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    • Dhurkrog
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      Número de entradas: 238

      Registro 1 – Dhurkrog.

       

      Este gnoll presenta varias cicatrices en diversas partes de su cuerpo. Líneas finas, que a primera vista parecen tatuajes o algún tipo de marca tribal, con más atención pueden
      discernirse las marcas que dejó el látigo al morder la carne. Líneas que cubren su cuerpo casi en su totalidad, se entrelazan y se enmarañan a través de sus brazos, sus piernas, y
      la parte descubierta del resto de su cuerpo, dando la impresión de que fue cortado en mil pedazos, y luego reconstruido parte a parte. En sus pupilas brilla una fría inteligencia,
      más digna de un lagarto que de un gnoll. Sus ojos negros no rebelan nada, pero examinan su entorno con meticulosidad. Su cráneo está desprovisto de cualquier ristra de cabello, y
      su cuerpo, fibroso más que musculoso, se mueve con contemplativa seguridad. Sus nudillos callosos dan fe del salvajismo de este ser.

    • Dhurkrog
      Participant
      Número de entradas: 238

      Registro 2 – Dhurkrog.

       

      Historia
      Dhurkrog nació el día 2 de Jule del 98 en la 4ª era. Nacido de una gnoll de la torre negra y un Gnoll renegado, fue abandonado a pocas horas de nacer por su padre junto al Lago
      Rundos de Mor-Groddûr, cerca del templo de Gurthang. El macho había asesinado a su madre después de dar a luz, desollándo el cuerpo y cocinándolo en una lumbre que encendió allí
      mismo. Dejó a secar tiras de carne, y a la mañana, después de arrojar un pequeño trozo al cachorro, solo para divertirse viendo como el hijo se alimentaba de la madre, se alejó,
      dejándolo allí a su suerte.
      El instinto de supervivencia se adueñó del pequeño, que con gran esfuerzo se acercó al agua y se fingió muerto. Cuando unos pequeños peces se acercaron, curiosos, sus zarpas se
      movieron con increíble rapidez, cogiendo y devorando a los animales. Su padre había olvidado una jabalina mellada y de aspecto truculento. El cachorro utilizó esta arma para alejar
      a los animales más peligrosos que se acercaban curiosos. Se alimentaba a base de pescar en el lago y recolectar algas en el fondo de éste, hasta que un día un enorme y corpulento
      uruk-hai de dos metros de altura que andaba buscando a un peligroso enemigo lo encontró allí, maloliente y tembloroso. El uruk-hai se acercó al gnoll que empuñaba una jabalina que
      utilizó para defenderse, a carcajadas le advirtió que no le haría daño y que lo acompañara.
      Fueron al templo de la Torre Negra, donde le presentó a una curandera goblin acompañada por un sapo. El uruk-hai ordenó a la curandera que acogiera al pequeño gnoll y lo
      especializara en el arte de la magia y brujería, en ese mismo momento descubrió que aquella bestia era Workragh, el Líder de la Horda Negra.
      En ese instante se agarró a la religión de Gurthang estudiando el arte de la guerra y el estilo anarquico que impone la religión, sangre y destrucción. Era lo que más le gustaba y
      deseaba ganarse el respeto de su dios cueste lo que cueste. Rezaba con gran devoción junto a la curandera. Notaba a su dios más cerca cuando lograba una violenta y sangrienta
      victoria. Tras años de duro esfuerzo y dedicación a los treinta tres años de edad era un auténtico brujo especializado en las artes venenosas y de combate y decidió en ese mismo
      instante alistarse a la Horda Negra y demostrar ser uno de los mejores brujos del Ejército Negro. Sus armas favoritas eran las Jabalinas ya que le traía un agridulce recuerdo de su
      infancia.
      Fueron al templo de la Torre Negra, donde le presentó a una curandera goblin acompañada por un sapo. El uruk-hai ordenó a la curandera que acogiera al pequeño gnoll y lo
      especializara en el arte de la magia y brujería, en ese mismo momento descubrió que aquella bestia era Workragh, el Líder de la Horda Negra.
      Rol
      Es un Gnoll de temperamento explosivo pero frío. Su furia es legendaria por su intensidad desapasionada. A pesar de ser de una raza tan primitiva, su personalidad es una
      contradicción en si misma. Odia a todos los seres del bando bueno, especialmente a los gnomos. Puede destripar, desgarrar y destrozar con una violencia impresionante, mientras su
      rostro permanece impasible y sus ojos brillan con inexpresividad.
      Objetivos
      – Mantener a fuerza de violencia y sucias artimañas su puesto como Hierofante de la Horda negra.
      – Extender el poder de Gurthang por toda Eirea.
      – Entrenar nuevos chamanes, para ponerlos a la cabeza de grupos de anárquicos y poder volver a incursionar tierras enemigas a gran escala.

