Inicio Foros Historias y gestas ¡Muerte por Waka Waka! (+18)

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      Esta historia es fantástica e inventada. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia. Contiene alto contenido violento y sexual.

      Fue durante el periodo de la tercera era, que en Dendra se estableció una fortaleza al noroeste del reino llamada: La fortaleza de D’hara. Morada de antipaladines y hechiceros brujos, aquella torre encerraba demonios y oscuros secretos no apto para los más sensibles…

      Sin embargo, no siempre fue así. En primer lugar, fue necesaria su construcción… y fue en aquel entonces que pequeñas hordas de orcos armados visitaban la futura fortificación con un único objetivo: Tocar bien los cojones y en su paso, matar cuanto ciudadano de Dendra fuera necesario. Diré, en defensa de los seguidores de Seldar, que cuando Lord Domiana tomó la custodia militar de aquel lugar la cosa cambió bastante y dichas patrullas orcas dejaron de realizar visitar. Pero hasta que eso no fue así… sucedió algo realmente maravilloso…

      Nadie sabe su nombre, pero era una tremenda orca alta, musculada y malhumorada. Nada fuera de lo común en su especie. Dominaba bien la lanza y era capaz de empalar a sus enemigos con fiereza, así que… servía. En una de las pequeñas incursiones que solían realizar en la futura fortaleza de D’hara (aún en construcción), los orcos saquearon todo e hicieron prisioneros a los trabajadores. El jefe del pelotón fue el primero en apresurarse a elegir botín, y así sucesivamente según rango. Ella fue la última a elegir, por mujer. Ante la imposibilidad de obtener fortuna alguna de aquel lugar… observó a los prisioneros y dijo…

      Orka: Quiero a eze, al máz gordito y con cara de idiota.

      Orco de baja moral: ¡Hahahaha!, zí, parece apetitozo. ¿Noz dejaraz algo al menos no?

      Sin mediar palabra y con pose de mando, agarró de la cabellera al tembloroso trabajador (el cual rezaba oraciones) y lo alzó a escasos centímetros del suelo, para luego decirle…

      Orka: ¡Wraaargh! ¡Tú muerte por Waka Waka!

      Luego lo arrastró hasta una de las tiendas que usaban a modo de vivienda temporal. En aquel lugar en aquel preciso momento… se oyeron gritos de lo más variopintos. Chillidos de dolor, aullidos, la tetera rodando por el suelo, gritos desgarradores, ruido de botellas rotas, utensilios impactar contra otros utensilios no tan útiles…

      Al poco rato nuestra Orka abandonó la tienda y se limpió las manos de sangre. No sabemos que ocurrió con el pobre ciudadano de Dendra, pero… nadie quiso entrar en la tienda para comprobarlo, con eso os lo diré todo.

      Bien, centrémonos. Pasaron las semanas y cierto día, nuestra Orka percibió que algo extraño ocurría. Ganaba peso sin comer, su cara y sus caderas se ensancharon y pasaba con un humor peor al habitual. Fue así como fue a visitar al chamán del templo de Gurthang, al sur de la fortaleza. El chamán la examinó con detalle, le formuló un hechizo de detectar magia y luego de un rato su frase fue sentencia:

      Chamán de dudosa habilidad: Eztaz en zinta, ezperaz un hijo.

      Orka: ¡Maldición no entender! … ¿Y tú no poder dezinchar?

      Chamán de dudosa habilidad: Yo poder dezinchar pero… interesante zer, no zer humano ni orco, meztizo. No zuele zalir bien pero zi zale… mejor de cada raza. ¿Tu zegura eztar?

      Orka: Tu dezinchar, yo pagar.

      Bien, esa fue la conversa a groso modo. En resumen, el chamán detecto cierta magia y … su interés por probar nuevas recetas para ver si el “engendro” salía bien… hicieron que la engañara. La sedó y le fue administrando “remedios para dezinchar” que, en verdad, eran pócimas y hierbas para potenciar al futuro neonato. Fue así hasta que la orka estaba demasiado débil como para hacer nada más que acabar pariendo.

