Inicio Foros Historias y gestas Primer acedio a Takome

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    • fyrate
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      Los gritos de los primeros caídos empezaban a escucharse…
      —¡sigue así Dreyhz!, ¡no salgas de hay y sigue disparando!. — exclamaba Dallzkar.
      Mi pulso no temblaba, con una velocidad endiablada cargaba y descargaba mi arco, y disparaba sin parar.
      A lo lejos Rhina Dallzkar y Dobarh hacían lo suyo… aniquilar enemigos.
      —¡Dreyhz! Sal ya, la holeada ya terminó al parecer. — esclamó rhina.
      Con un salto llegué hacia ellos…
      —¡maldito árbol donde me hacen esconder… estaba lleno de putas espinas eso!. —
      —jajaja, vamos no te alteres Drheycito. — decía Dallzkar mientras palmeaba mi espalda mientras dejaba a la vista sus colmillos y una sonrisa de hiena que no se borraba con nada.
      —Dreyhz, Dobarh, Dallzkar tenemos que avanzar más si queremos llegar a Priis.— esclamó Rhina
      Asentimos todos con la cabeza.
      —Descansen ustedes, yo iré avanzando y despejando el camino aún habrán quedado algunos enemigos supongo yo…—
      Rhina me asintió con la cabeza.
      —Por algo te trajimos aquí, necesitamos alguien a distancia que nos cubra las espaldas. — decía Dobarh con tono serio.
      Le sonreí a Dobarh.
      —está bien pequeño semi-elfito. —
      El rostro de Dobarh se puso serio, demasiado serio…
      —JAJAJa, basta ya ustedes dos. — decía Dallzkar.
      —venga Dallz déjame molestar a Dobarh un rato. — dije mientras le hacía caras a Dobarh.
      Rhina negó con la cabeza.
      —ve a hacer lo tuyo y déjate de estupideces. — decía Rhina mientras curaba los ligeros rasguños de los demás.
      Me puse en pie y marché hacia el siguiente puesto de Takome.
      Un infeliz estaba escondido tras una roca.
      —yo yo yooOO, le fallé a mi reina… Ahora que será de…— una fugaz saeta perforó su garganta haciendo salpicar sangre por el aire.
      —No harás nada, morir como todos tus aliados— dije mientras agarraba la saeta ensangrentada del suelo.
      Escupí al suelo.
      —va… ya no sirve. — decía mientras tiraba de nuevo la saeta al suelo.
      Pasos se escuchaban a lo lejos.
      Un grupo de 30 Takomitas se acercaban.
      —bueno supongo que debo avisar. — dije mientras a lo lejos divisaba un paladín montado en un león de batalla que se acercaba a toda velocidad.
      —pero primero…—
      Cargué la ballesta y una saeta hizo volar el ojo izquierdo del león, causando que pierda el control, y provocando que el paladín termine en el suelo.
      —ahora si avisemos a los demás. — dije para mi mismo mientras recargaba la ballesta.
      Llegué de nuevo al campamento de los aliados.
      —señores se acercan unos 30 Takomitas hacia aquí, bueno unos 29 por que un paladín quedó fuera de combate. — dije mientras se me escapaba una carcajada.
      —está bien, avancemos. — decía rhina mientras se reincorporaba.
      —Dreyhzito, a los arbustos tu. — exclamaba Dallzkar.
      Asentí enfadado.
      Los pasos se escuchaban más y más.
      Los gritos y los cánticos se unían formando un ruido ensordecedor.
      Ya en el campo de batalla la sangre nublaba mi visión.
      Se hacía casi imposible disparar con tantas nubes de humo conjurada por algunos hechiceros, y por el viento que levantaba polvo.
      Unos 6 Takomitas habían rodeado a Rhina y a Dallzkar.
      Cargué la cerbatana y lancé una salva hacia el centro de ellos solo para que se dispersen.
      —jajajaja, buena esa—. Exclamó Dallzkar mientras perforaba el pecho de uno de ellos con su florete.
      Sonreí, y seguí disparando.
      Los pocos que quedaban prefirieron marcharse antes de seguir cayendo más.
      Todo parecía más en calma, así que volví hacia ellos.
      —¿están todos bien?. — preguntaba Rhina mientras escudriñaba si alguno presentaba una herida grabe.
      Asentimos todos con la cabeza.
      —no te preocupes. — le dije mientras cargaba mis armas.
      —perfecto, descansemos, y mañana volvemos a retomar el paso, se gastó mucha energía hoy. — decía Rhina mientras se recostaba en el suelo.
      Volvimos a asentir.

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