    • Dhurkrog
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      Número de entradas: 238

      Registro 1 – Narha

       

      Esta hembra gnoll alcanza el metro ochenta de altura, redondeando los 90kg de peso. Sus ojos, de un turquesa casi cristalino, se encuentran enmarcados por unas cicatrices prácticamente imperceptibles que los rodean en forma de espiral. Su rostro posee facciones angulosas y su achatado hocico está conformado por frágiles huesos donde se arquean unos
      semitransparentes bigotes. Unas estilizadas orejas caen por detrás de su cabeza junto con una corta melena conformada por entrelazados rizos níveos. Su tez está recubierta por un
      aterciopelado pelaje gris claro, oscureciéndose a intervalos regulares hasta convertirse en rayas negras perpendiculares a su cuerpo, presentando además un área intermedia y
      ventral de color blanquecino. Una musculatura fibrosa y elástica recubre su estructura ósea, en la que pequeñas protuberancias argénteas recorren la parte exterior de sus brazos en
      forma de púas.

    • Dhurkrog
      Participant
      Número de entradas: 238

      Registro 1- Genlae

       

      Esta semidrow es de una estatura media. Su mirada se mueve lánguidamente por su entorno, mientras que su andar es grácil y ligero. Sus ojos, grandes y violetas, están rodeados por
      pequeñas runas indescifrables del mismo color, aunque más oscuro, dando la impresión de que lleva puesto una especie de antifaz. Las mismas runas cubren los dedos índices y pulgar
      de ambas manos. Sus labios murmullan una especie de letanía casi silenciosa, y cada tanto ladea la cabeza, como si prestase atención a unas palabras que solo ella puede escuchar.
      Su rostro, de facciones aguileñas y angulosas, permanece siempre con una expresión impasible, y su cabellera, larga hasta por debajo de la cintura, se mueve al compás de sus pasos
      con una cadencia petulante.

    • Dhurkrog
      Participant
      Número de entradas: 238

      Registro 2 – Genlae

       

      Genlae Nació el día 3 de Cobe del 69 Era 4ª, hija de un hombre humano y una drow. Nadie descubrió jamás cómo se conocieron sus padres, ni que pasó de ellos luego de que la
      abandonaron, como a muchos otros semi-drows más, a las puertas de Keel. Fue acogida por un viejo corsario a las puertas de la jubilación, quien la cuidaba de vez en cuando, hasta
      los 10 años, cuando la joven se coló en un barco mercante con dirección a Dalaensar.
      Con una dosis de habilidad, fruto de la vida en keel, y una aún más sustancial dosis de suerte, logró llegar sin incidentes al puerto de Alandaen, donde se ganó la vida un tiempo
      haciéndose pasar por un semi-drow varón, ayudando a cargar y descargar los barcos que llegaban o se dirigían a otros sitios. Así ganó bastante musculatura, hasta que conoció a un
      siniestro hombre encapuchado, que se acercó a hablar con ella.
      Después de una corta conversación, la muchacha siguió al hombre fuera del puerto, y más al noreste pasando por Anduar, recorriendo el camino de los elfos, y sumergiéndose en el
      linde noreste del bosque de Orgoth, donde desapareció por años.
      Un par de décadas después, salió de entre los árboles convertida en otra persona. Su cuerpo resplandecía con lozana juventud, y sus músculos, mucho más moldeados y torneados,
      formaban su figura femenina con un énfasis insospechado. Tatuajes varios cubrían su cuerpo, y sus ojos estaban iluminados con una luz interior. Un drow anciano, con un aspecto
      cansado pero orgulloso salía detrás de ella. El hombre adelantó a la muchacha, dándole la espalda. Con un suave y ágil movimiento, la semi-drow desenvainó una espada bastarda de un
      color indefinido, una especie de azul claro cromado, y la hundió entre los omóplatos de su maestro. Los músculos del drow se tensaron violentamente con estupefacción. La muchacha
      arrancó la espada de golpe, y giró el cuerpo, haciendo que se quedase en el suelo boca arriba.
      – Seré yo la que gobernará esta congregación. Los magos rúnicos estarán bajo mi poder, viejo asqueroso. Gracias por la lección más importante que me has dado. Yo nunca daré la
      espalda a un subordinado. Con un suave beso en la frente, dejó desangrándose en el límpido césped al último drow de sangre noble conocedor del poder rúnico en la superficie.
      Rol
      Genlae es una semi-drow cerrada, amante del subterfugio y el engaño. Solo su egocentrismo impide que adore abiertamente a Khaol, aunque en secreto le profesa un sano respeto.
      Tiene una mente rápida para evaluar a los que la rodean, y busca siempre el punto débil de cualquiera, sea amigo o enemigo, por si alguna vez tiene que defenderse o traicionar a
      alguno. La lealtad o la confianza son palabras que escapan completamente a su vocabulario, y su impredecibilidad y misticismo hace difícil averiguar sus verdaderos objetivos o
      inspiraciones.
      Objetivos
      – Reestablecer el poder rúnico en toda Eirea, poniéndose a sí misma como la líder indiscutible de los magos rúnicos existentes y por existir.
      – Formar un gremio para los magos guerreros con la intención de tomar parte activa en la historia de Eirea, y permanecer para siempre en los libros de la congregación rúnica como
      una de sus líderes más poderosas.
      – Descubrir nuevas prácticas y usos para las runas, demostrando que el poder rúnico tiene mucho más potencial del que le otorgan los hechiceros enfocados en la magia arcana.

