozco. Como dice Arika «un semi-elfo consciente siempre de los demás, de las necesidades de los débiles, y apostando fuerte, con su espada y su danza, por aliviarles el dolor», muy diferente del que se marchó de Veleiron. Cuento el relato de la huída, transcribiendo palabra por palabra, lo que Arika a mí me relató:

      A Nildrin lo conocí en las ruinas próximas a Alandaen, avanzábamos mi cuadrilla y yo por una zona pantanosa buscándolas cuando nos asaltaron unos merodeadores del pantano. Nosotros, que éramos cuatro en total, nos salvamos con facilidad de la primera oleada, pero continuamente volvían nuevos merodeadores que nos hostigaban para adentrarnos más y más en el pantano, agotándonos e incapaces de defendernos nos quedamos espalda contra espalda, buscando defendernos hasta el último aliento, vendiendo cara la vida que nos iban a arrebatar, cuando vimos un destello luminoso entre los árboles, trazos de brillantes luz parecía brotar y desaparecer al azar en la densa oscuridad del pantano, como una lluvia de estrellas fugaces que se acercaba lentamente hacia nosotros, los merodeadores que nos rodeaban, como polillas acudieron a la luz entre gritos salvajes que se ahogaban al entrar en contacto con aquella luz, cuando por fin estaba bastante cerca fue la primera vez que vimos a Nildrin pelear, apenas tocaba el suelo sin enfangarse en el pantano de la velocidad con la que se movía, los destellos de luz brotaban de su espada, que giraba alrededor de él segando vidas como si un diablo se tratara, su rostro vibraba de pura emoción pero no había odio en él, no mataba con rabia ni con piedad, simplemente mataba, como si un escultor tallara la más bella obra de arte, actuaba con una precisión y una gracia sublimes y quedamos extasiados al verlo. Cuando todos los merodeadores habían muerto o desaparecido lentamente fue frenando su hermosa danza, como un canto a la muerte que acaba desvaneciéndose, arrastrado por el viento.
      Nos quedamos tan sorprendidos y maravillados que por unos segundos dudamos si era real, pero cuando nos miró y sonrió con una amistosa franqueza le vitoreamos alegres por haber salvado la vida. Enseguida quisimos que se uniera a nuestra cuadrilla, no sólo le debíamos la vida, sino que prometía un grandioso futuro para aventureros como nosotros y aceptó con bastante facilidad, le ofrecimos, dado su potencial, liderar el grupo pero no le interesaba, solo queria acompañarnos, y, gracias a él, fuimos capaces de hacernos con algunas riquezas. Aplastamos a la banda de Kregg, derrotamos el gusano que atormentaba a los enanos en los túneles de Kheleb y otras aventuras. Cuando ya nos sentimos bastante fuertes nos arriesgamos con un maldito bribón, que nos trajo hasta Ancarak y caímos en la trampa que nos convirtió a todos en esclavos. La furia con la que Nildrin estuvo peleando casi le cuesta la vida, pues su velocidad impidió que lo apresaran y se salvó. Creímos que no le volveríamos a ver, pero recibíamos noticias con los nuevos esclavos traídos aquí de que todavía merodeaba por las afueras de la caverna. Con frecuencia asaltaba las caravanas de esclavos liberándolos y algunos, vueltos a ser apresados, nos contaban que se había unido a un nómada y se decía que habitaban las cavernas, asaltando a los Kobolds y dándoles muerte para liberar esclavos. La leyenda empezó a correr y muchos de los maestros esclavistas empezaron a desesperar, la ruina les estaba llegando pues de tal forma había conseguido dominar las cavernas y arrasar con todos. Nosotros soñábamos que un día podría venir a rescatarnos y estábamos siempre prestos para combatir, se incitaron varias revueltas en las cavernas y aunque las represalias eran duras, y con frecuencia letales, la falta de nuevos esclavos permitió que la mayoría siguiéramos con vida. Finalmente el día llegó, los kobolds de toda la caverna corrían de un lado para otro, ataviados para el combate, oíamos los gritos de la refriega a través de los túneles y supimos que era el momento, por un momento pensamos que Nildrin había reunido una fuerza de asalto pero no, era sólamente él con ese nómada y los kobolds estaban aterrorizados, empezamos nosotros la revuelta para distraer las mayores fuerzas posibles y finalmente lo vimos. Danzaba con la precisión que las olas en bajamar arrasan con la playa, alrededor cuerpos de kobolds, soldados, chamanes y tiradores caían al suelo carbonizados por su danza de fuego, el deleite en su rostro, sin gozar de la carnicería, sino de la lucha en sí, típico de él arriesgando su vida por todos nosotros, nos inspiró para luchar con puños y dientes, tras él el nómada al que se habia unido le seguía el ritmo a duras penas con rápidos tajos, cuandos nos vimos en el combate supimos que éramos libres y avanzó despejando el camino con rapidez. Cuando nos encontramos ni siquiera nos dirigió una palabra, sólo la misma cálida sonrisa que vimos en el pantano de Zumelzu cuando nos conocimos, se encontraba en su salsa y con un gesto de su cabeza nos señaló al nómada que nos llamaba para escoltarnos hacia la salida. Tras nosotros quedó él, sólo, frenando la posible persecución y entonces una saeta atravesó mi pierna, caí al suelo dolorido pero obligué a mi cuadrilla a huir con el nómada, mientras me desvanecía por el dolor pude ver gigantescas sombras de criaturas que jamás vi antes rodearle formulando múltiples conjuros. Pero no pude ver más, cuando finalmente desperté todos los esclavos, menos los malheridos habían huído, supe de boca de otros testigos que aquellas sombras provenían de varios hechiceros Orgos, los aliados esclavistas de los Kobold, que habían acudido expreso para atrapar a Nildrin. Aunque yo sabía que poseía algunos conocimientos mágicos para protegerme de otras magias imaginé que no pudo hacer frente al poder de los Orgos, famosos por su gran civilización y su portentosa magia, pues sirven a Velian por encima de todos los dioses del panteón de Seldar. Aún así me sentí satisfecho por que apenas quedaban dos docenas de esclavos en toda la caverna, de los cientos que habían antes de la gran liberación, supe que el precio de los orgos para ayudar a los kobolds fue el propio Nildrin y lo llevaron esclavo con ellos, quizá para emplearlo como soldado y quien sabe.

