Inicio Foros Historias y gestas La historia de Zikirot

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    • Arada
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      La taberna estaba atestada, como toda taberna halfling que se precie, y el ruido de las risas y el entrechocar de copas con continuos brindis
      resultaba casi ensordecedor, en cualquier cultura se habría considerado una gran celebración, para los halflings era una tarde normal, tras una jornada
      de trabajo. En un rincón una mesa más grande que las demás ejerce las labores de sala de juntas de la mayoralía de Eloras, el órgano de gobierno. El
      mayor, Gurlen Cambuyón, gusta de celebrar allí las juntas y nadie se ha opuesto. De hecho, desde que se tomó esta decisión, la asistencia a las juntas
      de ha triplicado, así como la frecuencia de las mismas.

      ¡¡¿¿Longaniza??!! Gorlin mira estupefacto la longaniza que hay en su mano, donde debería haber una daga. De repente la silla de Gurlen, bajo la que se
      está ocultando, cae hacia atrás atrapándole. Gurlen asoma por encima de la misma y le sonríe con satisfacción:
      – Deberías afilar con menos grasa tu daga hermanito – las risas generalizadas en la taberna no avergüenzan a Gorlin, la risa de su hermano mayor
      siempre le ha resultado contagiosa. Da un bocado a la salchica y replica. – Tienes razón hermano, me he pasado con el aceite, pero tú también deberías
      comer menos espadas. Pareces una armería con esa barriga. – Ambos ríen con la intimidad de los hermanos y apartando la silla Gurlen ayuda a Gorlin a
      levantarse. Una rápida mirada basta para dar por finalizada la reunión y se quedan solos en la mesa.
      – Has estado muy cerca hermano, estoy orgulloso de tí, pero te ha faltado sangre fría, estaban tan cerca de tu objetivo que olvidaste todo lo demás y
      la impaciencia te pudo, y.. – Gurlen se pone serio ahora, la charla instructiva para su hermano siempre tiene dos caras, la de aprobación y la de
      reprobación . … y … has hecho ruido.
      Los ojos de Gorlin se abren de par en par sin poder dar crédito – ¿Ruido? – pregunta sorprendido – ¡Imposible! – asegura con tono enfadado. Gurlen sabe
      que para un halfling ser ruidoso es una deshonra, pero para un halfling con las inquietudes de Gorlin es algo muy doloros de oir. Gurlen intenta
      consolarle pero ésta vez se ha pasado, la verdad es que su pequeño hermano estaba demostrando cualidades de sobra para trabajar con él pero, quizá por
      la bebida, había errado en sus palabras. Quizá ruido era demasiado fuerte para el leve siseo que había oído. Pero era tarde, el humor de Gorlin era
      explosivo y salió ofendido de la taberna. Una sola mirada hacia uno de los borrachos que parecía dormitar en la entrada bastó para que se levantara y
      fuera tras él. Su hermano a veces era impulsivo, como todo joven halfling y más valía a veces protegerle de sí mismo. Para su sorpresa el sicario
      regresó a los pocos minutos con un gesto de decepción. Gorlin tenía años de práctica eludiendo las «vigilancias» que su hermano le imponía y aún no se
      había acostumbrado a ello.

      Al caer la noche Gurlen se acerca a su residencia tras solventar ese tipo de asuntos sobre los que los halfling y los humanos disienten de su
      naturaleza moral pero, para su sorpresa, Gorlin todavía no había vuelto. Una rápida inspección a la pequeña pero lujosa estancia le permitió detectar
      que tampoco estaban sus pertenencias de viaje. Suspiró largamente algo hastiado del temperamento adolescente de su hermano menor y se asomó a la
      ventana, diciendo al aire: ‘Id y buscad a mi hermano que ha marchado’. Sin esperar respuesta cerró la ventana y se dirigió a su estancia dormitorio a
      sufrir un sueño intranquilo. En ese mismo momento, en la puerta de Anduar un pequeño halfling entra en la ciudad bajo la mirada inquisidora de los
      guardias que, por experiencia, han aprendido a sospechar de esos simpáticos amigos de lo ajeno.

