Inicio Foros Historias y gestas La orden extinta

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    • Jashraia
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      La familia Vaiorasa llevaba establecida en Veleiron desde los días de su fundación. Aunque la minería no era del gusto de la mayoría de semi-elfos, por generaciones los Vaiorasa fueron muy apreciados por su habilidad en este oficio, acumulando tras el paso de los años una riqueza considerable a través de la venta de minerales y piedras preciosas. 

      La familia de semi-elfos estaba compuesta por lord Venegas Vaiorasa y lady Yumiana Vaiorasa, padres de cinco hermanos: Thelmol, Richulie, Aliosho, Sombran y Rubel. La madre de lady Yumiana había fallecido hace unos pocos años cediendo el poder de la familia a su hija.

      Un día, mientras paseaba por el jardín, Lady Yumiana Vaiorasa vio a un misterioso hombre encapuchado que se le acercó con algo entre las manos. Esta, luego de despedir a las sirvientas que la acompañaban, recibió del hombre un canasto en donde una bebe dormida se dejaba ver envuelta entre las telas. 

      -Aquí está la niña de la que habíamos hablado. Por favor cuídala como si fuera tuya. -dijo el Hombre encapuchado. 

      Lady Yumiana cogió el canasto observando a la hermosa bebe semi-elfa que dormía plácidamente entre las telas. La mujer, quien nunca estuvo completamente segura de cuidar a la niña, no pudo resistirse al verla tan vulnerable y necesitada. 

      El hombre misterioso, un antiguo amigo de la familia Vaiorasa, era en realidad un afamado escriba de la extinta orden de magos astrales de la torre de cristal de Amon Muil. Este era perseguido por un grupo de hechiceros debido a sus recientes descubrimientos y había estado buscando un lugar seguro para la bebé cuya vida corría peligro debido a su linaje.

      Por la sangre de la pequeña semi-elfa corría la sangre de los antiguos de Eirea, una asociación secreta de magos que basaba su poder en las estrellas. Estos consideraban a los brillantes astros como sus antepasados muertos y principal fuente de poder en los reinos.

      La desaparecida orden había sido fuertemente perseguida por practicantes de magia convencional de diferentes escuelas quienes veían en estos magos una amenaza al curso natural del éter. Por varias generaciones, la familia de la pequeña semi-elfa había vivido apartada en el exilio consiguiendo escapar de sus enemigos pero luego de ser descubiertos y asesinados, la bebe era la única heredera que continuaba con vida.

      -Puedes confiar en mí -respondió lady Yumiana.

      -Su verdadero nombre debe quedar en el olvido, tendrás que escoger uno nuevo para ella. -dijo el hombre.

      -Faethyra…Faethyra Vaiorasa.-respondió Lady Yumiana con un tono maternal.

    • Jashraia
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      Faethyra creció sin distinción como una más de los Vaiorasa. Sus padres, siempre amables y cariñosos, decidieron estrictamente guardar el secreto inclusive para el resto de sus hijos quienes consideraban a la joven semi-elfa como su hermana.

      A lo largo de su infancia Faethyra recibió la visita del misterioso hombre que la rescató y entregó a lady Yumiana cuando era una recién nacida. La primera vez que se conocieron fue cuando la semi-elfa, con seis años de edad, estaba jugando junto a su madre en el jardín de la mansión Vaiorasa. Este se presentaria como Jufer, último escriba e investigador de la magia astral.

      -Haz vuelto Jufer, me alegro que estes con vida, todos estos años pensamos lo peor…dijo lady Yumiana mientras la pequeña Faethyra observaba desde lejos al hombre misterioso. 

      -No podré quedarme por mucho tiempo…con tu permiso, me gustaría conocer a la niña…dijo Jufer retirando la capucha de su rostro. 

      -Fae, ¿puedes venir aquí por un momento por favor? -preguntó lady Yumiana.

      La niña se acercó tímidamente y se escondió tras su madre. Pasados unos minutos, y luego de acostumbrarse a la presencia de Jufer, esta accedería a conocer al hombre quien con el paso de los años se transformaría en el primer shalafi de la semi-elfa.

