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El día 14 de Soel del 72 Era 4ª, vino al mundo uno de tantos Halflings de Eirea.
Ese día, una halfling andaba rondado por el bosque de Eloras, moviéndose sigilosa con
las primeras horas de una noche sin luna. En la penumbra de esa noche, otra sombra
se dejaba ver por detrás de la maleza. Llevaba una capucha, y apenas levantaba la
cabeza. Se dirigió firme hacia ella. A escasos metros susurró:
-¿Has traído al niño?-.
-Sí, espero que cumplas tu palabra y le des una vida mejor- Afirmó la mediana entre
sollozos.
Acto seguido, el ser entre las sombras sacó una pequeña bolsa y se la entregó.
A cambio recibió lentamente unos trapos ensangrentados, que parecían envolver algo.
Lo cogió con sumo cuidado colocando sus dos brazos finos en jarra.
Una tenue lágrima se escapaba a través de la mejilla de la halfling mientras el ser
encapuchado caminaba lentamente hacia atrás hasta perderse en la inmensidad del
bosque. Su mirada se quedó fija en ese ser que desaparecía lentamente entre las
Han pasado ya varios años. Un joven halfling sale corriendo por una calle llena de
nieve.
-¡¡Ven aquí maldito!! ¡Devuélveme eso!- Refunfuña un viejo enano aventurero, que
asume no ser capaz siquiera de llegar a encontrarlo con la mirada. Unos segundos
después se gira y continúa su camino hacia el este.
Al cabo de un rato, detrás de unas cajas de pescado, entre la multitud de
transeúntes, se deja ver una silueta pequeña entre las sombras. Sigilosamente, se
quita de la cabeza lo que parece ser una máscara de color blanco marfil.
Sonriente, el pequeño halfling la guarda en su mochila y se incorpora al camino en
dirección opuesta al viejo enano, que aún sigue refunfuñando mientras se aleja.
Entre el fuerte olor a pescado, y una nieve llena de restos de sangre, al llegar a
una ventana, el pequeño halfling oprime tres ligeros golpes en ella y se sienta
paciente mientras, sonriente, introduce su mano en el bolsillo de su remendando
pantalón a cuadros.
-¿Que me traes? -Suena dentro de la ventana, con voz firme y aguda.
- 59 jinnys- Refiere el pequeño con confianza.
-¿Y qué quieres?- Preguntó la voz por la ventana.
-Un poco de carne roja-
-Jajaja! Si quieres carne, tendrás que ir tú a por ella al bosque, yo solo tengo
pescado-.
-¡Bah!- exclamó el pequeño.-Pues si tengo que ir iré, ya estoy cansado de depender de
vuestro podrido pescado para comer-.
El pequeño, salió corriendo en dirección oeste atravesando la ciudad.
Una vez cruzó por una puerta, una corsaria de la ciudad, le cogió por la espalda
sosteniéndole en alto.
-¡Déjame Burha!- Afirmó el pequeño.
-¡Donde crees que vas Essel!, ¿Vas a salir de la ciudad?, Keel es el sitio más seguro
para ti. –
El pequeño, dejó de resistirse y se encogió de hombros.
-Quiero conocer un poco más la isla, solo quería dar una vuelta y llegar al bosque a
buscar algo de comer.-
-¿Sabe tu tío Turk que estas por aquí?-Preguntó la corsaria.
-Sí, él tiene plena confianza en mí, y me mandó a buscar su caña.-
-Jajajaja la caña del viejo Turk, menudo tesoro. Bueno, no te alejes mucho ¿vale?,
sabes que siempre te estoy vigilando.- Afirmó mientras le dejaba lentamente en un
frio suelo cubierto de nieve.
-¡¡Gracias Burha!!- Afirmó sonriente el pequeño Essel, mientras emprendía de nuevo el
camino hacia el oeste de la ciudad de Keel.
Atravesando la nieve, el pequeño halfling siguió la senda hacia el noroeste hasta
toparse con una encrucijada .Caminaba firme hacia el este sujeto a las asas de su
mochila con ambas manos.