      El bullicio de la ciudad puede resultar insoportable, el trasiego de Anduar, centro económico y social de Dalansear, desborda los sentidos con gritos,
      olores y colores tan dispares como numerosos. Para un halfling llegado del tranquilo bosque de Eloras, donde los sonidos más allá de la taberna son
      únicamente susurros entre las sombras, todo este batiburrillo de la gran ciudad suele ser una experiencia traumática y tardan varios días en
      acostumbrarse y poder dormir. A pesar de ello Gorlin no puede estar más contento. La sensación de libertad, alejado de la alargada sombra de su hermano
      le llena de el corazón de aventura y desafíos por llegar. Además los mercaderes avanzan bamboleándose descuidados, con sus repletas bolsas a la vista,
      un acto tan insensato que apenas puede guardarse las manos en los bolsillos. ‘Demasiado pronto, demasiado pronto…’ se dice para sí mismo. El
      instinto, el destino o el simple azar le anima a girar hacia la derecha y meterse por pequeños callejones en vez de unirse a la marea que lleva hacia
      la plaza y el mercado. En los suburbios el jaleo de la ciudad es un murmullo constante que parece brotar las paredes, apagado, y, poco a poco, las
      luces van reduciendo su número y las sombras cada vez son más, y los recodos más oscuros. Gorlin se siente a salvo, confía en su propia destreza y su
      capacidad para pasar desapercibido pero, prudencialmente, él mismo se acerca a las sombras protectoras y se desliza invisible por los callejones hasta
      detenerse al ver una llamativa escena:

      Un humano grande, gordo y torpe, con lujosas vestiduras, se despide balbuceando bebido y con generosidad saca una moneda de oro de una bolsa repleta y
      la deja caer entre los pequeños pechos de una joven semi-drow que se despide agradecida en el portal con un profundo beso. El hombre se da la vuelta y,
      se apoya unos segundos en la pared recuperando el equilibrio. Gorlin sonríe saboreando el manjar que se presenta ante él, tomar su bolsa será
      terriblemente sencillo y enriquecedor, en el sentido literal de la palabra. Con estudiada lentitud se acerca entre las sombras y prepara su daga, la
      más afilada de todas, para cortar con destreza la cuerda. El hombre se acerca hacia él, y Gorlin, ansioso, da un paso adelante cuando una mano sujeta
      su capa llamando su atención. Sorprendido Gorlin apenas puede contener un grito pero se muerde el labio a tiempo, al buscar al dueño de esa mano ve
      otro halfling, apenas unos centímetros más bajo que él pero mucho más joven que, con gestos, le incita a guardar silencio y permanecer agachado. El
      instinto de Gorlin es abofetear a ese adolescente por interrumpirle en tan crucial momento pero algo le dice que es mejor seguir las instrucciones y se
      mantiene agazapado en las sombras. El bamboleante borracho pasa a su lado con las monedas tintineantes, tanto ruido hacen que Gorlin siente que algo
      está mal, sus ojos y su instinto de supervivencia se activan mientras analiza todo alrededor. Por el rabillo del ojo un fugaz destello de una daga
      sobre un tejado llama su atención pero antes de poder cerciorarse cuatro matones irrumpen en el callejón bloqueando el avance del gordo borracho.

      – ¡Tú! ¡No crees que es demasiado peligroso andar sólo por aquí a estas horas? – dice el primero
      – ¡Quizá esté buscando protección! – asegura el segundo
      – ¡Protejámosle! – dice el tercero
      – Protejamos su bolsa mejor – dice el cuarto.

      Los cuatro ríen con ganas y empiezan a rodear al balbuceante mercader que tiembla aterrorizado. De repente, un segundo antes de que la daga se hunde en
      su vientre, Gorlin descubre una cruel sonrisa en la cara de la víctima que encaja la hoja en su estómago sin gesto de dolor alguno. Ante la mirada
      estupefacta del matón que le atacaba una nube de humo estalla envolviendo al mercader que se convierte en un semi-drow de mirada asesina que está
      sujetando la mano atacante. Con un rápido gesto y un oscuro rezo una pestilente nube de enfermedad, insectos y larvas rodea a los matones que sucumben
      al dolor entre alaridos de terror. De entre las sombras aparecen al momento varias figuras que acaban a puñaladas con los matones. Cuando sus cuerpos
      el suelo, ya desprovistos de vida, no hay una sola moneda que recoger. Los asesinos, sin intercambiar palabra, se reparten las ganancias y vuelven a
      las sombras. Gorlin, sorpendido, se queda unos minutos en silencio, mientras trata de asimilar el nido de ratas en el que va a moverse de ahora en
      adelante. Eso le recuerda la pequeña comadreja que, en silencio, acaba de salvarle la vida.
      – ¿Hay un sitio seguro en el que podamos hablar, comer y alojarnos?
      La comadreja niega con la cabeza
      – ¿Hay un sitio seguro en el que podamos hablar y comer?
      La comadreja niega con la cabeza
      – ¿Hay un sitio seguro en el que podamos hablar? – pregunta Gorlin desesperado
      La comadreja niega con la cabeza
      – ¿Hay … un sitio seguro? – dice con temor por la respuesta.
      La comadreja, con deliberada lentitud, niega con la cabeza.