      -Me dijeron que te encantaban los astros Faethyra. Dijo Jufer quien, luego de pronunciar un cantrip, hizo que una brillante luz emanara de su mano similar a una estrella.

      -¡Me encantan! -exclamó Faethyra quien comenzó a perseguir las luces que producía Jufer. 

      Jufer le enseñaría a la niña cómo observar el cielo, encontrar ciertas constelaciones y le contó historias sobre ellas. También le mostró algunos trucos mágicos y le explicó cómo funcionaban. Para su cumpleaños número diez le regaló un grimorio que contenía cantrips básicos los cuales Faethyra aprendió sin dificultad. A los quince años Faethyra ya dominaba hechizos arcanos de complejidad media y sobresalía comparada al resto de niños hechiceros de Veleiron. 

      Una tarde que la joven semi-elfa volvió a la mansión para su clase con Jufer, esta solo encontraría un mensaje de despedida del hombre misterioso. Junto a la carta también se encontraba una piedra con una extraña marca grabada en su centro. Aunque no sabía su significado, Faethyra instantáneamente reconoció aquel símbolo como una runa.

      • Esta respuesta fue modificada hace 1 years, 11 months por Jashraia.
    • Jashraia
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      La semi-elfa se percató de cómo letras y símbolos comenzaron a aparecer mágicamente en la carta que anteriormente se encontraba en blanco. Un hechizo había sido formulado por Jufer el cual se activó al momento que la joven hechicera entró en la habitación. 

      Faethyra extendió el papel sobre la mesa colocando un par de libros en cada una de sus esquinas. Las palabras que eran marcadas con fuego mágico desaparecían rápidamente de la carta por lo que la semi-elfa entendió que esta era su única oportunidad para descifrar el mensaje.

      “Querida alumna, la situación se tornó grave y tengo miedo por nuestras vidas. Logre detectar un hechizo de observación mágica sobre mí y logré visualizar al emisor de tal conjuro. Creo que los hechiceros saben de mi paradero así que he decidido escapar y alejarme de Veleiron para protegerte a ti y a tu familia.

      Antes de que me vaya, quiero dejarte algo que espero te sea de gran ayuda. Se trata de una runa que puede accionar un portal astral. Esta marca es especial y debes protegerla con tu vida, ya que actúa como una llave que te permitirá saber el resto de tu historia.

      Por ahora no puedo darte la localización pero seguro que la encontrarás. Cuando llegues ahí solo tienes que sostener la piedra y concentrarte en ella para que se abra la puerta. No sé cuándo volveré ni si alguna vez volveré… El nombre de la runa es Fer-Vil.

      Creo que están intentando otra vez entrar en mi cabeza, será mejor que me vaya lo antes posible, haré lo posible por distraer la atención de los hechiceros pero debes ser cuidadosa, puede que pongan atención en Veleiron desde ahora en adelante”

      La carta procedió a quemarse por completo dejando nada más que cenizas a su alrededor. Faethyra cogió la runa y la guardó entre sus ropajes mientras trataba de asimilar el mensaje que Jufer había dejado para ella. Aunque aún era muy joven, la semi-elfa entendía la compleja situación de vida o muerte en la que se encontraba. 

      Luego de contarle lo sucedido a su madre, la familia Vaiorasa utilizó sus influencias políticas en Veleiron para proteger a Faethyra de aquel grupo de hechiceros. Tras una suculenta negociación, la joven sería enviada a Ak’anon donde un viejo amigo de lord Venegas Vaiorasa para así proseguir con sus estudios arcanos en la famosa torre de ilusión.

    • Jashraia
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      Cuando Faethyra tenía aproximadamente veinte años sucedió el trágico accidente de la mina que cambiaría su vida para siempre. 

      Hace tan solo unos meses que la joven hechicera había vuelto de su entrenamiento en la torre de ilusión de Ak’anon donde aprendió a pulir sus afinidades mágicas descubriendo un talento innato con hechizos de encantamiento y transmutación.

      Apelando a la nostalgia de antaño, el Padre de Faethyra y sus hermanos propusieron a la hechicera internarse en la mina durante el día para buscar piedras preciosas. Lord Venegas le había prometido la gema más grande a Faethyra y esta quien necesitaba nuevos componentes mágicos para sus hechizos accedió a la invitación.

