Inicio Foros Historias y gestas La misión de Ralder

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    • meliam
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      Capítulo 1.
      El despertar.
      Abro los ojos en una fría y oscura caverna, noto mis huesos entumecidos, mi estómago vacío pide algo de alimento pero no tengo nada que llevar a la boca. Me dispongo a mirar mi petate pero ante mi incredulidad no está, ni eso ni el resto de mis pertenencias. No queda otra que salir a buscar alimento.
      Cuando abandono la cueva, mi sorpresa es aun mayor cuando al mirar mis extremidades las veo convertidas en garras con un pelaje marrón parduzco. No puedo entender bien que está sucediendo, mi estómago, vacío sigue demandando alimento.
      Por suerte para mí, el olfato me lleva hasta una manada de lobos que están devorando un ciervo recién cazado. Me levanto sobre mis patas traseras y de mis fauces sale un gran rugido. Los lobos dejan de comer y se ponen en posición defensiva, sacandome sus afilados dientes en pose amenazadora. Yo sólo quiero llevarme algo a la boca asique no quedará otra que eliminar la competencia.
      Los lobos al ver que me acerco se lanzan hacia mi, al primero le asesto un zarpazo y le hago una fea herida desde el cuello hasta la pata trasera, los otros tres me muerden por la espalda y en las patas traseras. Otro muere entre mis fauces al partirle el cuello cuando lo zarandeé mordido del cuello, el resto al ver los aullidos de dolor de su compañero salen despavoridos. Hora de comer.
      Una vez llenado el estómago parece que dejo de ser un animal y empiezo a recordar cosas ¿Qué está pasando? ¿Cómo he llegado a convertirme en un oso? ¿Cuanto tiempo estuve hibernando? ¿Será un sueño?
      Parece que no lo es, asi que debo encontrar respuestas y creo que se donde encontrarlas.
      Vagando por el bosque de las llanuras, con uno de los lobos entre mis fauces consigo llegar al altar de Ralder y lo pongo encima, a modo de sacrificio, empiezo a rugir fuertemente para llamar la atención del dios de las bestias, Ralder. Obtengo su respuesta.
      Ralder: Hola Rassall, ¿Has conseguido ya lo que te encomendé?
      Disculpeme, pero no recuerdo nada desde que me desperté en la cueva, ¿Qué está pasando?
      Ralder: Ya veo has estado hibernando demasiado tiempo, la cosa cada vez está peor, ese depredador no cesa en su sed de sangre.
      ¿Depredador?
      Ralder: acaso no recuerdas tu misión, debías acabar con el salvaje asesino que esta acabando con toda la vida animal de este bosque.
      No lo recordaba, pero ¿Por que soy un oso?
      Ralder: No solo eres un oso, eres cualquier animal de este bosque, te concedí el don de la polimorfosis para que pudieras pasar desapercibido y encontrar a ese asesino.
      Creo que ya voy empezando a recordar algo, recuerdo sobrevolar el bosque volando, como si fuera un águila.
      Ralder: Ahora deja de holgazanear y cumple tu trabajo, no nos queda mucho tiempo. No volverás a tomar tu posición humanoide hasta que completes tu misión.

    • meliam
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      Capítulo 2.
      Asimilando la situación.
      Mi historia continua intentando asimilar lo que me está pasando, no puedo volver a mi forma natural hasta que no complete una misión que no se ni por donde empezar, así que toca ponerse manos a la obra y no quedarse estancado.
      Lo primero que debo conseguir es adaptarme a este nuevo «don» que me ha sido conseguido, no se que formas puedo alcanzar, ahora mismo soy un oso. Antaño leí en los manuscritos sagrados acerca de druidas que eran capaces de transformarse en panteras, monos, ranas, panteras e incluso ¡cocodrilos!
      Pero las cosas no vienen solas, si quiero conseguir transformar mi cuerpo en esas criaturas, lo primero que debo hacer es estudiarlas, observarlas en todo instante, ver sus movimientos, sus posturas, en resumen su forma de vida.
      Por suerte para mí en este bosque puedo encontrar todas esas criaturas de las que hablaban los manuscritos sagrados. Empezaremos por un mono, eso me dará la oportunidad de observar al resto de animales desde los árboles pasando desapercibido.
      Una vez encontrado un grupo de monos, me siento sobre mis cuartos traseros y empiezo a observarlos. Que facilidad para trepar árboles y saltar entre ellos tienen estas criaturas, piensa maravillado.
      Después de días observando a estas criaturas algo en su interior parece empezar a latir, como algo instintivo que siempre hubiese estado ahi, pero nunca había salido a la luz. Sus venas ardían y de repente vino un gran dolor, sus zarpas empezaron a convertirse en finos brazos, su cuerpo menguó hasta medir apenas medio metro, su cola apenas inexistente empezó a crecer en un apéndice fino y largo, su pelaje pardo y grueso pasó a ser fino y puntiagudo, y su portentosa mandíbula apenas se quedó en un pequeño hocico. Había conseguido convertirse en un mono.
      Incrédulo se miraba las manos, se tocaba la cara el cuerpo, lo había conseguido.
      El siguiente paso sería observar al resto de criaturas que se nombran en los manuscritos sagrados. De la misma manera que observó a los monos, observó al resto de criaturas. A todas menos a una, la pantera.
      Si bien no conseguía dar con ninguno de estos sigilosos animales, expertos en camuflarse y sorprender a sus víctimas desde la oscuridad, se le ocurrió una peligrosa idea. Las panteras se alimentan de criaturas como los monos, así que haría de cebo para atraerlas.
      En mitad del bosque se puso a aullar todo lo fuerte que podía durante horas, hasta que consiguió su objetivo, la delató un pequeño crujido de una rama, pero para cuando Rassal se quiso dar la vuelta, tenía a la pantera practicamente encima. Esta saltó sobre él pero ágilmente consiguió esquivarla, trepó a los árboles pero la persecución no terminó, el animal era igual de ágil que el trepando y no conseguía despistarla. No hay mal que por bien no venga puesto que con esa persecución consiguió aprender todos los movimientos de la pantera y sin darse cuenta se había convertido en una de ellas.
      Así Rassall consiguió dominar el nuevo «don» que se le había concedido y pudo empezar la misión que se le había encomendado.