    • Dhurkrog
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      Número de entradas: 238

      Registro 1 de Zivrindyl:
      Ante ti se yergue una hembra de semi-drow. Un rostro de facciones suaves y pómulos redondeados ablandan un poco la primera impresión que da el oscuro color de su tez. Unos grandes
      ojos inocentes observan tímidamente su entorno; en ellos parecen encontrarse atrapados dos lagos de mercurio fundido, los cuales se mueven en una lenta pero fluida corriente
      plateada dentro de su mirada. Sus fibrosas y torneadas extremidades se ven casi eclipsadas por lo generoso de sus atributos femeninos. Una sonrisa misteriosa baila intermitente en
      sus gruesos labios, dejando entrever destellos de unos pequeños y blancos dientes. Una cuidada cabellera nívea flota sobre su espalda y hombros acentuando más lo fantasmal de su
      figura. Sin embargo, a pesar de lo relajado de sus hombros y su tranquila apariencia, sus movimientos son cuidadosos, casi meticulosos, dejando entrever una violencia latente.

    • Dhurkrog
      Participant
      Número de entradas: 238

      Registro 2 de Narha:
      Historia
      Nacida en una tribu de Gnolls salvajes en la isla de Naggrung, Narha pertenece a una subraza poco conocida de estos humanoides, cuya principal diferencia con los Gnolls que viven
      en Dalaensar radica en que sus costumbres son mucho más civilizadas. Una sociedad cazadora y recolectora que adora con todo su ser a Izgraull, sacrificando a la mejor presa una vez
      al mes, dejándola donde la derribaron para que la fauna se alimente a placer. La lucha constante con las aberraciones de su Dios hizo que desarrollasen una disciplina sin parangón
      cuando se trata de estas razas mayormente anárquicas. Sus miembros se dividen entre sanadores, criadores y guerreros.
      Los sanadores, el clero de su sociedad, se centra en el aprendizaje de las artes curativas enlazadas a la naturaleza, también conocidos como druidas. Estos se encargan de
      santificar los alimentos, librar a sus conciudadanos de las plagas o enfermedades y mantener los encantamientos que protegen las murallas naturales que defienden la aldea. Los
      criadores se encargaban de, como dice su nombre, criar a los cachorros. Aunque no separan exactamente a los niños de sus padres, son estos los que se encargan de su educación en
      todos los sentidos hasta cumplir los 14 años, edad a la cual el cachorro ya no tan cachorro realiza unas pruebas religiosas que definirán qué rol tomarán en su sociedad. Los
      criadores también se encargan de ser el pilar de la sociedad, encontrándose entre ellos los herreros, mineros de cristal, cocineros, curtidores, entre otros.
      La única excepción son los guerreros. Son los encargados de defender al pueblo de las amenazas que puedan cernirse sobre su gente. Disciplinados, forjados en el silencio de la
      tundra helada y entrenados desde el primer año de vida en el manejo de las armas, tanto las tradicionales como el uso de su propio cuerpo como tal, estos Gnolls son seleccionados
      por el archidruida y sus consejeros a través de una comunicación con el Dios durmiente. Son separados de sus familias a penas dejan el pecho materno, y se crían juntos bajo la
      tutela de los druidas y los maestros guerreros de su pueblo. Narha por supuesto, nació perteneciendo, desde el primer momento, a los guerreros.
      El 8 de Ogak del 129 Era 4, justo minutos después de que nacía nuestra gnoll en cuestión, Narha fue seleccionada para ser una miembro más de la casta guerrera. Creció aprendiendo
      costumbres y maneras de comportarse que, vistas por algún gnoll de la horda negra, parecerían amaneradas y dignas de algún elfo. Pero aprendió a matar. Se forjó en batallas contra
      las aberraciones más monstruosas, los animales más sigilosos y los miembros más siniestros de las razas humanoides que habitaban aquellas tierras congeladas. Aprendió a trabajar en
      equipo y a sobrevivir en solitario, a permanecer en silencio y en completa quietud para cazar, pero un macho cometió traición al enseñar a un guerrero los conocimientos que solo
      pueden pertenecer a los druidas. Dhagnekh Colmillo rojo, uno de los mejores amigos del archidruida del clan, no pudo resistirse a la voraz curiosidad de su hija menor, por lo que
      le enseñó junto a su hermana Rhina, los secretos de la naturaleza.
      El clan Xhry’knakh, que así se llamaban así mismos estos adoradores de Izgraull, no tenían prácticamente ningún contacto con el mundo exterior. El archidruida era el único que
      realizaba, junto a algunos aprendices de druida, viajes a la ciudad de Keel para obtener algunos productos que a ellos les era imposible conseguir. El archidruida había escuchado
      que los Dendritas, adoradores de un Dios tan oscuro como la ponzoña que envenena los bosques, amenazaban con sobrepasar las fuerzas Keelitas, y era muy consciente de que ni todos
      sus druidas trabajando en conjunto podrían ser lo suficientemente poderosos como para contener un ataque masivo de aquellos malditos humanos y sus demonios. Aunque sí estaba
      seguro de algo, como lo estaban todos los miembros del clan, les harían pagar un precio tan alto, que en principio no valdría la pena el enfrentamiento. Sin embargo, estaban
      equivocados. Un pueblo honorable, disciplinado y religioso, nunca podría haberse esperado lo que sucedería.
      Rhina Xhry’knakh fue enviada a Dalaensar como exploradora, para verificar si alguna zona de aquel continente tendría un clima propicio para recibir a su gente si era necesaria la
      evacuación. Siendo una de los mejores druidas de su generación, de quién se decía que había sido entrenada por el mismísimo archidruida para ser su próxima sucesora, partió con
      órdenes de enviar mensajes cada cierto tiempo. Los mensajes nunca llegaron. El consejo deliberó hasta llegar a la conclusión de que quizá aquella hembra no había podido sobrevivir
      al viaje, por lo que decidieron enviar a un guerrero, que estaría más preparado para la distancia de su Dios y entrenado en el arte del combate.
      Y así fue como 4 años después de que la primera Xhry’knakh abandonó el clan, se pagó el pasaje en un barco de mercaderes y Narha Xhry’knakh salió de sus tierras para seguir los
      pasos de su hermana mayor. Y a los 14 años, a unos pocos kilómetros de distancia de su pueblo, fue testigo de cómo una explosión de dimensiones gigantescas destruía su hogar.
      Temblando por la impresión, escondida tras unos peñascos y camuflándose con la nieve, vio como unos humanos acorazados galopaban en corceles demoníacos en dirección a su pueblo,
      vaporizando la nieve con cada paso de sus monturas. Y fue cuando uno de esos hombres la vio, y se dirigió hacia ella. Frenética, la hembra corrió, y sintió como su cuerpo se
      metamorfoseaba mientras corría, recurriendo inconscientemente a las enseñanzas de su padre. Su esqueleto se dobló sobre sí mismo, disminuyendo su volumen y estilizando sus
      músculos. Y la pantera albina dejó atrás a la montura maldita mientras volaba sobre la nieve. Sintió como el odio hacia su Dios crecía sin parangón, y la furia multiplicada por el
      instinto animal del cuerpo que habitaba, expulsaba a Izgraull de su corazón herido con sentimientos de traición. Fue en ese preciso momento, como si solo estuviese esperando,
      cuando sintió una furia más profunda que la suya, que parecía comprenderla. Y ella supo lo que significaba, y lo aceptó. Y su corazón se volvió a llenar. Entre sus amarillos ojos
      comenzó a formarse un tatuaje como grabado en fuego con la forma de un estigma divino. Dejó el olor a quemado atrás, y Ralder, desde su madriguera en algún sitio agreste, aulló de
      triunfo. Narha se acercaba al continente de Dalaensar.

