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    • sokoth
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      El guardia no tuvo lo que se dice un buen despertar. Abrió los ojos al sentir como lo
      agarraban de la cabellera y los volvió a cerrar cuando la mugrienta mesa, sobre la que
      segundos antes babeaba, parecía elevarse hacia su rostro. Sin embargo, era su cabeza la
      que bajaba a toda velocidad.
      El primer impacto fue brutal. Notó como se le quebraban la nariz y la mandíbula, y
      puede que unos cuantos huesos más. Los oyó crujir, y tras el crujido vino el dolor. Un
      dolor realmente insoportable. Con el segundo impacto obtuvo el analgésico que
      necesitaba. A partir de ahí solo pudo sentir el calor de la sangre que ya le bañaba la
      cara, y como se le empezaba a meter en los ojos. El resto de golpes los recibió al
      compás de unas palabras que ya no pudo oír.

      -Aquí -golpe, -no- golpe, -se viene- golpe, -a- golpe, -dormir- golpe, -pedazo- golpe,
      -de- golpe, -escoria- golpe- golpe, golpe, golpe, golpe. Antes de que pudiera haber un
      golpe más alguien habló tímidamente. – Comandante Ranok – zeñor- creo que ya eztá
      muerto-. Ranok desvió la mirada hacia el que hablaba y clavó su ojo derecho en él. El
      izquierdo parecía estar enfocando un punto cualquiera de la pared que había tras el
      soldado.
      -¿Ah sí?, -¿y en qué lo has notado?- dijo alzando el amasijo de carne y sangre que era
      aquella cara. Se produjo entonces un silencio tenso. Uno de los ojos del guardia se
      desprendió de la masa y cayó al suelo.
      -Qui-quiero decir que no ez necezario que-
      -¡Cállate maldita sea!, ¿Quién te ha preguntado? Y por los cojones de Gurthang, ¿por
      qué hablas así?, ¿te pasa algo en la boca o es que eres retrasado?- El soldado se quedó
      pasmado mirando a su comandante. -Vale, está claro que eres retrasado. ¿Y por qué me
      miras así eh, eh?, ¿es porque soy bizco?-
      En ese momento a Ranok le sobrevino uno de sus tics nerviosos obligándolo a forzar una
      sonrisa. Su expresión estúpida debió hacer gracia al soldado que se relajó y soltó una
      risilla entre dientes. Ranok hizo lo propio, soltó otra risilla casi susurrada. El
      soldado hizo lo que pudo por contenerse hasta que se le escapó una carcajada. Un
      murmullo comenzó a aflorar entonces entre el resto del pelotón. Ranok también rió
      abiertamente y unos segundos después los calabozos de Mor-Groddur estallaron en ecos de
      horribles carcajadas de goblin.

      La fiesta terminó en seco cuando una daga lanzada con maestría por Ranok voló como una
      flecha y se clavó entre los ojos del soldado que la empezó, que cayó de espaldas
      fulminado. Los demás contemplaron atónitos la escena y entonces se hizo el silencio. –
      ¿A alguien más le apetece reírse de mi- discapacidad?-. Silencio absoluto. -¿No?,
      ¿nadie?. Bien, vosotros dos llevadle esos dos sacos de estiércol a Gornaugrim, en La
      Torre no se desperdicia nada. No, esperad, dejad aquí al carcelero, al otro os lo
      podéis llevar. Y traedme mi puñal. El resto montáis guardia. Aquí no entra nadie hasta
      que yo termine. Y si alguien se empeña en pasar le cortáis el cuello. Y pase lo que
      pase y oigáis lo que oigáis no entréis en la celda-. Hurgó entonces en los despojos del
      guardia sin cara donde encontró un aro repleto de llaves, recuperó su puñal y se
      encaminó hacia el final del corredor. -Acabemos con esto.