    • meliam
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      Capítulo 3.

      Siguiendo el rastro.
      Mi historia continúa intentando encontrar algo por dónde empezar a buscar a ese vil asesino que está causando estragos en la fauna del bosque.
      De repente una bandada de pájaros sale volando de una de las copas de los altos árboles como si algo estuviera a punto de suceder. Acompañada de un gutural aullido que deja el bosque sumido en un silencio fantasmal.
      Me transformo en pantera y me dirijo velozmente hacia allí sin realmente saber que me voy a encontrar, he de estar preparado. Para cuando llego allí es demasiado tarde, el asesino ha huido dejando un cadáver de un oso pardo prácticamente irreconocible, no caza por hambre si no para saciar su sed de sangre.
      Mientras estoy inspeccionando el cadáver noto como si me estuvieran observando, de hecho percibo su olor, pero por más que intento encontrarlo no veo nada, estoy sólo. De repente me percato de que hay alguien detrás mía, no lo he oído venir pero noto su presencia, su baho en mi nuca. Reacción violentamente transformandome en oso, doy un zarpazo en esa dirección pero nada, no hay nadie. Me parece escuchar una risa malévola, ¿Me estaré volviendo loco?¿Si noto su presencia y su olor por qué no puedo verlo?
      A los pocos minutos percibo el galopar de una manada de ciervos hullendo en dirección norte y me pongo en marcha aún con la sangre hirviendo por mi cuerpo de la adrenalina desprendida.
      No tardó en volver a ver cadáveres despedazados, efectivamente de ciervos. Cornamentas rotas, vísceras desperdigadas por doquier, no hay duda, es él. Me percato de algo inusual, hay sangre en una cornamenta, pero no es de ningún mamífero conocida, de un color negruzco. Al fin tengo algo con lo que empezar. Olfateo la cornamenta y lo tengo claro, es el mismo olor que percibí antes. Sigo el rastro pero se pierde en un arroyo cercano.
      Algo se enciende en mi mente, creo que puede haber alguien que me pueda informar más acerca de lo que aquí está sucediendo.
      Cambio mi rumbo y me dirijo a buscar a Conrad, él sabrá que hacer. El viejo cazador, al cual conozco de venderle pieles siempre anda por la misma zona, se ha vuelto un señorito timando a la gente vendiendoles pieles de yeti a un precio desorbitado.
      Como bien pensaba, ahí estaba junto a una hoguera y se me ocurre darle un pequeño susto, me polimorfo en pantera y me acerco sigilosamente, y cuando estoy lo suficientemente cerca, me transformo en oso y doy un gran rugido, si vierais la cara del pobre hombre, casi le da un infarto.
      Acto seguido me transformo en mono y jugueteo con una piedra, él me mira atónito, no sabe que está ocurriendo. Yo tampoco sé muy bien como comunicarme con él, ya que siendo un animal sólo puedo hablar en gruñidos, pero se me ocurre una idea. Cojo una vara cercana y me pongo a escribir en el barro, él se acerca y al leer «soy Rassall» me da una enorme patada que me hace dar 2 vueltas.
      Conrad: maldito hijo de una hiena, me has dado un susto de muerte. ¿Que haces convertido en un mono?
      Le cuento todo lo recuerdo desde que salí de aquella caverna y le pregunto acerca de lo que está sucediendo en el bosque. El me mira con ojos vidriosos y me dice: estoy demasiado viejo para parar a esa bestia, pero te contaré todo lo que sé acerca de él.
      Conrad me dijo que lo que buscaba era un Gnoll, pero era difícil de encontrar, aparece y desaparece a su antojo, mata de frente y apenas tienes un segundo para ver la cara de tu asesino, siempre mata por gusto, y rara vez come de sus víctimas, es un depredador sin alma. La única forma de encontrarlo es que tú seas su víctima. He de ir con sumo cuidado. Quizá necesite algo de ayuda.
    • meliam
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      Capítulo 4.

      En busca de ayuda.