    • Dhurkrog
      Participant
      Número de entradas: 238

      Registro 2 de Zivrindyl:
      Historia
      Nací el día 20 de Kailiod del 89 Era 4ª. No recuerdo mucho de mi infancia. Ni a mis padres, si vamos al caso. Me cuidó una vieja gnoma que se dedicó a ofrecer mis favores sexuales
      a cambio de darme un techo donde dormir y un plato de comida al día. Eso, a veces, en Keel es la diferencia entre la vida y la muerte. No sé cuántos hombres pasaron por mí, ni de
      cuantas enfermedades me libré gracias a los ligeros poderes curativos de la gnoma, que era devota de khaol. Ahora, más mayor, me doy cuenta de la incongruencia de semejante
      aberración, pero tampoco me interesé mucho por su vida.
      Desde muy pequeña aprendí toda la definición y los matices de la palabra pragmatismo, mucho de oportunismo y demasiado poco de resignación. Pero el oportunismo me ayudó a pasar
      desapercibida. Varios hombres, los que no estaban borrachos cuando se acostaban conmigo, me decían que tenía algo especial. Transmitía demasiado inocencia, y en conjunto con mi tez
      oscura digna de los más arteros embaucadores, producían una atracción hacia mi persona sorprendentemente potente.
      Gracias a estos hombres me entere de la existencia de Dalaensar, donde todo resultaría más fácil y existían más posibilidades de forjarme un nombre. A pesar de que la afluencia de
      interesados en mi cuerpo era bastante elevada, por lo ya antes mencionado, yo ya era desde ya consciente de que al mismo tiempo que la mía, mil historias iguales se estaban
      desarrollando en la ciudad más corrupta de Eirea. No me interesaba convertirme en una prostituta profesional ni ser asesinada en un callejón oscuro por alguien con un exceso de cyr
      en la sangre. Quería ser conocida.
      Con cuidado y premeditación, comencé a ganarme la confianza de la vieja haciendo todo lo que me ordenase, a pesar de que me trataba como esclava. Sonreía estúpidamente, lucí mis
      hoyuelos y mi inocencia a más no poder. Me acosté con más hombres, y aprendí el arte del amor. Sabía que esto me podría ser útil más adelante, y nunca deseché una herramienta por
      algo tan insignificante como la moral.
      A los 16 años asesiné a la vieja, me llevé todo su dinero, un impresionante botín, pensé en aquel momento, de 300 platinos en monedas de denario. Me resultó extraña la moneda, pero
      no me quejé demasiado. Dinero es dinero, al fin y al cabo.
      Embarqué con rumbo a Dalaensar. Vayas anécdotas guardo en mi memoria de aquellos tiempos, y los contaré en alguna otra ocasión.
      Al llegar a Anduar no dudé en utilizar mis influencias, y embaucando a cuanto joven líder encontraba por el camino, me gané su confianza y aprendí el arte del combate sucio. Eran
      las técnicas de pelea que no me enseñarían nunca en una academia, y me sentía libre cuando luchaba. Comencé a vender mis servicios como prostituta para pagarme la academia, donde
      aprendería las técnicas de lucha que complementarían y completarían mis artes.
      no
      En keel nunca vi demasiadas plantas. Escuchaba de los bosques malditos como el bosque negro, bosques infestados de fieras como el bosque de las llanuras, pero nunca llamaron
      demasiado mi atención. Sin embargo, cuando pisé por primera vez el bosque Impenetrable, en una de mis primeras exploraciones fuera de Anduar, sentí una conexión instantánea. Era
      como sentir un vínculo que estaba allí, pero que no había sido consciente de él hasta ese instante. Y sonreí, y sentí que el bosque era mío, y que todos los bosques eran míos, y
      que hay de quien se atreviese a profanar alguno de ellos. Pasé un tiempo viviendo allí, conociendo a los animales que allí vivían, y escondiéndome de los necrófagos y demás no
      muertos que salían por la noche a cazar. También practiqué con ellos mis técnicas aprendidas. Conocí las plantas y sus usos gracias a las arañas. Me avisaban cuando alguna era
      venenosa, y creo que eso me salvó la vida en más de una ocasión. En los bosques sentía una libertad que no había sentido nunca antes en ninguna ciudad. Me sentía… Viva.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Daenariel.