      De este relato deduje que necesitaba ir a Al-qualanda, mi próximo objetivo será el desierto, tengo que saber cómo puedo conseguir aunque tengo una ligera idea, la proximidad de la feria de esclavistas, por lo que me contó Arika es el momento ideal para seguir la pista de las desventuras del joven Nildrin.

      18 de Slinde del 192. Era 4ª

      La última semana la he pasado demostrando mi valía para asegurarme de que no seré descartada, mis aptitudes como traductora han maravillado a esta raza perruna y conforme se acrecentaba mi valor sus dentudas sonrisas lobunas fueron creciendo mientras mis ojos se llenaban de avaricia. Por su errático comportamiento creo que mantendré en secreto mi condición de clérigo, parece que los malditos traidores que aquí me trajeron tuvieron a bien no comentarlo o lo pasaron por alto, pero en ningún momento se ha requerido de mí ninguna demostración al respecto, rezo en silencio a Eralie, en las horas nocturnas para mantener viva me fe. Aún así, parece que soy el producto estrella para la feria de pasado mañana. Espero poder seguir la pista del joven Señor a través de las dunas… Si contaran a mi añorado padre que su hija está esclavizada en las cavernas de Ancarak planeando como ser esclavizada por los Orgos de Al-qualanda habría llamado mentiroso a todo el mundo. Como he cambiado, pero ahora sé cuán fuerte soy, y hasta donde puedo llegar, cumpliré mi cometido como prometí a mi Señor, pero una vez cumplido, tengo grandes dudas de si podré volver a esconderme tras un escritorio.

