Origen de Obertyn o porqué un goblin fue aceptado en el bastión del bien

La embestida de la formidable caballería de Poldarn golpeó con tanta violencia las puertas de Mor Groddûr que los cimientos de la Torre Negra,
aseguran algunos, se quebraron. La virulencia del ataque se prolongó por horas pero finalmente la resistencia fue menguando y los goblin, de corazón
débil en la adversidad, corrieron a dispersarse entre las grietas de su caverna. Como un vendaval de pureza los templarios eliminaron todo mal allá
donde lo percibieron, una pequeña hueste protegió la puerta para evitar un ataque por sorpresa desde el exterior durante la incursión y el resto de los
paladines, una docena en total, fueron recorriendo las calles y cada grieta limpiando por la espada su pestilencia. No fue grato, pero necesario, así
fue hallado Obertyn, en los brazos de una goblin parturienta que, justo tras ser concebido había muerto con la cabeza aplastada por una roca. Nozkyan,
el paladín que lo encontró, alzó su espada por encima de la cabeza y sin dudarlo, quiso acabar con la vida del engendro goblinoide que, aún atado por
el cordón umbilical a su madre, intentaba alejarse de ella arrastrándose por el suelo. Alzó la hoja que refulgía asesina por encima de su cabeza y
descargó el letal golpe a la indefensa criatura, el suelo se partió por el golpe y el cordón quedó cortado pero, para la sorpresa del propio caballero
de Eralie, no había sido capaz de dañar a la criatura, cuyos lloros se detuvieron inmediatamente y sonriendo, acarició la hoja sagrada sin verse
afectado.

Nozkyan comprendió entonces que la pureza del alma de una criatura sin mácula alguna no debía ser sacrificada, y que Eralie, en su bondad, le había
hecho errar el golpe. Recogió la criatura entre sus brazo y, cubriéndola con su capa, salió de la ciudad.

Los compañeros de armas le miraron con aversión sin atreverse a discutirle, tal era el respeto que sentían por sus hazañas bélicas en nombre de Eralie,
y cuando explicó la razón que le había llevado a salvar esa vida en cuestión, algunos lo comprendieron, otros callaron, pero nadie se opuso. Así fue
como Obertyn, un huérfano goblin de horrendo aspecto, deforme incluso entre los suyos, llegó a Takome. Las palabras de Nozkyan sobre la milagrosa
intervención divina fueron aceptadas con la reluctancia propia de los escépticos pero de nuevo, imponiéndose su fuerte carácter y su honorabilidad
aceptaron que la criatura fuera criada y aceptada entre ellos, servidores de Eralie, aunque rechazaron concederle su gracia, quedando en el limbo de
los que carecen de creencias.

Acogido entre los muros de Poldarn, disfrutó de la tolerancia de los caballeros, más dispuestos a creer en el milagro de Eralie, y creció hasta
convertirse en el terror del Temple. Así lo llamaron de pequeño pues, a pesar de crecer con un corazón abierto y amistoso, la falta de obligaciones
religiosas, muy frecuentes en Poldarn, le hacían pasar muchas horas aburridas en las que si inquieto corazón goblin, le animaban a las mayores
trastadas. Aprendió así a eludir los vigilantes ojos de los paladines escurriéndose por las callejuelas de la ciudadela, sigilar en la cocina y
esconderse para robar algunos mendrugos de pan con los que saltarse la férrea dieta de los monjes, y, tras diversos altercados con los jóvenes de los
alrededores, desarrolló la innata habilidad de su raza con las hojas cortas. A pesar de las adversidades Obertyn creció feliz como ningún otro goblin
pudo hacerlo antes pero nubes oscuras del fatídico hado se cernían en su futuro. Lloy y Sanb, dos jóvenes del pueblo, que habian llegado recientemente
a Poldarn desde Takome, le miraban con odio y habían intentado atacarle en más de una ocasión, pero Obertyn, más rápido que ellos, había salido siempre
vencedor enfureciéndoles cada vez más.

Nadie sabe bien quien realmente fue el culpable salvo los implicados, aunque el verdadero culpable, en el corazón de Obertyn, fue el escaso
entendimiento de cómo era su vida por parte de los monjes, que veían la escalada en la violencia de la vida de su adoptivo simples juegos de niños.
Cuando esos juegos terminaron con la muerte Lloy y Sanb en una dura pelea en las cocinas, con Obertyn gravemente herido y medio calvo por el aceite
hirviendo, nadie supo cómo reaccionar. A pesar de las veces que Obertyn aseguró ser víctima de un violento asalto por parte de los otros dos, al no
haber nadie que lo desmintiera o corroborara se decidió que no podían condenarle, pero que tampoco podrían albergarlo por más tiempo, Obertyn marchó
entonces de Poldarn, a los 16 años, convirtiéndose en un vagabundo.