      Varias horas habían pasado bajo la mina y la veta de plata en la que se encontraban trabajando parecía interminable. En el preciso instante en que un gran trozo cayó al suelo, Fathyra se percató de las inscripciones rúnicas que rodeaban el muro oculto tras la veta.

      La semi-elfa reconoció una de las runas como la runa Fer-Vil, la cual había sido tallada en una piedra por Julfer antes de escapar de Veleiron cuando Faethyra era una niña. Esta llevaba la piedra atada a su cuello en forma de amuleto escondida bajo sus ropajes.

      -¿Qué crees que signifique esto padre? -preguntó Faethyra.

      -Nunca vi este tipo de inscripciones Faethyra, parece élfico antiguo y aunque reconozco algunas palabras no comprendo su total significado. -respondió lord Venegas.

      -Esta marca de aquí es igual a la de mi amuleto -dijo la joven hechicera sacando la piedra que colgaba de su cuello. 

      Al momento que Faethyra sacó su amuleto para comparar las marcas, las inscripciones grabadas en la pared comenzaron a brillar con una tenue luz violeta mientras un leve temblor causó que pequeñas piedras y polvo cayeran desde el techo de la cueva.

      El padre y los hermanos de Faethyra quedarían boquiabiertos cuando la semi-elfa desapareció frente a sus ojos. El temblor comenzaría a aumentar en intensidad hasta transformarse en un fuerte terremoto.

      El intento de los Vaiorasa por escapar de la mina resultaría en vano quedando toda la familia sepultada bajo las rocas. Faethyra, quien se había teletransportado a una nueva zona, se encontraba completamente ilesa. Esta se internó en la recientemente descubierta estancia sin presagiar la tragedia que estaba sucediendo con su padre y sus hermanos al otro lado del muro.

    • Jashraia
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      Faethyra se internó en la estancia que se había abierto mágicamente ante sus pies. La oscuridad no le permitía ver nada por lo que tuvo que pronunciar un conjuro de luz para poder continuar. Tras ella escuchó los sonidos de un derrumbe así como los gritos desgarradores de sus familiares. La semi-elfa no pudo hacer nada para abrir la puerta que se había cerrado tras ella.

      Con las uñas y manos ensangrentadas tratando de apartar la gigante roca que se interponía entre ella y el resto de los Vaiorasa, Faethyra logró remover suficientes rocas como para poder escuchar a lo lejos la voz de uno de sus hermanos. 

      Aliosho, el mayor de los hijos varones de los Vaiorasa, siempre fue el hermano más cercano que Faethyra tuvo en Veleiron. Aunque algo torpe con los hechizos, siempre mostró un interés por las artes arcanas y una gran admiración por su prodigiosa hermana hechicera. Solían pasar tardes juntos practicando cantrips y encantamientos. 

      -¡Aliosho! ¿puedes oírme? ¿estás conmigo? La entrada se cerró completamente tras de mí y no puedo salir, escuche un derrumbe y unos gritos, ¿están bien? -pregunto Faethyra desesperada por intentar saber lo que había pasado del otro lado.

      -Sí, Faethyra. Puedo oírte, pero apenas puedo respirar. No quiero morir aquí aplastado por las rocas… todo fue tan rápido…Thelmol esta aquí a mi lado…creo que esta muerto. Dijo Aliosho con una voz apenas perceptible.

      -No te preocupes, hermano. Estoy aquí contigo. No voy a dejarte solo. Voy a hacer todo lo que pueda para sacarte de aquí -dijo Faethyra mientras trataba de mover una pesada piedra en vano.

      -No puedes hacer nada, Fae…ya es muy tarde. Ya no escucho a los demás. Creo que todos están muertos… padre también…no siento mis piernas y ya no puedo respirar Fae…-dijo Aliosho quien cada segundo que pasaba tenía una voz más leve.

      -No, hermano. Por favor, no te rindas. Mantente conmigo. Te amo, hermano. Te necesito aquí conmigo.-dijo Faethyra entre sollozos, con las manos ensangrentadas de tanto luchar con las rocas, arrodillada ante la desesperación de no poder hacer nada para ayudar a su familia.

