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Registro 1 de Tarasmir:
Ante tí se yergue un varón de humano de casi 190 centímetros de altura y unos 76kg de peso. En su cara redonda puedes
ver unos grandes ojos ambarinos, que contrastan con su pelo canoso, que cae en forma de una melena lisa por la espalda.
No ves ni un sólo brote de bello en su cuerpo, fibroso, hercúleo. Por los movimientos de sus manos deduces que es zurdo. -
Registro 2 de Tarasmir:
HistoriaEsta es la historia de un caballero de las tinieblas, cuyo nombre ya jamás será olvidado por todos aquellos en cuya su
presencia se hizo marcar en sus vidas.
El sol se posaba el día 28 de Verano de la 4ª era, cuando, en Ryniver llegaban rumores de que las incursiones de
goblins, y orcos marchaban
en dirección a Takome
Un día más de batalla para los ejercitos de Golthur, Mor-Groddur a los que el Imperio decidió respaldar con algunos de
sus mejores batallones.
A menudo, los paladines y los soldados que luchaban por Seldar eran convocados a los pelotones, así como a sus más
experimentados sacerdotes, para que apoyaran las filas de batalla del ejército maligno. En ese día, una vez más se
emitió una convocatoria, y todos los
efectivos disponibles fueron llamados a participar. Vino gente des de Galador hasta Allel, al oeste de Ryniver para
fortalecer las tropas compuestas tanto por gente que se regía por la violencia y el fratricidio, como por aquellos que
eran, por encima de todo, devotos a la causa de Seldar, sacrificando muchas veces su vida.
Así todos partieron en dirección a Takome, el centro del reino que era poblado por los devotos al Dios de la luz,
Eralie. Entre ellos contaban como efectivos, Oologar y Drakar, que lideraban los paladines de seldar.
Al detenerse en Anduar después de saquear y destrozar Eloras, y todo lo que en el camino se les presentaba, un rayo de
fuego descendió de los cielos, impactando en algún lugar de los barrios de Anduar, causando así un enorme alboroto.
El caos ya se desarrollaba alrededor de Oologar, que decidió ir a investigar con su depredadora de acero, una montura
especializada para los paladines montados, que eran entrenados en la fortaleza de D’hara.
Al adentrarse en los alrededores, Oologar vio que por los ciudadanos era temido. Las llamas se levantaban de 6 casas
alrededor de un área completamente cubierta por suciedad, y cuerpos carbonizados yacían portodas partes. Por donde
quiera que sus ojos escudriñasen, no encontraba nada más que muerte.
Al avanzar más allá de la destrucción, observó que el fuego tomaba la forma de una calavera, y sabía que, siendo el
símbolo de su divinidad, Oologar tendría que interpretar el mensaje que le era enviado a través del propio Seldar
personificado en el plano material por fuego .
-«Yo dejo a tus cuidados un bebé, mi fiel caballero. Adoptalo, y que él venga a seguir las mismas costumbres que tu
sigues, en mi honra. Nadie sabe su ascendencia si no tú y tu familia, los cuales serán informados por tus labios apenas
te apartes de este antro miserable».
Nada más escuchar Oologar la voz resonante en su mente de Seldar, que al instante en que terminó de pronunciar sus
últimas palabras desapareció, dejando sólo una fina línea de fuego apuntando hacia un área en el centro del incendio,
pero intacta por las llamas.
Oologar se esforzó para llegar al bulto que allí lograba distinguir, haciendo su montura sufrir quemaduras graves en el
proceso, pero dijo para sí y para su fiel depredador que era un mal necesario. Si el propio rey de las tinieblas había
enviado un alma para sus cuidados, es porque ésta representaría un cambio drástico en Eirea.