      Sabía exactamente donde tenía que ir, a la mazmorra más grande justo al final del
      pasillo y a la izquierda, como en los urinarios de las tabernas. Sin dudar metió la
      llave en la cerradura, la giró y abrió la pesada puerta empujándola con fuerza. El
      interior estaba dominado por las sombras que engullían la tenue luz que llegaba de las
      antorchas del pasillo, y precisamente como urinario de taberna, también estaba todo
      lleno de mierda. Contra la pared del fondo pudo discernir la descomunal silueta, así
      que aguardó unos instantes a que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad, y entonces
      lo vio. Allí, encadenado a la pared por muñecas y tobillos, se encontraba el gnoll más
      grande que había visto en su vida. Era una enorme masa de músculos, pelo y venas que
      parecía no poder tenerse en pie. Todo su peso pendía de las cadenas que lo sujetaban
      por los brazos, aunque también se hallaba encadenado por los tobillos. Tenía el cuerpo
      inclinado hacia delante, la cabeza caída y el rostro tapado por una espesa crin de
      color rojo pálido, con el pelaje apelmazado por la sangre seca. Observó que tenía
      multitud de heridas por todo el cuerpo, muchas de ellas laceraciones e incisiones, y
      una flecha astillada hundida en la clavícula derecha. La precisión de los puyazos
      sugería que habían sido hechos tras el encadenamiento. Lo han sangrado pensó Ranok. Y
      tenía sangre por todas partes, tanto seca como fresca. Un hilillo rojo le resbalaba por
      el hocico hasta el final donde se juntaba con la baba que le iba goteando
      periódicamente entre las patas donde había un importante charco de orina y heces. El
      hedor era insoportable hasta para un goblin.
      -¿Klavvi?- dijo aproximándose con cautela. La mole peluda no reaccionó. De no ser por
      el débil siseo que emitía pasaría por un cadáver. Ni siquiera se inmutó cuando Ranok le
      arrancó la flecha y brotó su sangre. Así que tras varios intentos infructuosos de hacer
      que volviera en sí, compuestos de zarandeos y bofetones, el goblin salió a zancada
      rápida de la celda. Se dirigió hacia el cuerpo sin cara, desenvainó uno de sus
      cuchillos, lo hizo girar habilidosamente en la mano y se dispuso a cercenar un brazo al
      cadáver. El cuchillo buscaba la coyuntura del hombro mientras él canturreaba – Eeeeraa
      muy poco en la viiiiidaaaaaa, era tan poco queeee naaadaa eeeeraaaaa– de repente cayó
      en la cuenta de que todo el escuadrón goblin lo miraba perplejo.
      -Vosotros a lo vuestro panda de ineptos.
      -¡Zi, zeñor!- gritaron al unísono.
      -¿Que mierda les pasará en la boca a esta panda de subnormales?, no lo entiendo –
      masculló mientras regresaba a la celda.
      Decidió en primer lugar restregar el brazo amputado del guardia por el hocico del
      gnoll. Sólo obtuvo un leve gruñido como respuesta, así que perdió los papeles y comenzó
      a aporrear la cara de la bestia con el brazo. -¡Por las pelotas de Gurthang que yo te
      despierto maldito perro sarnoso!- Y de repente el bruto despertó. Con una feroz
      dentellada engulló el brazo que desapareció al instante entre sus fauces. Se sacudió el
      pelaje y las crines, y se irguió. Y Ranok se maravilló al contemplar semejante producto
      de la naturaleza. Una descomunal hiena antropomórfica hipermusculada, se alzó ante él.
      Los ojos de la bestia se encendieron, rojos como lava de volcán, y fue entonces cuando
      habló
      y su voz era un viento del mismísimo infierno.
      -¿Quién ser tu que traer comida a Klavvi?-. Ranok tardó unos instantes en reaccionar
      abrumado por aquella monstruosidad, pero se irguió, carraspeó y habló con firmeza.
      -Soy Ranok de los Nil?Dreim, comandante del ejército negro y-
      -¿Ranak?- Lo interrumpió el gnoll.
      – Ra-Nok, maldita bestia ignorante, Ranok Sabandi-
      – Aahhh Ranok el sabandija, Klavvi oir hablar mucho de ti, tu ser gran asesino, a mi
      gustar eso. Pero tú esconder en sombra y apuñalar espalda. Mi no gustar eso- mi gustar-
      ¡MACHACAAAAARR!… ¿y bien?, ¿Qué hacer tu en celda de Klavvi?
      El goblin no salía de su asombro. Decidió continuar y poner las cosas claras.
      – Pues te lo resumo majo. A mí me encanta el ajo, pero con una chuleta debajo- y tú vas
      a convertirte en un montón de chuletas a no ser que yo decida lo contrario. Así que,
      aquí las preguntas las hago yo y tú las contestas lo mejor que puedas, ¿nos entendemos
      bestia inmunda?- El bruto asintió.
      – Bien. ¿Sabes por qué estás aquí? -El monstruo negó con la cabeza.
      -Klavvi no saber. Klavvi ser un desastre y liar parda, poder ser por muchas cosas. –
      Ranok volvió a preguntar
      – ¿A qué te refieres con liar parda?
      -Liar parda ser cosa que gnolls decir cuando meter pata. Klavvi liar parda mucho. Por
      ejemplo, hacer unas cuantas lunas, Klavvi oler rastro de hembra gnoll en celo. Klavvi
      seguir rastro. Klavvi encontrar hembra que ser rolliza y receptiva. Klavvi fogoso, así
      que Klavvi someter y cubrir hembra-. La cara de Ranok era un poema. Maldito animal de
      cuadra, no puedo creer que me esté contando esto pensó. -Pero entonces Klavvi darse
      cuenta que estar en mitad de distrito comercial. Haber muchos niños. Madres goblin
      intentar tapar ojos de niños. Klavvi vergüenza, pero picha de Klavvi quedar atascada
      y– .Ranok se llevó una mano a la frente.
      -¡Basta, basta, basta, basta- suficiente!
      No estás aquí por eso, prueba otra vez. La incursión que sufrimos hace tres días,
      necesito que la recuerdes. Ya sé que todo fue por lo que le pasó al chico, pero
      necesito que entiendas qué es lo que hiciste mal. Cuéntamelo todo, empieza por el
      principio.
      -Recuerdos hacer daño a Klavvi. – Ranok se acercó a la bestia un poco más, con mucho
      cuidado.
      -Klavvi, quiero ayudarte. Así que mírame a los ojos y cuéntame lo que pasó.
      -No puedo- gimió.
      -¿Por qué no puedes?
      -Klavvi no saber que ojo mirar, ¿Qué pasar a tu ojo izquierdo?-. Ranok estalló.
      -¡Por los santos huevazos de Gurthang Klavvi!, ¡o escupes de una vez o mañana serás un
      aperitivo más de la taberna!, ¡habla!

