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El frío anochecer.
Dakharhu se encontraba partiendo desde la puerta sur hasta el temible bosque impenetrable, cubierto con una enorme capa negra, que hacía casi imposible distinguirlo, y más en la oscura noche.
Se encontraba en ese límite donde la demencia estaba de un lado, y la cordura del otro.
Con pasos firmes y decididos entró al bosque y se dirigió entre ese laberinto hacia el árbol donde solía quedarse dormido.
Tras franquear enredaderas con uno que otro cadáver, aniquilar algunos necrófagos llegó.
En ese lugar se encontraba la persona, o ese ente que se iba asegurar que el ya no sea el mismo.
El la miró, y ella le dedicó una sonrisa que erizaría los pelos hasta del aventurero más valiente.
Pero a el no, el solo se acercó más, y más, a ya un espectro por lo que podía dejarse ver.
Antes de que pudiese decir una palabra ella se adelantó.
Soy Azadra! exclamó.
Y tu.
Tu.
Mientras lo miraba de arriba abajo dijo entre susurros escalofriantes: Dakharhu de Dendra.
Sanguinario comandante de un ejército.
Y se a lo que vienes con migo.
Quieres aniquilar los pocos sentimientos que aún te hacen un ser humano.
O me equivoco?
El asintió con la cabeza, sin decir ni una palabra.
Una sonrisa se asomaba en el fantasmagórico rostro de ella.
A si que quieres eso Dakharhu…
Bien! Exclamó.
Te costará…
Nada, no te costará nada joven idiota.
Ya querer dar tu humanidad es todo lo que te puede costar.
Pero basta de hablar y sígueme te llevaré al lugar donde terminaré con lo único que te ata a ser tu…
El sin pensarlo la siguió.
Atravesaron todo el bosque hasta llegar a una pequeña cueva llena de cuerpos.
Elfos, drows, kobolds, goblins.
muchas razas, muchos cuerpos.
En el centro de la cueva se encontraba una mesa de piedra, con 2 bancos hechos con huesos de distintas razas.
Ella se sentó en uno, y el en el otro, enfrentándola.
Y mirando su cuerpo desdibujado, sus ojos que irradiaban tristeza, odio, ira.
Podía ver sus sentimientos con tan solo enfocar su mirada en los ojos de ella.
Con una carcajada que hizo eco en toda la cueva le preguntó: te gusta lo que ves Dakharhu?
Eso que ves, es lo que tienes tu en tu corazón.
Te mata por dentro no poder cumplir lo que prometiste verdad?
Te destroza el miedo de perder a lo único que tienes?: preguntó mientras no podía parar de reírse.
La mirada de el ya no era la misma.Los sentimientos lo abrumaban, mientras lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos inyectados en ira.
Un chillido salió de su boca, mientras su cuerpo no podía parar de moverse.
Ella se seguía riendo y cada vez con mas intensidad.
¿A si es Dakharhu, grita, grita!: exclamó.
Al pasar unos minutos todo se volvió silencio.
Un inconsciente Dakharhu se encontraba con la cabeza sobre la mesa.
Y un charco de sangre que rodeaba todo su rostro.
Pasaron minutos, horas, hasta que el sol salió.
Era despertar y no poder hablar, sus cuerdas bocales habían explotado.
Sus ojos ya no eran humanos.
Eran 2 cuencas que dejaban ver un enorme odio hacia el mundo.
Su cuerpo totalmente pálido cual zombi se encontraba casi débil.
El atardecer se acercaba, y Dakharhu ya no era el.
Era una marioneta controlada por alguien mas.
Ahora solo la ira lo consume.
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