      Mi esperanza decae al escuchar las palabras de Conrad, pero he de hacer algo. Paso la noche junto a la hoguera y al alba parto a ver a Soujorn, con una recomendación de Conrad.
      Tengo que atravesar los páramos de hielo, el frío no debería ser problema por mi denso pelaje, pero cuentan que hay diablillos que atacan a los que se aventuran en esos páramos, y aún peor, aberraciones que han salido del mismísimo centro de la tierra.
      No me queda otra así que me armo de valor y empiezo a caminar, la nieve me dificulta el paso, es costoso andar por aquí pero poco a poco voy avanzando. Tras días de camino consigo cruzar el páramo sin mayor problema.
      Ahora viene lo difícil, he de cruzar el territorio de nuestros enemigos naturales, los druidas seguidores de Izgraull, pero cuando fui a poner el primer pie en el bosque una maraña de zarzas se antepuso en mi camino. Toca dar marcha atrás bordeando la cordillera norte, tierra de hambrientos ghantus.
      El camino por la cordillera norte resulta asombroso, aunque peligroso, he de caminar por un estrecho sendero con un abismo a mis pies, un paso en falso sería fatal. Encima del acantilado se encuentra el castillo de Agnur, o lo que queda de lo que antaño fue. Ahora sólo puedes encontrar demonios y muerte donde antes había prosperidad y vida.
      Dejo el acantilado y el castillo atrás, el sendero se ensancha no mucho y comienza la subida hacia la caseta donde habita Soujorn el exiliado, el cual no tiene fama de ser muy hospitalario. Una vez allí, dudo si entrar, aun que ya que he llegado hasta aquí sería tontería no intentarlo. Al verme se queda algo confuso, no esperaba ver un oso entrando a su cueva.
      Me transformo en mono e intento comunicarme al igual que con Conrad, escribiendo en el suelo, pero me ignora. Sigo insistiendo y parece que llamo su atención, está dispuesto a escucharme. Le comento lo que está sucediendo en el bosque, pero no quiere ayudarme, y me dice que vuelva por donde he venido. No me doy por vencido, pero la cosa se pone fea echa mano de su cimitarras, mejor no seguir molestando.
      Fracaso en mi intento de que Soujorn me ayude a cazar a la bestia que está asolando el bosque de las llanuras, pero no cesaré en mi empeño, volveré sobre mis pasos y buscaré ayuda en Keel. Espero encontrar a alguien dispuesto a ayudarme.

    • meliam
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      Capítulo 5.

      Un último favor.

      Cabizbajo vuelvo por el camino que me llevó a la morada de Soujorn, el cual no quiso ayudar, quién sabe si por cobardía o por desgana.

      Relámpagos azotan el acantilado haciendo desprenderse las rocas que caen formando un gran estruendo y una gran columna de agua cuando impactan con las aguas embravecidas del océano.
      Sin mayor problema consigo cruzar el angosto sendero que discurre por el acantilado y vuelvo a los páramos de hielo. La nieve se ha endurecido pues hace un par de días que no nieva aquí. Camino firmemente haciendo crujir las placas de hielo que se están formando por el deshielo de la nieve.
      Hasta aquí mi camino avanzaba sin mayor peligro hasta que la placa de hielo que había bajo mis pies empieza a resquebrajarse, esto no puede ser bueno. El hielo termina de romperse dejando ver bajo si un río que corría por debajo, yo apenas me mantengo agarrado en una placa a la que me conseguí sujetar. La corriente del río se acelera acercándose a un gran estruendo, posiblemente una catarata.
      Mis sospechas se confirman, no hay solución, el agua está demasiado agitada, no puedo llegar a la orilla, así que me preparo para la caída, y rezo por qué Ralder se apiade de mi alma. Caigo.
      Lo siguiente que recuerdo es despertar en la horilla de un riachuelo, con una zarpa fracturada, apenas puedo caminar y a duras penas salgo del agua y me apoyo en un árbol cercano. Dos ardillas juguetean entre las ramas.
      De repente el mismo aullido gutural que se escucha cada vez que el asesino cobra una víctima inunda el bosque. Me pongo en camino, a duras penas pero consigo llegar al lugar de los hechos. El cuerpo mutilado, de lo que parece ser un alce. Un olor familiar llega a mi olfato, la sangre del depredador. Parece que la herida que se hizo con la cornamenta no ha cicatrizado bien, hay restos en la corteza de un árbol cercano. Decido arrancar la muestra y llevarla al altar de Ralder.
      Coloco la corteza con la sangre del depredador encima del altar e invoco la presencia de Ralder y este acuse a mi llamada, mirándome con cara de pocos amigos.
      Ralder: creo que te dije que no volvieras a mi hasta que no acabaras el encargo.
      – Si mi señor, he tenido algunos contratiempos pero estoy avanzando bastante en mi investigación.
      Ralder: bien, cuéntame tu progreso.
      – El otro día el depredador hizo dos ataques en un radio cercano, seguí el rastro pero lo perdí en el río. Hoy ha vuelto a atacar por esa zona, lo tengo cercado. Pero aún no he descubierto su escondite.
      – Además sé que es un Gnoll, y que mata por placer, le encanta destrozar a sus víctimas.
      Ralder: todo eso me parece muy bien, pero ¿por qué no lo has aniquilado ya?
      – Mi señor, a ser sincero, creo que no podría matarlo yo solo, necesito ayuda. Y la verdad en mi estado polimórficos no puedo hacer muchos amigos, necesito recuperar mi forma humanoide para ir a Keel en busca de alguien que me pueda ayudar.
      Ralder: Está bien, pero será el último favor que recibirás por mi parte, además, comete esto, te ayudará a sanar el brazo.
      Ralder le lanza una semilla a Rassall y este al comérsela ve como su brazo vuelve a estar sábado.
      – Gracias mi señor, la próxima vez que reclame su presencia será para entregarle la cabeza del depredador.
    • meliam
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      Capítulo 6.

