Inicio Foros Historias y gestas No gloria, pero sí alegría, hubo ese día

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      Ghyrduana viaja por las costas gélidas de Naggrung como tripulante del barco: El yunque doblado, junto con Rhomdur . Dicen que allí habita una curandera con el milagroso poder de sanar a los leprosos y a los más malheridos, así que se dirigen hacia tal destino con la misión de encontrarla y adquirir conocimientos de la sanadora.

      La espesa niebla fantasmal envuelve el navío de forma inesperada. Los marineros, mantienen el pulso firme debido a su experiencia. Con la ayuda de un sextante, cartas de navegación y años de servidumbre al mar, el capitán finalmente llega a puerto, el cual se empieza a vislumbrar cuando la niebla desaparece poco a poco, como una cortina que revela un destino fúnebre.

      El barco, lento, golpea las maderas del puerto y los marineros prestos lo amarran. Una escalera da paso a que nuestros héroes desembarquen. Allí, dan unas monedas como señal de pago a un viejo marinero envuelto en un chubasquero verde y finalmente, pisan suelo firme.

      Los dos enanos observan aquel lugar con aires nuevos. A pesar de no haber cambiado con el paso de los años, cada viaje parece distinto. Las casas de baja altura cuyas paredes son de piedra grisácea y techos negros. Las luces de las viviendas iluminando las estrechas calles. Prostitutas, marineros, vagabundos y todo tipo de escoria habita en aquel lugar. Ghyrduana recuerda aquello como una alcantarilla de Kheleb Dhum, llena de ratas y con olor a podredumbre.

      Tapándose la nariz con su capa, avanza en aquel oscuro lugar hacia la entrada de la ciudad de Keel, resguardada por sus dos camaradas. Allí unos corsarios los observan. Sin añadir un saludo o una pizca de atención, observan de nuevo el horizonte, como si no les importada un cuerno la llegada de los visitantes.

      Nuestros héroes se adentran en el mercado de Keel. Allí, sacan un pequeño papel bien doblado y lo extienden en sus manos. Es un mapa. Observan a su alrededor, se sitúan, y se dirigen al oeste.

      Poco después llegan a un pequeño barrio residencial y marginal. Una reja vieja y mal pintada les da la bienvenida, parece que separa el barrio del resto de la ciudad. Ghyrduana se dispone a abrirla cunado una mano cadavérica sale de las sombras y la agarra del antebrazo. Es un leproso y le exclama: ¡Caridad, unas monedas!

      Rhomdur le azota un tremendo martillazo en la cabeza, reventándole el cráneo como un melón cayendo de lo alto de una torre. Luego, da dos pasos adelante y le hace el intento de remate… pero al ver el estado del cadáver… se lo replantea.

      Rhomdur: ¡Joder que susto!, ¿Estás bien?

      Ghyrduana: Sí…, oye eh.., se supone que hemos venido a encontrar la cura para estos desdichados, no a… reunirlos con sus dioses.

      Rhomdur: Sí bueno, para mi la mejor cura es esta, ¿ves? Kobold muerto, se acabó la rabia… dice la frase.

      Ghyrduana: Ya veo ya… bueno sigamos, estamos cerca.

      Entran en un barrio marginal de la ciudad y allí observan las viviendas. Una de ellas, tiene una cruz de color blanco pintada en la puerta.

      Ghyrduana: Es aquí.

      Sendos héroes entran en la estancia y allí los recibe una mujer mayor, de pelo grisáceo. Está vendando las heridas, pústulas y llagas de leprosos y enfermos varios, tumbados en el suelo, sobre literas de paja de poca calidad. No repara en los visitantes.

      Ghyrduana: Hola, eh… buscamos a la sanadora del lugar.

      Sanadora: Buenas, no está. Ha partido. Yo soy la encargada, ¿puedo ayudaros en algo?

      Ghyrduana: ¿Dónde fue?

      Sanadora: Ha salido a buscar yerbas medicinales, por el oeste de la isla….

      Sin dejarla terminar su frase, ambos héroes salen a toda prisa por la puerta, dando un buen portazo. Temen por la vida de quien buscan, más en una isla llena de demonios, villanos y toda clase de … seguidores del maligno.

      El viento helado azota con fuerza y nuestros héroes avanzan entre una fina capa de nieve.

      Pasan por delante de una posada, cuyas paredes están pintadas de color azul marino. Allí, observan a gente dentro bebiendo cerveza y cantando canciones varias.

      Ghyrduana: Oye mira, lo he estado pensando y…

      Rhomdur: ¿Sí?

      Ghyrduana: Que mejor esperemos en la posada a que vuelva. Total… la isla es demasiado grande, hace mucho frío y… regresará. Y si no lo hace, ¿Quién nos garantiza que si la encontramos seguirá viva?

      Rhomdur: Tienes toda la razón.

      Ambos se quedan mirando. Luego, disimuladamente, abren la puerta de la posada, entran… piden sitio y se piden tremendas jarras de cerveza.

      Ghyrduana: ¡Por el poder de la cerveza, que me sana la cabeza!

      Rhomdur: ¡Bien dicho!

      Nuestros héroes no cumplieron su cometido aquel día, ni misión alguna, … ni tan siquiera aprendieron nada. Pero quien hace lo que puede no está obligado a más. Bebieron y bebieron hasta que doblados, por las calles cayeron. Borrachos y desamparados, hasta la puerta del hostal llegaron. Allí pidieron dos camas, y durmieron lo que les dio la gana. Y esta es la historia de aquel día, ¡quién lo diría!

       

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