      -Vale- Klavvi contar. Klavvi ser huérfano, no conocer padres. Cuando ser cachorro niño
      goblin encontrar a Klavvi. Llamarse Wifih. El ser bueno con Klavvi, traer comida. Wifih
      jugar con Klavvi y contar historias de risa que gustar mucho. A klavvi gustar reír.
      Wifih traer mucha comida. Klavvi crecer rápido y hacerse fuerte. A cambio el decir
      cuando otro niño molestar y Klavvi ¡MACHACAR! El ser buen amo de Klavvi. Yo ser Klavvi
      de Wifih. Yo ser feliz-. Los lacrimales de la bestia parecían torrentes de barro, su
      estridente y lastimera voz comenzaba a ser un lamento. -Pero humanos atacar torre.
      Haber gran batalla. Haber muchos muertos, mucha sangre. Klavvi luchar. Klavvi ser
      valiente, intentar proteger Wifih-. La cara del gnoll comenzó a congestionarse – Pero
      sucio humano con espada luminosa matar Wifih. Wifih solo ser niño- yo triste- yo
      llorar- yo- ENFADAR, YO CRUJIR, YO MACHAAAAAACAAAAAAAAR-. La hiena aulló con furia y se
      abalanzó sobre el goblin como si hubiera olvidado que estaba encadenado. Las cadenas
      hicieron su trabajo. -KLAVVI ODIAR HUMANOS, KLAVVI FURIOSO, KLAVVI MATAR- MATAAAAAAAR A
      HUMANOS, MATAR GOBLINS- MATAR TODOS.- La bestia zarandeó las cadenas y tiró de ellas
      embistiendo de nuevo. Las argollas chasquearon bajo la tensión de la cadena y el polvo
      saltó de la pared donde se anclaban. Ranok dio un paso atrás cuando se cabrea no
      distingue a quien ataca. Tiene que aprender a controlarse y a enfocar su furia.
      -¡Klavvi!- gritó intentando llamar a la atención del monstruo. -tienes que intentar
      calmarte-. Pero el gnoll estaba sumido en la rabia. Lanzaba dentelladas babeando a
      diestro y siniestro. Sus músculos contraídos resaltaban bajo el pelaje
      las venas parecían rabos de lagarto. De repente pareció llegar al clímax de la ira.
      Emitió un gañido y ejerció una fuerza sobre las cadenas que las argollas no pudieron
      resistir.