Tras recorrer el bosque dirección noreste, se cruzó con un cazador de aspecto
amigable.
-Hola pequeño, ¡soy Conrad, el cazador!. ¿Qué te trae solo por aquí?- Afirmó el
cazador, mientras envainaba su cuchillo.
-Estoy buscando la caña de pescar de mi tío, y aprovecho para explorar el bosque en
busca de aventuras y algo para echarme a la boca, ¡estoy harto de pescado!, ¡Soy un
gran explorador!- Afirmó Essel con tono jovial.
-Jjajaja, seguro que lo conseguirás.-
El cazador, se quedó mirándolo un momento.
-Toma, esta será la única vez que haga esto, así que no lo digas por ahí. Algún día
seguro que te ayudara en tus propósitos. –
Conrad, sacó de su mochila un pequeño cuchillo afilado y se lo ofreció a Essel.
-Esto te ayudará si alguna vez te planteas desollar algún animal. Cualquier
aventurero que se preste tiene que saber disponer sus propios materiales.-
-¡Gracias!-Afirmo agradecido el pequeño, mientras lo depositaba cuidadosamente en su
pequeña mochila remendada.
Tras despedirse, se dispuso a continuar su camino hacia el noreste.
-Eso sí, ten cuidado no te cruces con algún demonio por ahí, no te alejes demasiado
del bosque, y si ves alguno, ¡córtale la cabeza y me la traes! Jajajajaja- Gritaba
Conrad el cazador mientras se alejaba hacia el norte a paso firme.
El pequeño Essel, continuó caminando, mientras no hacía más que pensar en lo que le
había dicho aquel cazador. Su curiosidad y sus ansias de aventuras le animaron a
salirse del sendero del bosque en dirección al noreste.
De repente, ¡un pequeño diablillo apareció agazapado entre la nieve!.
¡¡¡Te helare el alma!!!- Gritaba.
Essel, asustado, corrió todo lo que pudo tratando de perder al diablillo. A medida
que corría, sin saber muy bien hacia dónde, iban apareciendo más y más diablillos
tras el pequeño y asustado mediano.
Preso del pánico, Essel corrió y corrió en dirección noroeste. A medida que se
alejaba de los páramos, las voces de los diablillos se oían cada vez más lejos.
El pequeño, continuó corriendo despavorido. Múltiples animales salvajes seguían
apareciendo por el camino rocoso, cada vez más escarpado hacia el noroeste.
Finalmente, exhausto, se detuvo a coger aliento, y con las manos en las rodillas
respiró aliviado, pero sumamente fatigado. Su energía se estaba agotando, caminar por
la nieve tanto tiempo había podido con él.
Tras unos minutos sin levantar la cabeza, de repente, mirando al suelo, apreció unos
pequeños cangrejos rondándole por sus descalzos y peludos pies.
-¿Dónde estoy?, ¿Donde he venido a parar?-Pensó.
Avanzando unos metros, ya con el aliento recuperado levantó la mirada hacia el
horizonte.
La imagen de un enorme acantilado ante sus ojos, le dejó maravillado. Ante tal
majestuosidad y belleza el mediano se quedó embaucado. Durante unos minutos se
dispuso perplejo, embelesado, mirando al horizonte. La belleza del mar, a tanta
altura, le permitía vislumbrar toda la isla, rodeada por el mar. Múltiples botes y
barcos se dejaban ver a la orilla y a lo lejos de esta.
De repente, el ruido de un animal le sacó de su momento. Apenas sin tiempo para
reaccionar, al darse la vuelta un enorme y asustado Ghantú apareció de repente con
idea de cargar contra él. Sin apenas tiempo, se dispuso a agacharse y saltar hacia un
lado, cubriéndose la cabeza con las manos, con la intención de minimizar el daño de
un impacto claramente inminente.
Un golpe de agua en la cara.
-¿Do..do..do..dónde estoy?-Afirmó el pequeño, con tono moribundo.