      Esta humana presenta una complexión atlética y fibrosa. Su cabellera, larga y ondulante, cae por su espalda hasta el final de la cintura. Posee unos ojos que, siendo casi demasiado
      grandes para su rostro, le otorgan un aspecto infantil. Estos parecen cambiar de color de acuerdo al reflejo de la luz, moviéndose dentro de un espectro del azul al gris. Unas
      largas pestañas doradas coronan su mirada, y una nariz pequeña y redondeada remata sus facciones de, a excepción de sus voluptuosos labios, apariencia inocente. Su cuerpo se eleva
      aproximadamente un metro y medio sobre el suelo, y sus pequeños pero puntiagudos pechos solo acrecientan su impresión poco desarrollada, casi aniñada. La única concesión a su
      herencia élfica son sus angulosas orejas que sobresalen tímidas entre sus abundantes bucles.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 – Savinne

       

      Observas a esta joven humana de grandes ojos esmeralda. Su cabeza se encuentra completamente libre de cualquier rastro de pelo, asemejándose a un huevo recién eclosionado. Sus angulosos pómulos remarcan una nariz respingona y sus gruesos labios se retuercen intermitentemente en pequeñas muecas pensativas. Los músculos parecen fluir por debajo de su pálida piel, recalcando sus fibrosas extremidades. Cada movimiento es efectuado con engañosa lentitud, cada expresión y cada fluctuación de su cuerpo en perfecto equilibrio.
      Incluso sus curvas parecen en armonía con su raza, pero en su mirada no se discierne ninguna expresión. Todo parece estar en continuo movimiento, excepto sus ojos, demasiado quietos, demasiado muertos.

    • Dhurkrog
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      Registro 2 de Savinne:

       