      Así fue como nació Ulbork el semi-orco. El chamán de escasa habilidad lo sostuvo entre sus manos y lo envolvió en una manta. Luego preguntó:

      Chamán de dudosa habilidad: ¿Cómo eztar la madre?

      Chamán asistente: … débil, pero rezpira.

      Chamán de dudosa habilidad golpeó con un garrote fuertemente en la cabeza a orka, hundiéndole el cráneo y deformando su cara.

      Chamán de dudosa habilidad: ¿Y ahora?

      Chamán asistente: … muerta. Muerte durante el parto.

      Chamán de dudosa habilidad: Azí ez.

      Chamán asistente: ¿Qué hacer con niño…? ¿Comer ahora o cena?

      Chamán de dudosa habilidad: Nada de ezo, kedármelo. Mi experimento, miz normaz.

      Chamán asistente: ¿Tener nombre?

      Chamán de dudosa habilidad meditó durante un minuto y finalmente dijo… “Zí, llamarze niño”.

      Chamán asistente: Tener lógica.

      Con un gesto de hombros, ambos chamanes llevaron a la criatura recién nacida hacia otro aposento, donde fue lavado y alimentado, a la espera de ver si iba a sobrevivir a la primera noche.

    • Anónimo
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      -= El favor de Gurthang =-

      Ulbork fue creciendo bajo la supervisión constante de su padrastro, el goblin invocador de espíritus. O como algunos le conocían… Chamano el loco.

      En verdad nunca le faltó de nada. Alimentaba al medio-orco con dieta humana: Pollo, arroz, verduras…, pronto entendió que la dieta orca no le sentaba bien.

      Los meses pasaron y Ulbork creció y ganó masa muscular del mismo modo que un humano con una fuerza sobrenatural. Pero no como un orco. Fue un caso digno de estudio que mantenía con la mayor de las atenciones al chamán. Cada día lo medía, pesaba, examinaba… y anotaba cada detalle en un viejo cuaderno forrado con cuero.

      Cuando Ulbork alcanzó lo que podía considerarse la madurez, su padrastro le reveló algo que cambiaría su destino para siempre. Debía ganarse el favor de Gurthang para aprender a invocar a los espíritus, como él hacía en contadas ocasiones…

      Ulbork: Pero padre… ¿Cómo sabes que hay magia en mi…?

      Goblin chamán: No lo ze, pero saber pronto. Tu ganar favor y probar invocar ezpirituz, tu volverte poderozo.

      Ulbork sentía curiosidad, miedo y respeto por la prueba. Su padrastro habló con otro goblin y acompañó al medio-orco hasta un corredor oscuro de Golthur, en el nivel más profundo. Allí lo dejó ante una tremenda puerta de madera en forma de arco, vigilada por un gran orco negro como la noche.

      Su padrastro dijo entre risas… “Aki tener ke superar prueba risas, entrar en habitazión ozkura con orco risas, el enzeñarte poder de gurthang más risas

      Ambos goblins se reían a lágrima viva tapándose la boca para no hacer escándalo. Ulbork, por su parte, con el rostro pálido, se acercó a la puerta. El orco la abrió y con un gentil gesto, le invitó a pasar.

      Ulbork entró como la niña que entra en la cueva de un oso en busca de su juguete perdido. A los pocos pasos la puerta se cerró fuertemente tras él. La estancia era pobre, con una vieja cama y sin ventanas. Estaba tenuemente iluminada por unas velas. La humedad y la edad de las viejas piedras se olfateaba por todo aquel lugar. Ante él… una silla y un humano amordazado…

      Voces tras la puerta: Tu coger puñal y zakrifikar zeguidor bien, ezpíritu zubir a Gurthang. Tu favor.

      Ulbork desenfundó el puñal de sacrificios que solía guardar en su cinto y se acercó a la víctima. Observó el pánico en sus ojos. Tragando saliva, Ulbork puso la punta del cuchillo en el cuello del humano… el pulso le temblaba y empezó a sudar.

      Ulbork: No puedo.

      Orko Negro: Tu hazer o no zalir de aki.

      Ulbork volvió su vista a la víctima. Imaginaba las vísceras del pobre hombre en sus manos, chorreando sangre… y su estómago se revolvió.