      Más problemas.

      Despierto al amanecer con una sensación rara, estaba soñando con un ser parecido a un dragón, pero más menudo de un color verde esmeralda, el cazaba cocodrilos en el pantano mientras yo estaba junto a una hoguera. Supongo que la semilla que me dio Ralder me ha hecho delirar, pero al menos mi brazo vuelve a estar como nuevo.

      Ahora vuelvo vuelvo a tener mi forma original, aunque puedo seguir poliformandome en animales a mi antojo, no está mal.
      Pero hay algo que me perturba, ¿Quién era antes de despertar en aquella cueva? He de encontrar respuestas y creo que se dónde encontrarlas. Además debo buscar ayuda para acabar con esa bestia, puede que en Keel mate dos pájaros de un tiro.
      Dejo el altar de Ralder a mi espalda y comienzo a caminar, pero de nuevo el gutural aullido, otra víctima. Me pongo en marcha.
      Al llegar allí y contemplar el macabro escenario, me vuelve a dar el olor a la sangre del asesino, me transformo en pantera y utilizando mi olfato empiezo a seguir el rastro. Esta vez no se pierde en ningún sitio, y el olor cada vez es más potente, me estoy acercando.
      Mi corazón late a una velocidad vertiginosa, puedo escucharlo si me quedo en silencio, decido calmarme antes de continuar.
      Para pasar más desapercibido me convierto en un mono, y sigo el rastro de liana en liana. Al poco tiempo llegó a un claro en el bosque, un gran hueco en el tronco de un árbol se ve en él. No hay duda he encontrado su guarida.
      Vuelvo sobre mis pasos sin hacer ruido, no quiero que se percate de lo que se. Ya se dónde se cobija, ahora tengo que formar un grupo con el que venir a acabar con su vida.
      Abandono el bosque por el camino del sudoeste, el cual llega hasta la ciudad de Keel. No tardó en alcanzar la encrucijada que me desviará hacia Keel, dejando a un lado bosque negro.
      Al llegar a las ruinas de Bhenin donde el camino se pierde. Una vez más me toca usar mi instinto para hubicarme y es entonces cuando percibo el olor de las hogueras y humedad comienza a notarse, estoy cerca.
      Siguiendo mi instinto consigo llegar a la puerta de la ciudad costera de Keel, pero no todo va a ser tan fácil, los guardias de la puerta me impiden el paso.
      Guardia: Alto ahí, ¿Donde crees que vas?
      Miro a los guardias y van fuertemente armados.
      – Sólo busco ayuda y cobijo.
      Guardia: crees que somos hermanitas de la caridad, vuelve por dónde has venido sucia rata de cloaca.
      – No busco problemas. Sólo busco ayuda.
      Guardia: no me hagas repetirtelo, ¿por qué íbamos a ayudar a un indigente?
      – Estoy en problemas, además no soy un indigente, mi nombre es Rassall.
      Un guardia se acerca a otro y le dice algo al oído. Este se adentra en la ciudad.
      Guardia: ¡He dicho que te vayas!¡No hay nada para ti aquí!
      – Bien no me queda otra, tendrá que ser por las malas.
      Me transformo en oso y me lanzó al ataque, y uno de los guardias toca la campana de alarma.
      ¿Será este el final de mi aventura?
    • meliam
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      Capítulo 7.

      Una pequeña esperanza.