      Finalmente la comadreja, como decide llamarle Gorlin en vistas de que no habla, le hace un gesto a Gorlin para que le siga y le guía a través de los
      sucios callejones de la ciudad. Tras una larga caminata ambos se encaraman a una casa por una ventana con las rejas lo bastante separadas para su
      pequeño tamaño y llegan a una pequeña despensa. Cuando Gorlin, hambriento, alarga su mano para adquirir una pieza de pan la comadreja le detiene y le
      indica por señas qué pieza coger. Cuando Gorlin la sostiene se da cuenta de que está medio hueca, la comadreja la ha estado pellizcando por debajo y
      parece una hogaza como cualquier otra, pero está medio vacía. Pellizca un trozo y lo come con ansia, está algo duro pero con tanta hambre como tiene le
      sabe a gloria. Comadreja se gira de espaldas a él y empieza a trastear en un estante superior para sacar una pieza pequeña de jamón ahumado, sin
      embargo alguien ha puesto encima un cacerola y empieza a tambalearse apunto de caer.
      – ¡Oye, tú! – dice entre susurros Gorlin.

      Comadreja no se gira
      – ¡Va a caerse esa cacerola en tu cabeza! – dice algo más alto
      Comadreja no se gira
      – ¡ Vas a despertar a todo el mundo ! – grita lo más bajo posible y se da cuenta, Comadreja, no es sólo mudo, sino también sordo. Ser mudo es casi un
      beneficio cuando intentas moverte en silencio pero sordo… es casi imposible ser sigiloso sino eres capaz de oir el ruido que estás haciendo. Con
      renovado respeto por el niño halfling apoya una mano en su hombro y le señala la cacerola. Comadreja sonríe agradecido y la empuja suavemente hacia
      atrás y extrae la pieza de jamón que buscaba. A modo de explicación Comadreja empieza a rodar entre sus manos el jamón, calentandolo y después, como si
      lo limpiara de grasa, coge un pellizco del pan hueco y lo pasa por encima. El ingenioso método para comer sin parecer que hayas comido sorprender a
      Gorlin que imita a su compañero, ambos sonríen cómplices de su treta y siguen comiendo hasta saciarse.

