Inicio › Foros › Historias y gestas › La infiltración en el circulo del simbionte
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Vuldeck sentado en su trono, contemplaba los recovecos del salón mientras su mente idea un plan respecto a la nueva congregación de Ralder que había surgido en el próximo bosque de Wareth
Con un gesto de su mano, llamó a uno de los sirvientes goblin que se encontraban en el trono, prestos a cumplir todos sus deseos.
Goblin dice: ¿Si mi amo?
Vuldeck con su poderosa voz atronó: ¡Groaaaak!, traedme al perro zarnozo que eztá encerrado en laz mazmorraz.
El goblin salió a toda prisa a avisar a uno de los guardias Lorzuruk que despareció del trono.
Al cabo de unos minutos un estruendo volvió a escucharse en el salón del trono.
-|Lhurshak|/- llega desde arriba.
Lhurshak observa fieramente a los guardias que le han empujado escaleras abajo. Acto seguido se gira y mira al imponente orco que tiene delante intentando mantener la compostura, pero aun así no puede evitar dar un paso atrás.
Vuldeck dice con su poderosa voz: ¿Azí que aquí eztaz,perro zarnozo? me han dicho que tu eztancia en laz mazmorraz no ha zido placentera. Hacez bien en retroceder ante mi prezencia, pero no eztaría demáz que tuz rodillaz bezaran el zuelo. Te encuentraz ante el caudillo de la horda negra, una palabra mía y tu cabeza rodará por el zuelo.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: he sufrido en mis carnes vuestras herramientas de tortura, he sobrevivido al hambre y a la miseria en vuestra prisión y de sobra sabéis, caudillo Vuldeck, que, aunque os tengo un gran respeto, ni fe solo me permite arrodillarme ante mi dios, Ralder, aunque eso me cueste la vida.
Vuldeck gruñe.
Vuldeck dice: Ezta claro que valoraz, máz tu fe que tu vida. Ezo lo rezpeto. Bien puez que azí zea.
Vuldeck con paso calmo, se levanta del trono y empieza a descender lentamente las escaleras que se encuentran delante de este, acercándose paso a paso más al reo.
Vuldeck con un fluido movimiento deja de sostener tu Cimitarra Demoníaca.
Con la misma fluidez desenvaina su enorme hacha de hueso que llevaba cruzada en el talabarte a su espalda
Empuñas tu RobaAlmas.
Vuldeck se sitúa al lado del gnoll, mientras sostiene el hacha con ambas manos, y pregunta: ¿Eztáz zeguro de tu decizión?
Lhurshak asiente con la cabeza lentamente.
Vuldeck levanta los hombros con indiferencia.
Vuldeck izando su hacha por encima de su cabeza mientras mira fijamente las reacciones del reo, una vez esta equilibrada encima de su cabeza, descarga esta con fiereza, llegando a escucharse como esta hiende el aire.
Lhurshak mira sin miedo descender el arma del gigantesco caudillo y se encomienda a Ralder, sabe que va a morir, pero si esa es la voluntad de su dios que así sea.
Vuldeck justo antes de terminar el movimiento desvía la trayectoria del hacha haciendo que esta se estampe contra el frio suelo, levantando esquirlas de piedra con el impacto.
Vuldeck dice: Tienez agallaz, no lo niego…
Lhurshak pregunta con voz sobrenatural: Vuldeck el destino de la horda negra y el del círculo del simbionte, al que represento, está entrelazado. Nos guste o no los dioses han preparado un camino que debemos recorrer juntos. Has obrado sabiamente, demostrando que el líder de la horda negra es algo más que un guerrero sediento de sangre. ¿Ahora dime que es lo que puedo hacer yo para demostrarte que no soy un gnoll corriente?
Vuldeck se dirige de nuevo hacia su trono mientras vuelve a envainar su hacha.
Envainas tu RobaAlmas en el Gran Talabarte del Destructor.
Vuldeck se sienta en su trono.