Cuando finalmente cruzó el mar de llamas, Oologar observó que al lado del niño que Seldar le había profetizado, yacía un
escudo negro como la noche sin luna, que emanaba más maldad que ya había presenciado en los campos de batalla. Colocando
ambos, escudo y el niño sobre su montura, él rehizo el camino para volver con sus soldados, protegiendo así al niño lo
máximo posible del calor de las llamas con su propio cuerpo
Volviendo con su gente que estaba amontonada en el hostal Comellas, Oologar habló ante todos:
-Yo, Oologar Baelzemon, me encontré con la fuente del rayo de fuego que vimos al adentrarnos a la ciudad. Fue el propio
Seldar, nuestro amado Dios, que nos envió esto … Haciendo una pausa, Oologar mostró al bebé que cargaba en sus brazos,
para que todos lo vieran.
Oologar prosiguió: Al mando de Seldar, este chico quedará bajo el cuidado de nuestra familia, los Baelzemon, y esto fue
todo lo que Seldar nos encargó.
Entonces viendo que Oologar estaba muy confiado en sus palabras, Drakar resolvió tomar el frente junto con él, y habló:
-Entonces, mi hermano, viaja de regreso a Galador, y empieza los preparativos para que el bebe cuando crezca comience
sus instrucciones. Oologar asintió, se volvió a partir, pero antes de ir proclamó: Siento por dejar el campo de batalla,
mis hermanos de armas, mis compañeros de batalla. Pero este asunto exige una prioridad mayor de mí que esta batalla
Y con una reverencia Oologar se alejó, dirigiéndose hacia su depredadora. Después de haber acomodado al bebé lo más
cómodo que podía, galopó como un rayo para Galador, haciendo así que su montura casi muera por el
agotamiento de una correría sin parar para descansar ni una vez.
Al llegar a Galador, Oologar dejó a su depredador para descansar, y entró en casa de su familia reflexionando sobre
todo, cuál sería el nombre que Seldar quisiera que fuera dado al niño.
-¡Ya sé, serás conocido como Tarasmir!
Exclamó Oologar al surgir este nombre en su mente, y llamó a todos los criados que estaban disponibles para que
prepararan aposentos para otro miembro de la familia, y así fue hecho.
Días después cuando Drakar regresó fue a casa a ver el estado del bebé, seguido de dos escribas imperiales, allí
encontró a Oologar vigilándolo mientras dormía y con una voz suave, para que el bebé no despertara le comentó:
-Oologar, mi hermano. Antes de empezar, me gustaría decirte que la batalla fue exitosa. Los ejércitos Eralitas tardarán
en recuperar los daños que por nosotros les han sido inflingidos.
Asintiendo, una sonrisa siniestra dividió la cara de Oologar, pues siendo él un guerrero experimentado, se sintió mal
por dejar el campo de batalla, pero su Dios estaba en primer lugar.
-Pero, el motivo que me llevó a demorarme a regresar, fue el siguiente. El chico, es oficialmente, por la mano del
emperador, miembro de nuestra casa. ¿Se le ha concedido nombre?. Preguntó a Oologar, sin desviar una sola vez la mirada
de su rostro.
+ Sí. Él se llamará, Tarasmir.Respondió Oologar con el rostro sin ninguna emoción.
Asentiéndo, Drakar hizo un ligero ademán con su mano y habló:
-Regresen al emperador, y hagan el informe de todo lo que aquí escucharon, para que se oficialicen los procedimientos de
adopción. Ambos asintieron, y partieron.
-Oologar, te daré el encargo del entrenamiento de este chico. Queremos que se una a nosotros en los campos de batalla
para defender así el honor de Seldar.
Asintiendo, Oologar se volvió para servir una bebida a Drakar, que estaba exhausto del viaje.
Se pasaron 16 años desde aquel incidente que había traído Tarasmir a la casa Baelzhemon, y Oologar estaba finalizando el
entrenamiento diario con Tarasmir cuando Zirak Amrok DeLidia, uno de los más renombrados paladines de Seldar apareció
ante ellos.
-Ahora me presento ante vosotros, para hacer la prueba final, para decidir en cuál de las organizaciones serás alistado,
Tarasmir. Me basta ver el entrenamiento como caballero montado, para poder evaluarte. Tarasmir, siguiendo el consejo que
Oologar le había dado realizó una loa a Seldar, rogando por que su Dios le diera el valor y la fuerza necesaria para
derrotar a aquel caballero.
