Inicio Foros Historias y gestas La madriguera

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    • Jashraia
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      El señor de las hienas, conocido como Rhuuj, miró al cielo mientras sus huesos y músculos comenzaban a crujir ruidosamente. El rojizo pelaje de su piel transmutó hacia un tono gris oscuro con casi imperceptibles manchas negras que le servían para camuflarse en aquel boscoso terreno. Sus grandes y fuertes manos se transformaron dolorosamente en las patas de un felino mientras sus negras uñas tomaban la forma de afiladas garras. Su cabeza comenzaría a adquirir rasgos felinos con protuberantes colmillos que crecían rápidamente brotando de su boca mientras abandonaba su postura bípeda para comenzar a adquirir una forma animal.

      El gnoll miró extrañado a su alrededor desde su nuevo punto de vista. Se había transformado en una negra pantera la cual arqueaba su espalda mostrando sus afilados colmillos. El druida era ahora un imponente felino de amarillentos ojos y negruzco pelaje, el cual se encontraba lleno de marcas y cicatrices de batallas anteriores. Al respirar, este exhalaba un apestoso vapor desde sus pulmones.

      Oculto tras unos escombros se encontró un misterioso agujero que parecía haber sido excavado por un animal con el fin de crear un espacio adecuado para refugiarse temporalmente. Este se abría por un estrecho paso hacia un entramado de túneles pero el druida no lograba ver más allá debido a lo oscuro de la cueva. La sangre seca que adornaba sus paredes junto a unos cuantos huesos triturados que yacían desparramados por el suelo le daban al lugar un aspecto lúgubre y aterrador. Aunque al llegar a este punto Rhuuj tenía la sensación de estar siendo observado en todo momento, la cueva le recordaba su infancia junto a su madre y el resto de la manada con los que se crió.

      De lo primero que el druida se percató fue el nauseabundo olor que emanaba desde el interior de la cueva. El agujero era estrecho y sus paredes tenían distintos tipos de marcas que parecían abrirse hacia una compleja red de túneles y cámaras interconectadas. Algunas hierbas y musgos crecían alrededor de las paredes mientras que decenas de columnas vertebrales colgaban desde el techo del entramado. Parecía imposible dar un paso más hacia su interior sin pasar a llevar la cortina de huesos dispuesta, al parecer, para alertar a sus moradores de cualquier intruso que hasta aquí se atreviese llegar.

      La pantera, dando sigilosos pasos, esquivó cuidadosamente los huesos que impedían moverse libremente por la caverna mientras se abría camino hasta una caótica estancia. Algunas raíces que se lograron abrir camino tras las paredes de la cueva brotaban de la piedra resquebrajada cubriendo los montones de cuerpos descompuestos que se apilaban en una de sus esquinas. Rhuuj olfateó los cadáveres percatándose de que estos ya habían finalizado su proceso de descomposición por lo cual concluyó que se encontraban aquí hace ya un buen tiempo.

      El druida continuó internándose en la caverna hasta que encontró un manantial de cristalinas aguas que se filtraba por una de las paredes cayendo por las raíces que se abrían camino entre la tierra. Un gran charco de agua se canalizaba naturalmente hacia el interior de la cueva en donde el musgo y unas pocas plantas aprovechaban sus minerales para nutrirse. Aunque el ambiente era húmedo y lúgubre, el suave y continuo goteo junto al olor a tierra mojada le producían a Rhuuj una extraña sensación de bienestar. Un cúmulo de hongos que crecía junto al agua brillaba con una tenue luz verdosa brindando al lugar de una acogedora iluminación natural.

      Tras percatarse que la cueva se encontraba abandonada, el gnoll decidió orinar en una de sus esquinas con el objetivo de marcar este territorio como suyo. El druida tomó un descanso junto al arroyo el cual producía un relajante sonido al chocar con la piedra desnuda. La ubicación de los túneles, junto a sus olores y sensaciones le traerían al druida gratos recuerdos de su infancia por lo cual este se plantearía hacer de aquella cueva su nueva madriguera. Rhuuj cerró sus ojos y entrando en trance se preparó para conversar con Ralder tal cual solía hacer en sus sueños desde el día que manifestó en el todopoderoso dios animal su refugio.

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