      1 de Angthe del 192. Era 4ª

      Los planes no han podido salir mejor, conforme se inició la feria la explanada frente a la caverna, se llenó de ruido de cientos de diminutos kobolds, pestilentes criaturas, pero graciosas a su manera, correteando entre las piernas intentando llamar la atención sobre su mercancía de los gigantescos orgos, que paseaban señorialmente por la explanada discutiendo en su gutural lenguaje. Cuando por fin se inició la subasta principal quedé relegada al último puesto, quizá como plato fuerte. Ya había llamado la atención de varios compradores dirigiéndome a ellos en su propio lenguaje, el maestro esclavista que me vende sonrió con alegría ante la sorpresa. Lucía su estúpida sonrisa mientras, sin comprender nada de lo que decía pues usan el idioma dendrita para hablar entre ellos, hablaba de lo estúpido que era con gracia. Al parecer el desdén que sienten los orgos por una raza tan innoble como los kobolds ha sido una buena baza que manejar.
      Cuando finalmente era mi turno para saltar a la palestra me preparé a conciencia, recé a Eralie para que me concediera nobleza que me hiciera parecer la más deseable de las criaturas y funcionó. Quería que pujaran por todo lo alto, sabía que el joven Señor, después de su exhibición durante el rescate de los esclavos el día de su captura, no habría ido a una casa mediocre, y tendría muchas más probabilidades contra mejor fuera la casa de obtener información sobre él.
      Ahora me encuentro relegada a un puesto privilegiado, esclavizada, sin duda, pero el orgo que me ha comprado ha procurado darme todas las atenciones posibles, espero que su decepción no sea muy grande cuando mi carismática fuerza disminuya. Solo por la argolla con la que me han anclado a la calesa que me transporta ya he agradecido el cambio de mano. Me han quitado la pesada argolla de hierro, que me atenazaba el gaznate, por una suave cinta, ligera como un colgante, que me ata a su vez las manos pero sin quitarme movilidad. Deduzco que es mágica porque cada vez que intento desatarla o librarme de ella adquiere un tono levemente rojizo y se calienta. Creo que si lo intentara con más fuerza acabaría quemándome sin piedad pero, aún así, es preferible a la pesada cadena metálica que me impusieron los kobold. Desgraciadamente no todo iba a ser sencillo, siento que la cadena neutraliza mi magia divina, bloqueándola de alguna manera, así que para pasar el rato he examinado con detenimiento a mi nuevo amo. Es un orgo de tamaño impresionante para su especie, lleva multitud de objetos de claro origen arcano y posee ciertas habilidades mágicas, se puede notar en su blanca mirada inteligente y cómo la magia resuena en todo él, pero no es un hechicero, una larga espada cuelga de su cintura y la musculatura de su cuerpo denotan un intenso entrenamiento, asi como la tres cicatrices, bien cauterizadas ya, que marcan su mejilla desde el cuello hacia el ojo izquierdo. Debe tratarse de uno de los famosos magos rúnicos de Al-qualanda. Por la afición que siempre ha tenido el señor por la magia rúnica seguro que se habría entendido con alguien así.

      18 de Angthe del 192. Era 4ª

      Por fin llego a Ar’kaindia. La travesía desértica, por la cual sentía auténtico pavor, ha sido bastante sencilla. La habilidad innata para comprender el cielo de los orgos y andar con rumbo directo a través de las interminables dunas han hecho el camino bastante sencillo. Por fin estoy asentada en mi habitación, una modesta habitación de esclava al fin y al cabo, pero limpia y sencilla, me recuerda cuando estaba en el templo ordenándome como sacerdotisa de Eralie. Durante los largos días de camino he tenido ocasión en un par de veces de recibir la visita del Amo y hablar con él, mis esperanzas de haber acertado la casa crecen conforme hablo de mi misma. Cuando le dije que venía de la casa Ler’inen de Veleiron pude ver que reconocía el nombre y, aunque podría ser que hubiera reconocido el de Veleiron, famosa por sus vinos incluso en Ar’kaindia, mi intuición me dice que no es la primera vez que se escucha el nombre de la Casa. Al oírlo, su rostro se hizo más severo, casi imperceptiblemente, y casi como un acto reflejo, su mano acarició las marcas de su mejilla. Desde entonces el Amo, que es un hábil conversador, elude la conversación y con elegancia la desvía hacia otros derroteros.

