Inicio › Foros › Historias y gestas › Ladrido agónico en las cavernas (Ideas para Dreyhz)
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CrraFfF!
El onomatopéyico eco rebotó en las profundidades de la caverna. Este fue provocado por la brusca rotura en la columna vertebral de un anélido cavernoso bajo el pie de Dreyhz.
Puaj, malditas y pringosas alimañas… – Balbuceó el semi-drow.
Mientras recorría el serpenteante camino por aquellas grutas, Dreyhz, apartaba el resto de alimañas con desatendidos golpes del cuerpo de su arco. Ensimismado en sus pensamientos, calculaba minuciosamente como sería el encuentro con su futura presa.
Años atrás, cuando Dreyhz era joven, se extravió varios días perdido en aquellas cavernas durante uno de sus entrenamientos autoimpuesto y, para su sorpresa, tuvo un altercado con un hechicero que moraba en aquellas cavidades, Lender el Nigromante.
Dicho encuentro no le reportó nada salvo dolor y un profundo sentimiento de inferioridad, pero, pasados varios años, estaba dispuesto, y preparado bajo su juicio, a vengarse.
La amplia estatura de Dreyhz no le impedía moverse con sigilo por aquellas soledades, siendo detectado en muy pocas ocasiones por los demonios de tierra que acechaban en la oscuridad de la caverna. Esto no suponía inconveniente alguno para el semi-drow que, usando su portentoso arco, atravesaba las cabezas de dichas criaturas con meridiana precisión mientras se abría paso hacia su objetivo.
Muy pocos individuos o criaturas eran capaces de hacer aflorar sentimientos, ya sea aprecio u odio, en el semi-drow. Durante toda su vida se había mantenido casi únicamente en una especie de estado de ataraxia e indiferencia hacia el mundo que lo rodeaba, siendo este roto en muy pocas excepciones. No es que Dreyhz fuera un ser desprovisto de emociones, solo que se limitaba a intentar entender el mundo como era y no llegar a establecer relaciones o confraternizar con nadie que no le mereciera realmente la pena. En cambio, Lender, debido al altercado que aconteció en el pasado, hacía que el semi-drow atesorara un resentimiento no resuelto en su interior, pero, como el mismo pretendía, iba a quedar zanjado en un futuro cercano.
Los pasos del semi-drow lo condujeron a la misma entrada del laboratorio del nigromante. Escavado en la roca, un gran marco de madera bordeaba la puerta a dichos aposentos. Dreyhz comenzó a preparar lo que sería una emboscada perfecta. Comprobó el estado de todos sus pertrechos, colocando las flechas y proyectiles elegidos minuciosamente en su carcaj a la vez que examinaba el estado de los artilugios mágicos a usar contra la hechicería de Lender para así dejarlo indefenso y poder acabar la «disputa» de manera rápida y precisa. Después de corroborar que todo se encontraba tal y como quería, tensó con avidez su arco hasta dejarlo completamente listo como un perfecto elemento de dar muerte.
Ante los oscuros y sorprendidos ojos de Dreyhz, la puerta que se erguía ante él se abrió con un fuerte chasquido. El propio Lender emergió tras el umbral. Este iba cargado con numerosos bártulos, entre ellos se encontraban numerosos ropajes, cajas y heterogéneas jaulas, todas ellas completamente manchadas de sangre y, en aquellos contenedores, numerosos cadáveres de diversos animales, algunos de ellos completamente desmembrados, que ahora yacían presos en sus particulares y tortuosas jaulas de metal.
El hechicero acumuló varios de estos objetos, a modo de basura, en la entrada de su cubil bajo la atenta mirada de Dreyhz y, una vez hubo terminado de apilarlos, se introdujo de nuevo en sus aposentos.
Debido a lo inesperado de este encuentro, el semi-drow apenas reaccionó, pero, una vez volvió a quedarse solo, se acercó rápida y sigilosamente a la puerta con la intención de atravesar dicho umbral y acabar con Lender.
Con la espalda apoyada en la pared, y con una flecha perfectamente preparada y cargada en su arco, se dispuso a abrir la puerta con estrépito.
Shhshggn…
Un extraño y apagado gemido interrumpió la operación de Dreyhz. Dicho sonido, proveniente del entramado de objetos que había apilado el hechicero anteriormente en la puerta, llamó la atención del semi-drow. Sin saber realmente porqué, Dreyhz decidió rebuscar entre estos para dar con la fuente de dicho sonido.
Se trataba de un pequeño cachorro canino. Este se encontraba gravemente herido dentro de una de las jaulas de aquel tétrico montón, presumiblemente había sido objeto de algún macabro experimento por parte de Lender.
Dreyhz, actuando de manera completamente ajena a él, quedó embelesado ante la pureza que el cachorro emitía con la mirada y no pudo evitar socorrer al cánido.
Olvidando completamente su misión de asesinato, extrajo al can de la jaula en la que se encontraba, lo envolvió en su capa y se dispuso a salir de la cueva para socorrerlo debidamente.
Desde ese día, después de salvarle la vida, esta pareja fue inseparable…
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