      Nacida el 14 de Aylie del 124 Era 4ª, Savinne creció entre los monjes, y nunca conoció otra cosa. Había sido abandonada de pequeña, y un soldado enano había peregrinado hasta eldor para dejar al pequeño ser al cuidado de los monjes balar. El enano no dijo mucho, y los monjes tampoco preguntaron demasiado. Lo único raro que les había llamado la atención es que el enano no tenía ni rastro de barba, cosa que había dejado boquiabiertos a algunos monjes. Dieron luego su descripción a algunos enanos que solían pasarse por allí en primavera para meditar y despejarse, pero nadie lo reconoció nunca. Tampoco llegaría Savinne a saber nada del enano en toda su vida. O al menos eso parecía.
      A los 16 años le dieron a tomar una decisión. O se quedaba con ellos y aprendía la disciplina o los secretos balar como lancera, monje o soldado, o iría a buscar su propio camino en otros reinos. No fue difícil tomar la decisión. Se quedó, y aprendió. Conoció cada rito, cada movimiento y cada plegaria hasta el más mínimo detalle, y se ganó al Dios Hiros como una de los más fieles devotos del níveo caballo. Sin embargo, algo no terminaba de encajar en su corazón.
      La culpabilidad la carcomía cada vez que se daba cuenta, con creciente horror, que sentía más paz meditando en soledad y sumergida en su propio ser, que rezándole a Hiros. Tomó pues la decisión de salir del reino, e ir a explorar otros sitios, con la secreta esperanza de recobrar su completa fe en su señor. En honor a su Dios se unió a barias batallas takomitas contra los invasores lagartos, se lanzó temeraria entre los demonios que asediaban poldarn, bajó junto a los enanos a los niveles más profundos de las minas para patrullar en busca de oscuros seres que habían encontrado un camino a las minas enanas desde la suboscuridad, entre otras mil historias de heroísmo o estupidez, depende de a quién le preguntes, que forjaron su nombre. Era una Eldoram fiel, cumplía a rajatabla cada uno de los preceptos de su Dios, y sin embargo… Algo no terminaba de encajar. Sentía la confianza y todo el poder de su señor a su disposición, por lo que se daba cuenta de que Hiros no la culpaba por sus sentimientos, ni la castigaba por ellos. Pero eso no la hacía sentir mejor. Algo no estaba bien en ella, y lo que hacía que un gélido escalofrío subiese por su espalda era que una parte muy pequeña de ella quería aceptar que era así.
      Lo que más curiosidad le causaban eran los nobles. Esa seguridad en si mismos, esa inocencia tan premeditadamente estúpida, ¿podría ser real?. Había escuchado historias de sacerdotes de khaol, un Dios que no era Dios, pero que de alguna forma había ascendido y blandía los poderes de uno, utilizar el engaño y los dones de su señor para aparentar se otras personas, y así infiltrarse en ciertos lugares donde de otro modo no serían aceptados. Savinne se preguntaba, ociosamente, si ella podría ser capaz de lograr lo mismo sin tener la bendición de Khaol. Y si su Dios se lo permitiría. Cuando estos pensamientos cruzaban por su mente, no lograba percibir lo que su señor pensaba de todo esto, y eso le causaba una mezcla entre culpabilidad y una fría, dulce y incitante emoción.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Xhyra.

       

      Esta kobold, de atlética figura, posee una estatura promedio para su raza. Unas largas y arqueadas pestañas coronan unos grandes ojos verdes con trazos dorados en el iris. La trufa
      que suele rematar el hocico de estas criaturas en esta hembra es mucho más discreta y de fina osamenta. Sus orejas caen lacias por su espalda entremezclándose con una cascada de
      rizos azabache que descienden hasta un poco por debajo de su cintura. Un voluptuoso cuerpo de marcadas curvas, cubierto por un delicado y suave pelaje pardo, tan corto como bien
      cuidado, culmina esta síntesis de feminidad humanoide y gracia canina.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Dogga

       

      Aunque apenas alcanza el metro treinta de estatura, el cuerpo de esta hembra goblin presenta curvas y protuberancias visiblemente femeninas, y bajo su cenicienta tez se marcan unos fibrosos y tonificados músculos. No se distinguen rastros de pelo en las zonas descubiertas de su cuerpo, con excepción de sus Cejas y pestañas. Pestañas que coronan unos grandes ojos azules enmarcados con un tenue pero oscuro maquillaje que, a su vez, custodian una aristocrática nariz incapaz de eclipsar sus voluptuosos labios. Unas puntiagudas orejas se retuercen ligeramente a los lados de su calva cabeza, dándole en conjunto más que un toque felino a sus angulosas facciones. Sus manos son delicadas y de largos dedos, con uñas rematadas en unos cortos espolones de aspecto orgánico. En su cuello se distingue lo que podría ser la antigua cicatriz de un collar de esclavo.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Zukyra

       

      Esta semi-drow posee una complexión fibrosa, pero demasiado esquelética. Las costillas se marcan en su torso y sus brazos parecen ramas nudosas en donde los músculos sobresalen cual cuerdas de cáñamo. Codos y rodillas despuntan en su figura dando a su aspecto un talante más bien desabrido, lleno de ángulos y falto de curvas. Acentúa esto su rostro chupado con los pómulos marcados sobre las mejillas hundidas, enmarcando unos labios finos y prietos. Una nariz torcida con aspecto de haber sido rota en más de una ocasión termina de consumar esta impresión. Sus ojos, de un turquesa apagado, se encuentran hundidos en sus cuencas, bajo unas encrespadas cejas. Su cabello, más ceniza que níveo, cae recogido en una coleta por su espalda. Sus enclenques piernas parecen ser demasiado largas para el resto de su cuerpo, y sus manos cuarteadas de largos dedos ostentan unos acorazados callos.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Tanakyra:

       

      La humana a la que contemplas supera el metro y medio de altura por al menos veinte centímetros. Sus ojos, de un azul tan claro como los congelados lagos de la isla de naggrung, son almendrados y apenas se distinguen la esclerótica y la pupila, poseyendo una ligera elevación hacia arriba en el ángulo exterior de los mismos. Resaltan en su rostro de fuertes pómulos una firme barbilla y una aristocrática nariz más comunes en el sexo opuesto. Unas perfiladas cejas junto con unos carnosos labios otorgan femineidad a sus facciones. Un par de gruesas, pero bien torneadas piernas soportan el peso de un torso voluptuoso que, aunque fornido, no presenta ningún rastro de grasa. Trabajados, pero no exagerados músculos recorren sus brazos terminados en unas manos de callosos dedos. Una blanquísima cabellera cae en cascada por la espalda y los hombros hasta alcanzar su delgada cintura.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Zhorkh

       

      En este hombre-lagarto de anchos hombros se hacen notar Unos fibrosos músculos por debajo del recubrimiento de cristalinas escamas que adornan su cuerpo. Éstas son de un tono albino en su mayor parte, aunque por su espalda pueden notarse entrelazadas escamas que alternan un espectro de colores del blanco al azul. Unos grandes ojos de este último color permanecen inertes en su rostro, con las pupilas fijas y sin rastro de movimiento.