-¡Iniciemos! Exclamó Zirak, que arremetió contra Tarasmir, que lo bloqueaba con el escudo que lo acompañó cuando Oologar
lo trajo. Con movimientos descoordenados, Tarasmir hacía lo posible para intentar derribar a su adversario de su
montura, pero, viendo esta debilidad en el niño, Zirak no dudó y exploró varias brechas defensivas que poseía,
haciéndole así caer de su caballo.
Cayó, pero casi instantáneamente recuperándose, él continuó, se puso de pie y desmontó a Zirak avasallándolo con un
temible puñetazo, y así su destino fue decidido ante la última prueba.
Años se pasaron, y después de ser alistado a la inquisición de Seldar, Tarasmir busca perfeccionar sus habilidades para
que algún día pueda una vez más superar a aquellos que lo iniciaron en el arte de la caballería.Rol
Tarasmir, es, por encima de todo, una persona dedicada al cumplimiento del deber.
No sabe de dónde vino, sólo sabe lo que le fue contado, él busca a toda costa hacerse merecedor del honor que le
concedió Seldar por ser su escogido.
Sin permitir que sus emociones se exterioricen, Tarasmir es fiel a sus aliados, pero no duda en matar a nadie que se
oponga a él o a sus causas.
Sigue a rajatabla los cánones de caballería y el código de honor de paladines de Seldar, haciendo de su valor y su
crueldad sus mejores armas.Objetivos
Tarasmir busca encima de todo, onrar el código de los caballeros, dando su vida sólo contra adversarios tan fuertes
como, y proteger así a los más débiles de las láminas del enemigo.
A él no le importa mucho su ascendencia, sólo tiene curiosidad en saber si la historia que por ahí se cuenta es
verdadera, y si es posible, descubrir de dónde realmente proviene.
Ayudar en todo lo que le sea posible, tanto su familia como sus aliados.
Instruir a jóvenes en el arte de la caballería como fue instruido por su familia.
Conseguir el poder supremo que es otorgado a los más devotos guerreros de seldar para asesinar a los monstruos más
terroríficos de eirea.
Hacer respetar los cánones de caballería y el código del honor que el tan estrictamente sigue. -
Esta es la historia de un caballero de las tinieblas, cuyo nombre ya jamás será olvidado por todos aquellos en cuya su presencia se hizo marcar en sus vidas.
El sol se posaba el día 28 de Verano de la 4ª era, cuando, en Ryniver llegaban rumores de que las incursiones de goblins, y orcos marchaban en dirección a Takome.
Un día más de batalla para los ejércitos de Golthur, Mor-Groddur a los que el Imperio decidió respaldar con algunos de sus mejores batallones. A menudo, los paladines y los soldados que luchaban por Seldar eran convocados a los pelotones, así como a sus más experimentados sacerdotes, para que apoyaran las filas de batalla del ejército maligno. En ese día, una vez más se emitió una convocatoria, y todos los efectivos disponibles fueron llamados a participar.
Vino gente desde Galador hasta Allel, al oeste de Ryniver para fortalecer las tropas compuestas tanto por gente que se regía por la violencia y el fratricidio, como por aquellos que eran, por encima de todo, devotos a la causa de Seldar, sacrificando muchas veces su vida. Así todos partieron en dirección a Takome, el centro del reino que era poblado por los devotos al Dios de la luz, Eralie. Entre ellos contaban, como efectivos, Oologar y Drakar, que lideraban los paladines de seldar. Al detenerse en Anduar después de saquear y destrozar Eloras, y todo lo que en el camino se les presentaba, un rayo de fuego descendió de los cielos, impactando en algún lugar de los barrios de Anduar, causando así un enorme alboroto.
