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Capítulo I – El encargo.
Cae la noche en la ciudad costera de Alandaen, los pescadores vuelven a sus hogares tras un duro día en el puerto transportando mercancías de todo tipo… La guardia Nivrim se encarga de registrar todos los fardos para intentar que no llegue alguna mercancía indeseada.
Bhakzhosk estaba de guardia esa noche, estaba terminando de revisar la mercancía del último barco, cuando vio algo que desentonaba con todo lo que habían estado inspeccionando ese día y lo escondió para que su compañero no pudiera verlo.
Bhakzhosk dice: Pues este era el último, ya hemos acabado por hoy. Voy a ir a tomar algo a la taberna, ¿Te apuntas?
El compañero de Bhakzhosk decide declinar la invitación: “Mi familia me espera para cenar”
Bhakzhosk asiente con la cabeza y dice: Descansa, nos vemos mañana.
Juntos fueron de camino a la salida del poblado pesquero, el compañero de Bhakzhosk tomó rumbo a Anduar mientras que él volvió sobre sus pasos de camino al puerto para recoger el paquete sospechoso. Cuál fue su sorpresa cuando al volver se dio cuenta de que el paquete había desaparecido.
“Pssts, ¡Por aquí!” se escucha desde la lejanía.
Un joven semi-drow encapuchado le alzaba la mano indicando que le siguiera al interior de una casa.
Bhakzhosk entró en la casa y vio al joven sentado, con los pies encima de la mesa donde reposaba el fardo que había escondido.
Jazorg dice: Mi nombre es Jazorg, y tú debes de ser Bhakzhosk, supongo. Si no eres tú… la cosa se va a poner fea, a mi jefe no le gusta que se metan en sus asuntos.
Bhakzhosk dice: Sí, ese mismo soy yo.
Bhakzhosk dice: Déjame ver la mercancía o igual te vas sin piernas a ver a tu jefe.
Jazorg dice llevándose la mano a su vaina: Te sorprendería lo rápido que puedo desenvainar la espada y rebanarte ese grueso y escamoso cuello. Pero bueno, creo que no hemos venido a eso.
Jazorg le entrega el paquete a Bhakzhosk.
Bhakzhosk abre el paquete.
Bhakzhosk dice: Tu jefe no mentía, parece marihuana de buena calidad. Pero tengo que probar la mercancía, para asegurarme.
Jazorg asiente con la cabeza.
Jazorg dice: Ten cuidado, yo ya la he probado… y pega fuerte.
Bhakzhosk saca una pipa de entre su armadura, pone unos cogollos de la hierba en ella y con la vela que iluminaba la estancia la enciende mientras pega unas fuertes caladas.
Bhakzhosk dice mientras tose: Sí que pega sí. Cof, Cof.
Jazorg pregunta: ¿Cómo un respetado soldado de la guardia Nivrim está metido en este tipo de “asuntos”?
Bhakzhosk dice: El salario de un Nivrim deja mucho que desear estos días, si le soy sincero. Además, soy una persona de gustos “caros” y tengo que buscarme otra manera de satisfacerlos.
Jazorg dice: Entiendo, no soy yo el más indicado en meterme en los asuntos de cada uno, he hecho demasiadas cosas para salir adelante, por algunas me colgarían si me pillasen, pero soy demasiado bueno en lo mío para que eso suceda.
Bhakzhosk dice: Pues igual puedes hacerme algún favor de vez en cuando, a cambio de que mire para otro lado en futuros… “trabajos”.
Jazorg pregunta: Digamos… que puedo estar interesado… ¿De qué se trata?
Bhakzhosk dice: De momento tengo todo bastante controlado… Pero nunca se sabe cuándo podría necesitar ayuda. Hay ciertos trabajos que cómo guardia no puedo llevar a cabo… Ya me entiendes.