      Todo sucedió muy rápido. El gnoll se zafó de ambos brazos y propinó un zarpazo a Ranok
      con su garra derecha. El goblin esquivó el golpe por los pelos, pero tras el brazo
      venía la cadena. Sin tiempo para pensar la agarró y con una ágil pirueta se encaramó a
      la giba de la hiena, y desenvainó los puñales propinando sendos puyazos. Las hojas
      centellearon. Entraron y salieron en la carne pero la bestia no pareció notarlo. Agarró
      al goblin por un pie y lo estampó contra el suelo. Aturdido por el golpe, Ranok solo
      pudo mirar como el gnoll lo agarraba por el cuello. -¡Klavvi machacar Sabandija!- Dijo
      al tiempo que lo izaba. Si bien la presión que la mano de la hiena ejercía en su
      cuello era sobrecogedora, lo normal hubiese sido haber perdido ya la cabeza. Aun así,
      la fuerza de aquella garra era suficiente para hacer que todo empezara a desvanecerse
      a su alrededor. Estaba a punto de perder la consciencia, notaba como se le escapaba la
      vida. Pero súbitamente la bestia clavó la rodilla. Dos chorros de sangre brotaron a
      presión de las heridas abiertas en su espalda, y al momento otros dos, debilitando al
      monstruo a cada latido. Aflojó un poco la presión del atenazado cuello y Ranok pudo
      engullir algo de aire. Y entonces tuvo una idea. -Historia de risa.- Farfulló. Postrado
      y aun anclado a la pared por los tobillos, el gnoll lo mantenía bien agarrado.- Yo te
      cuento historia de risa.- Tomó otra bocanada de aire. -Y tú me sueltas-.
      Klavvi parecía no escucharlo así que le contó la primera tontería que le vino a la
      cabeza. -Vale Klavvi, ¿Qué le dice un Yver?Adhras a otro? La bestia jadeaba, roto por
      la furia pero débil. -¿Que le dice?- No hubo respuesta. -¿Qué le dice Klavvi?- y lo
      soltó sin más. -¡SORPRENDEME!-. Y entonces la bestia lo miró directamente- al ojo
      derecho, y su rostro pasó de estar congestionado a ofrecer una mirada perdida propia
      del ganado. Vamos bestia inmunda, píllalo que no es tan fino pensó Ranok. Y pensar era
      lo único que podía hacer. Ya no había fuerzas para más palabras.