      El repicar de las campanas suena en toda la ciudad y desde el manto de protección que proporciona la oscuridad de la noche, una figura imponente aparece por detrás de los guardias.Apartando a la muchedumbre que esta observando lo que está sucediendo avanza hasta llegar a donde los soldados y Rassal están peleando encarnizadamente.
      Figura enmascarada: Parad! Insensatos! Es un viejo amigo! Dejadle pasar es una orden!La pelea cesa, los soldados retroceden, uno de ellos ha quedado cojo y el otro se limpia la sangre que cubre su cara, dejando ver una fea cicatriz a causa de un zarpazo.
      Rassall se reincorpora y adopta su forma humanoide para poder comunicarse con la figura.
      – Gracias, discúlpame pero mi memoria está incompleta, no te reconozco. Pero tienes que conocerme bien si me has reconocido en estas condiciones tan lamentables.
      – Lo único que recuerdo es despertar en una cueva transformado en oso y después de eso una larga aventura que me costaría horas detallarte, pero necesito ayuda.
      La figura esboza una sonrisa antes de enseñar su rostro.
      Nhizzra: es normal que no me reconozcas, cambio de aspecto muy asiduamente, soy Nhizzra, me recuerdas?
      -Creo recordar tu nombre, pero tengo ideas vagas de mi pasado, ¿Un plato de comida caliente y algo de beber sería demasiado pedir? Y así podríamos conocernos mejor.
      Nhizzra: por supuesto,¿Cómo negar a un invitado tales necesidades? Acompáñame, vamos a la taberna de mi amigo Frik, él nos dará un buen cobijo para poder hablar tranquilamente.Los guardias, de no muy buena gana, se apartan hacia un lado mirando mal al viajero. La pareja de recién conocidos se adentra en la ciudad y se dirigen a la taberna.
      Una vez allí, ambos se sientan en una mesa al fondo de la taberna, piden dos cervezas y un par de pollos asados. Rassall se zampa el pollo en un suspiro mientras que Nhizzra lo mira con asombro.
      -Y bien, ¿De que me conoces?
      Nhizzra: pues sí, parece que tienes lagunas, te refrescaré un poco la memoria.
      Nhizzra: antaño, frecuentabas mucho esta ciudad, eras un importante comerciante que trocabas mercancías varias por la zona.
      – Entiendo, y esos miseros guardias no me dejaban pasar… Ya no se respeta a nadie aquí.
      – Bien, te contaré mi problema, a ver si tu pudieras echarme una mano.
      – Desperté en una cueva transformado en oso, de ahí fuí a hablar con mi Dios, y me informó sobre el asesino que está devastando el bosque de las llanuras, dejando cadáveres mutilados por todos lados.
      – Mi misión es acabar con esa bestia y se donde se esconde, pero es demasiado poderoso y yo sólo no le haría ni cosquillas.
      Nhizzra: lamentablemente viejo amigo, no puedo ayudarte con tu misión. Pero conozco a alguien que puede estar interesado en ayudarte. Se trata de una organización que esta creciendo poco a poco en miembros, o al menos eso dicen los rumores, seguramente puedan proporcionarte ayuda a cambio de algún tipo de favor.
      – De acuerdo, y ¿Dónde puedo encontrarlos?
      Nhizzra: su sede es secreta, pero suelen frecuentar mucho el reino de Anduar, si quieres puedo acercarte al muelle de Alandaen en mi barco, es lo máximo que puedo hacer por ti
      Rassall asiente con la cabeza.
      Al alba ambos se embarcan en la corbeta de Nhizzra, y ponen rumbo a Alandaen.

    • meliam
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      Capítulo 8.

      El camino del oeste.

      Tras varios días atravesando el hielo que inunda las aguas que rodean a Naggrung, la embarcación de Nhizzra consigue divisar tierra y desplegando sus velas se dirige a toda velocidad hacia el puerto de Alandaen. Una vez amarrada la embarcación, Rassall desciende hasta el puerto y despidiéndose de su reciente amiga parte en busca de más información sobre la hermandad de la escama esmeralda.