Vuldeck dice: Grrooaakk! Bien, gnoll, hablemoz. Quizáz haya un zervicio que puedaz preztar a la horda, precizamente referido a eze circulo del zimbionte que acabaz de mencionar.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: Te escucho caudillo.
Vuldeck dice: Miz exploradorez cachorroz zarnozoz me han hablado de un templo a Ralder que ze ha aparecido en laz profundidadez del bozque de Wareth. Como zabráz eze bozque ezta en manoz de nueztroz enemigoz del reino de Galador. Eze trizte reino no ez rival para laz hordaz de loz reinoz anárquicoz, pero no me guztaría que contaze con la ayuda de un nutrido número de adoradorez de Ralder.
Vuldeck dice: Eztaría interezado en conocer laz intencionez de loz miembroz de eze círculo con rezpecto a Galador y a loz reinoz anárquicoz. Zi pienzan que una alianza con ezoz reinoz de paliduchoz puede zer provechoza para elloz, quizáz zeamoz nozotroz loz que debamoz acércanoz hazta allí para explicarlez con nueztraz hachaz que eztán equivocadoz o directamente exterminarloz.
Lhurshak lo niega absolutamente todo.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: te aseguro, Vuldeck, que yo odio a Galador tanto como tú, no permitiré una alianza con ellos, aun así, he de hablar con nuestra gran druida y ver qué opina el resto de hermanos
Vuldeck niega con la cabeza.
Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, No gnoll, no me intereza que ezto zalgo de eztoz muroz. Quiero que ezcuchez y te enterez de zuz intencionez, pero no quiero que ningún miembro de eze circulo zepa que loz reinoz anárquicoz eztán interezadoz en zuz accionez. Zi zon hoztilez prefiero que la primera noticia que tengan nueztra zea la de loz tamborez de guerra rezonando en zuz oídoz mientraz laz hordaz ze ciernen zobre zuz pueztaz.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: estoy convencido que los planes de Ralder están más unidos a la horda negra que a Galador, pero respetaré tus deseos, observaré que pretenden mis hermanos, pero si quieren una alianza con esos dendritas, seré el primero en oponerme a ella.
Vuldeck dice: ¡Groaaaak!, Perfecto, puez entoncez márchate ahora gnoll, pero ezpero noticiaz tuyaz. Recuerda que por ahora ziguez ziendo un perro zarnozo que encontraron en una caravana con nueztroz enemigoz y zi bien parecía que te tenían ezpozado, quizáz era una treta de elloz para infiltrar a alguien en nueztraz filaz. No ez la primera vez que vemoz aberracionez perroz zarnozoz aliadaz con ezoz humanoz.
Vuldeck dice: Ve ahora, pero recuerda que en laz zombraz ziempre habrá ojoz vigilándote, y que miz cachorro zarnozo conocen tu olor. Azí que pienza bien tuz accionez antez de realizarlaz, puez te azeguro que zi traicionaz a la horda moriráz gritando.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: ten por seguro que volveré, como te dije es la voluntad de Ralder y Naphra que yo esté aquí. Se que, aunque queda mucho que demostrar y mucho camino que recorrer entre nuestros gremios, pronto seremos aliados.
Vuldeck alza la voz, dirigiéndose a los guardias: zoltadlo, y dejad que ze marche libremente.
Lhurshak comprime su hercúlea musculatura y rompe con tremenda facilidad las cadenas que lo retenían en una demostración de fuerza.
Vuldeck se ríe.
Lhurshak dice con voz sobrenatural: No os arrepentiréis Vuldeck, ten por seguro que hoy habéis ganado un poderoso aliado que luchará a vuestro lado, recuerda estas palabras y verás que el tiempo me da la razón.
Lhurshak hace una reverencia.
Vuldeck hace un gesto de indiferencia, parece que ya está concentrado en otros asuntos.
Lhurshak se da la vuelta y abandona el trono, pasando entre los guardias sin mediar palabra, con una sonrisa en los labios, seguro de que Ralder y Naphra le habían vuelto a proteger en esa ocasión.
-|Lhurshak|/- se va hacia -||| AR |||-
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