Un grupo de grajos vuelva en desbandada, haciendo que las ramas de un árbol se agiten con la repentina liberación del peso. Por una curva del camino aparece el causante de tal agitación, una gnoma que mantiene una conversación a gritos y hace aspavientos con ambas manos. No se observa ningún interlocutor.
–¡… y le rompí la jarra en la cabeza! ¡y le explotó la cabeza en mil pedazos! ¡y los pedazos zalieron volando por la ventana! ¡y luego me comi sus zezoz! ¡con pimienta!
Grita una voz rasposa y ceceante.
–¡Eso es imposible, el ValorAbsolutoDeDurezaDeLaCabeza es mayor que la de la jarra! ¡y las ecuaciones de la dinámica del movimiento hacen imposible que los pedazos de cráneo salgan por la ventana! ¡YLosSesosSeComenConNuezMoscada!
Responde una voz mucho más rápida y aguda.
–¡La jarra era de mármol zacaroideo, liztilla!
–¡Que MaterialMásTonto para una jarra!
Escondido en un arbusto, un orco frunce el ceño. Lleva horas esperando que aparezca un viajero desprevenido al que asaltar, pero algo le dice que sería mejor dejar pasar a éste.
Los aspavientos paran de golpe y la gnoma mira directamente hacia los matorrales.
–Me pareze que he oído algo con el oído izquierdo.
–Yo también HeOídoAlgo, pero con el oído izquierdo.
Desenvaina rápidamente sus floretes y avanza en tensión hacia el borde del camino. El orco decide actuar antes de perder del todo el factor sorpresa y salta rápidamente con las armas en posición de ataque. Detiene con facilidad una estocada dirigida a su garganta, pero el otro florete se clava en su estómago. Cae de rodillas sujetándose las tripas, sin creer del todo lo que acaba de suceder, y se dispone a agonizar lentamente en el suelo.
–¡Siempre tienes que TirarALaGarganta, luego nos llenamos de sangre y es MuyDifícil de limpiar!
–¡Y tú ziempre tienez que arruinar laz tripaz, que zon la parte máz zuculenta!
–NoImporta, buen trabajo Bradila. El sujeto 154 ha resultado ser una decepción, pero HemosAprendido que los orcos no pueden parar dos estocadas AlMismoTiempo.
–Graziaz Bradila, a ezte pazo azaltar la fortaleza zerá máz fázil que quitarle un regaliz a un pato.
La pequeña gnoma saca de su bota un cuchillo de hoja fina y abre al orco en canal, observando con interés sus órganos aún latientes y llevándose a la boca uno de ellos de vez en cuando.
–Cuando zea el líder de la horda zolo comeré ojoz y vezículaz.
–Vale, PeroQueSeaCon nuez moscada.
–¡La nuez mozcada lo arruina todo!
–¡No TienesNiIdea de cocinar!
–¡Cozinar lo arruina todo!
Satisfecha con la exploración emprende de nuevo el camino discutiendo en voz alta. En la fortaleza orca se preparan para el rutinario asalto mensual de Bradila apostando cuanto tiempo golpeará esta vez la puerta antes de cansarse.