      20 de Angthe del 192. Era 4ª

      Parecía que iba a ser una estancia tranquila traduciendo algunos textos pero, la descomunal librería del Amo me ha dejado completamente aturdida, solo he accedido a una de las salas. La que aparenta estar en élfico, y el Amo aún asegura que es la más pequeña de todas. Me han cambiado la habitación a una ligeramente más lujosa pero más próxima a la biblioteca. La cantidad de volúmenes a traducir es gigantesca, sería la tarea de toda una vida. Está apaciguando mis ansias de aventura, el viejo olor de los libros, los pergaminos y la tinta reseca, para ayudarme con las cargas hay un anciano gnomo que hace las veces de bibliotecario, y creo también que me espía. Aún he tenido algo de buena fortuna. Pues, por comentario de algunas esclavas durante las rondas de aseo a las que nos sometemos diariamente, he podido confirmar que el joven Nildrin fue esclavo también en esta misma casa, su habilidad combinando la capacidad de combate mediante las danzas, con las runas mágicas, atrajeron al Amo que es un reconocido mago rúnico de la ciudad que intentó que el joven Señor formara a algunos de los orgos del ejército orgo. Me han comentado que durante un tiempo estuvo confinado, como yo lo estoy ahora, a trabajar en la biblioteca pero que el paso del tiempo y su amor por la lucha le llevó a ceder y prestarse para los servicios solicitados. Por fortuna, dicen algunos, los orgos no son lo bastante hábiles para la danza y la academia de magos rúnicos danzantes no llegó a buen puerto.

      12 de Soel del 192. Era 4ª

      Han pasado los meses y mi trabajo parece no tener fin. No hago más que traducir y traducir libros absurdos, sin coherencia ninguna. Es Ami, cómo he decidido abreviar el eterno nombre de mi custodio AMiNoMePreguntesYoNoTengoNadaQueVerNiQueDecir, porque ya tengo claro que se trata de un custodio y no de un bibliotecario, quien selecciona los libros que he de traducir, sigue un ritmo errático y sin criterio alguno. Parece que están esperando que yo encuentre algo, y supongo que corresponde a la época en la que el señor Nildrin estuvo aquí. A pesar de todo, soy tratada con cordialidad y casi afecto por todos, pero lucen una terrible máscara de mentira tras sus palabras que me hace estremecer en ocasiones. Cada vez que ojeo un nuevo libro que he de traducir, la mayoría sobre mi propia tierra, Veleiron, y las costumbres y leyendas de los semi-elfos y nuestra historia, el penetrante ojo de Ami se posa sobre mí, intentando desvelar si reconozco algo, pero nada especial he visto hasta ahora. Volúmenes curiosos y casi irrepetibles, pero nada más allá.

      15 de Taran del 192. Era 4ª

      ¡Por fin he encontrado lo que estaban buscando! Llevo mucho tiempo ensayando el mejor rostro, para no reflejar ni un ápice de sorpresa pero el escrutinio de Ami era más intenso que nunca y creo que se ha dado cuenta de mi sorpresa. Al abrir el libro que me ha entregado, sobre la elaboración de vinos, enseguida he reconocido la letra, no pertenecía a mi padre, pero sí el estilo, estoy segura al cien por cien de que el autor del texto fue el joven Señor. Dudo que ningún otro pupilo de mi padre haya llegado hasta aquí, aparte de yo misma, sus palabras son familiares, casi puedo oírle hablar cuando leo sus líneas, demuestra además un profundo conocimiento sobre la elaboración del vino, a pesar de cometer leves incorrecciones en el los nombres de algunas de las herramientas. He descubierto además que algunas páginas están señaladas con un pequeño dibujo, no sé si el joven Señor intentaba enviar un mensaje a cualquier otro Ler’inen que pasar por allí en el futuro pero no veo otra explicación.
      El pequeño dibujo corresponde a una inscripción en el pozo del patio de armas en la casa Ler’inen, y sólamente alguien de allí podría reconocerlas, he podido contar hasta 6 páginas en las que está realizado correctamente, en otras 18 hay un símbolo similar pero que no reconozco, no tengo claro si está hecho para despistar o cuál es su significado. Curiosamente las seis páginas corresponden a la finalización de distintos capítulos y el texto parece dibujar un cuadrado perfecto, además, como en todos los capítulos, habla de cómo los niños trabajan el vino en Veleiron, cosa que realmente no sucede pues no se les permite iniciarse en la recolección hasta los 16 años. El acertijo me tiene realmente intrigada, la inteligencia de Señor de la Casa es de sobra reconocida pero no sé que era lo que pretendía.