      A no mucho tardar llega a la ciudad de Anduar, donde pregunta sin cesar a todo ser viviente que ve acerca de la hermandad, sin obtener respuesta alguna. Parece que los lugareños no quieren hablar demasiado del tema.
      De repente un recuerdo viene a su cabeza, y recuerda un lugar muy familiar, el Delta del Deano, donde ve de nuevo la caverna y la imagen difusa de una criatura color verde esmeralda. No puede ser una casualidad, piensa para si mismo. Ahora su objetivo es averiguar qué son esos recuerdos y por qué recuerda sólo ese lugar.
      Rassall se acerca a un guardia y le pregunta cómo llegar al Delta, a lo que esté amablemente le dice que tiene que coger el camino del oeste, y una vez en el desfiladero cercano a Kattak, coger un sendero que discurre por el sur y así llegaría a su destino. Rassall asiente y le agradece al guardia su amabilidad.
      Acto seguido se pone en marcha, no sin antes coger provisiones, y abandona Anduar en dirección al Delta.
      Los ladrones y bandidos del camino se apartan ante él atemorizados, como si lo conocieran, y su cara cambia cuando los saluda, se miran entre ellos como si no supieran lo que está pasando.
      Un niño sale detrás de uno de los bandidos y lo señala diciendo «papá, ¿No es ese el Gnoll que andaba con el Draxyar?». El padre esconde a su hijo cuando Rassall se para en seco y se gira hacia ellos.
      – ¿Draxyar?
      Bandido: sí un draconiano, verde esmeralda ¿es su amigo no?
      – No recuerdo nada, que no haya pasado en este mes, he perdido la memoria, sólo recuerdo y de manera borrosa una criatura como de la que habláis y una caverna en el Delta del Deano.
      Bandido: ya veo, su actitud era demasiado rara, usted y el Draxyar iban siempre juntos, los rumores cuentan que derrotaron a un batallón de enanos en el bosque de Ucho, de hecho hay carteles por todo Kattak ofreciendo recompensas por la bestia.
      Bandido: es más vamos de visita a un pariente en Ormerak, nos pilla en la misma dirección, si quieres puedes venir con nosotros.
      Rassall asiente.
      Los tres continúan su marcha camino al Delta, pero al llegar al desvío llegan los problemas, una patrulla enana los detiene y al reconocer a Rassall lo atacan.
      Enano: Es él, mató a nuestros hermanos junto con la bestia.
      Uno de los patrulleros lanza un hacha de mano con la mala fortuna de impactar en el pecho del hijo del bandido, el cual entra en cólera al ver a su hijo morir. Se lanza al ataque contra los enanos, pero corre la misma fortuna. Rassall indefenso comienza a correr, el Delta está cerca, allí los despistaré, piensa.
      A toda prisa consigue llegar al Delta, pero no ha despistado a los enanos, no le queda otra que meterse en las aguas pantanosas, los enanos lo siguen.
      De repente nota algo moviéndose debajo suya, algo muy grande, las aguas comienzan a agitarse, pero pasan de largo suya y se dirige hacia los enanos. Un coletazo impacta en la cabeza de Rassall dejándolo inconsciente.
    • meliam
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      Capítulo 9.
      Los viejos recuerdos.
      Un fuerte dolor de cabeza despierta a Rassall, aun aturdido por el golpe, se encuentra tumbado cerca de una hoguera, cuyas llamas laten vivamente. Al llevarse la mano a su rostro ve que tiene una brecha, probablemente del golpe que recibió. Alza su vista y se encuentra dentro de una caverna, con un inmenso baúl lleno de gemas. Un altar dedicado a Ralder se encuentra en el centro de la misma, con una cornamenta de un ciervo albino decorándola.
      Los viejos recuerdos olvidados comienzan a tomar forma, este altar fue creado por Dauzzy y él, y lo bendijeron con sangre de ella, que ahora reseca, decora el mismo. Junto a la hoguera se aprecian ropajes poco comunes.
      ¡Mis pertenencias! exclama Rassall.
      Una voz ronca se escucha desde la orilla de la ciénaga.
      +Ya era hora que despertaras, antes aguantabas más que un simple golpecito.
      Rassall se gira para ver quien le habla y su vista consigue apreciar una bellísima criatura de escamas esmeraldas emergiendo del cieno, sin duda es Khraxodhor. Cada vez todo está más claro, ahora Rassall recuerda quien es, Ralder lo mandó cuidar y cobijar a Khraxodhor para que al final sirviera a su causa, es una bestia digna de estudio.
      ¿Has traido gemas? He estado esperandote mucho tiempo.
      – No traje nada esta vez, de hecho ni sabía que me encontraría aquí. ¿Cuánto tiempo he estado fuera?
      + Demasiado, pero yo aquí he hecho bastantes progresos. Ese semi-drow, llamado Kelnozz, me ofreció una suculenta asociación, y fundamos la hermandad de la escama esmeralda.
      – Entonces lo que venía buscando, eras tú.
      Khraxodhor mira extrañado a Rassall.
      ¿Que quieres decir?
      – Es una historia algo larga, así que toma asiento y escucha.
      – Desperté en una caverna del bosque de llanuras en Naggrung, transformado en oso, de hecho ahora puedo polimorfarme en casi cualquier animal. Ralder me encomendó matar a un depredador que está asolando el bosque, se su guarida, pero es demasiado fuerte y escurridizo, sólo no puedo derrotarlo. Pedí ayuda a los habitantes de la isla, pero nadie quiso meterse en problemas, y me hablaron acerca de esa hermandad tuya. En resumen eso.
      + Así que a eso ibas a Naggrung, me hablaste de esto cuando te fuiste, que sentiste la llamada de tu Dios y que debías partir, pero has estado fuera más de un año.
      + Pero nunca he estado en Naggrung. Me interesa. Tú me ayudaste a sobrevivir yo te ayudaré en esto.
      Una serie de sentimientos inunda la mente de Rassall que casi lo hacen llorar de alegría al ver que al fin podrá acabar con esa bestia.
      Antes de partir Rassall se enfunda sus viejas pertenencias, que lo hacen parecer bastante mas poderoso de lo que antes era.
      – Bien, estoy listo, cuando quieras podemos partir.
      Khraxodhor emerge del agua con un cocodrilo entre sus fauces.
      + Está bien, espera que coja fuerzas, pero antes de ir a Naggrung te presentaré a algunos miembros de mi hermandad.

    • meliam
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      Capítulo 10
      La hermandad de la escama esmeralda.
      Cae la noche en el Delta del Deano, las luciérnagas empiezan a brillar. Puedes escuchar el croar de las ranas y el de las aguas que Khraxodhor y Rassall mueven con sus pasos. Ambos comienzan su marcha hacia Anduar, donde se reunirán con los miembros de la hermandad e intentarán buscar una solución al problema de Rassall.
      Deciden viajar de noche para pasar desapercibidos, puesto que ambos están en busca y captura por la alianza de Darin. No tardan en alcanzar el desfiladero de Leherdavel un estrecho paso donde es fácil recibir una emboscada, pero el camino transcurre sin mayor sobresalto.
      Los primeros rayos del sol comienzan a iluminar los floridos campos de celedan, y de fondo se puede observar la mansión de la familia que regenta estas tierras. Rassall se agacha y coge un rábano, y de un bocado se lo traga entero.
      Al llegar a Anduar los guardias piden a los viajantes que se quiten la capucha para ser reconocidos. Ambos aceptan y tras comprobar que no son enemigos los guardias se apartan y los invitan a pasar.
      Khraxodhor: tengo hambre, vayamos a la taberna, los de la hermandad comen gratis!
      – Preferiría conocer a tu gente cuanto antes, el tiempo apremia, amigo.
      Khraxodhor refunfuña pero acepta.
      Khraxodhor: nuestra guarida no está aquí debemos ir a las antiguas ruinas de Zumelzu, allí tenemos nuestra sede, nadie se atreve a pisar esas tierras.
      Rassall: vayamos pues, el puerto de Alandaen queda cerca, además recuerdo que tengo mi barco amarrado allí.
      Ambos se ponen en marcha. Rassall está intrigado, deben ser unas criaturas la mar de curiosas y fuertes si Khraxodhor ha confiado en ellos.
      El suelo a medida que van llegando a la vieja ciudad en ruinas es cada vez mas blando. Llega un momento que Rassall mete sus piernas hasta la cintura, resulta demasiado complicado andar por aquí, una zona pantanosa y llena de mosquitos. ¿Quién querría venir aquí?
      Finalmente logran cruzar las tierras pantanosas, y llegan a la puerta derruida de Zumelzu, las cruzan superando los escombros que taponan la entrada. Rassall queda atónito, lo que esperaba ser una ruina, es una ciudad reconstruida, se ve que la hermandad la ha reconstruido y hay de todo, tabernas, tiendas, sastrerías, talleres, forjas. No tiene nada que envidiar a Anduar.
      – ¡Pero bueno!, Veo que habéis reconstruido la ciudad. Os habrá costado un ojo de la cara.
      + Bueno, la hermandad se dedica a todo tipo de encargos, muy bien remunerados claro está.
      – Ya veo ya, no habéis perdido el tiempo.
      + Vayamos al centro de reuniones, allí estarán los demás miembros, bueno, los que estén disponibles y no estén fuera claro.
      Rassall sigue a Khraxodhor hacia un edificio en el centro de la población. La entrada es un gran portón decorado con columnas de bonitos capiteles. Al atravesarla un fuerte olor a incienso y hierbas aromáticas inunda la zona. Khraxodhor corre la cortina y se adentra en la sala de reuniones y Rassall tras él.
      Con todos reunidos la asamblea empieza.