      Cuando se giró por segunda vez, el orko negro, ya impacientado, le intentó asestar un puñetazo. El acto reflejo de Ulbork fue clavarle el puñal en el ojo, hasta llegar a lo que podía considerarse su cerebro (o lo poco que había de él). El orco negro cayó desplomado como un saco, sacudiendo todo el polvo de suelo. Su espíritu agónico se manifestó en aquel lugar como una sombra verdosa pálida. Se deformó en un aullido y ascendió hasta cruzar el techo y desaparecer.

      Dándose cuenta de su error y presa del pánico, Ulbork buscó una salida. Observó al humano amordazado aterrorizado. No podía dejar testigos, así que… lo degolló vilmente. Su espíritu siguió el mismo camino que su poco afortunado compañero orco.

      Los goblins entraron al poco rato…

      Goblin padre: 2 almaz, tu mucho favor. Buena idea zer, zi no entrar una, otra hacer.

      Ulbork se ganó el tenue favor de Gurthang y pudo ser iniciado en la magia elemental y espiritual. Pero eso es otra gesta.

    • Anónimo
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      -= Invócame otra vez =-

      Una vez Ulbork se ganó el favor de los ancestros, llegó el momento de demostrar su vinculación a la magia. Para ello su padrastro le preparó una cámara especial. Una mazmorra usada antiguamente como cárcel en lo más profundo de Golthur, con un pentagrama inscrito en una circunferencia dibujado en el suelo con tiza blanca, velas viejas en cada vértice de la figura y una gallina decapitada en el centro.

      Padre Goblin: La gallina no zer nezezaria pero.. dar ambiente. Recordar.

      Ulbork asintió sin decir una sola palabra. Luego, su padrastro le explicó como debía realizar el ritual, paso a paso. Los gestos, las palabras, cada movimiento…

      Nuestro medio-orco asentía como todo un profesional. Mostrando una confianza que no se había visto en él nunca antes, se situó en el centro del pentagrama. Respiró un par de veces y se concentró en las palabras de su padre. Luego… extendió sus brazos y empezó a recitarlas.

      Con cada palabra, la energía de Gurthang se hacía presente en aquel lugar. Las velas empezaron a temblar y alguna se apagó por una ventisca imposible en un lugar tan cerrado y poco ventilado. Ulbork entró en trance. Sus ojos se tornaron blancos y empezó a levitar a escasos centímetros del suelo.

      Ulbork exclamó con una voz de ultratumba: La palabra de mando es… “GOLVAG!”.

      Un cráter similar al de un pequeño volcán apareció en el suelo por arte de magia y de él, una figura negra y malvada como el mismísimo averno trepó hasta la superficie. Con lentos movimientos la figura gritó al cielo en muestra de poder y avanzó unos cuantos pasos, dejándose ver por la luz que provenía del pasillo exterior de la mazmorra.

      Un pequeño demonio obeso, de ojos dispares, cuernos torcidos y escasa altura apareció.

      Padre exclamo: ¡Eh…! ¿Dónde estar Golvag?

      Demonio rechoncho: ¡No eztá! ¡Ocupado! ¡!Averno enviarme a mí!, mi mi mi mi….

      Padre: ¡Maldito demonio, regresa al abismo!

      Demonio rechoncho:  ¡Milditi dimini, mimimimi!

      Padre chamán formuló un hechizo clerical y un agujero negro se materializó bajo los pies del demonio, absorbiéndolo como una estrella muerte absorbe la vida a su alrededor. Las marcas de las garras del pequeño demonio aún están presentes en el suelo de aquel lugar.

      Padre chamán sujetó a su hijastro por el hombro y le dijo con tono serio: Ulbork… tu zí magia. Pero tener que practicar.

      Ulbork asintió y observó los restos de lo que fue su primera invocación y dijo asintiendo…

      Ulbork: Pues para que te voy a decir que no… si es que sí.

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      -= El Descenso =-

      Ulbork se ganó el favor de Gurthang y aprendió a canalizar la magia más antigua y primitiva para poder realizar temibles invocaciones demoníacas. Sin embargo… no conocía aún el nombre de ningún ancestro para subyugarlo a su voluntad. Es más… ni tan siquiera tenia el favor de estos. Para ello debía realizar un viaje astral, una travesía peligrosa a los planos más oscuros y mefistofélicos del abismo.