Rodeado de agua, estaba tumbado en el suelo y apenas podía abrir los ojos. Con la
cara hacia arriba, podía apreciar el enorme acantilado desde abajo en toda su
majestuosidad.
Estaba claro, había caído por el acantilado.
Sin apenas poder moverse, giró la cabeza hacia un lado, donde casualmente se
encontraba una concha marina, hermosa donde las haya.
En su último aliento, por su cabeza pasó el recuerdo de su tío Truk, aquel entrañable
anciano que quería hacer de él un pescador ejemplar y un marinero que le hiciera
sentir orgulloso.
Desde aquel día en que se lo encontró junto al muelle, envuelto en unos trapos,
siempre había prometido que cuidaría de él. Essel siempre se esforzó por no
defraudarle. Ahora, tendido en la base de aquel acantilado, sentía que no iba a poder
devolverle todo lo que había hecho por él.
Algo de sangre esbozaban sus ojos, a la par que se cruzaba con unas lágrimas que
parecían ser las últimas.
Es el final. Sus pensamientos eran tristes, frustrantes, sentía que había cosas que
aún le quedaban por hacer.
De repente notó algo moverse a su alrededor entre las sombras.
-¿Que tenemos aquí?, un pequeño halfling- Sonó una voz firme y cercana.
La silueta de un semi-drow se fue acercando poco a poco al pequeño. Una vez estuvo
escasa distancia, este, se puso de rodillas.
A ojos del pequeño, el semi-drow se dispuso a sacar algo de su mochila.
-Venga, bebe- Dijo.
Quitó el tapón a un frasco y ofreció beber de él al pequeño, que apenas podía
encorvarse hacia delante sin ayuda.
Tras pegar cuanto apenas unos tragos, un ligero hormigueo recorrió su cuerpo,
encontrándose ligeramente mejor.
Las heridas que parecían mortales, ahora eran serias, aunque ya no le hacían temer
por su vida.
-¿Cómo un pequeño halfling, acaba aplastado aquí?- Preguntó medio irónico el
desconocido.
-Salí corriendo huyendo de unos demonios, y no sé cómo fui a parar a un acantilado.
Recuerdo un animal venir hacia mí y luego no sé, debí golpearme y caer por el
acantilado.-
El semi-drow suspiró y pensó.
-¿y que buscabas pequeño?-
-La caña de mi tío, aunque creo que mis aventuras me están saliendo caras. Quizá no
este hecho para esto, quizá deba resignarme a vagabundear.-
El semi-drow se quedó mirándole un momento y volvió a pensar antes de hablar.
-Te diré una cosa pequeño. En esta isla, no basta con querer ser alguien, para
sobrevivir tienes que ser el mejor, y cuando encuentres tu camino, al único al que
tienes que superar es a ti mismo.-
Esas palabras, tal como fueron pronunciadas, se clavaron dentro del pequeño como una
puñalada certera detrás del corazón.
Como pudo, se puso en pie, denotando una gran fortaleza espiritual. El mismo
semi-drow, lo miro con admiración, se quedó sorprendido de cual fuerza habían tenido
sus palabras en el pequeño.
-Tienes razón, hay que levantarse y seguir.- Dijo el pequeño mientras miraba hacia
todos lados denotando no tener ni idea de donde se encontraba ni cuál era el camino
para volver.
El semi-drow sonrió y se quedó nuevamente pensativo antes de hablar.
-Toma, quédate un rato sentado, y con esto podrás salir de aquí escalando el
acantilado. No tengas prisa, recupérate bien, pues si vuelves a caer, no esperes que
este aquí para ayudarte otra vez.-
El pequeño cogió lo que parecía ser un gancho unido a una cuerda.
Mientras se reincorporaba definitivamente, iba examinando sus heridas, y tocándose la
cabeza, aun considerablemente dolorida.
Tras unos instantes, se giró para agradecer la ayuda y consejo al semi-drow pero ante
su sorpresa, no estaba. Había desaparecido.
