Ante ti se presenta un enano de figura robusta y descuidada. Su baja estatura, típica de su raza, se ve recalcada debido a una complexión rechoncha. Su piel, de un tono ligeramente rojizo, ha sido dañada en varias partes de su cuerpo, las cuales, centrándose en su torso y tez, carecen de vello debido a las cicatrices. Sus facciones se entrelazan en una amalgama incoherente, su nariz; enorme y gruesa, contrasta en demasía con el ínfimo tamaño de sus ojos, quedando estos relegados a un plano casi inapreciable. Sus fibrosos brazos, al igual que sus piernas, son bastante cortos, lo que obliga a este extraño enano a caminar de manera torpemente peculiar, pareciendo un péndulo en pantomima. Las palmas de sus manos poseen un desorbitado tamaño y, dejando a un lado la roña y la suciedad que las recubre, denotan que han desempeñado gran trabajo físico con el paso de los años.