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AnónimoInactivo20 junio, 2022 a las 13:12Número de entradas: 78
Taberna del Dragón Verde. Escenario improvisado.
El escenario improvisado consta de un pequeño tablado con dos barriles y un par de mesas. Tenue iluminación gracias a unos fuegos fatuos élficos de préstamo, una cortina violeta y cuadros representativos colgados en las paredes. Quiere representar la misma taberna donde se realiza la obra. En el escenario se observan un par de actores de bajo caché conversando en voz baja.
Un actor de bajo caché se alza y canta con voz de barítono mientras se dirige al público:
“Es cierto lo que dicen… Es cierto lo que hablan… Una noche con ella en Venus… y se quedó embarazada….”
Otro actor de bajo caché se alza violentamente y le contesta con voz similar:
“Ahora no quiere asumir… su responsabilidad… , pues los hombres son así… él debe escarmentaaaaAAAAR”….
De súbito, la música cambia y un ritmo de tambores pegadizo suena. Un hombre encapuchado arroja al público su capa, se enfunda un guante blanco y caminando de forma reversa, se acerca a la mesa de ambos tertulianos y canta con voz de contratenor:
Mastropiero: “Biliana Juana… no es mi amor…¡ah! , es una chica… que creer que SooooY el mejor…. ¿Quieeres una manzana?, Ihihi”
Mastropiero golpea la mesa fuertemente, haciendo que una jarra de cerveza salga volando hacia algún lugar, impactando en una mesa y salpicando de cerveza a un actor disfrazado de hombre-lagarto con vestimentas de poca calidad y cosidos paupérrimos. En su pecho, lleva una estrella de cartón que pone: General.
El actor (hombre-lagarto) desenvaina su espada de foam y señalando a Mastropiero, canta con voz de tenor:
“Como osáis…. Me habéis salpicado… mi traje recien planchadooOOOO!”
(Señala al público con su arma)
“La ofensa es de tal agravio… que os espera el destierro… o morir bajo mi espada… ¿Cual sera nuestro acuerdo?”
Dos gnomos mueven un mecanismo y en el fondo aparece una luna llena de madera, sujeta con dos cuerdas. Las luces se apagan y un tenue rayo de luz ilumina a Mastropiero, el cual reposa de rodillas, cubierto por un manto y sosteniendo una flor con ambas manos, mientras canta con voz de falsete:
“Que injusticia, que desolación…. Todo por culpa de un error…. Que ser tan malvado, no tiene corazón… Si tan solo pudiera entrar en razOOOOOÓN….”
Se hacen unos segundos de silencio. Los actores se miran entre sí, esperando una señal. Mastropiero se levanta y se dirige a todos:
Mastropiero: Descanso, treinta minutos. Volveremos a repetir toda la escena. Entrar en razón…, corazón…
Todos se quitan los calurosos disfraces y se dirigen a comer algo. Mastropiero sigue dudando sobre el contenido escrito en su partitura. Se dirige luego a la puerta de su camerino.
Abre la puerta y se contempla un camerino que es la calle trasera de la posada. Un espejo colgado en el muro, un taburete y una mesita llena de artilugios, maquillaje y objetos de poco valor.
Mastropiero: Ya no se valora nada….
Mastropiero suspira.
Maestropiero: Héroes narrando gestas sobre dragones… muertes… hechizos… ¡Todas ellas faltas de sentimiento!
Mastropiero se observa en el espejo. Pocos instantes después, arroja una jarra contra éste y el espejo se resquebraja. Mastropiero se observa ahora desfigurado y lágrimas le caen por su rostro.
Poco después coge un pequeño retrato de su camerino. Es un pequeño cuadro pintado con la forma de un ser mitológico. Debajo pone: El Señor de la potestad de las cien formas.
Mastropiero acaricia el retrato con sus dedos y piensa para sus adentros…. “Si estuvieras aquí para darme fuerzas….”. Luego se seca las lágrimas, deja con cuidado el retrato en su mesita. Se maquilla de nuevo y regresa a la posada.
Toma un par de cervezas para afinar le gaznate. Pasados los treinta minutos, se dirige de nuevo al escenario y a su señal, repiten la escena hasta el punto en que finalizaron.
Al poco, Mastropiero se levanta y arroja la rosa al suelo. Las luces adquieren fuerza, una música de batalla suena desde el fondo y la luna cae estrepitosamente. Mastropiero desenfunda su sable y canta:
“Si los dioses lo desean, este será mi desdicha… pero si puedo omitir tal hecho, te ensartaré con mi… esgrima!”
El actor hombre-lagarto mira alrededor, mientras aún sostiene el guion. Rebusca en él pero no consigue recordar tal escena. Nervioso, duda y vuelve a mirar a su alrededor.
Mastropiero se avalanza y de un toque de su sable desequilibra al actor, el cual cae de bruce en el suelo. Mastropiero lo patea. Finalmente, se gira y dice: Escena buena. Suficiente por hoy.
Uno de los gnomos susurra desde detrás del escenario: Pero Mastropiero… ¿En que parte del guion salía eso…?
Mastropiero: En ninguna. Hay que saber improvisar, es la esencia del teatro. A ver si aprendéis.
Varios actores de reparto ayudan a levantarse al pobre actor hombre-lagarto.
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