    • Dhurkrog
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      Registro 2 de Daenariel.

       

      Daenariel era una bardo talentosa, capaz de crear melodías y letras que emocionaban y conmovían a su audiencia. Aunque a veces se sentía un poco insegura de sí misma, su amor por la música y su deseo de conectarse con las personas la impulsaban a seguir adelante. Pero no todo en su vida había sido fácil. De niña, había crecido en una familia disfuncional en la que su padre elfo y su madre humana no se llevaban bien. A menudo se sentía ignorada y desplazada por sus padres, que se centraban más en sus propias disputas que en ella.
      Aunque amaba a su padre y su madre, a veces se preguntaba si alguna vez sería suficiente para ellos. Cuando Daenariel tenía diez años, su madre murió de una enfermedad. Su padre se sumió en una profunda tristeza y comenzó a beber más de lo habitual, lo que hizo que la vida en casa fuera aún más difícil. Daenariel se refugió en la música, y comenzó a tocar el arpa y a componer sus propias canciones. Aunque no podía cambiar lo que estaba pasando en casa, la
      música le daba una vía de escape y le ayudaba a expresar sus sentimientos. Con el tiempo, Daenariel se dio cuenta de que la música era su verdadera pasión y decidió convertirse en bardo. Aunque su padre no estaba contento con esta decisión, Daenariel sabía que era lo que quería y no estaba dispuesta a renunciar a sus sueños. Así que, a los veinte años, dejó atrás su hogar y se embarcó en una aventura para convertirse en una de las mejores bardos de Eirea.
      A medida que fue ganando experiencia y reputación, Daenariel se dio cuenta de que su verdadera fuerza estaba en su habilidad para conectarse con su audiencia y transmitir emociones a través de su música. A menudo se inspiraba en sus propias experiencias y sentimientos para crear canciones que tocaban las fibras más profundas de las personas. A los 40 años, Daenariel había recorrido gran parte de Eirea y había tocado en innumerables lugares, desde tabernas hasta palacios. Aunque se sentía agradecida por todo lo que había logrado, a veces se sentía un poco solitaria. A menudo se preguntaba si alguna vez encontraría a alguien con quien compartir su vida. Aunque había conocido a muchas personas a lo largo de sus viajes, no había encontrado a nadie con quien sintiera una conexión real.

    • Dhurkrog
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      Registro 1 de Dadna.

       

      Esta joven mujer posee un cabello Rubio rojizo, largo y despeinado, que le cae en ondas por los hombros y la espalda. Su tez es tersa y radiante, con rasgos faciales finos y delicados. Sus ojos azules, claros y brillantes, destacan en su rostro ovalado. Sus pómulos prominentes le dan un aire obstinado, mientras que sus labios suaves y carnosos parecen querer paliar un poco esta característica. Su cuerpo es esbelto y bien tonificado, con brazos y piernas fibrosos y manos y pies pequeños y elegantes.

    • Dhurkrog
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      Registro 2 de Dadna.

       

      Dadna nació en una fría noche de invierno, en el reino de Eldor. Sus padres eran mercaderes que poseían una flota de barcos mercantiles para realizar exportaciones. Estaban encantados con la llegada de su segunda hija y la celebraron con un banquete en el hogar de la familia. Desde temprana edad, Dadna demostró una gran afinidad por las artes marciales y, a los seis años, comenzó a entrenar en el khaldar con los monjes eldorenses. A pesar de su pequeño tamaño, Dadna se reveló como una estudiante excepcional y pronto se destacó por su velocidad y agilidad en el combate. A medida que crecía, su pasión por el khaldar solo aumentaba y, a los ocho años, decidió dejar de lado sus estudios académicos para centrarse en el entrenamiento y el combate. Fue entonces cuando ocurrió el trágico suceso: durante un viaje marítimo, sus padres fallecieron en un accidente y Dadna quedó a cargo de su hermano mayor, quien heredó la empresa de exportación de la familia. A pesar de su dolor, Dadna decidió honrar a sus padres y continuar con su entrenamiento en el khaldar. Se esforzó al máximo para convertirse en una de las estudiantes más destacadas en el arte marcial enseñado por los monjes eldorenses. Y a los 16 años, cuando terminó sus estudios, decidió partir de Eldor y emprender un viaje para extender la cultura de su reino y defender los reinos del bien. Aunque aún no sabía cómo, sabía que quería fundar una escuela de artes marciales para quienes desearan unirse y luchar por la justicia y la paz. Y así comenzó la historia de Dadna, la guerrera, monje y sacerdotisa de Hiros.

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      Registro 1 de Hayrgrim.