      Es la mañana siguiente y Gorlin y Comadreja han pernoctado en la despensa, sacando unas cajas y ocultándose tras ellas. Un criado vino a primera hora
      de la mañana y despertó a Gorlin que vio dormir plácidamente a Comadreja antes de despertarlo con un suave golpe. En estos momentos ambos gesticulan
      acaloradamente haciéndose entender, afortunadamente ambos comparten la educación básica de los halfling que, hablar en silencio, cuando se intenta ser
      sigiloso, es algo que se aprende muy temprano.
      – Tengo que agradecerte haberme salvado ayer – le indica Gorlin
      – No es nada – le gesticula Comadreja – no podía hacer menos por tí – continúa – no me reconoces pero nos hemos conocido en Eloras, Gorlin Cambuyon.
      Pero no te preocupes por las señas, puedes hablarme que sé leer los labios.
      Gorlin se sorprende aunque no demasiado, ser el hermano pequeño del Mayor de Eloras nunca ayuda a vivir en el anonimato.
      – ¿Y tú nombre? Sino te importa claro – le pregunta Gorlin
      – Tuve uno, pero no lo consigo recordar – contesta él por señas y, ante la tristeza en la cara de Gorlin añade sonriente – ¡No te preocupes por eso!
      Es una historia de mi cabeza, no lo quiere recordar
      – Te llamaré Comadreja entonces, eres rápido y ágil cómo una
      La sonrisa de oreja a oreja de Comadreja da por zanjado el asunto y ambos salen por el ventano hacia la ciudad.
      Pasan los día entre tropelías y pillaje, hacíéndose pasar por niños humanos para parecer más inocentes, eludiendo a los semidrows en las noches y, poco
      a poco, consiguiendo un dinero extra para la supervivencia. Gorlin y Comadreja son un gran equipo y la confianza entre ellos crece, llenando el vacío
      que ambo sentían por la familia perdida. Comparten sueños y esperanzas y Gorlin no puede parar de reir cuando, con una vehemencia que casi le convence,
      Comadreja le confiesa qué su sueño es ser el Rey de los Ladrones.
      El tiempo pasa y en la despensa aprenden a convivir reponiendo de vez en cuando para pasar desapercibidos y, gracias a la apertura de un negocio en la
      pared lateral engañan a ambos propietarios y se hacen con una pequeña estancia accesible desde la despensa entre las paredes que separan ambas
      viviendas fuera de todo registro e impuesto. Un pequeño habitáculo en el que almacenar sus crecientes tesoros y que usar de refugio. La amistad de los
      dos halfling crece estrecha y el fuerte vínculo que los une se vuelve inexpugnable cuando, tras pasado casi un año desde su emancipación, Gorlin da su
      gran golpe.
      Había salido de la ciudad para buscar víctimas adineradas sin tener que competir intramuros con el creciente número de ladrones en la ciudad, que hacía
      cada vez más difícil encontrar una buena presa. Acechando entre la jara creciente junto al camino hacia Takome descubre un monstruoso jinete, vestido
      con el metal rojo de las fraguas de Dendra sobre una criatura diabólica. Sin duda, piensa Gorlin a salvo en su escondrijo, debe tratarse del Paladín
      del Mal, Morgzhu de la fortaleza D’hara. Animado por haber pasado totalmente desapercibido se acerca con cuidado a los cuartos traseros del diablo
      acerado que transporta al paladín. Quien, a escasos metros de él, mira ambas direcciones de la bifurcación como si eligiera el a dónde llevar la muerte
      con él, si hacia Nimbor, Thorin o Takome. Gorlin se aproxima con cuidado y, decidido, hasta exponer su propia seguridad cuando sus ojos brillan de pura
      codicia. Algo descuidado entre las pertenencias del Gran Maestre de D’hara hay un Omóplato Prospector, un artilugio casi milagroso por el que cualquier
      minero de Kheleb-Dum pagaría una fortuna. Sin pensárselo dos veces tira del largo mango para sí mismo con cuidado y por fin lo tiene en su poder, sus