Antes de pensar en salir, la curiosidad nuevamente se despertó en el pequeño.
De frente, una cueva con un palmo de agua se dejaba ver muy cerca de su posición.
El pequeño Essel, se preguntó que podía haber en la cueva y, animado por las
palabras de aquel misterioso extraño, decidió aventurarse en ella.
La cueva estaba completamente inundada. A medida que avanzaba, se podían apreciar
restos de naufragios que, debido a las mareas habían ido a parar al fondo de ella.
Múltiples restos de marineros abatidos en batalla, flotaban descompuestos al son de
la corriente marina.
De repente, al fondo de la cueva, un pequeño altar se mostraba solitario y
abandonado, como fuera de su lugar, pero a la vez, bien conservado.
El pequeño, dejo su mochila en el suelo, y se aproximó al altar.
La mochila al caer al suelo, debido a su mal estado, apenas sujeto el cierre con un
pobre cordel, se abrió, dejando caer al suelo los pocos enseres que disponía el joven
mediano.
Ahí estaba su máscara, aquella mascara que encontró el viejo Truk junto a él, entre
los trapos.
Aquella mascara blanca que parecía tener algún significado, y que hoy se mostraba
como parte del destino de Essel, junto a él, y junto a aquel altar.
El pequeño, miro el altar, y se dispuso a leer la placa que asomaba junto a este,
oxidada por el salitre pero perfectamente legible.
Tras unos instantes, se quedó pensativo. Un escalofrió comenzó a recorrer su cuerpo.
Comenzó a sentir sus comienzos, comenzó a sentir que todo empezaba ahora. El pequeño
se agacho, y cogió la máscara, esta vez con respeto y admiración. Mirando el altar,
con la máscara en la mano, se arrodillo. Un aura de energía envolvió el entorno.
El pequeño Essel había encontrado su camino.
Rol
El rol de Essel como sacerdote de Khaol es obtener el beneplácito de su dios,
consiguiendo riquezas poco a poco, con paciencia, con discreción, sin llamar la
atención, y sin dudar en utilizar todos los recursos de que pueda disponer.
Essel es solitario, acostumbrado a estar solo, actuar solo, y no recibir ayuda, se ha
convertido poco a poco en un personaje independiente que buscar ser autosuficiente.
Sin embargo, lo que le ha pasado a él en su vida por Eirea, le ha hecho fuerte, pero
le ha llevado a desarrollar un sentimiento hacia las personas desamparadas. Ayudará a
todo aquel que se lo pida, y lo necesite. No lo dudará ni un segundo. Sentirse solo
en Eirea es lo que ha hecho fuerte, pero también es lo que le ha llevado a pelear
porque nadie más pase por lo mismo.
Su rol principalmente está enfocado a los oficios. No le gusta matar salvo que sea
necesario. Huye de las confrontaciones innecesarias. No busca ser el mejor en algo a
corto plazo, sino ser bueno en todo a largo plazo. Disfrutar del camino, es su
objetivo. Conseguir las cosas por sí mismo, enseñar a los demás a conseguirlas, y
aprender cada día con humildad.
Su pasión es el mar y la pesca, buscara siempre moverse por él, en busca de
aventuras, influido por su tío adoptivo Turk.
Es vagabundo, pero Keel es la ciudad que le ha cridado y visto crecer. Se moverá
siempre por esta ciudad, entre la nieve, el frio y la pluralidad racial, como su
entorno natural
Objetivos
Conseguir ser el maestro en 4 oficios: Marinero, jornalero, sastre y minero.
Conseguir un cañonero plenamente equipado para el combate naval.
Surcar los mares, y descubrir todas las aventuras que pueda.
Hacer todas las misiones disponibles para vagabundos.
Subir estatus en todas las ciudades que pueda.
Aprender al menos 2 idiomas más.
Ayudar, colaborar, y enseñar al máximo de gente posible.
Fundar una familia en Keel y adorar a Khaol junto a ella.
Demostrar que otro tipo de gloria es posible.
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