    • meliam
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      Capítulo 11.

      La gran nevada.

      Todos los presentes en la mesa tienen su rostro bajo una capucha, excepto Khraxodhor. Este se sienta también y Rassall se queda tras él.
      +Khraxodhorpodeis descubriros maestres, no hay peligro de que Rassall desvele vuestra identidad, está aquí en busca de ayuda y yo le debo una, él me salvo antaño cuando una patrulla enana vino a matarme a mi cueva.
      Los maestres se apartan la capucha, y se presentan.
      Yo soy Raylan dice uno, Kelnozz y Nazgar se presentan tras él.
      – Disculpadme pero sólo reconozco a Kelnozz, recuerdo que el baúl que hay en la caverna de Khraxodhor en el delta lo hizo él, yo lo contraté. Pero al resto no os conozco. Suelo desconfiar de los desconocidos, pero sabiendo que sois camaradas de Khraxodhor  os daré un voto de confianza.
      Raylan¿Qué te trae por aquí?
      – Desperté en una caverna del bosque de llanuras en Naggrung, transformado en oso, de hecho ahora puedo polimorfarme en casi cualquier animal. Ralder me encomendó matar a un depredador que está asolando el bosque, se donde está escondido está herido y seguí su rastro, pero es demasiado fuerte y escurridizo, sólo no puedo derrotarlo. Pedí ayuda a los habitantes de la isla, pero nadie quiso meterse en problemas, me hablaron de vosotros, y al buscaros casualmente di con Khraxodhor.
      Kelnozz: te recuerdo, pero nosotros no trabajamos gratis. Aunque he oído que Conrad ofrece una suculenta recompensa a quien elimine a ese depredador.
      Nazgar: no sé, tengo mis dudas, pero si Ralder le encomendó esa misión, yo ayudaré sin problemas, soy un devoto suyo al igual que tú.
      Raylan: Votemos. Si cobramos esa recompensa podremos reparar la puerta de la ciudad, nos vendría bien la verdad.
      Los maestres asienten y deciden por unanimidad ayudar a Rassall.
      – Pero aún no se como vamos a dar con él, es invisible al ojo humano, sólo puedo detectar su olor, pero jamás llegué a verlo.
      Todos en la sala se ríen a carcajadas.
      Raylan¿Con quien crees que estás hablando? Puede que no me conozcas, pero soy el adivino más famoso de los reinos, puedo ver todo, hasta lo invisible, no te preocupes por eso yo me encargo. Ahora bebamos y cenemos, debemos seguir entrando en detalles. Cuentanos todo lo que sepas.
      Kelnozz da dos palmadas y sirvientas con bandejas llenas de comida y ánforas llenas de vino atraviesan las cortinas que tapan la puerta de entrada a la sala de reuniones. El grupo pasa la noche comiendo, bebiendo y ultimando los detalles de la misión. A la mañana siguiente parten rumbo a Alandaen, donde embarcan en el Cañonero de Kelnozz y ponen rumbo a Keel.
      Una vez alcanzado el puerto, un frío intenso hiela los huesos de la compañía. Amarran el cañonero y se dirigen rápidamente a la taberna más cercana. En ella piden aguardiente y algo de comer, el viaje ha sido agotador.
      Kelnozz : ¿Desde cuando hace tanto frío aquí?
      Camarera: Mi señor, hará una semana empezó a nevar de manera descontrolada, como si un Dios estuviera enfadado, sin parar desde entonces. Los quitanieves trabajan sin cesar, pero el camino al bosque de las llanuras está imposible, no se puede acceder a él. Lo único que queda libre es el camino a Nalaghar.
      Kelnozz: El poblado de Nalaghar es un pueblo de bárbaros, pero son viejos conocidos, venden los mejores ropajes para el invierno, si nos abrigamos bien, podemos ayudar a los quitanieves a limpiar el camino para llegar al bosque.
      Rassall asiente con la cabeza.
      -Esto es cosa de Ralder, está cada vez más furioso por mi tardanza. Vayamos raudos a Nalaghar.
      Raylan termina el último trago de su aguardiente y corre a prisa tras los demás, se había quedado embelesado mirando a una de las prostitutas que andaban en ropas menores por la taberna. Si que se fija en todo.
      Antes de partir hacia NalagharKelnozz pasa por una tienda y compra telas para los bárbaros.
      Kelnozz: Siempre me gusta llevarles algo, el invierno en el bosque blanco es muy duro y estas telas son muy preciadas por ellos.
      Sin más dilación el grupo parte de camino a Nalaghar, esperando que el camino esté libre.