      ojos apenas dan crédito y extasiado por su logro se distrae más tiempo del necesario hasta que una voz cavernosa, como si cien fuegos ardiesen en el
      fondo de un volcán le grita desde lo alto.
      – ¡ Maldito halfling ! ¡Eso es mío! ¡Devuélvemelo! – le grita.
      Gorlin sale de su ensimismamiento cuando el peligro dispara su adrenalina y corre de nuevo hacia fuera del camino, buscando que la maleza entorpezca a
      la poderosa montura. Cuenta con una gran ventaja, él es un halfling, es realmente pequeño, y el humano sobre la depredadora de acero, son en conjunto,
      un monstruo gigantesco. Con facilidad desaparece en los trigales de Nimbor donde los ciudadanos huyen atemorizados por la llegada de Morgzhu y claman
      la atención de los milicianos, quienes, en un honroso pero suicida gesto de valor, le enfrentan distrayéndolo el tiempo suficiente. Gorlin vuelve hacia
      Anduar evitando los caminos principales al encuentro de su amigo Comadreja, impaciente por enseñarle su trofeo pero dejando pasar un par de días para
      que la rabia del Paladín se apaciguara. Así anduvo por Naduk unos días hasta que una escalofriante noticia llegó a la taberna. Al parecer el terrible
      guerrero de D’hara había atacado la ciudad sembrando el caos y dando muerte a todo el que se enfrentaba a él, y que unos matones, temerosos de su ira,
      le había entregado un halfling sordo y mudo para saciar su cólera. Al oir esto de un salto sale disparado hacia la ciudad, con lágrimas en los ojos y
      sin detenerse directo a su pequeño refugio. Al llegar a la calle, por la ventana de la despensa que les sirve de acceso una pequeña mancha de sangre le
      indica que Comadreja al menos llegó allí. Se adentra por la ventana y el rastro de sangre dentro es escandaloso, las cajas que dan acceso a su guarida
      están movidas pero no se han vuelto a recolocar para tapar la entrada y Gorlin se desliza rápidamente dentro. Al entrar la figura pálida de Comadreja,
      en un rincón con el rostro destrozado, le encoge el corazón, se echa sollozando sobre él y un gemido ilumina su esperanza.
      – ¡Comadreja! ¡Estás vivo! – exclama con la esperanza inundando su voz y continúa – ¡Te salvaré!
      Intenta levantarlo pero cada pequeño movimiento encoge de dolor al pequeño Comadreja.
      – Para – dice Comadreja – es muy último aliento, deja que lo gaste contigo mi amigo. –
      Con la boca abierta de par en par, Gorlin apenas puede dar crédito . – ¿Ha .. Ha .. Has hablado?! – pregunta y afirma a la vez.
      – Jeje – dice Comadreja y acto seguid se pone a toser sangre. – Aún puedo enseñarte algo amigo Gorlin, todo el mundo miente, nunca he sido sordo o
      mudo, pero hay cosas que solo se dicen delante de un sordo, y secretos que sólo se confiesan a un mudo. – Comadreja intenta sonreir pero el dolor le
      provoca una mueca horrenda, la peor sonrisa del mundo.
      – ¡Maldito idiota! ¿Y qué hago ahora contigo? – Gorlin olvida los meses de mentiras de Comadreja al instante, sabía que más allá de eso había una
      sincera amistad entre ambos.
      – Me tienes que convertir – replica entre esputos y gemidos de dolor – en el Rey de los Ladrones.
      – ¿Cómo? – contesta entre sollozos Gorlin
      – Tú.. nombre.. ya no lo puedes.. usar – al agotamiento es cada vez más evidente en Comadreja mientras la vida se le escapa en cada segundo. – la
      Guardia Nivrim te busca, dieron por sentado que había sido yo y no quise hablar para desmentirlo, quería protegerte y si yo estaba preso por tí, tu
      estarías libre para salvarme. Pero no me apresaron, sino que me entregaron a Morgzhu, casi acaba con mi vida en ese instante, y aunque me ha dado
      muerte, pude esconderme aquí. La guardia Nivrim te seguirá buscando para recuperar el omóplato, déjame verlo.. por favor…
      Gorlin lo saca de su espalda y lo desenvuelve con cuidado para mostrarlo a su moribundo amigo, que lo acaricia con cierto amor.

