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    • dgferrin
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      Reg 1 Nazzgrul

      De estatura normal y muy raquítico, apenas se sostiene sobre sus dos endebles piernas. El apoyo del cuerpo lo hace en su pierna derecha, ya que sufre de una cojera en la izquierda, en la cual se aprecia una mordedura aún sin cicatrizar.

      Su melena llega a cubrir sus hombros y carece totalmente de color, creando contraste con sus enormes ojos negros como el azabache. El hedor que emana de su boca es fácilmente reconocible al observar la putrefacción en sus dientes.

    • dgferrin
      Participant
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      Reg 2 Nazzgrul

      Historia:

      Las placas de hielo que cubren el océano en los meses de invierno, ya casi han desaparecido. La navegación hacia Naggrung es tarea sencilla en el mes de Aylie. Desembarcamos en el puerto de Keel por la mañana, hacemos acopio de víveres en nuestras mochilas y poco más, en esta época del año, cruzar la isla no debería suponer gran esfuerzo. La nieve que cubre normalmente los caminos obliga a llevar pesadas vestimentas, no es este el caso, por lo que la expedición está resultando muy favorable.

      Llegamos a la entrada del bosque negro, nuestro cometido es recolectar las raíces de unas extrañas criaturas. La finalidad la desconocemos pues servimos simplemente a un druida loco que ha pagado muy bien por nuestros servicios. Hago un gesto con la mano y mis dos compañeros me siguen hacia dentro, sabemos los peligros que entraña este bosque, por lo que no nos adentraremos demasiado.

      Unas extrañas raíces se deslizan por el suelo, intentando alcanzar nuestras extremidades. Ayudados de cimitarras imbuidas de magia arcana, logramos cortarlas antes de acabar siendo su presa. De ellas se desprende la savia que hemos venido a buscar. Al replegarse, dejan entrever una cesta fabricada con juncos, que, si no me falla la memoria, sólo he visto en las orillas del rio Durmi. En su interior se halla una criatura recién nacida que se asemeja a un humano varón, aunque sus orejas, y tonalidad de piel, me dicen que alguna humana ha sido víctima del infortunio.

      Mis compañeros discuten fervientemente para dejarlo en el bosque, pero soy rotundo en mi decisión, lo llevaremos de vuelta con nosotros, a un lugar más propicio, luego, que el destino se encargue de él. Es hora de encontrar el camino de regreso, tarea extremadamente difícil, pues algún tipo de conjuro afecta a este bosque ocultando la salida. Ya hemos estado aquí más veces, ya puedo ver la salida con facilidad.

      Estamos embarcados, rumbo a Alandaen, el buen tiempo permite acelerar la navegación. Mientras mi compañero se encarga del timón, hago carantoñas a la joven criatura, que dibuja una sonrisa en su rostro. Al intentar cogerlo en mis brazos, una nota se desprende de la túnica que lleva puesta.

      ‘Para el que lo encuentre, se llama Nazzgrul, ya no puedo hacerme cargo de él.’

      La nota se desprende de mis manos y sale volando por la borda de la embarcación, poco después atracamos en el puerto de destino. Nos dirigimos a Anduar, escondo a la criatura con una manta entre mis pertrechos, mi mujer ni nadie conocido puede verme con ella. Al llegar a la ciudad, me aproximo a los suburbios, allí lo dejo y escribo una nota con su nombre, con la esperanza de que alguien lo encuentre. Algo me dice que no es la primera vez que le ocurre esto, pero yo ya no puedo mantener más bocas.

      Han pasado ya 10 años desde que lo dejé allí, tengo que acercarme a los suburbios, a llevarle unas monedas a un viejo muy conocido que mendiga por la zona. Se dice que siempre tiene información útil si le ayudas. Tropiezo con uno de los adoquines y un joven acompañado por un chucho sarnoso me ayuda a levantarme, le doy las gracias y me despido. Introduzco la mano en el bolsillo de mis perneras, luego en el del otro lado, las monedas que llevo para el viejo mendigo no están. Tardo un rato en darme cuenta. El joven que me ha ayudado a levantarme también me ha ayudado a deshacerme de mis posesiones. Pregunto por la zona y todos me responden lo mismo: ‘se llama Nazzgrul, es un pobre diablo muerto de hambre’

      Nazzgrul, ese inconfundible nombre, al final ha logrado sobrevivir. Desde entonces siempre me acerco a los suburbios de la ciudad, con el pretexto de alimentar a algún mendigo y obtener información sobre él.

      Es curioso, porque mientras se las ingenia para distraerte, su perro se acerca lentamente y te sustrae cualquier cosa que lleves cargando. Ahora ya se cómo ha logrado subsistir tanto tiempo.

      Años más tarde…

      Ahora ya es todo un mozo, que tendrá, ¿20 años? Se le ve bastante débil físicamente, se las pasa de taberna en taberna catando vinos y presumiendo de sus conocimientos sobre enología. Ya no sólo es conocido en los suburbios, sino en toda la ciudad, un experimentado mago que provoca numerosos altercados por donde pasa, provocados por su séquito de no-muertos, que, en ocasiones, no logra controlar.

      Es curioso, ya no veo al chucho que le acompañaba a todas partes, supongo que todos nos vamos haciendo un poco más viejos cada día…

      Rol:

      Si le invitas a una copa de vino, tendrás ganada su atención, además de involucrarte en una intensa charla sobre enología. Pasa horas en las tabernas próximas a los puertos, en las que se deleita con suculentos manjares provenientes del mar maridados con excelentes vinos blancos.

      Siente un apego especial por los chuchos desvalidos, durante su etapa temprana de vida, uno muy especial al que adoptó, le acompañó hasta que expiró su último aliento.

      Posee una pésima destreza en el combate cuerpo a cuerpo, algo que compensa con sus dotes para el estudio. Su predilección por las artes que imbuyen vida a seres de otro mundo, sumado a los prejuicios sociales, le generan problemas para socializar, aunque no contempla escoger otro camino.

      Objetivos:

      Descubrir la fórmula que le permita ralentizar el desgaste prematuro al que está sometido, causado por la magia arcana que practica. Mientras, ejerce oficios que le ayudan a mejorar su constitución de forma natural.

      Rendir culto a los pies de la tumba en la que yace el cuerpo de su querida mascota, siempre que encuentra un hueco en su atareada agenda.

      Construir una pequeña casa en un extenso terreno, donde plantar su propia vid y crear afrutados vinos de elaboración propia.

      Viajar por Eirea, ayudado de su séquito de no-muertos, en busca de tesoros que le permitan costear sus propósitos más mundanos.

      Crear una escuela para nigromantes en Dalaensar, que facilite el aprendizaje de la especialización a los habitantes del continente.

       

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