28 años, y en el oficio del espionaje se nota demasiado.
Solo el frío afilado del desierto puede calmar esta melancolía que llevo por dentro.
Hay momentos donde cierro los ojos, y deseo mucho tener un aprendiz.
Alguien que comparta mi soledad, y mis aventuras.
Mis movimientos ya no son iguales a los que tenía cuando tenía 16 años o 20.
Mis huesos resienten el pasar del tiempo, la mala alimentación, y días y días al intemperie.
Me encantaría compartir este hermoso anochecer en el desierto de Devron con alguien que quiera aprender a ser alguien como yo.
Alguien que le teme al sol, y solo se siente acompañado cuando las danzas de la oscuridad empiezan a formar miles y miles de sombras.
Amo la noche en el desierto.
Solo reflejan lo que quieres ver las estrellas, y si algo no te gusta, es solo dejarte llevar por el delirio de las dunas, que cambian cada segundo.
Y el amanecer, el sol que empieza a arder, pulverizando aquella hermosura que había en la noche.
Dejando un infierno capaz de hacer caer a cualquiera en un frenesí de sensaciones.
Si me e quedado dormido mil veces aquí… y una que otra cobra me despertó con una mordida de buenos días.
O un escorpión que te acaricia con su aguijón.
Ja!.
Cosas que amo de este lugar…
Pero ya esto no me llena, solo me hace olvidar por segundos el estrés y todo lo que veo al día.
Soy espía, y asesino.
Y siempre te toca hacer lo que los riquillos de Dendra no quieren.
Y si no lo haces, no lo cuentas.
Aunque al fin y al cabo te terminas acostumbrando.
Y ahora lo que más me llena de todo esto, a mis 28 años es.
El espeso líquido escarlata bañando mi espada.
O cayendo a chorros por alguna que otra abertura en un desgraciado que se metió donde no debía.
Y preguntan… te gusta hacer lo que los demás no quieren??.
Te ríes demoniacamente.
Dices en dendrita: claro que me gusta.
Dices en dendrita: es lo que mas me encanta ahora.
Me encargaron matar un pobre, que al parecer se quiso pasar de listo con el imperio…
Pobre está aquí.
Te situas en posición tras Pobre y sientes como la adrenalina crece en tu interior.

Alcanzas con varios tajos de tu Espada Azul a Pobre en un brazo, hiriéndole superficialmente en un brazo.

Pobre se tambalea cuando le alcanzas con una serie de golpes consecutivos de tu Espada Azul en el pecho.

Pobre se tambalea cuando le alcanzas con una serie de golpes consecutivos de tu Espada Azul en el pecho.

Pobre se tambalea cuando le alcanzas con una serie de golpes consecutivos de tu Espada Azul en el pecho.

Pobre se tambalea cuando le alcanzas con una serie de golpes consecutivos de tu Espada Azul en el pecho.

Pobre cae al suelo sin vida.
Luego de escupir el cuerpo, y decir entre s susurros: que no se meta con el imperio, como si me pudiese escuchar, me marché a cobrar mi recompensa.
Esta noche no iba a dormir en el ejército.
Una buena posada.
Una comida decente.
Y a la noche, una hermosa señorita que alivie mi soledad.