    • meliam
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      Capítulo 12
      Un sacrificio para Ralder.
      El grupo avanza con dificultad a través de la ventisca, parecen perdidos pero gracias al conocimiento de los caminos de la isla que tiene Kelnozz consiguen llegar al bosque blanco. En el centro del bosque por encima de los árboles se puede distinguir una gran empalizada, seguramente sirva para cobijar al poblado bárbaro de Nalaghar.
      -¿Viven dentro de la empalizada verdad?
      Kelnozz asiente con la cabeza.
      El grupo acelera el ritmo y no tardan en llegar a la empalizada. Dos bárbaros protegen la entrada, los cuales se sorprenden de ver al grupo y se ponen en posición defensiva, la cuál abandonan al ver a Kelnozz y sobre todo al ver las telas que trae consigo.
      Kelnozz: Necesitamos ver al anciano.
      Los guardias asienten y los escoltan a la tienda del anciano. Apartan una tela roída por el paso del tiempo y acceden a una cálida cabaña donde el anciano los espera sentado en su butacón de madera.
      Anciano: Cuanto tiempo sin verte viejo amigo, veo que recuerdas lo que este pueblo necesita, esas telas nos darán para pasar al menos un par de inviernos calientes. ¿Qué os trae por estas tierras?
      Kelnozz: no me voy a andar con muchos rodeos, tenemos que llegar al bosque de las llanuras, y las nevadas de las últimas semanas nos tapan el paso, los quitanieves no dan a basto y debemos abrigarnos bien e ir a ayudar. En definitiva necesitamos vuestras prendas de piel de yeti.
      El viejo anciano se queda pensativo.
      Anciano: no me queda otro remedio que ayudaros, si el camino al bosque está bloqueado Conrad no podrá proveernos de más pieles de yeti, id a la armería, allí os darán lo que necesitáis. Mucha suerte.
      Tras pasar por la armería y abrigarse con las pieles de yeti, vuelven sobre sus pasos y llegan al camino al bosque, que efectivamente está bloqueado no queda otro remedio que ponerse a trabajar con los quitanieves.
      Tras horas apartando la nieve, consiguen vislumbrar las altas copas de los árboles y de fondo en Amon Muil.
      -Vamos chicos estamos cerca. Limpiaremos el camino, haremos una hoguera y descansaremos. Mañana daremos caza a esa bestia.
      Al amanecer el grupo parte y se interna en el bosque. Siguiendo el olfato de Rassall no tardan en llegar al claro donde se encuentra el cubil de la bestia.
      – Es aquí. Hora de terminar chicos.
      Kelnozz se oculta entre la maleza.
      Raylan unta sus ojos con una pasta que saca de su zurrón.
      Nazgar invoca un Superpredador.
      Rassall se transforma en oso.
      Raylan encabeza el grupo, mirando a todos lados, parece ver cosas que los demás no pueden apreciar. Una vez en la entrada del cubil Raylan pronuncia un hechizo y la bestia queda visible a ojos de todos, es enorme mide más de tres metros y parece furiosa, hemos invadido su territorio.
      De nuevo el aullido gutural ensordece el bosque, pero esta vez es diferente, la víctima es el depredador, Khraxodhor se lanza con ferocidad y consigue morder el antebrazo del gnollRassall abraza una de sus patas inferiores, y la quimera de Nazgar consigue morder la otra zarpa. Oyes un silbido, y lo siguiente que se escucha es la cabeza de la bestia cayendo al suelo, Kelnozz la ha cortado de un preciso tajo. Todo ha terminado.
      Kelnozz coge la cabeza y la guarda en su mochila, esto será suficiente para cobrar la recompensa.
      – Gracias a todos, cobrad vuestra recompensa, os la habéis ganado. Yo debo sacrificar lo que queda del cuerpo a mi Dios.
      Nazgar: yo te acompaño, subamos el cadáver a los lomos de mi quimera y vayamos el altar.
      Los dos druidas se dirigen al círculo de piedra mientras que el resto del grupo parte a buscar a Conrad y la recompensa por acabar con la bestia.
      Una vez en el altar, los dos druidas ponen el cuerpo encima de la losa de piedra y entonan unos cánticos clamando el favor de Ralder.
      Ralder se persona ante ellos.
      Ralder: veo que al fin habéis acabado con la amenaza del bosque, a cambio os otorgaré una de mis más preciadas reliquias a cada uno.
      Así Ralder entrega a Nazgar y Rassall sendos bozales de la rabia infinita.

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