Inicio Foros Historias y gestas La Venganza de Tlakzek

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    • athaelae
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      Tlakzek abrió sus ojos. Estava siendo sacudido por un soldado de la
      Horda Negra.

      — ¡Levántate, snaga! — El tipo le llamava con alta voz.

      El goblin de pronto se puso de pie, arregló su armadura y empuñó su
      arma, intentando no demostrar sorpresa en su mirada.

      Te reincorporas.
      >
      No tienes nada que envainar.
      Empuñas tu Gran Almádena de Burk-Kharod.
      }
      Finalmente equilibras la Gran Almádena de Burk-Kharod.

      — ¿Por qué demonios me despiertas? — Preguntó, ya casi se escapava un
      aire de fúria en su mirada griz.

      — Anda que te vá a valer la pena. He oído cosas…

      — ¿Qué tipo de cosas, soldado? — Preguntó Tlakzek.

      — Pues… Dicen que Vergwen está desafiándote a un combate.

      — Er… Pero, ¿a mi? ¿y por qué eso ahora?

      — Andó comentando en la taberna que hace tiempo que nada haces por la
      Horda Negra y que ya no le tiene fe a tu utilidad.

      — ¿Ah, sí? Pues esto lo vamos a ver ahora mismo.

      Tlakzek rapidamente le dio la espalda al soldado que allí estaba y se marchó a ver
      a su retador.

      Poco después llegó al altar del culto de los planos. Allí, de pie,
      estaba Vergwen, señor espiritual del culto.

      Tlakzek no le dio tiempo a la charla, entró sin hacer ruido, y cuando su
      victima menos esperaba…

      Alcanzas por sorpresa a Vergwen, Señor Espiritual del Culto con un tremendo ataque de tu Gran Almádena de Burk-Kharod que lo alcanza en una zona vulnerable, pero

      no logras dañar
      su armadura.

      — ¡Aaaaaarg! Por Gurthang, ¿qué es esto?

      — Vergwen, me han contado las mierdas que andas hablando y de como no
      te fias de mi utilidad a la Horda Negra.

      Aplastas con increíble potencia a Vergwen, Señor Espiritual del Culto.

      — ¡Ahora mismo te voy a hacer tragar la mierda de tus palabras audaciosas!

      — A mi no me vas a jugar, ¡Snaga! — Exclamó Vergwen, mientras con un
      movimiento paralizó a Tlakzek.
      Sientes como una fuerza divina te rodea, frenando la posibilidad de cualquier movimiento.
      — Ahora, snaga, ¿Cómo te sientes? ¡Te dejaré morir despacito despacito!
      * Vergwen, Señor Espiritual del Culto te aplasta con poca fuerza.
      * Vergwen, Señor Espiritual del Culto te fulmina críticamente.

      Los ojos de Tlakzek ardían de furia mientras apenas sus pupilas se
      movian, intentando buscar una solución, alguna manera de escabulirse
      mientras Vergwen seguía aplastándole.
      No puedes escapar de la fuerza que te mantiene retenido.

      — ¿Ves, snaga?
      — ¡No puedes atacar porque estás retenido!
      Vergwen empezó a reir locamente.
      — Mientras te debates, yo curo mis heridas, gusano.
      Vergwen, Señor Espiritual del Culto, pronuncia el cántico: ‘magius criusis curis’
      Vergwen, Señor Espiritual del Culto cura algunas de sus heridas más críticas.

      Y así se seguió por un largo tiempo; por lo menos así pareció para
      Tlakzek. Sus intentos de romper el poderoso encantamiento del señor del
      culto no surtian efecto, hasta que, por un acto de suerte, logró mover
      su brazo y acertó a la cara de Vergwen con un codazo que le sorprendió,
      dándole a Tlakzek una oportunidad de alcanzarle novamente con su arma.

      La lucha seguió durísima, hasta que Vergwen, dominado por la furia, se
      lanzó hacia Tlakzek mientras formulaba a un hechizo de cura, perdiendo
      así la concentración…
      La oportunidad de oro para Tlakzek, que culminó su golpe final empalando
      a su rival con una estaca que traía en su bolsillo, haciéndole caer al
      suelo, muerto con la boca y ojos aún abiertos.
      Vergwen, Señor Espiritual del Culto cae al suelo sin vida.

      Así se sucedió la venganza de Tlakzek. No estaba dispuesto a dejar que
      nadie manchase su reputación en la Horda Negra.

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