El caos ya se desarrollaba alrededor de Oologar, que decidió ir a investigar con su depredadora de acero, una montura especializada para los paladines montados, que eran entrenados en la fortaleza de D’hara. Al adentrarse en los alrededores, Oologar vio que por los ciudadanos era temido. Las llamas se levantaban de 6 casas alrededor de un área completamente cubierta por suciedad, y cuerpos carbonizados yacían por todas partes. Por donde quiera que sus ojos escudriñasen, no encontraba nada más que muerte.
Al avanzar más allá de la destrucción, observó que el fuego tomaba la forma de una calavera, y sabía que, siendo el símbolo de su divinidad, Oologar tendría que interpretar el mensaje que le era enviado a través del propio Seldar personificado en el plano material por fuego.
-«Yo dejo a tus cuidados un bebé, mi fiel caballero. Adóptalo, y que él venga a seguir las mismas costumbres que tú sigues, en mi honra. Nadie sabe su ascendencia, si no tú y tu familia, los cuales serán informados por tus labios, apenas te apartes de este antro miserable».
Nada más escuchar Oologar la voz resonante en su mente de Seldar, que al instante en que terminó de pronunciar sus últimas palabras desapareció, dejando solo una fina línea de fuego apuntando hacia un área en el centro del incendio, pero intacta por las llamas. Oologar se esforzó para llegar al bulto que allí lograba distinguir, haciendo su montura sufrir quemaduras graves en el proceso, pero dijo para sí y para su fiel depredador que era un mal necesario. Si el propio rey de las tinieblas había enviado un alma para sus cuidados, es porque esta representaría un cambio drástico en Eirea.
Cuando finalmente cruzó el mar de llamas, Oologar observó que al lado del niño que Seldar le había profetizado, yacía un escudo negro como la noche sin luna, que emanaba más maldad que ya había presenciado en los campos de batalla. Colocando ambos, escudo y el niño sobre su montura, él rehizo el camino para volver con sus soldados, protegiendo así al niño lo máximo posible del calor de las llamas con su propio cuerpo.
Volviendo con su gente que estaba amontonada en el hostal Comellas, Oologar habló ante todos:
-Yo, Oologar Baelzemon, me encontré con la fuente del rayo de fuego que vimos al adentrarnos a la ciudad. Fue el propio Seldar, nuestro amado Dios, que nos envió esto … Haciendo una pausa, Oologar mostró al bebé que cargaba en sus brazos, para que todos lo vieran.
Oologar prosiguió: Al mando de Seldar, este chico quedará bajo el cuidado de nuestra familia, los Baelzemon, y esto fue todo lo que Seldar nos encargó.
Entonces, viendo que Oologar estaba muy confiado en sus palabras, Drakar decidió salir al frente junto con él, y habló: -Entonces, mi hermano, viaja de regreso a Galador, y empieza los preparativos para que el bebe cuando crezca comience sus instrucciones.
Oologar asintió, se volvió a partir, pero antes de ir proclamó: Siento por dejar el campo de batalla, mis hermanos de armas, mis compañeros de batalla. Pero este asunto exige una prioridad mayor de mí que esta batalla. Con una reverencia, Oologar se alejó, dirigiéndose hacia su depredadora.
Después de haber acomodado al bebé lo más cómodo que podía, galopó como un rayo para Galador, haciendo así que su montura casi muera por el agotamiento de una correría sin parar para descansar ni una vez.
Al llegar a Galador, Oologar dejó a su montura para descansar, y entró en casa de su familia, reflexionando, sobre todo, cuál sería el nombre que Seldar quisiera que fuera dado al niño. -¡Ya sé, serás conocido como Tarasmir! Exclamó Oologar, al surgir este nombre en su mente, y llamó a todos los criados que estaban disponibles para que prepararan aposentos para otro miembro de la familia, y así fue hecho.
Días después, cuando Drakar regresó, fue a casa a ver el estado del bebé, seguido de dos escribas imperiales, allí encontró a Oologar vigilándolo mientras dormía y con una voz suave, para que el bebé no despertara, le comentó: –Oologar, mi hermano. Antes de empezar, me gustaría decirte que la batalla fue exitosa. Los ejércitos Eralitas tardarán en recuperar los daños que por nosotros les han sido infligidos.
