Inicio Foros Historias y gestas La historia de Shashkuash

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    • Saotome
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      Calor. Estrechez. Leves gorjeos y chasquidos esporádicos atravesaban la cáscara que la separaba del mundo, descubriendo la existencia de un exterior que, más pronto que tarde, debería visitar. Los sonidos, claro, procedían de sus semejantes. Otras crías, algunas hembras adultas de su especie que cuidaban de las ovadas, y una decena de guardias de élite protegiendo y vigilando el futuro de Grimoszk.

       

      Y chamanes. Ancianos chamanes que revisaban las ovadas rutinariamente, seleccionando las crías fuertes mediante sus conocimientos y su magia, y descartando las débiles. Las fuertes iban a una parte del criadero donde abundaban las cuidadoras más sabias y ancianas, quienes se aseguraban de dar a la futura élite de Grimoszk todos los cuidados y facilidades para que superasen el nacimiento sin contratiempos. Las débiles, una gran mayoría, se hacinaban en el centro del criadero, manteniendo el calor mediante la acumulación de huevos y algunas de las jóvenes cuidadoras se aseguraban de que salieran adelante todos los posibles. Al fondo, una considerable pila de cáscaras rotas y huevos abandonados acompañaban a un buen número de cadáveres de crías demasiado débiles para entrar en ninguno de los dos grupos anteriores. Un ínfimo grupo de crías salían de tan dantesca visión, arrastrándose, intentando unirse a sus hermanos ya nacidos, bajo la atenta mirada de adultos que no movían un dedo por ayudarlas. Debían demostrar que no serían una carga para su ciudad desde el mismo momento en que nacían.

       

      Ése fue el primer recuerdo de ésta cría. El criadero no era, desde luego, una visión inspiradora, pero sí que era, qué duda cabe, una visión reveladora. Ella, nacida en la élite, tenía un futuro escrito en ésa misma sala: había nacido para gobernar y liderar sobre sus débiles hermanos. Tan pronto salió del cascarón, la más veterana y capaz de las cuidadoras lamió su cuerpo, limpiándola de los líquidos que habían sido su mundo hasta ése día, y apartando los trozos de cascarón que aún quedaban adheridos a su cuerpo. Una vez hubo terminado, la cogió entre sus manos, la alzó, y mostrándola sumisamente a un enorme hombre-lagarto que las observaba, repitió las palabras rituales tantas veces pronunciadas:

       

      «Una dragona ha nacido de tu semilla. Suyo es el destino de nuestra raza, ahora. Escucha ahora las palabras de Ozomatli en tu corazón, y revela el nombre su nombre a los ancianos»

       

      Selmaer contempló con orgullo a su cría. Sería fuerte, qué duda cabía al ver sus extremidades. Pero su mandíbula… Había mucha fuerza en su cuerpo, pero la mandíbula era corta y débil en comparación. No podría ser incursora, como él. Ozomatli le había dado una hija con otros dones, distintos a los suyos. Una palabra le vino a la mente, suspirada a su subconsciente por algún poder divino. Sonrió para sí al sentir la bendición de Ozomatli y proclamó el nombre de su nueva hija henchido de orgulo.

       

      «Shashkuash»

       

      Con un leve asentimiento, la anciana cuidadora se giró para mostrar a la cría a los chamanes que contemplaban la escena. Se la presentó con la siguiente fórmula del rito:

       

      «Ésta es Shashkuash, hija de Selmaer. Con la bendición de Ozomatli, dominará los pantanos y se alzará ante sus enemigos.»

       

      Con un breve cántico, los chamanes bendijeron a la cría, y fue entregada a su padre. Shashkuash había comenzado su entrenamiento.

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