      – Y dime, ¿cómo pudo convertirte en el Rey de los Ladrones? – le pregunta Gorlin asumiendo que su amigo va a morir e intentando ser el consuelo de su
      último estertor.
      – Pensé… *cof*cof* … pensé que .. puesto que ya no puedes usar tu nombre, usaras el mío, y convertirlo en el Rey de los Ladrones síéndolo tú mismo
      .. – dice Comadreja con una sonrisa.
      – Y, Comadreja… ¿Cuál es tu nombre? – le pregunta dándose cuenta que nunca lo había sabido.
      – Yo… *cof*cof*… yo soy…- dice reuniendo fuerzas ante la inminente muerte. – Zikirot.
      Y finalmente, la corta vida de Zikirot, Comadreja, llega a su fin. A pesar de ello, una sonrisa en su rostro, al estar junto a su amigo, inunda su
      expresión de paz.
      – ¡¡¡¡¡¡¡¡Nooooo!!!!!!!! – es toda la respuesta que Gorlin, ahora Zikirot, puede dar al destino.

      – Entonces…. -dice ella – éste debe ser tu compañero, Comadreja le llamabas ¿Verdad?
      – No era mi compañero – replica Gorlin – y se llamaba Zikirot
      Con la sabiduría de los años Sheerinive únicamente asiente y apoya una mano consoladora en el hombro de Gorlin. Pasa el tiempo y le llora amargamente
      hasta que, finalmente Sheerinive le interrumpe en su duelo.
      – Lo siento mucho Gorlin, pero están pasando muchas cosas y no podemos retrasarnos demasiado. Hay muchas cosas en peligro, tu vida, la mía incluso la
      Organización.
      – Disculpa anciana, – replica con firmeza Gorlin – ya no soy Gorlin, ahora soy Zikirot.
      Sheerinive enarca las cejas sorprendida y asiente comprendiendo, al menos en una pequeña parte, los motivos de Gorl.. de Zikirot, se autocorrige
      mentalmente.
      – De acuerdo Zikirot – le dice, y el halfling siente una oleada entrañable de afecto y agradecimiento cuando es llamado por primera vez con ese nombre.
      – Tenemos muchas tareas que atender, y la primera de todas ellas es dar digna sepultura a Gorlin Cambuyon, de Eloras.
      Zikirot asiente y de la despensa extrae prestada una lona de gran tamaño, con el olor de las hogazas de pan que siempre compartían, no puede evitar una
      sonrisa pensando que no se le ocurre mejor mortaja que esa para el pequeño Comadreja y cae en la cuenta de que Sheerinive conocía ese nombre.
      – ¿Cómo sabías el apodo que yo mismo le supe? – inquiere suspicaz
      – Vamos Gorl.. Zikirot – se corrige Sheerinive – conoces al omnisciente Gurlen, él hace tiempo que contactó a Comadreja y lo tenía asalariado para
      informarle de tus vivencias. Llevaba varios meses en la Organización
      * Todo el mundo miente * – Zikirot recuerda la frase que le dijo Comadreja en los últimos minutos de su vida. Una punzada de rabia se clava en su
      corazón pero es rápidamente detectada por la anciana.
      – No te equivoques con Gurlen, supo del éxito de dos halflings entre los pillos de la ciudad y se interesó como es su deber. Unió a Comadreja a la
      asociación por que ese era su deseo, y por respetar el tuyo también, no te ofreció el mismo trato – la anciana toma aliento mientras sopesa continuar –
      pero ahora la Organización te necesita, Gurlen te necesita.
      En verdad Gorlin, ahora Zikirot, llevaba tiempo soñando con regresar a su hogar, todas las razones que le impulsaron a marcharse hacía casi un año se
      habían desvanecido y, sino lo había hecho antes, era por el afecto que le unía a Comadreja.
      – Es el momento – dice con decisión a Sheerinive – he de volver.
      Con una sonrisa afectada Sheerinive asiente, agradeciendo no tener que dar ninguna explicación para convencerle y que sólo la mención de ser necesitado
      es suficiente. Termina de amortajar el cuerpo lánguido y ya frío del halfling y rápidamente, en una cadena sostenida de vocablos incoherentes conjura
      un disco mágico y una masa de energía que nada más ser invocada se torna invislble. Siendo apenas un bruma inapreciable. Sheerinive le ordena que coge
      el cuerpo y lo coloque en el disco. Tras esto formula un nuevo conjuro y oculta el disco a los ojos con un leve parpadeo.
      El despliegue de magia ilusionista sorprende a Zikirot que con renovado respeto pregunta – Así será más sencillo poder llevar el cuerpo a Eloras, donde
      me gustaría sepultarlo pero, ¿aguantarán tus hechizos?
      La gnoma se gira con seriedad hacia el halfling y enarca una ceja, casi ofendida por la velada insinuación y replica – Quien realmente me preocupa eres
      tú, por muy ágiles y sinuosos que sean tus pasos, ahora mismo el precio de tu cabeza es lo bastante alto como para que hasta las paredes te traicionen.
      Por lo tanto tendremos que atraer la atención de los ávidos cazadores de recompensas hacia el mercado y el barrio gremial, para que puedas salir con
      garantías por el oeste. Aún así, déjalo en mis mano.
      – ¿Y tú como saldrás? – duda Zikirot.

      – Yo tengo libre paso en la ciudad, pues ningún delito he cometido – le responde Sheerinive – No te preocupes por mí. Ahora salgamos, – dice, y ordena
      continuación – Sirviente, coge todo y ponlo en el disco. – Sin respuesta alguna el sirviente invisible empieza a cargar todos los tesoros de Zikirot y
      Comadreja en el disco. Visto desde fuera resulta realmente curioso como empiezan a flotar y de repente, ¡Desaparecen! Con cierta sorpresa para Zikirot
      que divierte enormemente a Sheerinive. Finlamente en el exterior Sheerinive se dirije a Zikirot, escóndete ahora y observa el cielo. Cuando veas una
      batalla aérea sal por la puerta Oeste y dirígete a la feria. La zona estará cerrada a estas alturas del año y sólo habrá un par de guardias que
      solamente piden no ser molestados y unas monedas… ¿Preparado?
      Zikirot no está seguro de estar preparado apra ninguna batalla aérea pero asiente busca un lugar para esconderse. Sheerinive, en vez de refugiarse,
      recita unas palabras y se desvanece con un PLOP. Dejando a Zikirot reflexionando sobre los ilusionistas, pues ha hecho desaparecer el disco que
      transporta una carga más que considerable, tiene un sirviente invisible que le ayuda a cargarlo y ellos mismos se vuelven invisibles a voluntad.
      Realmente como contrabandista Sheeriniveno tiene precio, y empieza a comprender el aprecio que Gurlen siente por ella. Aún así no parece una persona
      dada a jugar con los límites de la ley e intenta imaginar formas de engatusarla mientras encuentra un hueco que le permite ver con facilidad el cielo
      de Anduar y se agazapa a la espera.

