Inicio Foros Historias y gestas Muerte de Tirnaellodh, padre de Tirnae

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    • sokoth
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      Esta es la historia de la muerte de Tirnaellodh, o como le gustaba que le llamasen Tirn, era un caballero de la orden de d’hara, hombre y jinete fiel al dios Seldar, por el que asedio decenas de ciudades afines a otros dioses según el inferiores y por que el defendió con todo lo que tenia en su mano la magnifica ciudad de Galador de los ataques constantes de las hordas negras de Gurthang.

      La historia de su muerte trata en las colinas de ostigurth, una carreta de mercaderes desde anduar que tenia rumbo a galador fue emboscada por unos cincuenta enemigos humanos y elfos de las tierras del este de dalaensar, para defender esta carreta solo estaban el caballero tirn y nueve milicianos de galador vestidos con armaduras de mallas imperiales, los cincuenta enemigos humanos y elfos salieron de entre las rocas de las montañas corriendo con sus armas levantadas por encima de sus cabezas gritando en idiomas herejes, los nueve milicianos viendo el enorme numero de enemigos se desvistieron dejando puesto solo sus botas y ropas intimas para poder huir lo mas rápido posible, los mercaderes los siguieron mientras Tirn les vociferaba gritos de insultos a los cobardes milicianos, monto sobre su montura, puso su lanza a la altura de su pecho recta mirando hacia sus enemigos y fustigo con su otra mano las riendas para cargar al galope a los enemigos, la montura rápida como un rayo alcanzo rápidamente a la masa de enemigos llevándoselos por delante mientras Tirn con su lanza empalaba a una velocidad inusitada a cinco enemigos, por supuesto el resto de enemigos hicieron cortes en las extremidades del caballero, que paso tan rápido que no pudieron hacer mucho mas, el caballero siguió adelante unos metros hasta que pudo pararse y dar la vuelta, otra vez con los mismos pasos el caballero y su montura cargaron contra sus oponentes esta vez llevándose la vida de tres enemigos mas y siendo desgarrado y pinchado por todos lados.

      Dos horas después Tirn estaba casi desmayado por los dolores y cansancio a unos cientos de metros de sus enemigos, había dado muerte a treinta y dos de los cincuenta, pero ya no le quedaban mas fuerzas, ni siquiera tenia fuerzas para levantar y poner recta su pesada lanza, sus enemigos lo miraban desde la lejanía también cansados y algo asustados por semejante proeza, ¿como un solo caballero dio muerte a tantos enemigos juntos?. Tirn empezó a rezar en voz baja con su ultimo aliento mientras todo su cuerpo chorreaba ríos de sangre, sus extremidades llenas de agujeros y cortes, su cara bañada por completo, casi no podía ni respirar.

      —Seldar soy tu fiel siervo Tirnaellodh, escúchame te lo imploro, ayúdame a acabar con uno mas de mis enemigos, solo uno mas en tu nombre, no te pido fuerza sobrenatural, ni poderes sobrenaturales solo quiero fuerza para una ultima acometida, para levantar una ultima vez mi lanza y azuzar a mi montura a la batalla, no pido que me salves, solo morir luchando y no aquí parado y asustado como un misero takomita, e dado toda mi vida a tu servicio, concédeme esta ultima voluntad.—

      Seldar complacido por una vida fiel concedió al caballero su petición, dos haces de luz aparecieron de la nada, una roja y otra purpura, el haz de luz roja ayudo a levantar la lanza al caballero y dejarla recta mientras que la luz purpurea atizaba el lomo de la montura, que salio disparada como nunca antes, Tirn casi no podía tenerse encima por el fuerte galopar, pero el haz purpureo evito que cayera del caballo y embistió a uno que se encontraba a unos diez metros delante de los demás, que murió al instante por la fuerte sacudida de su lanza, acto seguido los dos haces de luz desaparecieron y Tirn cayó rodando unos metros entre los últimos supervivientes del pelotón enemigo, tirado en el suelo boca abajo se dio la vuelta, y mientras tosía sangre con un intento de sonrisa mirando las estrellas, lo acuchillaron, cortaron y desgarraron hasta la saciedad, un solo caballero pudo con un total de treinta y tres enemigos y eso Seldar no lo dejaría pasar.

      Una semana después, la historia se contaba en todas las tabernas y posadas de los reinos, uno de los mercaderes lo vio todo escondido entre las rocas de las montañas y lo contó a los bardos que encontraba a su paso, y unos meses después el propio Seldar acudió al parto de su hijo y marco al bebe con el numero treinta y tres sobre su pequeño brazo izquierdo que al instante desapareció a la vista de los mortales, pero esta amigos es otra historia, el pequeño Tirnae tendrá que crecer, entrenar, y luchar por su propia leyenda.

       

       

       

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