      18 de Taran del 192. Era 4ª

      ¡Lo tengo! Casi como si hubiera sido el propio Eralie quien me inspirara he recordado que los niños, siempre junto al pozo, cantábamos la canción del cubo, en la que jugábamos lanzando un pequeño cubo de madera. Las páginas tienen las líneas marcadas exactamente para dibujar cuadrados, y son seis, deben corresponder a los lados del cubo. ¿Debo crear un cubo con las seis páginas? No lo tengo claro, pero es la única explicación que se me ocurre. Afortunadamente a estas alturas he memorizado por completo las páginas marcadas y podría reproducirlas en otra hoja, mañana me traerán de estraperlo tinta y pergaminos y formaré el cubo, no sé que significa, pero si la intuición no me falla es lo que necesito. Ayer descubrí que el Amo había acudido a la biblioteca y conversaba con Ami con el libro entre las manos. Creo que realmente estoy sobre algo importante.

      19 de Taran del 192. Era 4ª

      Hoy ha sido un día muy duro, no sé si intencionadamente o no pero he tenido el día bastante descargado de trabajo gracias a Ami por lo que he podido emplearme a fondo con el cubo. He replicado el cubo en todas las posiciones posibles pero nada sucede, empezaba a desquiciarme y a ponerme nerviosa con las constantes idas y venidas de Ami, pero cuando ya creía que estaba perdiendo el tiempo y me dijo al oído, con tanto disimulo que casi me asustó: Tu joven amo usaba dos tintas. Un escalofrío ha recorrido mi espalda cuando lo he oído, he empezado a recorrer el libro original letra por letra, intentando identificar la segunda tinta pero ha sido imposible, no he conseguido hacerlo y creía que jamás lo descubriría cuando al pasar una página, por el rabillo del ojo, he descubierto que la cinta esclavizadora de mi muñeca reaccionaba al mover la hoja. Es tan cómoda y hace tanto que la llevo que casi me había olvidado de ella, forma parte de mi atuendo y no le presto atención pero al pasar la página para ir a otra hoja intentando identificar la segunda tinta un balanceo de la cinta antinatural me ha abierto los ojos, he pasado la página atrás y adelante para cerciorarme y entonces lo he entendido. La cinta esclavizadora tiene en su centro un fino hilo de hierro que creo que acumula todo el poder arcano que la hace irrompible y he deducido que si reaccionaba la otra página la segunda tinta no podía ser otra que la de base de ferrita, una tinta magnética empleada por los poderes arcanos para cierto tipo de hechizos. Gracias a la misma cinta que me tiene esclavizada he sido capaz de ver cada letra y mi sorpresa ha sido mayúscula, cada cara del cubo tiene trazada una runa con tinta magnética de ferrita mientras que el resto están hechas con una tinta vulgar. No sé cómo conseguiré la tinta pero ahora tengo claro lo que debo hacer.