      Sheerinive camina entre las calles de la ciudad pegada a la pared, intentando evitar que su séquito invisible sea detectado al tropezar con nadie, pasa
      mucho tiempo reconociendo la ciudad y estudiando la situación para realizar su mayor exhibición hasta la fecha, saca una poción para fortalecer el
      esfuerzo de su mente y la engulle mientras cierra los ojos concentrándose.

      De repente en la ciudad empiezan a sonar las campanas, gritos de guerra provienen de la puerta sur donde al parecer los merodeadores de Zumelzu han
      salido a la conquista de tierras más firmes, la gente aterrada huye hacia el norte mientras la Guardia Nivrim, desconcertada, corre hacia el sur a
      defender la entrada. Docenas de los malditos merodeadores se detienen a escasos metros de las puertas con amenazantes gestos sin atreverse a asaltar la
      ciudad. Los guardias restantes corren la voz entre los cazarrecompensas y otros ciudadanos de bien para movilizarlos, pues tienen diversos testimonios
      de que Gorlin, cargando el omóplato del prospector, ha sido visto por el mercado huyendo hacia el barrio gremial. Y por extraño que parezca se le ha
      visto en varias calles a la vez al menos siempre en la misma dirección. A su vez, por la puerta este, un gigantesco Kraken ha llegado dando saltos de
      charco en charco y brama desde los campos de Anduar atemorizando a viajeros y granjeros que se arremolinan en las puertas intentando entrar alterados
      hasta que finalmente, aterrados miran al cielo y asustados por los gritos que llegan desde allí y lo que ven les hace llevarse las manos a la cabeza y
      lanzarse contra el suelo. Una docena grifos intenta dar caza al mismímo Lessirnak en una batalla sin igual que deja boquiabiertos a todo el mundo.
      Zikirot, desde su escondite no puede dar crédito a sus ojos, casi puede oler el azufre del aliento del dragón y los agudos gritos de los grifos en su
      fierísimo ataque contra la gigantesca criatura en una batalla aérea sin igual. – ¡Es la señal! – dice para sí mismo con más prisa que precaución sale
      de su escondite raudo hacia la puerta Oeste.Apenas se cruza a nadie pues, o están absortos mirando al cielo y defendiendo las puertas sur y este o
      persiguiendo docenas de Gorlins que no paran de aparecer por el barrio gremial. Sin poder evitarlo lanza una última mirada al majestuoso combate en el
      cielo de la ciudad y se dirijge, con paso seguro, al punto de encuentro.
      Cuando llega allí la anciana gnoma ya ha llegado, su despliegue parece haberla dejado agotada, pero con la peculiar aura de alguien digno de tan
      gloriosas gestas, su cuerpo y su energía se recuperan con portentosa rapidez. Gorlin, es decir, Zikirot, buscan con duda sus el disco con su fallecido
      amigo y Sheerinive, que reconoce la duda en su rostro, da dos golpes con los nudillos en el aire que resuenan como un cristal metálico para
      tranquilizarlo. Ambos, sin ánimos de esperar demasiado tiempo en los alrededores de la ahora caótica Anduar se encaminan hacia las colinas de
      Ostigurth.
      – Y bien – comenta Zikirot para animar la travesía – ¿Cómo es que mi hermano me necesita?
      – Parece que han quedado al descubierto ciertas actividades de la organización y las presiones le están obligando a abandonar el cargo de Mayor de
      Eloras, así que necesita alguien de confianza en el cargo que sepa escuchar sus sugerenias.
      – ¡Jajaja! – ríe Zikirot – típico de mi hermano.
      Ambos ríen mientras se alejan hacia las colinas.

       

      --
      La frase que en el 97 leí en la pantalla de Galmeijan y me abocó a este oscuro mundo:
      Orco te golpea con su cimitarra.

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