      Faethyra no consiguió escuchar más la voz de Thelmol. Este había muerto asfixiado por toneladas de roca que se habían derrumbado sobre él y el resto de los Vaiorasa. Luego de horas de negación de lo sucedido, la semi-elfa se puso en pie para tratar de encontrar alguna salida desde dentro del lugar donde se encontraba.

    • Jashraia
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      La extraña cueva que se había abierto ante Faethyra era un lugar oscuro y húmedo, con paredes de roca suave y grisácea. A medida que avanzaba, pudo ver extraños símbolos escritos en las paredes. Estos parecían responder a la luz que emitía el báculo de la semi-elfa. La antigüedad y el estado de abandono de la estancia hacían parecer que esta pertenecía a otra era. 

      Los símbolos grabados en la piedra eran antiguas runas mágicas escritas en élfico antiguo. Faethyra, quien gracias a su maestro Jufer ya tenía conocimiento sobre este tipo de artefactos, reconoció algunos de ellos como las runas Dur-tir y Kaldur. La semi-elfa se detuvo a examinar los glifos arcanos más de cerca y por un segundo sintió una extraña presencia, como si alguien le estuviera hablando directamente a través de ellos. 

      Recostado a un lado de la cueva, la joven hechicera vio un antiguo peto de cuero olvidado junto a un pedestal. La armadura estaba cubierta de polvo y tenía arañazos que la cruzaban de par en par. Aun así parecía estar en buen estado. Faethyra se acercó al peto con curiosidad formulando un hechizo de detectar magia. Al hacerlo, sintió una inmensa oleada de energía y poder que la recorrió apabullando sus sentidos. 

      La magnífica obra de arte que se encontraba en las manos de la semi-elfa poseía una dureza más allá de la concepción humana, como si la piel de la que estaba hecha hubiese sido arrancada de una criatura del infierno. Faethyra decidió continuar su camino a través de la cueva llevándose la armadura con ella. 

      A unos cuantos metros al interior de la habitación Faethyra encontró un grimorio antiguo y polvoriento de páginas amarillas y gastadas. La hechicera, quien ya había estado bajo la presencia de uno de estos libros arcanos, lo abrió con una mezcla de fascinación y temor para examinarlo más de cerca.

      Al hojear el grimorio del séptimo círculo, como decía en su gruesa tapa de cuero, la mujer se dio cuenta de que este albergaba una de las mayores colecciones de tratados sobre magia arcana que sus ojos hubieran visto. Desde recetas de hechizos ya obsoletos e imposibles de formular hasta listas de entidades mágicas de otros planos, en las manos de la semi-elfa se encontraba un auténtico tesoro arcano el cual decidió llevarse con ella. 

      Una fuerte réplica del temblor que causó el anterior derrumbe se hizo sentir causando que grandes rocas se desprendieran del techo de la estancia. Faethyra decidió apresurar su búsqueda de alguna salida hacia la superficie internándose más aún en la oscura cueva.

      A pesar de que la hechicera se había hecho de dos poderosos artefactos mágicos, lo que más la inquietaba era aquella runa desconocida que encontró grabada en la pared. La semi-elfa la había memorizado para así poder estudiarla con mayor calma si es que llegase a salir con vida de la cueva.

    • Jashraia
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      Varios años habían pasado desde la tragedia del derrumbe pero aun así Faethyra no lograba recomponerse por lo sucedido. La voz de su hermano Aliosho dándole el último adiós se le repetía una y otra vez al punto que no sabía si aquellas voces provenían de su imaginación o de la realidad. 

      La semi-elfa había sido rescatada por un grupo de mineros humanos que se encontraba haciendo un trabajo cerca de la zona. Estos consiguieron escuchar sus súplicas de ayuda a través de unos respiraderos naturales con los que contaba la cueva. 

      La noticia de la pérdida de su esposo y sus hijos fue devastadora para lady Yumiana Vaiorasa. Luego de enterarse de lo sucedido, la madre adoptiva de Faethyra desapareció en los bosques de Thorin siendo encontrada muerta colgando desde un árbol con una nota de despedida en uno de sus bolsillos.

