Inicio Foros Historias y gestas Memorias de Arcil Nar’ha, Cronista Segundo de la Casa Ler’inen 2

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    • Jashraia
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      8 de Aylie del 191. Era 4ª

      ¡Qué desdichado acontecimiento! Entiendo que no se comente en los pasillos pero… no recuerdo ni un ápice de esta historia
      aunque, claro, yo era demasiado joven entonces. He descubierto tras revisar los archivos el doloroso secreto de su juventud
      ¡que trágico accidente! A pesar de que mi padre ha sido siempre excelente en sus crónicas puedo entrever, a través de sus
      ornamentadas palabras, que el joven Nildrin, aparte de sus múltiples virtudes, tenía un exceso de presunción, fruto de su
      noble cuna y de la excesiva permisividad con la que fue educado. A pesar de ello gracias a la exquisita educación que
      recibió de los mejores maestros y su innata inteligencia se convirtió en la referencia moral que es hoy pero su juventud…
      el destino fue cruel con él entonces.
      Parecer ser que durante un entrenamiento de sus artes marciales un desbocado deseo de demostrar su destreza empujó su mano
      con tal frenesí y certeza que su contrincante, un joven sirviente de la casa en alta estima del joven Nildrin y de toda la
      casa, quedó arrinconado entre las paredes del viejo establo y el almacén. Eso redujo mucho su capacidad de movimientos
      defensivos y lo que debía ser un golpe fácilmente defendible, dadas las habilidades del muchacho, se convirtió en un golpe
      letal cuando al protegerse tropezó su codo contra una de las paredes. El señor Nildrin, que no se percató de la
      imposibilidad de la defensa de su rival, y no pudo frenar el poderoso giro con el que le embestía. La anciana panadera, la
      señora Vilie, ha tenido el buen gesto de detallarme exactamente cómo sucedió pues estaba presente. Dice ella que verlos
      entrenar a los dos era una delicia y con frecuencia las muchachas se acercaban a verlos. Me comentó cómo el rostro del joven
      Nildrin mutó lentamente, de la gozosa alegría con la que siempre peleaban ambos a un angustiosa mueca de aflicción,
      mientras, su eterno amigo, con el pulmón ensartado, en su último aliento, escupiendo sangre entre toses, le sonreía, con
      sincero perdón y con el rostro pálido de la muerte sobre el suyo, intentando consolarle. Dice la señora Vilie que está
      segura que intentaba decirle que debía ser fuerte, que había sido un accidente, que debía superar la dura pérdida, pero
      parece que solamente pudo decir ¡Adiós amigo!.

      Quizá sea la profunda emoción con la que la señora Vilie lo relata, pero se me llenó el corazón de congoja al escucharla y
      tuve que excusarme para recomponerme, que trágico castigo para el Señor Nildrin. Tras oír la historia he entendido como en
      el primer año de su mandato en la casa Ler’inen hizo tantos cambios sobre los entrenamientos de los danzantes, aparte de
      enriquecer la disciplina gracias a su profundo conocimiento de las runas y su genial habilidad con la espada, ordenó que se
      sustituyeran las reglas de los enfrentamientos por pares para evitar accidentes de este tipo, sustituyendo las hojas por
      carísimas espadas gnómicas que se retraen cuando impactan dando una pequeña descarga eléctrica, nunca letal. En su día
      muchos pensaron que se trataba de una excentricidad más del cambiado carácter que mostró al regreso de su exilio pero ahora
      es fácil de entender para mí. Tengo dudas sobre cómo exponer este acontecimiento en el registro o de si el Señor Nildrin
      querrá que quede reflejado en el resumen.

      Hoy, además, he contactado con uno de los maestros cófrades de Guante Blanco, necesito adquirir toda la información posible
      sobre el pasado del Señor Nildrin y sus viajes y no sé cómo obtenerla.

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