Inicio › Foros › Historias y gestas › Registro 2: Wufkaxar
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Historia.
Wufkaxar nació en un laberinto de cuevas que rodea el claro de un bosque pero duró poco ahí dentro. La familia de kobolds que vivía en estas cuevas y a la que pertenecía esperaba siempre a que sus hembras tuvieran los cachorros, los amamantaran unos días y cuando éstos ya podían comer por si mismos eran literalmente lanzados desde las cuevas sobre los árboles del claro que rodean. Si sobrevivían a la caída y luego a una noche en ese territorio desconocido para todos ellos se les permitía volver, por lo que el líder de la familia bajaría a por el cachorro y lo devolvería a la cueva a la que pertenece. El kobold de esta historia es uno de estos kobolds, pero es el único de ellos que no volvió a las cuevas.
El pequeño kobold fue lanzado poco antes de anochecer desde las cuevas y tras caer sobre el primer árbol y golpearse contra las ramas de un segundo árbol tuvo la mala suerte de caer en un cepo. Su pata trasera derecha quedó atrapada en el cepo y Wufkaxar no pudo evitar lanzar un gruñido que se oiría en todo el bosque debido al dolor.
Pasaron unos pocos minutos cuando se acercó una manada de lobos capitaneados por un lobo que superaba a los demás en tamaño casi el doble. La cara de este lobo no mostraba agresividad, es más, parecía mostrar compasión por lo que veía. Con una mirada a los demás lobos les ordenó sacar al cachorro de esa trampa. Wufkaxar, que no entendía nada al principio, se intentó defender como pudo intentando morder y arañar a los lobos que se acercaban. Al ver esa actitud los lobos se detuvieron y miraron a su líder.
El líder miró entonces a Wufkaxar y le dijo: Tranquilo, no hemos venido a matarte. Si nos dejas, te ayudaremos a soltarte de ese cepo.
Wufkaxar, que no esperaba llegar a tener una conversación con un lobo, quedó totalmente atónito pero asintió al comprender que era su única opción para sobrevivir. Los lobos ayudados por sus dientes consiguieron soltar al kobold del cepo. Tras esto el líder le hizo un gesto para que los acompañara a su guarida en el bosque. Wufkaxar los siguió, iba cojeando de la pata que había sido presa del cepo pero debía seguir.
Más a dentro del bosque, por la zona noroeste del mismo, cerca de una cabaña donde se decía que habitaba un ermitaño, se hallaba la guarida de los lobos. Wufkaxar llegó a duras penas hasta ella siguiendo como pudo a la manada, la cual no miraba atrás al caminar. Estaba tan exhausto que cuando llegaron a lo que parecía una cueva pobremente iluminada se dejó caer sobre el suelo y se quedó dormido.
A la mañana siguiente el kobold se despertó y estaba solo en la guarida, se acercó a la entrada y allí los vio, los lobos estaban tras una presa, un jabalí que buscaba comida por el bosque. Cuando los lobos volvieron ofrecieron un trozo de la presa al kobold y este lo aceptó gratamente, pues estaba muerto de hambre.
Al haber pasado una noche fuera y no estar en el claro donde calló, el kobold ya no podía volver a sus cuevas, allí lo tendrían por muerto y peor aún, por débil. Así que estuvo un largo tiempo conviviendo con los lobos y aprendiendo de la sabiduría de su líder, del que se hizo un gran compañero de aventuras.
Más adelante en su vida, Wufkaxar se dedicó a explorar los bosques que tenía consciencia de su existencia acompañado del líder de la manada de lobos, se hizo un hábil protector de estos y sobretodo del que le dio una vida nueva.
Aprendió a usar las armas, encontró una ciudad llamada Anduar que entrenaba a unos soldados para proteger sus murallas de una forma bastante correcta y justa a su parecer. A Wufkaxar le atrajo cómo estos soldados aprendían a controlar una gran cantidad de armas con una eficacia que jamás había visto. Tenían una técnica que la llamaban vaivén, Wufkaxar en sus entrenamientos en solitario en el bosque imitaba a estos soldados, pero desde una perspectiva distinta, como si de un lobo cazando se tratase, como lo que había aprendido con la manada. Desde las sombras se lanzaba contra su enemigo intentando imitar los ataques de vaivén que vio en los soldados de Anduar, pero de una forma más rápida e incluso llegando a dejar heridas graves en su víctima, para luego poder seguir su rastro y acabar con su sufrimiento.
La vida de Wufkaxar continuó en los bosques, siempre explorando todos y cada uno de los que tenía constancia, siempre estaba yendo a ciudades distintas para informarse, incluso fuera del continente para buscar bosques distintos y conocer más de ellos. Terminó siendo un renegado en muchas ciudades de deidades relacionadas con Eralie y Seldar por igual, estos dioses siempre fueron muy extremistas intentando aparentar que son los que llevan la razón y hacen el bien. A pesar de no rendirle pleitesía a los dioses, los deja de lado y le gusta estar con otros como el, que no tienen a nadie cerca y también los, digamos animales, de los territorios anárquicos, pues le recordaban a sus hermanos lobos.
Rol.
Wufkaxar adora los bosques, conocerlos todos ellos, explorarlos, conocer a sus habitantes y protegerlos. Le gusta estar en compañía, ya sea de sus amigos animales a los que llama para que le acompañen o de otros seres con los que conversar y tener más aventuras en otras zonas distintas a un bosque.
Objetivos
- Hacerse un experto en armas rápidas y manejables, como serían los sables o los puñales, con las que hacer el mucho daño en muy poco tiempo.
- Defender como pueda los bosques en los que vivió, a los animales que en ellos habitan e intentar ser justo y a la vez firme, frío y calculador contra la gente que se adentre en un bosque con malas intenciones.
- Conseguir reunir grandes amigos en grandes aventuras con los que crear una comunidad, un clan, una familia o similar.
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