Asintiendo, una sonrisa siniestra dividió la cara de Oologar, pues siendo él un guerrero experimentado, se sintió mal por dejar el campo de batalla, pero su Dios estaba en primer lugar. -Pero, el motivo que me llevó a demorarme a regresar, fue el siguiente.
El chico es oficialmente, por la mano del emperador, miembro de nuestra casa. ¿Se le ha concedido nombre?. Preguntó a Oologar, sin desviar una sola vez la mirada de su rostro.
- Sí. Él se llamará, Tarasmir. Respondió Oologar con el rostro sin ninguna emoción.
Asintiéndo, Drakar hizo un ligero ademán con su mano y habló: -Regresen al emperador, y hagan el informe de todo lo que aquí escucharon, para que se oficialicen los procedimientos de adopción. Ambos partieron.
–Oologar, te daré el encargo del entrenamiento de este chico. Queremos que se una a nosotros en los campos de batalla para defender así el honor de Seldar. Asintiendo, Oologar se volvió para servir una bebida a Drakar, que estaba exhausto del viaje.
Pasaron 16 años desde aquel incidente que había traído Tarasmir a la casa Baelzhemon, y Oologar estaba finalizando el entrenamiento diario con Tarasmir cuando Zirak Amrok DeLidia, uno de los más renombrados paladines de Seldar apareció ante ellos.
-Ahora me presento ante vosotros, para hacer la prueba final, para decidir en cuál de las organizaciones serás alistado, Tarasmir.
Me basta ver el entrenamiento como caballero montado, para poder evaluarte. Tarasmir, siguiendo el consejo que Oologar le había dado, realizó una loa a Seldar, rogando porque su Dios le diera el valor y la fuerza necesaria para derrotar a aquel caballero.
-¡Iniciemos! Exclamó Zirak, que arremetió contra Tarasmir, que lo bloqueaba con el escudo que lo acompañó cuando Oologar lo trajo. Con movimientos descoordenados, Tarasmir hacía lo posible para intentar derribar a su adversario de su montura, pero, viendo esta debilidad en el niño, Zirak no dudó y exploró varias brechas defensivas que poseía, haciéndole así caer de su caballo.
Cayó, pero casi instantáneamente recuperándose, él continuó, se puso de pie y desmontó a Zirak avasallándolo con un temible puñetazo, y así su destino fue decidido ante la última prueba. Años se pasaron, y después de ser alistado a la inquisición de Seldar, Tarasmir busca perfeccionar sus habilidades para que algún día pueda una vez más superar a aquellos que lo iniciaron en el arte de la caballería.
Rol
Tarasmir, es, por encima de todo, una persona dedicada al cumplimiento del deber. No sabe de dónde vino, solo sabe lo que le fue contado, él busca a toda costa hacerse merecedor del honor que le concedió Seldar por ser su escogido. Sin permitir que sus emociones se exterioricen, Tarasmir es fiel a sus aliados, pero no duda en matar a nadie que se oponga a él o a sus causas. Sigue a rajatabla los cánones de caballería y el código de honor de paladines de Seldar, haciendo de su valor y su crueldad sus mejores armas.
Objetivos
Tarasmir busca, por encima de todo, honrar el código de los caballeros, dando su vida exclusivamente contra adversarios tan fuertes como, y proteger así a los más débiles de las láminas del enemigo.
A él no le importa mucho su ascendencia, únicamente tiene curiosidad en saber si la historia que por ahí se cuenta es verdadera, y si es posible, descubrir de dónde realmente proviene. Ayudar en todo lo que le sea posible, tanto su familia como sus aliados. Instruir a jóvenes en el arte de la caballería como fue instruido por su familia.
Conseguir el poder supremo que es otorgado a los más devotos guerreros de seldar para asesinar a los monstruos más terroríficos de eirea.
Hacer respetar los cánones de caballería y el código del honor que él tan estrictamente sigue.
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