      Tras unos instantes de jadeos, la bestia ofreció una media sonrisa. Su enorme lengua se
      desparramó a un lado entre la poderosa caja de colmillos amarillentos y sus ojos
      regresaron al mundo. Y súbitamente rió como la hiena que era.
      -¿Sorprender-mí?-HAHAHAHAHAHAHAHAHA-. Soltó a Ranok que rodó para apartarse todo lo
      posible, al tiempo que tosía aspirando aire a bocanadas. Se quedó muy quieto
      observando al monstruo que seguía riendo. Aquel sonido gutural y estridente era una
      dulce melodía para sus oídos.
      Pero el gnoll dejó de reír. Una nueva chispa de ira se reflejaba en su rostro. Ranok
      comprendió que aún no había conseguido calmarlo del todo y pensó rápido. – ¡Klavvi
      escucha, tengo otro! -Un goblin, un kobold y un orco encuentran un elixir de la verdad.
      Como no tenían otra cosa mejor que hacer deciden probarlo. El goblin bebió un sorbo y
      dijo: pues yo pienso que los goblins no somos tan sucios. Como evidentemente mentía, la
      sustancia le provocó una fuerte punzada en la cabeza. Los otros dos rieron. Entre
      quejas por el dolor el goblin pasó la poción al kobold que tras dar otro sorbo
      sentenció: yo pienso que los kobolds somos muy valientes. Inmediatamente cayó al suelo
      y se revolcó entre fuertes dolores de cabeza, retorciéndose y echando espuma por la
      boca.– El gnoll lo miraba muy atento.- -Entonces el orco agarró el elixir bebió un
      sorbo y dijo: yo pienso qué – y ¡BOOM! Le estalló la cabeza. Le estalló la cabeza
      KLavvi- dijo Ranok riéndose de su propio chiste. Y la hiena rió con su risa chirriante.
      HAHAHAHAHAHAHAHA- orcos ser idiotas- AHAHAHAHAHAHAHA.
      -Todos tontos-dijo Ranok- del primero al último-. Y ambos rieron a carcajada limpia
      durante un buen rato. -Bien, ¿se te han bajado ya los humos?-dijo por fin el
      comandante. – Pues atiende, necesito que comprendas lo que hiciste mal. Verás Klavvi,
      vivir bajo la ley del más fuerte y poder matar a quien te apetezca está muy bien. Pero
      eso no nos da derecho a comportarnos como idiotas. En una batalla los números cuentan,
      así que no puedes ir liquidando a los de tu propio bando. ¿Lo entiendes Klavvi?.
      La cara de la bestia era un poema. Tenía la mirada desquiciada y el rostro aún
      congestionado por la risa. Exhibía una jadeante media sonrisa mostrando sus enormes
      colmillos amarillos y la lengua babosa seguía colgando por un lateral. A Ranok le
      pareció el semblante de un estúpido y como estaba acostumbrado a tratar con tantos, se
      aclaró la garganta y repitió la pregunta.
      – ¿Lo has entendido Klavvi?-. El animal cerró las fauces deteniendo el jadeo y asintió
      con vehemencia. -¿Ah sí?- dijo Ranok escéptico. – Ahora lo veremos- . Hurgó en el aro
      de llaves se acercó a la bestia y la liberó de los grilletes que atenazaban sus patas.-
      Sígueme-.
      Cuando salieron de la celda toda la patrulla los miraba con la boca abierta. -¡Atención
      muchachos! . gritó.- Este es Klavvi, mi nuevo recluta. Se incorporará a filas de
      inmediato. Oh miradlo bien, es una bestia parda. Es un arma encomiable. Con él
      conquistaremos ciudades, que digo, reinos enteros. Machacaremos al enemigo en
      cualquier lugar y– Ranok se detuvo ante el estallido de la carcajada general. Entonces
      miró a su derecha y vio al gnoll con el hocico metido entre las piernas lamiéndose los
      testículos. Abochornado se llevó una mano a la frente.
      – Por los santos huevazos de Gurthang, Klavvi, ¿quieres dejar de lamerte las pelotas?.
      ¡Firme!- El bruto sacó la cabeza de entre las piernas, miró a Ranok, después al
      pelotón, se irguió e hizo el saludo militar del ejército negro pero añadiendo su media
      sonrisa de hiena boba. Cuando su lengua se desparramó a un lado, empezaron las burlas.
      -Jajajajajajajaja el comandante ze ha comprado un perrito- dijo uno.- Cuidado y no ze
      le vaya a cagar por loz pazilloz que ahora multan- elucubró otro- La mazcota
      lamechochoz de mi abuela ez máz fiera que ezte bicho- sentenció otro. Y todos rieron.
      Ranok miró entonces al gnoll. – ¿No te molesta que se ría de ti esta panda de ineptos
      Klavvi?- La sonrisa se borró de la cara de la bestia. Su rostro comenzó a mostrar
      signos evidentes de enfado y en su cuello afloraron las venas y la tensión muscular.-
      Míralos, creen que eres idiota del todo. ¿Te vas a quedar ahí parado sin hacer nada?,
      ¿Vas a dejar que se burlen de ti de esa forma?
      -Pero tu decir que yo no poder matar-

