Inicio › Foros › Historias y gestas › Registro 2 de Koheldro
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Quién me haya conocido entenderá estas líneas. La ira que me corroe se derrama sobre el papel mientras aprieto con tanta fuerza la pluma que la punta cruje mientras se mueve por encima del papel. Una sencilla carta de despedida, para las pocas gentes que me tienen algo de aprecio. Es lo que tiene ser el orco más despreciado de Golthur. Nadie llorará mi marcha, pues no cuento con sobrevivir a este día. Pero solo quiero que se me recuerde por una cosa, nunca tuve miedo.
Desde joven, siempre fui menospreciado. Mi instructor de combate, nos llevaba al Bosque Baldío donde siempre prestaba más atención a cualquier otro alumno que a mí.
Ya cuando era un guerrero, veía como de cada presa que matábamos al repartir las recompensas yo siempre me llevaba la peor tarde.
Toda esa ira se acumulaba dentro de mi pugnando por salir y envenenado mis pensamientos.
Así que le di salida.
Ya en mi época de adiestramiento me consideraban el matón de la clase. Vale que nunca fui el mejor luchador, como bien dijeron mis instructores, haciéndome volver a repetir los entrenamientos una y otra vez mientras el resto de mis compañeros iban avanzando y saliendo de expediciones a matar presas reales, enanos de kheleb, humanos de takome… yo mientras seguía batiéndome una y otra vez contra los malditos ogros del bosque baldío. La única satisfacción que me produjo eso, fue que cada vez mis compañeros de instrucción eran más jóvenes y por ende, más débiles. Me encantaba atormentarlos, y aunque nunca hice nada delante de los instructores, aquellos que recibían la atención que a mi se me había negado siempre perecían bajo mi hacha en los pasillos de Golthur. Al día siguiente a estos actos, cuando el instructor preguntaba por su alumno favorito, tenían que comunicarle que lo habían encontrado decapitado en uno de los pasillos de la fortaleza negra. Ellos sabían que había sido yo, y me miraban con una colera velada en sus ojos, pero no podían hacer nada. Como instructores tenían prohibido asesinar a sus propios alumnos, y el resto de mis compañeros se esforzaban desde entonces en no destacar, pues sabían las consecuencias que ello podría tener.
Al final, con más años de los que hubiese pensado acabe mi instrucción, y tuve que marcharme a las ciudades colindantes para escapar de la ira de los instructores, ya que ahora mi estatus de recluta en practicas no me protegía. Viaje por Ancarak, por Mor Groddûr, mejorando mis habilidades y enfrentándome a todos aquellos orcos que me encontraba.
No penséis que solo me enfrentaba a los débiles, eso jamás. Cruce mi hacha con cualquier ser que se encontrase en mi camino. Eso quizás supuso mi salvación.
Me encontraba un día a la caza de víctimas en Mor Groddûr, cuando me encontré con un imponente orco. En aquel momento ostentaba el cargo de Tirano de Golthur, y en cuanto lo vi, confiado y tranquilo, equipado como la elite de la fortaleza, me lancé a por él con mis ojos rebosantes de ira, dispuesto a hacer pagar a ese orco por todos los desaires que había recibido en mi vida. Yo merecía esas riquezas, yo merecía esa gloria que el ostentaba, todo eso debía ser MIO.
En cuanto crucé mi hacha con él me vi rebasado, con un ligero movimiento esquivo mi hacha y propino una patada en la entrepierna que me dejo tambaleándome presa de oleadas de un dolor atroz. Acto seguido alzo su cimitarra (¡era la legendaria cimitarra demoniaca del Balrog!) y descargo su filo contra mi abrasandome las entrañas mientras su filo se hundía más y más en mi cuerpo. Pense que el final había llegado, pero no fue así.
Desperte en un pasillo, vendado y curado, mientras el orco me miraba.
- Como te llamas, Snaga. – pronunció con voz atronadora
Mi puño se dirigió rápidamente hacia su mentón, pero una línea de dolor atravesó mi cuerpo y no pude completar el golpe.
- Jajajajajaja – se río él – Veo que eres un combatiente, pero ahora descansa. No deberías cruzar tus armas conmigo estando en semejante desventaja. Ahora dime, cual es tu nombre, guerrero.
El hecho de que me llamara guerrero en vez de esclavo, me hizo responder.
- Soy Koheldro, y por mi vida que algún día será tu cabeza la que ruede por el suelo a mis pies.
- Encantado Koheldro, mi nombre es Vuldeck, y es posible que ese día llegue, pero hoy no será. Ahora descansa, y en cuanto llegue ese día búscame. Estaré encantado de volver a cruzar mis armas contigo.
Y así fue, pero no solo una vez, sino muchas.
Día tras día fui enfrentándome a él, todas con idéntico resultado. Pero eso también consiguió una cosa. Me gané su respeto.
Por primera vez en toda mi vida, alguien me respetaba en Golthur, y eso hizo que la ira que rebosaba en mi corazón se calmase. No que desapareciese, eso solo desaparecerá el día de mi muerte, pero al menos podía encontrar pequeños momentos de paz. Esa ira solo volvía a resurgir en mí, momentos antes de la batalla.
Con Vuldeck como amigo, conocí al resto de miembros de su clan, el clan Burztulûk. Todos grandes, fuerte e imponentes, sin ninguna duda el clan dominante de Golthur. Me enfrente a varios de ellos, pero nunca derrote a ninguno, aunque si que con el tiempo fui poniéndolos en apuros.
Y aquí me encuentro ahora, dispuesto a enfrentarme de nuevo a Vuldeck, ahora caudillo de la Horda Negra. Creo que esta vez podré derrotarle, pero en cualquier caso quiero dejar estas líneas escritas.
Cuando te enfrentas a un rival como este, nunca sabes cuando será tu último combate y por una vez quiero dejar estas líneas escritas.
Gracias por aceptarme, tal y como soy.
Rol: Koheldro es un orco irascible, virulento e incorregible. Su forma de ser, le impulsa a atacar a cualquier enemigo con el que se cruce independientemente de la desigualdad de fuerzas. Su ansia de alcanzar la gloria dentro de la horda negra, le hace correr riesgos que cualquier otra persona consideraría absurdos y posiblemente, suicidas. Pero él los afronta con determinación, dispuesto a probarse a si mismo y a todos los demás que no es un cobarde y que no hay enemigo que no esté a su altura. No ve con buenos ojos a los anárquicos que se ayudan entre ellos.
Objetivos: Ser el orco más temido de Golthur, el terror de cualquier joven recluta o de cualquier enemigo con el que se cruce. So fin último sería llegar a ser el caudillo e instaurar un sistema anárquico más brutal. Pese a no ser el orco más adorar de Gurthang de Golthur, le encantaría encontrar un sentido a su vida siempre consagrada al derramamiento de sangre.
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