      Nuestro semi-orco vestía una túnica grisácea y unas zapatillas pobres y desgastadas. Encendió una vela nueva y la depositó encima de su escritorio. La habitación era su dormitorio y estaba tenuemente iluminada en un baile de sombras producidas por la llama. Sin decoración, solamente se oía el tintineo de pequeñas gotas de humedad al caer en pequeños charcos. Se sentó con las piernas cruzadas y la espalda recta, luego puso sus manos sobre sus rodillas y dejó su mente en blanco. Nada de ruidos, peleas, voces… nada de nada. Se concentró en el vacío más absoluto y en la oscuridad más profunda de su mirar. Respiraba lento, sintiendo cada latido de su corazón. Poco a poco sus latidos perdían fuerza y notaba como su ego se materializaba en forma espiritual e iba abandonando su cuerpo físico. Su consciencia, ahora acompañada por esa figura trasparente, levitaba lento hacia arriba… hacia Gurthang. Como un bebé nadando en la playa, sentía que su presencia se alzaba cada vez más y más cerca de Gurthang… hasta que finalmente un terrible vacío oscuro y demoníaco reclamó su presencia y lo absorbió como un tremendo desecho fecal es absorbido por una alcantarilla recién desatascada. Un remolino de sombras lo arrastró bajo tierra y empezó a descender sin control, como en un pozo sin fondo.

      Conforme iba descendiendo fue observando los diferentes planos espirituales que conforman el mundo. El primero plano era oscuro, frío y desolado. Cavernas habitadas por pequeños insectos, demonios exiliados del averno y criaturas de pequeños ojos rojos que merodeaban y se escondían en las sombras de aquel lugar. Todas parecían observar a Ulbork, pero él era consciente de que no podían verlo… ¿o sí?

      El segundo plano era desértico, arenisco. Cactus calciformes de colores rojizos y anaranjados, dunas de arena y pequeñas erupciones de magma decoraban aquel lugar. Demonios con aspecto humanoide, carroñeros y criaturas poco definidas rondaban aquel lugar. Ráfagas de aire abruptas y almas perdidas decoraban aquel entramado de violencia y desorden.

      El tercer plano era nauseabundo. Si el segundo os pareció poco cortés… este era una mezcla de desierto con pantanos, fosas y criaturas nauseabundas. El calor se palpaba en aquel lugar, fosas purulentas escupían vapores tóxicos y lagos burbujeantes emanaban un hedor inefable. Toda criatura o ser allí visto parecía agonizar tremendamente.

      El último plano fue el peor de todos. Montañas violentas, escarpadas y tajantes daban la bienvenida a un lugar con un calor sofocante. Íncubos y carroñeros merodeaban en cuevas con las paredes pintadas en sangre. Rocas ardiendo, magma, lava y sangre se mezclaban serpenteando en pequeños riachuelos. El sonido agónico de almas perdidas resonaba entre las montañas. El rojo y el negro eran los únicos colores apreciables bajo la luz de una estrella rojiza.

      Ulbork avanzó lentamente hacia el noroeste, como guiado por un instinto natural. Al poco, descubrió un círculo de piedras dentro de una pequeña cueva. Lo sintió, porque fue el círculo quien lo llamó. Allí entro y se propuso conocer a los ancestros del caos: Grahs y Golvag.

      No sabemos quien qué fue lo que ocurrió allí dentro, pero la forma espiritual de Ulbork abandonó aquel lugar cargado de energía. Luego su espíritu ascendió sobre los planos de nuevo, pero esta vez con confianza, cual delfín ascendiendo hacia la superficie marítima para recobrar aire. Allí se acercó a su cuerpo, inmóvil. Obtuvo la misma pose que su estado físico y se fusionaron de nuevo. Sus ojos, blancos, se tornaron de color rojo de nuevo. Pero no era la misma mirada… esta vez era la mirada de un chamán experimentado, feroz, violento. Y él sabía por qué.

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