      -Yo te dije que tenías que controlarte y diferenciar cuando puedes matar y cuando no.
      En mitad de una batalla no puedes matar a los de tu bando. En condiciones normales
      tampoco puedes a un superior, ni a ningún guerrero que por su destreza esté bien visto
      en nuestras ciudades y sea valioso para el ejército. Pero estos imbéciles son
      prescindibles. Sabrás que son idiotas porque al hablar convierten las eses en zetas y
      eso es porque no les llega bien el riego al cerebro. A esos puedes machacarlos cuando
      quieras entrenarte, cuando tengas ganas de matar, cuando quieras quitarles sus
      posesiones, o simplemente cuando te apetezca picar algo. Eliminar a los débiles y a los
      estúpidos hace fuerte a nuestro a bando. ¿Comprendes Klavvi?.- La hiena asintió.- Y
      ahora ve y mátalos a todos.
      Y no hubo que decírselo dos veces. Con un aullido gutural que reverberó en las
      profundidades cavernosas de Mor-Groddur, la hiena comenzó su carrera hacia la patrulla
      goblin. Primero a cuatro patas y después a dos, para arremeter con toda su furia contra
      el primer trasgo con el que topó. Y el goblin voló
      voló de él hacía la pared más próxima. Sólo con la fuerza del impacto el soldado ya
      estaba muerto. Su columna vertebral se rompió por tres partes y sus ojos estallaron en
      sus cuencas. Pero además, el choque contra la pared le reventó la cabeza y le provocó
      una explosión interna de huesos y órganos que se abrieron paso hacia el exterior de su
      cuerpo. Antes de que nadie pudiera reaccionar, Klavvi ya tenía a otro cogido por un
      tobillo y por el cuello. Ya nadie se reía. El goblin gimoteó impotente mientras era
      alzado sin el menor esfuerzo, y cuando la bestia lo tuvo sobre su cabeza lo hizo bajar
      con toda la fuerza que pudo estampándolo contra su rodilla flexionada. Tras un
      horripilante crujido, el espinazo del soldado asomó sanguinolento a la altura del
      ombligo atravesándole el peto de cuero. Eso es lo que yo llamo una señora quebradora
      Pensó Ranok sonriendo. Entonces Klavvi se irguió y separó al soldado en dos mitades
      como el que abre en dos a un cangrejo para chuparle la cabeza, y arrojando los despojos
      a un lado, se abalanzó sobre el resto del grupo. Lo que sucedió a continuación fue algo
      dantesco. Una orgía de sangre digna de la más vil criatura que jamás hubiera habitado
      Eirea.