       

      La orga que se yergue aquí se alza unos 2 metros aproximadamente. Su cuerpo, aunque no fornido, sí presenta fibrosos y torneados músculos en las partes descubiertas de su cuerpo.
      Una prominente mandíbula inferior gobierna los rasgos de su cara, donde puedes distinguir dos pequeños y cuidados colmillos alzándose de ahí orgullosos. Unas gruesas, oscuras y
      arqueadas cejas enmarcan sus ojos; Unos orbes blanquecinos que no reflejan ni la luz ni la mirada de quienes los contemplan, provocando una sensación de vacío. Su cabellera está
      separada en pequeñas coletas trenzadas que caen a través de sus hombros y espalda semejando serpientes verdosas que se cimbrean al compás de sus movimientos. Sus manos terminan en
      cuidadas uñas, dejadas crecer y luego limadas hasta simular unas coquetas, pero peligrosas garras. Su cerúlea tez se ve extrañamente lustrosa, como la piel de un reptil.

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      Registro 2 de Hayrgrim.

       

      Nacido en una familia de clase media alta en la ciudad de Ar’Kaindia, el joven Hayrgrim creció sin haber sentido nunca el rugido del hambre en el estómago ni el latigazo de la escasez económica en su familia. Sin embargo, hijo de madre sacerdotisa y padre soldado, fue educado en la sencillez y el uso de la lógica y la razón por sobre los sentimientos o las emociones. Nunca disfrutó especialmente de los lujos y la ostentación, a pesar de que frecuentaba amistades que sí lo hacían, prefiriendo la mayor parte del tiempo permanecer abstraído en libros de historia y táctica militar. Como completa contradicción a su crianza basada en la lógica por encima de los sentimientos, su padre, uno de los mejores tácticos del reino, había rechazado en varias ocasiones las invitaciones de las altas esferas para convertirse en general, prefiriendo permanecer como soldado raso para no alejarse tanto tiempo de su familia, y poder dar una buena crianza a su hijo.
      Al cumplir 16 años, Hayrgrim fue junto al tutor del reino a cumplir las misiones necesarias para convertirse en un hombre orgo. Luego de finalizarlas, comunicó a sus padres que se marcharía a dendra a levantar el nombre de su reino una vez más. Había leído como el nombre de su gente había sido lenta pero firmemente denigrado en el imperio, cómo los cargos más importantes solo podían ser ocupados por dendritas, olvidando el importante cimiento que fueron los orgos para el imperio, y bajando el estatus de su raza a meros ciudadanos poco más que plebeyos.
      Sus padres, aunque no estaban del todo de acuerdo, eran conscientes que ellos eran culpables en gran parte de esta decisión, debido a su crianza, así que, aunque intentaron poner algunos peros, no insistieron demasiado, y Hayrgrim partió un atardecer, con lo puesto y un hatillo que contenía 2 odres de agua, una espada de factura keelita, y un par de frutas para el camino.
      Sus padres volvieron a tener noticias de él un tiempo después, enterándose de que había conseguido un shalafi en plena ciudadela, y de que había formado amistades entre la nobleza dendrita. La última noticia, mucho más impactante, fue que el orgo había muerto en un voraz incendio que había afectado al departamento en el que vivía y otros 5 más. El dolor de sus padres fue inmenso, aunque la confusión llegó después cuando el rumor de que una orga ofrecía servicios sexuales en uno de los prostíbulos más importantes del reino dendrita voló hasta su casa.
      Hayrgrim abrió los ojos, tembloroso. Ya no sentía las llamas que hasta hace unos segundos lamían su piel, y amenazaban con carbonizarlo vivo. Tampoco se encontraba en la casa del noble al que había traído luego de una borrachera, ni el zombi que había intentado matarlo. Una hermosa mujer de voluptuosas curvas lo miraba atenta desde un sillón. Sonrió con dulzura, y le hizo una propuesta que cambiaría su vida para siempre. Había sido salvado, pero tenía que pagar un precio. Aceptó.
      Volvió a abrir los ojos, y Hayrgrim se miró a un espejo, sorprendida. Ya nada volvería a ser lo mismo. Sonrió, tentativa. A pesar de que todo era demasiado extraño, a aquella orga le gustó lo que vio. Estaba satisfecha.

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      Registro 1 de Lerhien.

       

      Los ojos de esta semielfa, grandes y de un intenso avellana, examinan siempre su entorno con mirada de halcón. Su cabellera, de un rubio oscuro, se mueve a uno y otro lado en una única trenza de aspecto descuidado. Sus pómulos altos y angulosos dan a sus facciones un toque exótico. Lo más atípico en ella son sus pechos. O su pecho, más bien. Solo tiene uno, que se levanta solitario, redondo y orgulloso justo encima de su corazón. El otro lado, por alguna razón, no está. Sus labios están permanentemente apretados en una línea de concentración, y alrededor de sus ojos no hay ninguna arruga de risa. Su expresión es impasible, inexpresiva y dura. Su cuerpo es fibroso y de aspecto elástico. Permanece siempre en tensión, como si fuera una cuerda de arco a punto de ser disparada. Su curvilínea figura no resulta ni dulce ni suave, como sería común en otras de su misma casta.

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