      Faethyra quedó sola en la mansión Vaiorasa. Despidió a todos los sirvientes, cocineros y escribas que trabajaban para la familia por lo que las estancias lucían sucias y abandonadas.

      Los imponentes cuadros que antaño relucían la majestuosidad de la familia estaban en el suelo, las finas vasijas de porcelana estaban rotas por doquier y la gran estatua de mármol que adornaba la entrada estaba quebrada en dos.

      En varias ocasiones la guardia danzante de Veleiron se acercó a la mansión para comprobar el estado de la hechicera pero esta ni se molestaba en abrirles la puerta. Estos habían comenzado a sospechar ya que la joven semi-elfa llevaba varios días sin salir de la estancia y algunos vecinos habían reportado gritos desgarradores a altas horas de la noche.

      Faethyra no conseguía aceptar la horrible tragedia que había sucedido. Si es que la puerta de la cueva no hubiese reaccionado a la runa que colgaba en su cuello quizás nada hubiese sucedido se repetía a sí misma una y otra vez. Las voces de sus hermanos muertos en su cabeza, junto a los ruidos de derrumbes y los glifos arcanos que parecieron hablarle aquella noche la tenían al borde la locura.

      Su cara lucía demacrada, sus cabellos descuidados y su aspecto paupérrimo y endeble. La semi-elfa estaba llorando en una esquina de la casa vistiendo el peto mágico que había encontrado al interior de la cueva. Alrededor de las paredes se encontraban los dibujos de diferentes runas hechos con la propia sangre de la hechicera.

    • Jashraia
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      Faethyra, luego de años de decadencia y podredumbre dentro de la mansión Vaiorasa, logró conseguir una respuesta dentro de la runa que había encontrado en aquella cueva. Las paredes de la estancia estaban marcadas con sangre y diferentes cuerpos mutilados yacían esparcidos por doquier.

      La runa que Faethyra estaba tratando de dibujar en la pared con sus manos ensangrentadas comenzó a brillar con una luz anaranjada. La hechicera cayó arrodillada al suelo de la habitación y comenzó a reír desquiciadamente mientras algunas lágrimas caían sobre sus mejillas. Al fin había conseguido recordar cómo lucía aquella marca.

      -Debes encontrarme… dijo una gutural voz proveniente desde dentro de la runa.

      -¡Quién eres! -exclamó Faethyra quien seguía riendo con la mirada perdida.

      -Debes ayudarme… tienes que romper el lazo…quiero descansar… -continuó hablando aquella misteriosa voz que la hechicera había invocado.

      -¡Por tu culpa perdí a mi familia! ¡Si es que te encuentro será para acabar con tu vida! -dijo la hechicera quien se puso de pie alzando una mano hacia el cielo preparando un conjuro. Una poderosa magia se generó a su alrededor haciendo que polvo y piedras comenzaran a levitar en el aire.

      -Hermana… porque nos mataste? -Preguntó una voz desde el interior de la runa. Faethyra reconocería inmediatamente la voz de su hermano Thelmol. 

      Así como la voz de Thelmol, las voces de su padre, madre y resto de sus hermanos comenzaron a culparla de todo lo que había sucedido. La runa de sangre cambiaria de color mientras las voces de los familiares de la hechicera comenzaban a gritar en agonía. 

      -Si me encuentras y me salvas, podrás salvarlos a ellos también… -dijo la voz gutural.

      -¡Ya basta Faethyra! ¡Abre la puerta! -exclamó un miembro de la guardia de Veleiron quien había sido alertado de los gritos provenientes desde la mansión. Los altos mandos de la ciudad, cansados con la actitud de la semi-elfa, habían decido allanar la estancia para ver que sucedía en su interior.

      Faethyra se volteó en dirección al guardia extendiendo sus palmas y tras pronunciar las palabras ‘bellum destruct corpore’ generó un poderoso rayo de energía que lo desintegró. El resto de los guardias se abalanzaron sobre la semi-elfa propinándole una golpiza para luego apresarla con fuertes cadenas.

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