      El comandante observaba el espectáculo maravillado, colmado de orgullo y satisfacción.
      Los rugidos de la hiena, los crujidos, los golpes, los aullidos de dolor de la tropa,
      eran pura música para sus oídos. Lo que presenciaba era una sinfonía de violencia sin
      parangón hilada por una mole de pelo y músculo nacida para matar, cercenar y destruir.
      Un auténtico -solo de bárbaro-. Este bicho es un portento pensó. Él no se da cuenta,
      piensa de sí mismo que es un patán. Pero cada cual viene al mundo con un talento
      particular y el suyo no será desaprovechado. Haré de él el más brutal y despiadado
      asesino que jamás haya servido a Gurthang en su glorioso ejército negro. Y entonces
      decidió llamar al orden a la bestia.
      -¡Klavvi!-gritó- ¡historia de risa!- La mole se giró hacia su comandante volviendo en
      sí instantáneamente saliendo de su estado de furia con el último de los soldados cogido
      por la cabeza. La enorme zarpa atenazaba el rostro del goblin que pataleaba intentando
      zafarse.
      -¡Bien!- Exclamó Ranok.- Es suficiente. Me alegra ver que eres capaz de controlar tu
      impulso visceral y– ¡CrrrrraaaaaAAAAAcK! La enorme zarpa se cerró implacable y la
      cabeza del soldado estalló poniendo el brazo de la hiena perdido de sangre y sesos que
      Klavvi no tardo en empezar a lamer. -Bueno puede que haya que pulirlo un poco más-.
      Dijo Ranok para sí al tiempo que se acercaba a su nuevo recluta.
      -Sígueme Klavvi. Haré que tu curen las heridas y que te den bien de comer. Y mañana,
      empezará tu instrucción. Y esta noche lo celebraremos. Te llevaré a un antro de Golthur
      donde hay una orca con unos melones increíbles. Beberemos cerveza y-
      -A Klavvi no gustar lo dulce- interrumpió la hiena.
      -Nooooo pedazo de animal, los melones son las tetas.- aclaró Ranok. Y ambos abandonaron
      los corredores de la prisión para adentrarse aún más en las entrañas de Mor-Groddur. Y
      su retorcida conversación se perdió entre los lóbregos pasillos de la ciudadela goblin.

      ROL

      Klavvi es una bestia nacida para matar. Agresivo por naturaleza tendrá que lidiar a
      diario con sus problemas para controlar su furia. No tendrá más cometido que el de
      engordar y obedecer órdenes de sus superiores en el ejército, especialmente de Ranok a
      quien respeta profundamente. El odio hacia el bando bueno está profundamente arraigado
      en el primitivo cerebro de Klavvi, especialmente a los humanos y más concretamente a
      los takomitas, a quienes reconoce inmediatamente por el hedor a cobardía que
      desprenden, por ser los asesinos de su amigo Wifih. Si detecta el olor de algún
      ciudadano de Takome, Klavvi no responderá de sí mismo y se lanzará inmediatamente a
      por él o ellos independientemente del número y del estado de salud en el que se
      encuentre.

      Objetivos

      Engordar para estar lo más fuerte posible.
      Copular con muchas hembras.
      Matar, destrozar, machacar, ronchar, crujir, sojuzgar, destruir.
      Destruir Takome y devorar a sus ciudadanos para vengar a Wifih (nunca podrá rehuir una
      pelea contra uno o varios takomitas independientemente de su número y de su estado de
      salud. Si se cruza con alguno estará obligado por rol a perseguirlo mientras pueda e
      intentar darle muerte)
      Expresar desdén (influído por Ranok) ante cualquier compatriota que considere idiota o
      inepto (propinará un cabezazo a cualquier orco o goblin que escuche hablar con zetas).

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