      20 de Taran de 192. Era 4ª

      ¡Libre! ¡Soy Libre! Aunque siempre sospeché de Ami su ayuda ha sido inestimable, nos encontramos ahora acercándonos a la ciudad de Anduar, libre por fin y con toda la información preparada sobre mi señor Nildrin a tiempo para su 150 aniversario. Pase toda la noche de ayer nerviosa porque no sabía cómo obtener la tinta magnética cuando caí en la cuenta que estoy rodeada de ella. Es un metal tremendamente común en Ar’kaindia y hay multitud de objetos hechos con este mineral, cogí la vasija de mi propio cuarto y la triture para magnetizar la tinta común, como una rudimentaria pero efectiva tinta de ferrita. Tras esto repasé los trazos dibujando las runas y al finalizar el cubo rebosaba con evidente magia arcana. Sólo tuve que lanzarlo y una luz cegadora, que parecía provenir de mí misma me aturdió por unos segundos, cuando miré mi cuerpo buscando efectos secundarios de dicha luz me dí cuenta que la cinta de esclava había desaparecido. De repente un tremendo griterío empezó a sonar por los pasillos, como el inicio de la revuelta, al asomarse prudentemente vi que no sólo mi cinta había desaparecido, ¡sino la de todos los esclavos que veía! Algunos a empujones otros con cautela pero todos intentaban salir de la casa una huida poco organizada, aproveché que por fin era libre para lanzar el conjuro de santuario y protegerme cuando la vieja sensación de paz del poder de Eralie me inundó de nuevo. Con el cerco roto cogí algunos volúmenes prestados de la biblioteca que siempre había querido tener antes de intentar escapar yo también cuando Ami apareció, quise retenerlo pero mi propio santuario me lo impidió y con una sonrisa casi pícara multiplicó su imagen apareciendo multitud de Amis. Con una voz que desbordaba alegría me tendió la mano y dijo: ¡Sabía que lo conseguirías!¡Sígueme! Lo tengo todo listo.

      Así que no pude más que seguirle, me guió por pasillos poco transitados hasta una ventana que asomaba al desierto y tras formular un conjuro sobre mi misma, al pasar el santuario, y sobre él después saltó al vacío invitándome a hacer lo mismo. Asustada me asomé y vi como caía suavemente, como una pluma mecida por el aire, así que me armé de valor y salté detrás. La ventana elegida no podía ser mejor ya que estábamos alejados del río de esclavos que salía por las puertas, algunos a golpes, otros con magia, mientras las temibles fuerzas orgas intentaban contenerlos. Una vez llegados al suelo invocó un elemental con forma equina que nos alejó rápidamente de la terrible, pero hermosa, ciudad de Ar’kaindia. No tenía ni idea de que se trataba de tan portentoso mago, al comentárselo rió con una voz de cascabeles que nunca le había oído antes, y me relató la historia de la Liberación de Nildrin:

      La Liberación de Nildrin, según las palabras de AMiNoMePreguntesYoNoTengoNadaQueVerNiQueDecir
      Hace ya muchos años, cuando yo era un gnomo habilidoso y joven, fui capturado por los orgos y esclavizado. Gracias a mi inteligencia y mi escaso tamaño me asignaron las tareas de la biblioteca y, vista las alternativas, las acepté con agrado. Mi discreción y mi habilidad para organizar, leer y hallar magníficos volúmenes en la librería me hizo congraciarme con el Amo y con el paso de los años trabamos cierta amistad. Un buen día, tenía tanta confianza con el amo que le ofrecí mis servicios de corazón, y para siempre, si a cambio me permitía volver a ejercer mis artes arcanas, como un aliado libre de la ciudad de Ar’kaindia. La risotada cruel que soltó derribaron su fachada de amistad, yo era una posesión suya, como una mascota, no había mas sentimientos que esos. Con el corazón roto y la eternidad por delante empezó a corromperse mi alegría hasta el día en que llegó Nildrin. Cuando lo trajeron tenía la mirada furiosa y hacía temblar a la mayoría de los esclavos solo con mirarlos, y ni siquiera los guardias aguantaban durante mucho tiempo el fuego que ardía en él. Pero con el tiempo ese fuego no es que se apaciguara, pero sí dejó de crepitar. Pasaron los días y no conseguían asignarle una tarea que aceptara cumplir pero el Amo, interesado en la maravilla de sus artes militares, insistía en domesticarlo, yo recuperé las ganas de ser libre solo contagiado por su fortaleza y ese espíritu rebelde empezó a alojarse en el corazón de todos los sirvientes. Como la situación que provocó un semielfo encadenado empezó a resultar insostenible, siervos con respuestas airadas, pequeños motines siempre apagados con furia decidieron apartarlo de la vista de todos y aislarlo, por lo que fue asignado a acompañarme en la biblioteca donde ningún otro siervo entraba. El tiempo que pasé con él no consiguió apagar su ira pero si encauzarla, necesitaba escapar de allí como todos, pero su fuerte carácter hacía que estuviese siempre más vigilado que el resto, lo que le haría imposible huir jamás, además afuera había solo desierto, por lo que la huida tampoco era algo que se pudiera hacer sin meditar. Tras estas palabras su humor se corrigió, con frialdad y buen tino empezó a colaborar con el señor, incluso estuvo un tiempo formando a los orgos en la danza pero resultaban demasiado patosos y los expulsaba de la academia hasta que el señor se cansó del proyecto y lo devolvió a la biblioteca. Cuando por fin regresó sus ojos brillaban con la fuerza de antaño, tenía un plan y necesitaba toda la información que pudiera obtener sobre las runas en la biblioteca del Amo. Con mi llave de la biblioteca privada del Amo le fui suministrando con disimulo diferentes libros y él fue quien ideó la estratagema del cubo para liberarnos a todos en la ciudad al mismo tiempo, su capacidad con las runas resultaba asombrosa pero muy lejos de la mía propia por lo que apenas pude ayudarle en nada. Hicimos unos pequeños experimentos y conseguimos desatarnos las cintas esclavizadoras pero reaparecían al poco. Durante un tiempo estuvo mejorando el hechizo y yo aproveché para enseñarle el conjuro de montura, como el que ahora usamos para escapar, hasta que finalmente lo tuvo listo del todo.
      Teníamos miedo de que algunos de los esclavos le fueran con el cuento al Amo para ganarse su favor así que lo guardamos en secreto y pensamos que la sorpresa fuera la guía. Cuando finalmente lo llevamos a cabo el tumulto y la sorpresa fue aún mayor que hoy, mucho se quedaron parados sin saber que hacer, otros siguieron con sus tareas pero muchos iniciaron la huida. Corríamos hacia la ventana por la que hoy hemos escapado pero pasamos por delante del almacén donde vio una espada rúnica. No sé si echaba de menos el combate, si anhelaba medirse contra los magos rúnicos, si quería venganza o si quería ayudar a los que estaban huyendo pero cogió la espada y fue corriendo hacia la habitación del señor dejándome atrás, mientras me gritaba que me marchara que me seguiría más tarde. Al asomarme a la ventana, ver el desierto y toda la libertad ante mí me asusté y solo pude que esperarlo hasta que horas después me hicieron preso de nuevo. Me contaron después, pues hubo muchos testigos, que apareció ante el Amo como un ser casi divino, estaba prácticamente desnudo pero parecía que la hoja que empuñaba era toda la vestimenta que necesitaba, atravesó pasillos danzando y cantando, lanzando tajos a diestro y siniestro y girando como una peonza, animando a todos a la huída y aniquilando a los guardias, su cuerpo ensangrentado de sangre negra y una alegre y cálida sonrisa en el rostro, disfrutando como nunca parecía que estaba. Permitió que el Amo cogiera sus pertrechos para enfrentarse en un duelo contra él a cambio de su libertad, y cuando empezó el combate a la velocidad de un relámpago se plantó frente a él gigantesco orgo, girando sobre sí mismo le cortó una dos y tres veces el rostro mientras la piel le ardía como si la hoja desprendiera ácido. El siguiente golpe fue a la cadera, y como un gigantesco pino talado el Amo cayó al suelo y Nildrin, según me contaron, apoyo la hoja que empuñaba sobre su garganta y le preguntó si iba a cumplir su palabra de dejarlo libre al ser derrotado. El Amo no pudo más que aceptar su derrota y le permitió marchar. Horas más tarde, cuando regresé a mi habitación, había dejado el libro sobre la recolección de vino donde había inscrito las runas en mi cuarto, con una nota de despedida, como si supiera que yo todavía no estaba preparado para huir, en la que me decía que él no podía esperar más, pero que algún día alguien vendría y me daría una segunda oportunidad. Ese alguien eres tú, Arcil de la Casa Ler’inen, y nunca podré estar lo bastante agradecido tanto a tu señor Nildrin, como a tí

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      La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
      Orco te golpea con su cimitarra.

    • Nataraya
      Participant
      Número de entradas: 25

      Impresionante! Me encanto, esta genial la manera de exponerlo.

    • Arada
      Participant
      Número de entradas: 501

      asias!

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      La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
      Orco te golpea con su cimitarra.

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