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Vuelvo a subirlo para reportarlo corrigiendo errores ortográficos
“No hay peor enemigo que aquel que no tiene nada que perder.”
Las palabras de mi antiguo instructor, al que llegue a apreciar como a un padre, resuenan una y otra vez en mi cabeza mientras me despojan de mis armas, mi armadura, los colores de la fortaleza en la que he nacido, el único hogar que jamás he conocido.
Cuando crean un destino para ti acabas creyendo en él, te convences de que no hay alternativa y puede que incluso llegues a abrazarlo. Para mí nunca existió otro camino que el de servir a mis hermanos y mi dios con mi cuerpo y mi sangre, con mi vida y con mi muerte. Nunca me sentí dueña de esas cosas, incluso mis pensamientos les pertenecían.
Ahora que me lo están arrebatando todo, convirtiéndome en un paria a ojos de los que un día me llamaron hermana, en una despreciable renegada indigna del favor de Gurthang, siento como todo lo que un día fui se rompe en pedazos. Solo me consuela pensar que madre y padre no viven para presenciar la vergüenza de su hija.
Conducida como un animal por las calles, desnuda, encadenada, sufriendo el juicio de mis semejantes, los insultos se me pegan a la piel como sanguijuelas. Soy incapaz de alzarlos ojos, no sé si podré volver a hacerlo algún día.
Sola, sucia, desgreñada, bebiendo del río como hacen los ciervos, convertida en una ruin carroñera que se alimenta de la carne que cazan otros animales, durmiendo bajo el indiferente cielo con un ojo abierto, no sé por qué sigo viva, no sé quién soy.
Un orco aparece en el bosque. Caza. Le sigo, robaré lo que consiga. Me ve y adopta posición de ataque, pero algo le detiene. Una punzada de lástima o desdén contiene su mano y me lanza la carne con una mueca. Huyo, pero mientras devoro las sobras un pensamiento se abre paso a través de las tinieblas que inundan mi mente.
Humillada por segunda vez por un hermano. Tratada como escoria que ni siquiera merece la dignidad de la muerte.
Nunca más.
Camino erguida por primera vez en mucho tiempo, lavo mi rostro en el río y veo surgir de entre la suciedad mi nuevo yo. No soy un animal, no soy una paria, no soy una renegada. Soy hija de Gurthang, el dios de la guerra, su fuerza reside en mí, seré el heraldo de su furia y mi venganza será terrible. Lavaré mi vergüenza con la sangre de aquellos que la provocaron. Volveré a Golthur con la cabeza alta o la destruiré hasta sus cimientos, hasta que el polvo de la piedra se mezcle con el de los huesos y no queden más que recuerdos y espíritus.
Esta es mi promesa. Este es el destino que escojo para mí.
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