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Registro I
Es un enano de complexión regordeta, donde se puede observar su gran barriga descuidada que cuelga por encima del cinturón de su pantalón. Presenta una melena greñuda y bastante rizada, a juego con su despeinada barba. Sus cejas, pobladas y desaliñadas, se juntan en una sola. Su boca prácticamente inapreciable, aparece oculta tras la barba y su gran bigote. Sus brazos y sus manos son enormes debido al sobrepeso y apenas se logra apreciar los nudillos de la mano. Sus piernas apenas presentan ningún tipo de musculatura, solamente un alto índice de grasa corporal.
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Registro II
Historia
La puerta de la gran montaña se abre, dando paso a dos individuos, entre ellos un enano. Tras cruzar los grandes salones de Kheleb-Dum, se dirigen al Clan Throril, uno de los grandes clanes, formado por grandes guerreros y auténticas leyendas. A la llegada, dos respetables enanos del clan, protectores del Rey Darin le estaban esperando. Gudmair y Ulic se miraron cuando vieron al enano entrar.
- Muchos años han pasado Gorkruim. – Dijo Gudmair mientras se mantenía de brazos cruzados
- Sigues igual de gordo muchacho. – Afirmó Ulic a la vez que le golpeaba el hombro.
- Bueno, bueno, no se metan con el muchacho, ahora es otro enano diferente a nivel espiritual. – Defendió Onewen al joven.
- ¿Por qué razón me encerrasteis en el templo? – Preguntó sin miramientos Gorkruim.
- Verás Gorkruim, eras un adicto a las prostitutas y a las bayas de Cyr, mandaste al sanatorio a un hermano en una disputa en la taberna, acosaste sexualmente a una semi-elfa que nos comerciaba el vino de Veleiron, faltaste el respeto al Rey Darin… y una larga lista que no acaba. Deberías estar agradecido de no haber sido desterrado y usamos el renombre del clan para pedir una segunda oportunidad para ti. La única opción que nos daban era enviarte al templo y así redimirte de tus pecados, buscar la senda de Eralie y convertirte en un enano respetado. – Explicaba Gudmair con el ceño fruncido, mientras que Gorkruim sonreír al escuchar su historial.
- En efecto, todo lo que dice Gudmair tiene razón, sino es por el favor que pedimos, ahora serías un convicto y tendría que darte una paliza gustosamente. – Añadía Ulic.
- En fin, os tendré que dar las gracias, pero ahora estoy totalmente renovado, encomendé mi fe a Eralie y juré llevar su palabra a todos los rincones del mundo, me arrepentí de mis pecados, aunque no quita que recordándolos me hagan gracia, limpié mi corazón. En una de mis oraciones, Eralie se manifestó y me pidió unir los pueblos, pues algo malo y oscuro se cierne sobre nosotros. – Dijo Gorkruim
Los enanos miraron a Onewen y vieron el gesto de preocupación en este, dándole credibilidad a las palabras de Gorkuim. Gudmair se apartó unos minutos de la reunión mientras que en la mesa escribía con cautela unas frases. Entrego el pergamino a un guardia para que se lo entregara al Rey.
- Bien hermano, el Rey está avisado de tu vuelta, y de las noticias que nos traes, ahora te pregunto, ¿en qué podemos ayudar? – Preguntó Gudmair.
- Ahora es pronto señor, pero no tardará en llegar la batalla a nosotros, mi destino es agrupar los pueblos por ahora para cuando la oscuridad cubra todo Eirea estemos preparados. Formad a los guerreros, entrenarlos para lo peor, pues pelear con los vivos siempre fue fácil, pero tal vez lo que se avecina camine como los vivos, pero no estén vivos… Yo ahora retomaré mi peregrinación, y extenderé este mensaje por todos los rincones, y espero que nuestras indiferencias con los pueblos élficos queden apartadas por nuestro bien. Sin perder más tiempo tengo que irme, pues mi cometido como enviado de Eralie comienza aquí.
Tras la charla de los enanos, el joven Gorkruim se arrebujó en su capa y empuñando una vara que usaba de apoyo, inició su camino, su destino, esperando lograr sus objetivos por el futuro de la vida y la paz.
Rol
Gorkruim fue en su pasado un enano poco agradable. Ahora es una persona totalmente renovada. Sociable y amable, aunque su gusto por la cerveza y su ansia de beberla no cambia. Es una persona terca de férreos ideales, pero siempre trata de ayudar a sus aliados, sanándolos de toda enfermedad. Tiene una seria actitud codiciosa sobre las gemas. No es un gran luchador, por lo que se centró en los estudios, en especial el estudio de las lenguas. No tiene ningún interés de alcanzar cargos militares, pero pertenece a la alianza para así combatir los males de este mundo.
Objetivos
Conocer a la perfección todos los idiomas de Eirea
Conseguir un pacto donde los ángeles luchen a mi lado.
Conseguir un favor de Eralie para conseguir hechizos combativos.
Implementar una habilidad de lucha básica para la lucha cuerpo a cuerpo de los sacerdotes.
Unir todos los pueblos Eralies.
Liberar el mal de Eirea, derrotando a Seldar por completo.
Quedarme con las máximas riquezas de los cubiles de los dragones.
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