Jazorg dice: De acuerdo, intentaré satisfacer sus demandas lo más rápido posible. Con que me envíe una paloma mensajera con el lugar y la hora es suficiente. Ahora he de marcharme, tengo otros “asuntos” que solventar.
El semi-drow se ajusta su capucha y abandona la casa dejando que Bhakzhosk continúe disfrutando de la “rica mercancía”.
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Capítulo II – Un trabajo sucio. Parte uno.
Con el anuncio de la celebración del gran torneo de Anduar, muchos fueron los mercaderes que empezaron a llegar desde todos los rincones de Eirea hasta la extraordinaria urbe del mundo libre con la única intención de hacer negocio y llenar sus bolsillos.
Bhakzhosk, el cual es conocido por no desaprovechar una ocasión de negocio, vio en esta situación una buena oportunidad de sacar tajada. A escondidas del General y sin su conocimiento, dicho soldado de la guardia, comenzó a persuadir “amablemente” a algunos de estos mercaderes para pagar una pequeña comisión a cambio de protección y un espacio libre en el mercado donde poder montar su puesto de venta.
Con el transcurso de los días, una nueva pareja de hermanos mercaderes llegó desde tierras lejanas, más concretamente de Kheleb-Dum, ciudad conocida por sus extraordinarias minas, los minerales y las piedras preciosas que allí se pueden encontrar. En cuestión de horas esta pareja de hermanos acaparó la atención de las más distinguidas clases nobles que iban a su puesto de venta a dejarse grandes sumas de dinero. Obviamente, esta situación no pasó desapercibida por Bhakzhosk el cual esperó a la caída de la noche para tener unas palabras con estos mercaderes.
Como ya venía haciendo con otros vendedores, Bhakzhosk exigió a estos nuevos mercaderes el pago de una comisión a cambio de mantener su puesto de venta pero a diferencia de los otros, estos enanos de naturaleza arrogante se negaron lo cual hizo enfadar al soldado Nivrim ya que la diplomacia no era uno de sus fuertes y éste no dudaba en usar la fuerza y sus dotes intimidatorias si la situación así lo requería.
Sin embargo, y dado su cargo de guardia de Anduar, Bhakzhosk no podía arriesgarse a manchar sus manos con sangre inocente por lo que se acordó de Jazorg el contrabandista, al que mandó de urgencia una paloma mensajera para reunirse nuevamente en el piso franco bajo el distrito portuario de Alandaen esa misma noche.
Y así pues, ambos individuos se encontraron allí a la hora establecida.
Jazorg dice: Poco has tardado en solicitar mis servicios. ¿Qué nuevas urgen tanto para llamarme aquí en mitad de la noche?
Bhakzhosk dice: Saludos contrabandista. Tengo un asunto entre manos que no puede esperar y debe ser zanjado hoy mismo, antes del comienzo del nuevo día. Creo que eres la persona idónea para llevar a cabo esta tarea.
Jazorg sonríe ampliamente y dice: Siempre y cuando haya una bolsa llena de monedas de por medio, soy todo oídos. Cuéntame los detalles.
Bhakzhosk suelta una pequeña carcajada y dice: Ya empiezo a conocerte, obviamente habrá un buen pago al finalizar la tarea.
Bhakzhosk dice: Necesito que le des una lección a un par de mercaderes que recientemente han llegado a Anduar. Se niegan a pagar mi tributo y encima han osado faltarme al respeto. ¿Te lo puedes creer?
Jazorg niega con la cabeza y dice: Que osadía tratar así a la incorruptible guardia de Anduar.
Bhakzhosk dice mientras sonríe irónicamente: Así es. Me gustaría que esos mercaderes no volvieran a aparecer por la ciudad. No me importa lo que les pase, eso lo dejo en tus manos. Tengo entendido que se están alojando en el hostal Comellas, a las afueras de la ciudad, y al amanecer tendrías una buena oportunidad de tenderles una emboscada. Es más, si tienes suerte, hasta podrás recuperar la recaudación que han conseguido hasta ahora y te aseguro que es bastante golosa.
