Inicio › Foros › Historias y gestas › Los ladrones de Dendra – parte 4
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Dirmahin y Odihbyr se detienen mientras enarbolan sus armas, y abren de sopetón una puerta, tras la cual hay un gran salón, en el que están sentados varios encapuchados, y con Taerlic
ya restablecido al frente y con cara de pocos amigos. Al verlos entrar, Taerlic se sorprende, y un fugaz destello de miedo pasa por sus ojos.
Taerlic se levanta y contempla a los caballeros con suspicacia.
Taerlic: Así que… ¿habéis logrado escapar, no?
Dirmahin: Así es, y ahora sentiréis las llamas purificadoras del perdón de Seldar. ¡Preparaos a sentir su clemencia, manifestada en fuego puro y abrasador!
Taerlic se carcajea mientras contempla a Dirmahin con admiración.
Taerlic: Me sorprendéis, mi lady. ¿Veis a todos estos hombres? Todos estos hombres se abalanzarían sobre vos, en cuando dé la orden precisa. ¿Y no queréis que dé la orden, verdad que no? O acaso
queréis reuniros ya con vuestros antecesores.
Dirmahin y Odihbyr comienzan a murmurar una oscura letanía en honor a Seldar, mientras que unos tentáculos negros se van condensando poco a poco a su alrededor, hasta que quedan completamente
rodeados, y avanzan hombro con hombro, y con las espadas en ristre.
Taerlic realiza un gesto mientras retrocede a lo más profundo de la sala, y sus hombres van avanzando, formando un muro de carne y hueso entre los caballeros y su líder.
Odihbyr se lanza a la carga con la espada en alto, mientras las armas de sus enemigos son repelidas por los tentáculos o por su armadura.
Dirmahin avanza con paso decidido hacia un hombre enjuto y de barba rala, y cuando se encuentra a su altura, le rebana la cabeza de un solo tajo, que sale rodando por la sala hasta perderse de
vista por la puerta.
Taerlic: ¡No os quedéis quietos, estúpidos! ¡Matadlos! ¡Acabad con ellos, panda de ineptos!
Un hombre lanza una daga hacia Odihbyr, que la agarra al vuelo y degüella con ella a un hombre cercano
El suelo de la estancia se resquebraja y cientos de fragmentos afilados de piedras salen disparadas por doquier, mientras dos corceles esqueléticos cobran forma en mitad de la batalla.
Odihbyr monta en su corcel, mientras cercena un brazo de un hombre cercano.
Dirmahin monta en su yegua, y echa a galopar lanza en ristre, que clava en un hombre cercano.
Taerlic: ¡Necios! ¡Inútiles! ¡Sois hombres o nniños!
Hombre: ¡Pero señor… el imperio! ¡Nos matarán a todos!
Taerlic agarra con furia un puñal y lo clava en el hombre, que cae al suelo mientras un charco de sangre se expande a su alrededor.
Los hombres, atemorizados, se lanzan al ataque contra los caballeros, mientras estos van matando uno a uno.
Dirmahin cae de su montura, cuando un puñal venido de no se sabe donde se clava debajo de su clavícula izquierda, y retrocede, mientras un borbotón de sangre sale por la herida.
Odihbyr: ¡Mi gran maestre! ¡Aguantad, os sacaré de aquí!
Odihbyr cercena la cabeza del último hombre en pie, mientras Dirmahin monta con dificultad sobre su corcel, y lanza en ristre, avanza hacia Taerlic.
Dirmahin: Taerlic, ladrón y líder de la guarida de Galador, en el nombre del imperio de Dendra, y teniendo en cuenta el mal hecho al imperio, os sentencio a muerte. Que Seldar os guarde en el
infierno más profundo de su morada. Preparaos a morir, y si tenéis algunas últimas palabras, es hora de decirlas.
Taerlic: No puede ser… ¡él me lo prometió! ¡Me juró que los dos seríais un enemigo fácil de destruir! ¡No lo comprendo! ¿cómo habéis escapado de la celda? y…
Taerlic se fija en el puñal que aún sobresale bajo la clavícula de Dirmahin, y sonríe con su sonrisa macabra.
Taerlic: Pero bueno, ¡quién diría que yo iba a destruir a la gran maestre de Dhara!
Dirmahin hace un gesto de dolor, que se apresura a ocultar
Odihbyr se coloca detrás de Taerlic y apoya su lanza en la parte posterior de su cuello.
Dirmahin: ¿Estáis seguro de que esas son vuestras últimas palabras?
Taerlic mira a su alrededor y frunce el ceño
Taerlic: ¿Mis últimas palabras? ¡oh no, desde luego que no!
Taerlic abre su mano y lanza al suelo lo que parece ser un objeto esférico. Al hacer contacto con el suelo, este explota, y deja la estancia totalmente oscura, momento que el ladrón aprovecha
para huir.
Dirmahin cae de su montura, mientras la oscuridad la va engullendo poco a poco.
Odihbyr ataja la caída de Dirmahin, y luego la coloca sobre su montura, y preocupado, inicia su camino de vuelta, para salir de la guarida.
Taerlic se abalanza desde las sombras, puñal en mano, para acabar con Odihbyr
Uno de los tentáculos oscuros que rodean a Odihbyr se dispara contra el puñal de Taerlic, que no consigue llegar a su objetivo.
Taerlic recibe una coz del corcel de Odihbyr en el pecho, y cae al suelo, moribundo.
Odihbyr pasa sobre el cuerpo de Taerlic a lomos de su montura, e inclinándose a un lado, clava su lanza en el desprotegido cuello de Taerlic, cumpliendo así con la sentencia de la gran maestre
de la orden de Dhara.
Odihbyr prosigue su camino hacia las afueras de la guarida, mientras deja un rastro de sangre tras de sí, que gotea al suelo desde la herida de Dirmahin.
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