Jazorg dice: No se hable más, ya me has convencido. Me marcho inmediatamente para trazar mi plan. Nos veremos mañana aquí para informarte de lo sucedido.
Jazorg abandonó la estancia y se perdió entre la oscuridad de la noche.
Bhakzhosk metió la mano entre sus armaduras y sacó una pipa cargada de marihuana mientras pensaba, ¿por qué no?
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Capítulo III – Un trabajo sucio. Parte dos.
Una vez caída la tarde los mercaderes de Anduar empezaban a recoger sus tenderetes y hacían recuento de las ganancias obtenidas ese día. Ahí se encontraba Bhakzhosk un día más cobrando su parte cuando de nuevo se acercó al tenderete donde solían estar los hermanos de Kheleb, pero ese día no estaban allí.
Bhakzhosk sonrió sádicamente mientras fantaseaba con lo que podría haberle pasado a esos mercaderes, pues inmediatamente supo que su “amigo” había cumplido su parte del trato.
De repente, un niño se acercó al guardia y tirándole de la capa le preguntó si podía decirle algo al oído.
Bhakzhosk asintió con la cabeza y se agachó para que el niño pudiera decirle lo que había venido a contarle. “Ve a la casa de las cartas” le dijo y le entregó un matojo de lo que parecía ser una barba.
Bhakzhosk le dio una moneda de platino al niño y se puso en marcha hacia la sede de Mystic. Cuando llegó encontró manchas de sangre reseca en la puerta y en el suelo, a medio limpiar. Supuso que algo iba mal.
Desenvainó su espada y de una fuerte patada tiró abajo la puerta del edificio y siguió el rastro de sangre hasta encontrar al semi-drow, tendido en el suelo y con múltiples heridas, algunas de ellas mal vendadas.
Jazorg dice: Eran más duros de lo que me esperaba esos cabrones. El más pequeño esquivó mi tajo y consiguió alcanzar un hacha que tenía bajo la almohada. El cabrón ese casi me corta una mano, como puedes ver. Pero bueno, como siempre he cumplido con mi parte del trato.
Jazorg gira la cabeza y le hace un gesto con el dedo índice señalando un armario que había en la sala.
Jazorg dice: Ábrelo. Hay una sorpresa para tí.
Bhakzhosk se dirige al armario y le cambia el semblante.
Bhakzhosk dice mientras coge una enorme bolsa de monedas: Sí que se estaban forrando estos hijos de puta.
Jazorg dice: Pues ayer fue su último día de negocio. Para ocultar sus cadáveres tuve que tirar de contactos. Conozco cierta gnoma que se dedica a este tipo de menesteres. Por cierto, está tardando demasiado… suele ser rápida pero lo es aún más para cobrar.
Imnia pregunta: ¿No estaríais hablando de mí?
¡Plop! ¡Imnia aparece repentinamente ante los presentes!
Bhakzhosk se gira sorprendido y ve a la gnoma detrás de él.
Imnia pregunta: ¿Qué le pasa a este? Se ha quedado blanco.
Jazorg dice: Se acostumbrará, no está familiarizado con tus artes.
Jazorg pregunta: ¿Has completado el trabajo?
Imnia dice: Me parece una falta de respeto esa pregunta. Pero bueno, te traigo un regalo.
Imnia saca de un bolsillo mágico una botella de ron y se la da a Jazorg.
Jazorg abre la botella, da un trago y el resto se lo echa en las heridas, haciendo muescas de dolor.
Jazorg dice: Muchas gracias, Imnia. Pero no habrás venido aquí por caridad, supongo. ¡Es hora de repartir el pastel!
Tras repartir el botín, Bhakzhosk se retiró a cerrar su turno de guardia, mientras que Imnia ayudó al malherido Jazorg a regresar a Alandaen, donde pasaron unos días hasta que el semi-drow se recuperó y puso marcha a Keel a por más “mercancía”.
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